domingo, 27 de septiembre de 2015

Espíritu al Portador



No es la primera vez que constatamos que Hernán Brienza es lo que en otra época habría sido denominado como un verdadero hombre del Renacimiento. No sólo es un historiador de fuste y un escritor por derecho propio, sino que nos ha hecho sentir contritos por remordimientos de ingratitud ya que no nos merecemos a Cristina (lo que vos te merecés), ha revolucionado el pensamiento jurídico-político mediante una nueva teoría de la responsabilidad que explica por qué Milani no puede ser responsable de violación de derechos humanos alguna (Big Bang Brienza y La Ley de Brienza), y ahora continúa con su muy exitosa incursión en la teoría filosófica.

En efecto, hace poco había recurrido a la ontología para explicar por qué él mismo no es un adulador como muchos suponen sino un pensador integral (La ontología de Brienza), y ahora desembarca en el ámbito de la filosofía hegeliana de la historia para entender la figura precisamente histórica de Cristina como un portador del espíritu del pueblo, por no decir del espíritu universal (click).

Brienza, con razón, sostiene que “[e]n los últimos años, los argentinos hemos podido ser testigos de la significación que tienen las características personales de los líderes en la construcción de la acción política”. ¿Hace falta decir que el sustento de esta afirmación es “la emergencia de Néstor Kirchner, con elementos únicos, y luego, claro, Cristina Fernández de Kirchner”? Nobleza obliga, habría que aclarar que la novedad del planteo de Brienza no consiste precisamente en el énfasis en la agencia individual para poder comprender la historia (suponemos de hecho que otros historiadores han afirmado algo semejante, por ejemplo, en relación al papel que desempeñó Hitler en el nazismo), sino en que Néstor y Cristina cumplen en nuestra época el papel de lo que Hegel denominaba eran los “portadores del espíritu”, siguiendo los pasos de, v.g., Sócrates, Jesús, quizás Lutero, y Napoleón, ciertamente en sus épocas respectivas.

Naturalmente, un pensador como Brienza no podía dejar de plantearse la gran cuestión metafísica. Dado que “Cristina Fernández de Kirchner se ha plantado disputando sin descanso a los grupos corporativos y los poderes económicos”, y que “no es lo mismo” que “las decisiones las tome la actual presidenta o que las tome otro actor o dirigente político”, entonces: “¿Qué particularidades tiene la presidenta que le permiten enfrentarse a los poderes reales?”. Después de todo, no todos los días los súper-poderes de una súper-heroína de ultra-izquierda mantienen a raya al capitalismo global.

Aquí es donde irrumpe el misterio del pensamiento de Brienza. Si la respuesta fuera que los súper-poderes provienen del voto, semejante hipótesis colapsaría por su propio peso con tal solamente recordar que, v.g., Macri y Scioli también han ganado elecciones y han sido re-electos. Los lectores de Asterix podrían aventurar la hipótesis de una poción mágica administrada por un druida como Panoramix, quizás de conformidad con el propio Brienza cuando sostiene en relación no solamente a Néstor sino a Cristina, que “como ya se sabe”, “No fue Magia. Pero fue mágico”. Claro que semejante hipótesis solamente devalúa las virtudes del agente portador del espíritu universal, como si cualquiera que tomara la poción mágica podría hacer magia o historia para el caso.

En realidad, la idea misma de ser "portador del espíritu" también contradice la idea de una persona excepcional, ya que, precisamente, el portador o portadora no es sino un vehículo del espíritu, lo cual implica que el mérito es de la época y no del agente, lo cual, suponemos, contradice el propósito de Brienza de mostrar a Cristina como la súper-heroína que es. Quizás alguna Cadena Nacional, por ejemplo la cuadragésimo-primera, nos ayude a develar el misterio, siempre y cuando el Papa, otro portador del espíritu, no interrumpa con sus misas.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Armando Golpe Blando, Arturo Golpe Duro (Otra Vez)



Lamentablemente, la democracia está en peligro otra vez debido a que nuestro país está atravesando nuevamente un Golpe de Estado blando o institucional a raíz de las elecciones en Tucumán. Antes de que Mempo Giardinelli comente el caso nuevamente, y para no aburrir a nuestros lectores, hacemos directamente referencia a nuestra última discusión sobre este tema fascinante: Armando Golpe Blando. ¿Arturo Golpe Duro? Por si hiciera falta, les recordamos a nuestros lectores nuestra posición acerca de la influencia de ciertos prejuicios burgueses en el debate axiológico entre el fraude y la violencia ocasionado precisamente por las elecciones en Tucumán: Si llega a ser Tucumana. Los mantendremos informados. Viva la Patria!  

domingo, 13 de septiembre de 2015

Milton, Satanás y el hiperkantismo

A esta altura, las siguientes palabras de Jorge Capitanich, cuyo revelador segundo nombre es Milton, terminaron siendo proféticas:



En efecto, no puede llamar la atención la calumnia cometida por Perfil contra ese gran pensador que es Mempo Giardinelli. Esta publicación satánica alega que dado que en 2007 Giardinelli había resaltado la miseria que había en el Chaco y la había comparado de hecho con campos de concentración, y que hoy cree que toda indicación de miseria alguna en el Chaco se debe a "los buitres de la comunicación", entonces Giardinelli habría incurrido en alguna contradicción o peor aún una falta moral, vaya uno a saber de qué tipo (click). 

A esta altura, nuestros lectores ya están prevenidos acerca de las argucias que emplean los medios de comunicación para debilitar a quienes apoyan la causa del pueblo, en este caso en particular, Capitanich y Giardinelli. Sin embargo, nos atrevemos de todos modos a explicar por qué no existe defecto alguno, ni intelectual ni moral, en la posición de Giardinelli.

En efecto, para atribuirle semejante defecto, habría que probar que Giardinelli hace referencia a dos hechos iguales aunque de modo diferente. Sin embargo, Giardinelli mismo se encarga de mostrar que el cambio de su posición acerca de la situación en el Chaco se debe simplemente a que la situación en el Chaco se ha modificado sustancialmente. Por si alguien todavía albergara dudas, solamente debería ingresar al sitio del INDEC y hacer click en "Chaco". Mientras tanto, no olvidemos que hoy en día nuestro país cuenta solamente con un 5 % de pobreza, 32,50 % de clase media, y el 62,50 suponemos es de clase alta (país generoso).

Asimismo es digno de ser destacado que Giardinelli no solamente se apoya en el cambio de los hechos sino además en lo que parece ser la adopción de una teoría moral diferente. En efecto, en una nota en Página 12 Giardinelli sostiene reveladoramente que "'Hay que ser muy canallas para fingir sentimientos que no se tienen, y que jamás han tenido estos carroñeros de la política que vienen a 'descubrir' lo que aquí cualquiera sabe: que decenas, centenares de niños qom, wichís y mocoiq murieron aquí, en iguales condiciones extremas, en los últimos 10, 20, 50 y 100 años" (click). Como se puede apreciar, mientas que en el pasado a Giardinelli le importaba la existencia misma de hambre, miseria, etc., ahora solamente considera moral una acción si es motivada por razones puramente morales. En efecto, los medios son satánicos o canallas no porque denuncian la miseria (Giardinelli mismo solía hacerlo) sino que la denuncia se debe a intereses políticos. Por lo cual, según Giardinelli, suponemos, solamente un kirchnerista puede denunciar la miseria del Chaco. Los demás debe callarse la boca.

La posición reciente de Giardinelli puede ser designada como "hiperkantismo". Todo acto moral que no se deba a un motivo moral es eo ipso inmoral. Para esta posición el hiperkantismo, v.g., no deberíamos salvar a un niño que se está ahogando si la única razón por la que lo haríamos es que hay cámaras de televisión cerca y queríamos salir en televisión. Quizás al niño que se ahoga no le importaría en absoluto y se conformaría con un mero consecuencialismo, pero al hiperkantiano sí: la acción debe ser realizada según la intención correcta, y si no, mejor no realizarla. EE.UU., v.g., entró en la segunda guerra no para impedir el Holocausto sino para proteger sus reservas de petróleo, todo lo cual nos hace dudar de la moralidad de su decisión. Nos preguntamos así y todo  si quienes estaban en un campo de concentración no se hubiesen conformado con un consecuencialismo menos pretencioso. Sea como fuere, no es casualidad que este mismo hiperkantismo es el que suscribe la prestigiosa Carta Abierta para denunciar a su vez a las denuncias por corrupción (justo lo que faltaba, apartado nro. 3: "La tesis de la motivación contraproducente").

Finalmente, el mismísimo gobernador Capitanich atribuye la muerte de niños qom a razones culturales (todo es cultura), i.e. a que son los padres quienes dejan morir a sus hijos. Mientras que en el resto del país mucha gente se queja por la limitación a la muy burguesa libertad de comprar divisas extranjeras, muy pocos reparan en que Capitanich reconoce el valor de la libertad multicultural a tal punto que defiende la libertad de ciertas familias de no atender a sus hijos menores de edad. Da la impresión de que así como un Testigo de Jehová no permite la transfusión de sangre ni siquiera a un menor de edad, parece que según Capitanich hay culturas en el Chaco que no atienden a sus hijos, y el Estado debe respetar dichas culturas. A veces, sin embargo, parece que Capitanich va demasiado lejos con su liberalismo.          


martes, 8 de septiembre de 2015

Si llega a ser Tucumana


El kirchnerismo en líneas generales se ha mostrado renuente a considerar como fraude los episodios ocurridos en la última elección en Tucumán, particularmente la quema pública de urnas, quizás inspirado en la filosofía del derecho hegeliana.

En efecto, para que tenga lugar un fraude es imprescindible percibir un ardid o engaño mediante el cual, como dice Hegel, “se le hace creer al perjudicado que la acción es justa” (Lineamientos de Filosofía del Derecho, § 87, agr.). Es por eso que Hegel cree que el fraude solamente viola el aspecto subjetivo del derecho, en la medida en que la víctima, merced al engaño, cree que sus derechos no están siendo conculcados. El aspecto objetivo del derecho, mientras tanto, permanece incólume.

Distinto es el caso de la violencia, que para Hegel representa la conducta delictiva por antonomasia. En el caso de una acción violenta no solamente se lesiona el aspecto subjetivo, sino también el objetivo del derecho, ya que la violencia infligida impide que la víctima crea, aunque falsamente, que sus derechos están siendo respetados (Lineamientos…, § 90, agr). Cuando alguien lleva a cabo una hoguera de urnas (o de herejes para el caso) públicamente, mal podemos considerar fraudulenta a semejante conducta. No hay engaño alguno. Es cierto que, lamentablemente, se ha popularizado, por parte de quien realiza acciones violentas, el uso de frases tales como “esto me va a doler más a mí que a vos”. Pero se trata de expresiones confusas y por lo tanto inútiles.

Ahora bien, habiendo distinguido conceptualmente entre el engaño y la violencia, resta, como siempre, el análisis normativo. En efecto, salvo el caso de quienes creen, no menos confusamente, que v.g., “violencia es mentir”, la distinción conceptual entre el engaño y la violencia deja abierta la cuestión de si el uno es mejor o peor que la otra.

Aquí es donde el kirchnerismo se aparta de Hegel, ya que este último, quizás debido a cierto prejuicio burgués, cree que el acto violento era peor que el engaño. Dante Alighieri, por el contrario, sostiene una posición más afín al kirchnerismo, ya que considera que el engaño es peor que la violencia, lo cual explica por qué en su célebre Infierno los traidores reciben un castigo mucho peor que el de los meros violentos.

En rigor de verdad, algún nietzscheano también podría preferir un agōn o combate extenuante aunque equitativo entre fuerzas iguales, antes que ser engañado sin violencia alguna. Después de todo, algunos creen que al menos el violento tiene coraje porque va de frente, mientras que el que engaña es un cobarde que actúa a nuestras espaldas (nos abstenemos de hacer referencia a la importancia de la lealtad en el discurso peronista, por obvias razones). No olvidemos además que a veces las heridas del alma causan más daño que las físicas (es difícil resistir la tentación de remitir al lector a la escena de “Perfume de Mujer” en la que el personaje de Al Pacino dice precisamente eso).

Que nuestros prejuicios burgueses entonces no nos impidan apreciar la concepción agonal que el kirchnerismo tiene de la democracia. El que esté insatisfecho con nuestro sistema electoral, como hemos leído por ahí, que arme un partido, queme las urnas que haga falta, y que gane las elecciones.