miércoles, 29 de mayo de 2013

Palabras Más, Palabras Menos, Carta Abierta


Muy probablemente nuestro análisis de la última Carta (Justo lo que faltaba) provocó que Horacio González y Vicente Battista aparecieran en televisión para responder nuestras dudas. Sin embargo, salvo una honrosa excepción, quizás dos, que trataremos al final, la respuesta fue más de lo mismo. En efecto, en numerosas ocasiones insistieron en que la motivación de la denuncia es espuria, que se trata de estrategias usadas en el pasado, etc. Hasta donde pudimos apreciar, tampoco pudieron distinguir su propia banalización del nazismo de la hecha recientemente por La Nación (1933, vamos a dedicarnos al tema próximamente en esta sala). Y además ellos mismos reconocen que deberían haberse cuidado de comparar a la oposición con el nazismo.

Hubo dos momentos hilarantes. Primero, la aclaración según la cual Carta Abierta no está acusando a nadie. Nos hace acordar a una frase de la madre de uno de los miembros de La Causa, una vez advertida ella sobre la fuerte crítica que hacía sobre su nuera: "Yo no estoy criticando a nadie, sólo describo la realidad". Segundo, la idea expresada por Battista según la cual el texto de la Carta “está ajeno a los adjetivos”. Que un escritor diga algo semejante nos hace dudar de muchas cosas, para empezar de la escritura misma.

Hubo también momentos curiosos. Comencemos por el momento en que comenzaron a ser interrogados acerca de los términos de la Carta, y González advirtió que "No venimos a dar un examen de filosofía", como si hacerse entender fuera una cuestión filosófica. En realidad, todo el mundo, y particularmente los intelectuales, debe hacerse entender. El segundo, cuando González sostuvo que la Carta “se mantiene en un plano argumental que no existe en otros lados”. Nuevamente, semejante afirmación nos hace dudar de si los argumentos existen, o qué son, y para qué sirven. El tercero, cuando Battista se quejó de que Lanata propusiera algo imposible. En efecto, Battista recordó que al final de un programa Lanata instó a los televidentes a que "hicieran algo" en caso de que Clarín fuera intervenido y el programa no saliera al aire. Pero Battista mismo comenzó su crítica sosteniendo que la intervención de Clarín era imposible, con lo cual el antecedente condicional propuesto por Lanata era asimismo de cumplimiento imposible. Es como si Battista se quejara de que Lanata propusiera ponerle gas natural a la alfombra voladora que nos va a llevar a Marte. Por lo demás, cuando Lanata dijo "hagan algo" no necesariamente quiso decir "algo ilegal", o su propuesta es tan ilegal como "Vamos por todo". Un cuarto momento curioso fue cuando González mismo propuso que dudáramos de las palabras de la Carta, ya que hasta él mismo duda de las palabras que usó en la Carta, con lo cual la Carta misma pierde gran parte de su sentido.

Hablando de palabras, fue muy interesante cuando González, a diferencia de Battista, no le atribuyó intenciones golpistas a Lanata, aunque sí pulsiones golpistas, y en todo caso González aclaró que no iba a haber golpe alguno. Battista, que sí consideró golpista a Lanata luego de haber titubeado al principio, podría haber insistido en que así como hay un peronismo sin Perón, bien podría haber golpismo sin un golpe, así como la sonrisa del gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas: una sonrisa que existe sin la cara que la contiene (nos hacer acordar también a los cacerolazos en Belgrano: cacerolas que suenan desde los balcones sin que se vea la gente que las hace sonar).

A primera vista, la mención del relato gótico puede ser considerado una innovación respecto de la Carta. Sin embargo, dado que tanto González como Battista afirmaron que los que cometieron un delito deben ser castigados, y no ponen la mano en el fuego por nadie; es más, no relativizan las denuncias de corrupción, admiten que pueden ser ciertas. Entonces lo único que les molesta son las formas. La canallada es formal, no material.), entonces su desacuerdo con las denuncias es formal, no de contenido. Les molesta el relato gótico de Lanata, la representación teatral, su vestimenta (aunque cuando Lanata hacía otro tanto en la época de Menem les pareció "creativo"), el rating, etc. Así y todo insistieron en que no había pruebas, a pesar de que existe un contador que pasó de ser Cajero a Millonario en poco tiempo (como en la excelente película de Eddie Murphy y Dan Aykroyd), con veintipico de estancias, vaya uno a saber cuántos millones, las declaraciones incluso en blanco de los funcionarios, etc. Battista tuvo mucha razón al decir que Lanata miente, pero también contemplamos eso en nuestra entrada al hacer referencia al Diablo mismo. La insistencia en el carácter estructural de la corrupción en el capitalismo es una variante de la tesis de la reciprocidad que también discutimos en la entrada anterior.

Una verdadera innovación consiste en la tesis de González según la cual el relato gótico de Lanata produce pesadillas. No vamos a entrar en detalle porque, aunque fuera cierta, nos parece en el fondo interesante pero irrelevante. Algunos tienen pesadillas viendo el fútbol que el gobierno mismo usa hoy contra Lanata.

La innovación más interesante fue la distinción conceptual hecha por Battista, al mejor estilo oxoniense, entre gobiernos que son corruptos y corruptos en el gobierno, como si en el primer caso el gobierno fuera usado como un medio para cometer actos corruptos y en el segundo la corrupción fuera sólo un efecto colateral del gobierno. Según él, mientras que el primer escenario corresponde al menemismo, el segundo al kirchnerismo. El problema con esta distinción es que es circular. Un menemista podría responder diciendo que en realidad hasta el menemismo tenía una ideología en aras de la cual gobernaba, i.e. el libre mercado, y que la corrupción sólo fue ocasional o en todo caso un efecto no deseado. No hay que olvidar que los partidos que defienden el libre mercado están protegidos por la Constitución y pueden competir en igualdad de condiciones con los demás, por más asco que nos dé el individualismo capitalista. La circularidad entonces consistiría en que sólo el kirchnerismo es un gobierno con corrupción ocasional, debido a que defiende la ideología correcta. Por lo demás, la discusión deriva en la tesis de la presunción de inocencia, que también discutimos en la entrada anterior.

El final es revelador. González aclara que si no defienden al Gobierno, se desploma todo. Pero González no debería apoyar al Gobierno por las consecuencias (políticas y/o psicológicas) de no hacerlo, sino porque cree que tiene buenas razones en sí mismas para hacerlo.


5 comentarios:

Tefongar dijo...

geniales. sumamente agradecida a juan jose campanella que invitó a conocer este blog.no tiene desperdicio.

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias. Dónde estuvieron todas nuestras vidas? Por qué tardaron tanto?

Eduardo Reviriego dijo...

Así que para el "director", si no defienden -la honestidad- del gobierno, se desploma todo. Me parece que eso ya es suficiente admisión de que las denuncias de Lanata tienen cierta entidad. En realidad me parece que a estos dos "intelectuales",más que interesarle la veracidad de lo que se está poniendo en evidencia pública, y digo pública, debido a que la justicia ya tenía conocimiento de ello desde hace años, es la intangibilidad del relato. En realidad lo único que se está desplomando es el relato, aunque en este caso, por supuesto, no hablamos de plomo, sino de Euros.

Anónimo dijo...

Horacio González es un charlatán. Nunca pensó o hizo algo que de verdad sirviera. Y este Vicente Battista es directamente un pelotudo, utilizando esa distinción infantil de "gobierno estructuralmente corruptos" (menemismo) y "gobiernos con algunos individuos corruptos" (Kirchnerismo). Es de una chatura asombrosa los argumentos que esgrimieron. No puedo creer que con tanto tiempo en el poder y con tantos recursos materiales y simbólicos que este gobierno tiene, no haya podido atraer o formar intelectuales un poco mas punzantes que estos. Pero vale la pregunta de: Para qué sirven los intelectuales finalmente?.

Andrés Rosler dijo...

Sin duda, no fue la mejor noche de González y Battista. De todos modos, el poder del kirchnerismo no depende de Carta Abierta sino de los intendentes del conurbano bonaerense, por suerte para el kirchnerismo. Acerca de para qué sirven los intelectuales, qué pregunta. Muy difícil. Un comienzo de respuesta es que no todos los intelectuales son iguales, aunque muchos, muchos, de ellos dejan muchísimo que desear.