miércoles, 28 de mayo de 2014

Que el Árbol no tape el Forster


Detalle de "El Triunfo de la Iglesia" o "Iglesia Militante y Triunfante" 
(Andrea da Firenze, 1365, Capilla Española, Santa Maria Novella, Florencia)


El pensamiento político de Ricardo Forster, sin duda, no sólo es complejo, profundo, controversial, polémico, desafiante, provocador, sino además polifacético. En efecto, y en primer lugar, hemos visto recientemente que se trata de un pensamiento dispuesto a convertir a Néstor Kirchner en una trama de un musical (Néstor, el musical).

En segundo lugar, preguntado hace un tiempo acerca de su impostor en twitter (click), sostuvo que “quien lo hace... es un poco tonto, ¿no? (…) Mezquino, pequeño, pensamiento pigmeo”, a pesar de que es consciente de que hay gente que no puede advertir la diferencia entre el verdadero y el impostor (“hay gente que me escribe a mi Twitter real y dice ‘prefiero al otro Forster que a vos’”). Con lo cual, Forster no advierte que dado que el contenido proposicional de la imitación es muy fidedigno (la gente a veces no sabe quién es quién), el pensamiento pigmeo, la tontería, etc., refleja tanto al imitador como al imitado. Claro que Forster podría replicar que el principio de identidad jamás distinguió a los grandes pensadores.

En tercer lugar, habiendo dicho que Scioli tenía todo el derecho del mundo a ser candidato por el kirchnerismo debido a su lealtad para con el movimiento (click), ahora proclama a los cuatro vientos que Scioli no lo representa para nada (click). Mal podría Forster alegar que antes se limitó a reconocer el derecho legal que le asiste a Scioli a presentarse como candidato, ya que semejante explicación sería redundante: tal derecho legal le corresponde a cualquier otra persona que satisfaga los requisitos del caso. Forster podría, sin embargo, alegar en su defensa que la coherencia jamás ha distinguido a los grandes pensadores.

Por lo demás, Forster nos sigue sorprendiendo al alegar que “Si Pagni y La Nación dicen lo que dicen, es porque no debemos estar equivocándonos demasiado” (click). Semejante argumento no sólo podría sugerir la debilidad argumentativa de su posición, sino que además supone irónicamente que sus adversarios son, a su modo, infalibles en sus errores: siempre que critican al kirchnerismo lo hacen porque el kirchnerismo tiene razón.

En este punto, Forster podría fortalecer su posición evocando la figura de otro gran militante, San Ignacio de Loyola, quien agregó a sus Ejercicios Espirituales ciertas “reglas para pensar como un militante”. En efecto, según la quinta regla un militante “siempre debe proceder de modo contrario al cual procede el enemigo”.  En otras palabras, un buen militante debe criticar todo lo que dice el enemigo, sólo porque lo dice el enemigo.

Que el árbol lógico nunca lo tape a Forster.

domingo, 25 de mayo de 2014

Quemá esas Cartas

El sol del veinticinco viene asomando y Carta Abierta ha engrosado una vez más su correspondencia con una epístola cuyo título es: "Encrucijadas del Futuro" (click). Se nos ocurrió que podría ser útil ensayar una traducción de algunos de sus pasajes más notorios, al menos desde el punto de vista político.

1. "El debate político [actual] no es... análisis racional de los cambios que la acción de gobierno produce en la sociedad. Si así fuera, no resultaría difícil coincidir en la significación positiva de la transformación producida por las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner, enfrentadas por una oposición ligera de aportes y proyectos. Sin embargo, inciden también en la vida política pasiones y entusiasmos menos fundamentados, problemas que los medios de comunicación multiplican, exagerando dificultades y agigantando temores".
TRADUCCIÓN [o TRADUCCIONES, ya que hay dos alternativas]:
a) antes, cuando ganábamos, la gente era racional, y a pesar del bombardeo de Clarín llegamos a sacar el 54 %. Pero justo ahora que perdemos, la gente es mala y murmura, las pasiones amedrentan a la razón, los medios engañan a las mayorías, etc.
b) antes, cuando ganábamos, éramos nietzscheanos y nos cansábamos de repetir que la política era conflicto, combate entre dos partes en igualdad de condiciones morales, y el triunfo era el que daba la razón. Ahora, que ya no ganamos más, nos dimos cuenta de que los liberales tienen razón, la política no es lucha sino "análisis racional": sólo los irracionales están en desacuerdo con el Gobierno. Ganar o perder no tiene nada que ver con tener razón.  

2. "Los problemas para definir un candidato identificado con lo realizado en esta década revelan que el kirchnerismo –sin duda la principal fuerza política en términos de militancia y movilización– no ha completado aún el proceso de su constitución como movimiento orgánico".
TRADUCCIÓN: los Kirchner, en particular Cristina, irónicamente le han hecho un daño inmenso al kirchnerismo. En efecto, se trata de un movimiento cuyos padres fundadores se aseguraron de que se autodestruyera en caso de que su líder no pudiera continuar gobernando (y quizás si continuara también).

3. "cierto es el innecesario arbitrio al que se recurrió con las cifras del Indec".
TRADUCCIÓN: hasta Clarín dijo la verdad al menos respecto a esto: estuvimos mintiendo descaradamente sobre la inflación, pobreza, educación, etc., durante siete años.

4. "El kirchnerismo toma decisiones constantemente acosado, responde con medidas avanzadas y muchas otras que pertenecen a un realismo imbuido de razones que provienen de los condicionamientos internacionales".
TRADUCCIÓN (permítasenos citar parte de una entrada de este blog de hace un año como profética traducción de este pasaje): "cuando el kirchnerismo se encuentra en inferioridad de condiciones morales o legales (v.g. en relación al patrimonio de Lázaro Báez), o debe explicar sus alianzas con gobernadores cuasi-feudales (v.g. Insfrán o Alperovich), o experimenta más o menos rápidos cambios de humor político (sobre Clarín, YPF, Irán, el Papa, el dólar, etc.), no tiene empacho en abandonar su superioridad moral para ensuciarse en el lodo cotidiano de la política, justificando su acción en términos instrumentales debido a la infalibilidad de su liderazgo. El problema aquí no es sólo su oscilación entre los derechos humanos y la Realpolitik según mejor le convenga, sino que además no admite que sus adversarios políticos puedan hacer lo mismo" (kirchnerismo y filosofia-politica).
[N. de la R.: como nuestros lectores habrán apreciado, a la sazón todavía no había emergido la discusión sobre Milani].

5. ¿Corrupción? ¿Qué corrupción?

Finalmente, vaya nuestro reconocimiento para los grandes maestros de la traducción:





Por las dudas: la referencia a la dirección "46 Horton Terrace" se debe a la existencia de un programa británico de TV llamado "Take your Pick" (algo así quizás como "Haz tu elección", pero con cierto énfasis discrecional) que estuvo en el aire desde fines de los 50 hasta comienzos de los 70. En dicho juego, la primera ronda de preguntas consistía en que durante un minuto un participante era interrogado y si dicho participante contestaba "sí" o "no" a cualquiera de las preguntas era eliminado al sonar de un gong. Lamentamos profundamente si nuestros lectores ya conocían esta información. 

domingo, 18 de mayo de 2014

"Néstor Kirchner", el Musical




El kirchnerismo, nobleza obliga, tiene varias cosas en su haber. Pero a veces los kirchneristas como Ricardo Forster empañan sus logros. Miremos si no, por ejemplo, su nota en Página 12 de hoy sobre "El nombre del kirchnerismo" (click).

Para empezar, según Forster Néstor Kirchner "subvirti[ó] las 'formas' institucionales... para devolverles una legitimidad perdida". A todos sus lectores le llamará la atención semejante logro. ¿Cómo subvirtiendo una institución se le puede devolver la legitimidad? ¿Acaso se puede hacer el amor en aras de la virginidad?

Asimismo, Forster denuncia "el reclamo de neutralidad o de distanciada perspectiva académica", "la supuesta objetividad interpretativa o la reclamada independencia periodística". La obvia pregunta que Forster provoca en sus lectores entonces es: si no hay objetividad ni independencia, ¿qué razones tenemos para creerle a Forster? ¿Acaso Forster no cree tener buenas razones por las cuales él mismo es kirchnerista?

Otro de los desafíos que Forster le plantea a sus lectores es su caracterización del kirchnerismo como un discurso que "a contrapelo de los vientos regresivos de la historia, como un giro de los tiempos, como la trama de lo excepcional... vino a romper la lógica de la continuidad". En efecto, si Forster reivindica al kirchnerismo por haber roto con "la lógica de la continuidad", ¿por qué en esta nota se muestra tan preocupado por la ruptura de la continuidad kirchnerista? Antes bien debería celebrar el hecho de que el kirchnerismo no continúe. ¿O acaso "la lógica de la continuidad" es inaceptable sólo si dicha continuidad no es kirchnerista?

Finalmente, según Forster, Néstor Kirchner "aireó lo asfixiante de una realidad miasmática y, por sobre todas las cosas, puso en marcha de nuevo la flecha de la historia". Sin duda, un notable logro, aunque no tan sorprendente si tenemos en cuenta que Kirchner además "desequilibró lo que permanecía equilibrado, removió lo que hacía resistencia, cuestionó lo que permanecía incuestionable".

Para decirlo de otro modo, para Forster, Kirchner pensó lo impensable, dijo lo indecible, movió lo inamovible y, al menos en el caso de Lázaro Báez, tuvo una contabilidad incontable (no es lo que parece). En una sola palabra, Néstor pudo lo imposible. Se trata de una excelente idea para un musical. Aunque, pensándolo bien, a alguien ya se le ocurrió la idea (si no hay tiempo, ver por favor a partir de 2:45):


domingo, 11 de mayo de 2014

La Astucia de la Razón kirchnerista

Edgardo Mocca en su nota de hoy en Página 12 propone un instructivo test para identificar a la derecha argentina, en el contexto de un "caleidoscopio argumentativo conservador" que interpreta "las actuales políticas económicas como 'ajuste ortodoxo'". La referencia de Mocca a un "caleidoscopio" así como al "discurso de la derecha" y al "de los que le prestan su solidaridad" está emparentada con la posición de Bruschtein, expresada la semana pasada en el mismo diario, según la cual existe una alianza en contra del Gobierno entre Infobae (pero sin incluir a Clarín), "la mayoría de la oposición", la UCA y "una becaria del Conicet" (quizás un guiño a los muchos fanáticos de Asterix: Pobre de Vos).

De este modo Mocca y Bruschtein parecen apelar a una verdadera astucia de la razón kirchnerista. En efecto, por un lado, según Bruschtein y Mocca, entre otros, todo aquel que se cree de izquierda y critica al kirchnerismo en realidad le está haciendo el juego a la derecha. Por el otro, el frente kirchnerista, que vendría a representar a la izquierda posible, contiene a notorios gobernadores de la derecha notoriamente posible como v.g. Scioli, Urtubey, Insfrán y Alperovich. Pero en este caso es la derecha la que le hace el juego a la izquierda (i.e. al kirchnerismo). Queda por dilucidar si estos gobernadores de derecha saben que están trabajando para la izquierda.

Esta astucia de la razón kirchnerista, por lo demás, es el complemento ideal de la nueva ontología de Brienza según la cual, recordemos, "por más que Cristina devalúe, ajuste, se endeude, designe personas acusadas de violaciones de derechos humanos, haya designado a Boudou, etc., semejantes acciones sólo son 'una etapa determinada de su existencia', y no forman parte del 'ser' kirchnerista en sentido estricto" (La Ontología de Brienza).

Veamos ahora cuáles son las tres grandes reglas (o quizás mejor características) que le permiten a Mocca identificar a la derecha al menos en su cepa vernácula.

1. "Ahistoricidad", "es decir la ausencia de referencias que ayuden a encuadrar la cuestión que se discute en una cierta sucesión histórica". Nos preguntamos qué opinaría Mocca de un partido que gobernara hace doce años y todavía hablara de la herencia recibida, como si no tuviera historia y acabara de ganar las elecciones. De paso, nos provoca cierta curiosidad conocer la posición de Mocca sobre el pasado menemista de Kirchner (Auto-Crítica).

2. (Lo que nosotros nos atrevemos a designar como) "Parroquialismo", o "el aislamiento de nuestra realidad respecto de lo que ocurre más allá de nuestras fronteras". Mocca quiere que comparemos a nuestro país con Francia, pero aparentemente no con Brasil, Chile, Uruguay, Perú, etc., cuyas economías han crecido sensiblemente, en donde en comparación casi no hay inflación y el dólar se ha depreciado notablemente en los últimos diez años. Tampoco quiere compararnos con Bolivia, un país cuyo gobierno está muy cerca se supone ideológicamente del nuestro, y que obtiene créditos casi regalados en comparación a las tasas de interés que tiene que pagar Argentina.

3. "El discurso opositor es antiideológico". Es otra vez la mencionada astucia de la razón la que explica por qué el anti-ideologismo de Scioli (miembro y pieza clave de la alianza gobernante desde su misma fundación) y de Massa (otrora a cargo de la ANSES e incluso Jefe de Gobierno de este Gobierno) no repercuten sobre el kirchnerismo. Es la misma astucia de la razón la que explica además la desafortunada historia de amor de este Gobierno con anti-ideólogos como Clarín y Moyano. Qué decir del hecho de que Macri sea el opositor elegido por este Gobierno para que este último pueda ubicarse a la izquierda del espectro y de este modo evitar que la oposición progresista se fortalezca electoralmente.

Dentro del anti-ideologismo, Mocca señala además la moralización de la política característica de la oposición. Dado que Mocca defiende la tesis de la autoridad moral (ya que critica a quienes hablan de la pobreza "borrando toda huella histórica y sobre todo la de sus propias responsabilidades en el derrumbe social argentino de principios de este siglo"), es curioso que no haya percibido asimismo que este Gobierno tiene el récord olímpico de la moralización de la política debido a su descalificación sistemática a toda clase de oposición.

De ahí que si usáramos el test de derecha de Mocca sería muy difícil para el Gobierno evitar que el resultado diera positivo, y todo esto sin tener que mencionar las consecuencias de su política económica. En efecto, tal como acabamos de ver, este Gobierno es claramente ahistórico, parroquial, ha trabajado y sigue trabajando muy cómodamente con muchos anti-ideologistas, y moraliza la política todos los días, de lunes a domingo, de 0 a 24.

Sin embargo, todo nuestro análisis queda inerte ante el influjo de la astucia de la razón kirchnerista: lo que sería de derecha en el caso de cualquier otro gobierno o partido, es de izquierda en el caso del kirchnerismo. Es la misma astucia de la razón kirchnerista la que explica por qué el progresismo kirchnerista se resiste a concederle status legislativo a la AUH (la carta de presentación del progresismo kirchnerista), status que impediría (o en todo caso haría más difícil) que un nuevo gobierno pudiera eliminarla por decreto. Quizás sea hora de releer a Hegel antes de criticar al progresismo kirchnerista.


 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Claudio Amor, in Memoriam

El sábado 3 de mayo, a la mañana, falleció en Buenos Aires a los 54 años Claudio Amor, uno de los mejores filósofos políticos de este país, y quizás el mayor especialista en teorías de la justicia. En la UBA se formó con y trabajó varios años junto a otros dos grandes filósofos políticos de esa universidad como Carlos Nino y Jorge Dotti.

A pesar de su característico bajo perfil y de que todavía le faltaba muchísimo por hacer, Claudio no sólo fue profesor de la Universidad Nacional de Quilmes en donde dirigía la Unidad de Investigación en Filosofía Social, Legal y Política y la Maestría en Filosofía, y en donde había sido Vice Director del Departamento de Ciencias Sociales y Consejero Superior, sino que además era director de la colección Política de la editorial universitaria homónima (todos los iniciados habrán oído hablar de sus títulos y autores, entre los que se destacan Locke, Mill, Kant, Rawls, Bobbio, Skinner, y Aristóteles, de muy próxima aparición).

Todos, absolutamente todos los que lo conocieron, saben de manera acabada que no sólo era brillante sino además una persona muy generosa y noble, con un gran sentido del humor y fiel a Estudiantes de La Plata. Sin duda, se trata de una combinación muy difícil de hallar. Y una pérdida enorme para todos, en especial para su amada Vera.


sábado, 3 de mayo de 2014

Pobre de Vos





En su nota de hoy en Página 12, Luis Bruschtein sale al encuentro de quienes sostienen que en lo que atañe al índice de pobreza el kirchnerismo básicamente ha logrado lo mismo que el menemismo. Se trata, por supuesto, de una comparación que no deja bien parado al kirchnerismo (ya habíamos visto sin embargo que el rechazo que los kirchneristas sienten por el menemismo no era compartido por el propio Kirchner; o en todo caso, quizás Kirchner también rechazaba el menemismo, pero era un confeso admirador de Menem como presidente: Es Hora de Auto-crítica).

Sin duda, la decisión por parte del INDEC de no publicar el índice de pobreza ha puesto al kirchnerismo en una posición difícil. Algunos creen que la omisión del índice de pobreza se debe a que los números son tales que el Gobierno prefirió pasar semejante papelón antes que exponerse a la realidad de las cifras. Bruschtein, no obstante, cree que la decisión se debió a un cambio de metodología. Es curioso, sin embargo, que el cambio de metodología no haya impedido que el INDEC publicara índices de inflación de un diez por ciento trimestral aproximadamente. 

Además, es muy curioso que Bruschtein mismo hable en su nota de inflación, cuando el kirchnerismo hasta hace muy poco negaba la existencia de semejante fenómeno. También es extraño que Bruschtein sostenga que la política redistributiva del Gobierno "interfiere[] con la tendencia del capitalismo a la concentración", cuando el propio Guillermo Moreno se enorgullecía de que unas pocas empresas manejaban la economía del país, lo cual facilitaba su control. 

Y es aún más arduo de explicar para el kirchnerismo un muy difícil logro: a pesar de las políticas redistributivas de las que se suele jactar, la pobreza no parece haber cambiado sustancialmente. La posición estándar kirchnerista actual consiste en replicar que el índice de pobreza es redundante: cualquiera que observe las políticas públicas del Gobierno en los últimos años puede inferir muy fácilmente que la pobreza ha bajado sustancialmente. Es muy curioso sin embargo que el Gobierno no se quiera tomar el trabajo de indicar literalmente la pobreza para eliminar de ese modo todas las suspicacias provocadas por esta diabólica alianza que se ha formado entre la derecha y la izquierda contra el Gobierno.  

A decir verdad, la alianza anti-kirchnerista es mucho más amplia aún. En efecto, Bruschtein señala como miembros de dicha alianza a Infobae (por alguna razón que se nos escapa completamente el grupo Clarín ni siquiera es mencionado en la nota, quizás porque lo obvio no debe ser mencionado), a "la mayoría de la oposición", a la UCA (cuyo Observatorio de la Deuda Social, dirigido por Agustín Salvia, está políticamente contaminado, a diferencia del INDEC suponemos) y "a una becaria del Conicet" (por alguna razón, esta última mención nos hace acordar a los legionarios romanos que luego de recibir una paliza por parte por Asterix y Óbelix no olvidaban señalar en sus informes la existencia de "una jauría de perros salvajes" para hacer referencia a Ideafix, que siempre acompañaba a su amo en sus aventuras).

Frente a los escépticos que dudan de semejante alianza entra la derecha conservadora y la izquierda revolucionaria, y en defensa de Bruschtein, debemos recordar, nobleza obliga, que no es la primera vez que la extrema derecha y la extrema izquierda unen fuerzas para lograr un objetivo común. Para muestra, basta el botón de la breve aunque significativa alianza entre el nazismo alemán y el comunismo soviético mediante el así llamado pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 merced al cual se repartieron Polonia.  

Finalmente, hagamos un mea culpa. Antes nos quejábamos de los índices falsos del INDEC. Ahora, nos quejamos de que el INDEC directamente prefiere no mentir y por eso prefiere no dar a conocer el índice de pobreza. No hay nada que nos venga bien.