En efecto, según el reconocido diario español El País, el Secretario de Estado para la Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional, el filósofo argentino Ricardo Forster, "uno de los intelectuales argentinos más relevantes del kirchnerismo", es "una de las voces de Sudamérica a quien más escucha Podemos", la flamante agrupación política española. Se trata de un asesoramiento que nos llena de orgullo como argentinos y que confirma la penetración del Pensamiento Nacional en la mismísima Madre Patria.
Es precisamente por eso que el mencionado periódico publicó una entrevista (click) en la que nuestro pensador, si se nos permite, se florea con sus habituales comentarios originales, incisivos, provocadores, desafiantes, penetradores, en una palabra, filosóficos. Confiamos en que nuestros lectores procederán a disfrutar de la entrevista ellos mismos, pero mientras tanto queremos adelantar algunas de sus varias perlas.
Lamentablemente, nuestro Secretario, cuándo no, fue molestado con motivo del nombre de su cargo debido al recelo que provocó "en los medios de información más críticos con el Gobierno". Forster, magnánimo, contestó que desde su secretaría intenta "generar las condiciones para un diálogo que no eluda las diferencias". ¿Qué mejor nombre entonces para su Secretaría que el de "Secretaría de Estado para Generar las Condiciones para un Diálogo que no Eluda las Diferencias"? Quizás un cambio de nombre termine con esta inútil discusión semántica.
Una vez preguntado, algo socarronamente quizás, por su relación con Podemos ("¿Les ha dado consejos?"), su habitual modestia hizo que el Secretario se viera obligado a aclarar que "Más que consejos han sido conversaciones", probablemente debido a que un Forster que da consejos más que un Forster es un Feinmann. Sin embargo, habiendo leído toda la entrevista no habría que descartar que la natural modestia haya sido además una estrategia legal para evitar ser demandado por vicios redhibitorios.
En efecto, el Filósofo no ocultó la recomendación que le hiciera a Podemos: "la única alternativa es la politización de la sociedad. Es posible tomar riesgos, es necesario tomar riesgos. Hay que terminar con la política del miedo". Pero hete aquí que a nadie se le escapa que la politización de la sociedad y su consiguiente concepción agonal de la democracia en términos de la distinción amigo-enemigo gira alrededor del mecanismo del metus hostilis tal como lo llamaban los historiadores romanos, o miedo al enemigo para decirlo más claramente. Con lo cual, so pena de contradecirse (y nos permitimos dudar del futuro que pueda tener la exportación de pensamiento contradictorio), Forster no quiere terminar con la política del miedo en sí, sino con cierta clase de política del miedo, suponemos con el terror que infunden los medios de comunicación y las corporaciones en general, pero no, v.g., con el miedo al enemigo del pueblo, el cual es responsable a su vez del natural miedo popular en su contra.
Ante la pregunta malintencionada "¿Es inevitable la demagogia para alcanzar el poder?", Forster nuevamente hizo gala de otra de sus virtudes, la nobleza, al contestar que "Muchas veces se ha intentado reducir el populismo a la demagogia", y de tal forma al reconocer implícitamente que el populismo es demagogia y algo más. Habría que ver cuántos populistas comparten la franqueza forsteriana.
Dicho sea de paso, en una nota reciente de su autoría, el Filósofo ha reivindicado "el uso novedoso e inesperado que, en la escena española actual, viene haciendo el grupo Podemos" del "populismo, un nombre maldito". Y en esta nota el Filósofo formula una pregunta extraordinaria: "¿Qué nos dice un nombre tan demonizado y denigrado por la academia y los grandes medios de comunicación? ¿Qué provocación guarda en su interior? ¿Por qué incomoda tanto? Cuando un nombre genera tanta virulencia y tanto antagonismo hermenéutico es porque guarda una potencia novedosa y crítica, porque es capaz de intervenir en la escena de la realidad desnudando lo que permanece vedado y abriendo, una vez más, la dimensión de lo político como la evidencia de lo no resuelto en el seno de la sociedad" (click).
Nos preguntamos sin embargo si Forster advierte que semejante argumento es capaz de albergar en su seno hasta al nazismo. ¿O acaso no se trata de un nombre "demonizado y denigrado por la academia y los grandes medios de comunicación", francamente provocador, que tanto incomoda, que genera "tanta virulencia y tanto antagonismo hermenéutico", debido a su capacidad "de intervenir en la escena de la realidad desnudando lo que permanece vedado y abriendo, una vez más, la dimensión de lo político como la evidencia de lo no resuelto en el seno de la sociedad"? De hecho, el nazismo se jactó en su época de ser incluso "novedoso y crítico". Por suerte, con un mínimo de pensamiento el Filósofo podría desembarazarse muy rápidamente de semejante argumento.
Finalmente, dado que hay gente que se resiste a creerlo, el Filósofo sostuvo que "si uno no se sube en el momento adecuado, el tren pasa" (es decir, los trenes no vuelven a buscar a quienes no se subieron en ellos a tiempo) y que "Ellos [Podemos] perciben, y yo estoy de acuerdo, que hay momentos en que se disloca un cierto orden. Y es un momento único. O se aprovecha o se lo pierde". En otras palabras, y para los que dicen que solamente dice incoherencias, el Filósofo mostró que su debilidad es la redundancia o la tautología, siempre bienvenidas para el caso de que hubiera gente que todavía pusiera en duda el hecho de que el mundo, v.g., se divide entre los muchos en el mundo que conocen a Forster y los muy pocos que todavía no lo conocen.
Ojalá que la exportación del pensamiento nacional no decaiga. La Secretaría para el Pensamiento Nacional no podría haber caído en manos mejores o en todo caso más representativas.