Detalle de "El Triunfo de la Iglesia" o "Iglesia Militante y Triunfante"
(Andrea da Firenze, 1365, Capilla Española, Santa Maria Novella, Florencia)
El pensamiento político de Ricardo Forster, sin duda, no sólo es complejo, profundo, controversial, polémico, desafiante, provocador, sino además polifacético. En efecto, y en primer lugar, hemos visto recientemente que se trata de un pensamiento dispuesto a convertir a Néstor Kirchner en una trama de un musical (Néstor, el musical).
En segundo lugar, preguntado hace un tiempo acerca de su impostor en twitter (click), sostuvo que “quien lo hace... es un poco tonto, ¿no? (…) Mezquino, pequeño, pensamiento pigmeo”, a pesar de que es consciente de que hay gente que no puede advertir la diferencia entre el verdadero y el impostor (“hay gente que me escribe a mi Twitter real y dice ‘prefiero al otro Forster que a vos’”). Con lo cual, Forster no advierte que dado que el contenido proposicional de la imitación es muy fidedigno (la gente a veces no sabe quién es quién), el pensamiento pigmeo, la tontería, etc., refleja tanto al imitador como al imitado. Claro que Forster podría replicar que el principio de identidad jamás distinguió a los grandes pensadores.
En tercer lugar, habiendo dicho que Scioli tenía todo el derecho del mundo a ser candidato por el kirchnerismo debido a su lealtad para con el movimiento (click), ahora proclama a los cuatro vientos que Scioli no lo representa para nada (click). Mal podría Forster alegar que antes se limitó a reconocer el derecho legal que le asiste a Scioli a presentarse como candidato, ya que semejante explicación sería redundante: tal derecho legal le corresponde a cualquier otra persona que satisfaga los requisitos del caso. Forster podría, sin embargo, alegar en su defensa que la coherencia jamás ha distinguido a los grandes pensadores.
Por lo demás, Forster nos sigue sorprendiendo al alegar que “Si Pagni y La Nación dicen lo que dicen, es porque no debemos estar equivocándonos demasiado” (click). Semejante argumento no sólo podría sugerir la debilidad argumentativa de su posición, sino que además supone irónicamente que sus adversarios son, a su modo, infalibles en sus errores: siempre que critican al kirchnerismo lo hacen porque el kirchnerismo tiene razón.
En este punto, Forster podría fortalecer su posición evocando la figura de otro gran militante, San Ignacio de Loyola, quien agregó a sus Ejercicios Espirituales ciertas “reglas para pensar como un militante”. En efecto, según la quinta regla un militante “siempre debe proceder de modo contrario al cual procede el enemigo”. En otras palabras, un buen militante debe criticar todo lo que dice el enemigo, sólo porque lo dice el enemigo.
Que el árbol lógico nunca lo tape a Forster.