Una cuestión planteada por Silvina Giaganti, muy distinguida y polémica tuitera (@sgigantic) y, decimos con mucho orgullo, ex-alumna del curso de Filosofía de Derecho afiliado a este blog, ha provocado una discusión en el seno del equipo de La Causa de Catón. ¿Cuál es el sentido de la referencia hecha por Cristina Fernández de Kirchner a la ideología del muchacho de San Isidro que sufriera una literal agresión a manos de, entendemos, vecinos del mismo barrio, agresión ocasionada por la orientación sexual y la fe del agredido (los agresores creyeron que la homosexualidad es incompatible con la fe católica y merece por lo tanto ser repelida por la fuerza)? Por si hiciera falta, recordemos las palabras de la Jefa de Estado: 'Alguien me dice “Mirá que éste es antiK rabioso”. “Te trata de fuhrer en el twitter, la madre dice que el gobierno es una dictadura”. ¡¿Y a mi que me importa?!' (declaración que figura en uno de la última serie de veintipico de tweets y además subida a facebook).
La discusión, decíamos, fue sobre qué sentido pudo haber tenido la referencia a la ideología. En efecto, la estructura del repudio hecho por Cristina fue la siguiente: “Repudiamos absolutamente la agresión a X, sin que importe que es Y”. En otras palabras: ¿qué sentido tiene el “sin que importe…”? ¿Por qué no consistió simplemente en “Repudiamos absolutamente la agresión a X”? Una vez que nos detenemos un segundo a pensar, queda claro que la aclaración es redundante o contraproducente.
Redundante, porque es obvio que no importa que X fuera Y, en este caso macrista, ya que, mal que nos pese, incluso los macristas son seres humanos, y no es ninguna novedad que existen derechos humanos que asisten a todos estos seres. En realidad, es imposible encontrar un Y tal que justifique la aclaración.
Si descartamos la opción de la redundancia es porque alguien puede suponer que existe alguna duda al respecto. De hecho, ese pareció ser el sentido de quien cercano a la Jefa de Estado le aclaró que “Mirá que éste es antiK rabioso”. Sin duda, nobleza obliga, queda claro que Cristina nos hace saber que a ella no le importaba. Pero la duda permanece. ¿Había acaso alguna posibilidad de que sí le importara? ¿Para qué aclara que no le importa? Tendría sentido la aclaración esta vez de la falta de importancia si estuviera rodeada de gente a la cual sí le importa, i.e. gente a la cual le debe explicar que todos los seres humanos tienen derechos básicos inalienables, no sólo los kirchneristas. Aquí es que aparece el otro extremo, una vez descartada la redundancia, es decir, el gesto magnánimo de dignarse a reconocer el repudio que merece la agresión a quien profesa una ideología distinta, a pesar de las advertencias de los pensaban lo contrario.
Es muy curioso además que Cristina haya creído que haciendo pública su aclaración “sin que importe que…” iba a quedar mejor que no haciéndolo. En efecto, pensemos en los posibles destinatarios de la aclaración. Si la misma fue dirigida a sus seguidores kirchneristas, haría quedar muy mal no sólo a sí misma sino a sus asesores, tal como acabamos de ver en el párrafo anterior. Si la aclaración estuvo dirigida a quienes no son sus seguidores, nos hace acordar a una escena de “Loco por Mary” que ya habíamos usado en otra oportunidad y, curiosamente, también en referencia a Cristina, para ilustrar el caso de alguien que cree que va a impresionar a alguien muy favorablemente, pero la impresión que logra es exactamente la inversa (click):
Nos vemos forzados a anticipar una objeción que suele emerger cada vez que Cristina recibe una crítica por sus frecuentes declaraciones: si Cristina se pronuncia está mal, si no se pronuncia también. El punto es que debía pronunciarse, por supuesto, pero sin mencionar la ideología del agredido. La mención magnánima es claramente el problema.
Finalmente, y para cerciorarnos de que no es nada personal contra Cristina (algo que suele preocuparle a no pocos kirchneristas), con el siguiente ejemplo. Supongamos que Macri repudiara una "agresión a X", a pesar de que le dijeron que X era kirchnerista. En otras palabras, en tal situación hipotética a Macri no le importaría “que X era kirchnerista". Si Macri hubiera dicho esto, ¿no estaríamos ahora haciéndonos un picnic con semejante aclaración troglodita, y con verdadera saña?
Queda abierta, sin embargo, la discusión acerca de si podemos encontrar una explicación de la aclaración capaz de superar el muy resbaladizo eje “redundancia-magnanimidad”.