«La causa victoriosa complació a los dioses, mas la vencida a Catón» (Lucano, Farsalia, I.128-9).
sábado, 29 de diciembre de 2012
La Violencia política ataca de nuevo
Hoy Página 12 informa sobre un muy interesante fallo del juez federal de Tucumán Daniel Bejas por el cual fueron procesados diecisiete represores por violaciones a los derechos humanos en relación al "Operativo Independencia". La lista de procesados la encabezan Jorge Rafael Videla y Mario Benjamín Menéndez, los cuales fueron responsabilizados por crímenes contra doscientos sesenta y nueve víctimas.
El juez rechazó el pedido del Ministerio Público para que se cite a indagatoria a la ex presidenta María Estela Martínez, al considerar que la masacre que encabezó el general Adel Vilas en Tucumán “no habría contado con la aquiescencia del gobierno civil en su conjunto”. En efecto, a pesar de que Martínez de Perón había firmado el decreto del 5 de febrero de 1975 por el cual se puso en marcha el Operativo a los efectos de “neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos” en Tucumán, el juez consideró que existe un largo trecho entre el decreto y la comisión de delitos de lesa humanidad. A nuestro juicio, el juez tiene razón.
Pero, y esto no lo informa Página 12 pero sí La Nación, el juez también argumentó que "Si el fiscal considera que durante el Operativo Independencia las Fuerzas Armadas actuaron con la autorización de las autoridades civiles, las acusaciones no podrían acotarse a la Presidenta, debiendo también captar a ministros, legisladores, gobernadores y jueces". Con lo cual, el juez estaría dispuesto a extender la investigación a todos los funcionarios civiles, aunque quizás sólo se trata de una argumentación ad absurdum, una alternativa extrema que indique que el escenario mismo (todos o ninguno) no deja alternativa. Sin embargo, ¿por qué tenemos que descartar dicha hipótesis? ¿Acaso los delitos de lesa humanidad fueron cometidos sólo por militares, sin complicidad civil alguna? En realidad, el juez mismo reconoce que la hipótesis no es tan alocada como parece ya que destacó los “delitos sexuales en perjuicio de mujeres y hombres detenidos clandestinas/os” como un delito autónomo de las torturas y recomendó a los fiscales investigar el rol de los funcionarios judiciales que hicieron oídos sordos ante el terrorismo de Estado antes del golpe.
Por otro lado, el juez rechazó la hipótesis de la “guerra interna, subversiva o revolucionaria”, ya que “Dicho concepto exige la existencia de fuerzas armadas oficiales y disidentes, o grupos armados organizados que, bajo la dirección de un mando responsable, ejerzan sobre un aparte de dicho territorio un control tal que les permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas” (en referencia a un protocolo adicional al Convenio de Ginebra). Y de haber sido una guerra, agregó, “las Fuerzas Armadas debieron haberse circunscripto a lo establecido por los Convenios de Ginebra que regulan los conflictos armados” y que la Argentina ratificó en 1956. Nuevamente, el juez tiene razón. Quien sostiene que existe un estado de guerra a la vez reconoce el derecho que regula dicha estado. Como nos lo recuerda Hobbes, hay cosas que no se pueden hacer "ni siquiera en la guerra [ne in bello]" (Elementos Filosóficos. Del Ciudadano, III.27, ed. Hydra, p. 160). Esta última hipótesis es la que defendía al menos Montoneros, como hemos discutido en otra oportunidad (click), y muy probablemente también la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez del ERP que operó en Tucumán.
Quienes niegan completamente la existencia de actos bélicos sin duda lo hacen para que no queden impunes las violaciones de derechos humanos cometidas contra quienes jamás actuaron violentamente. Pero la otra cara de sostener que no hubo actos bélicos en absoluto es rebajar el status de quienes sí cometieron actos bélicos a meros criminales, y por lo tanto no merecedores de los beneficios que la ley le otorga a quienes cometen delitos políticos (por ejemplo, amnistía, eximición de extradición, etc.). Tal como hemos discutido (click), y volveremos a hacerlo, la violencia política es un arma de doble filo.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Violencia política y lesa Humanidad
Hoy en Página 12 apareció una nota muy interesante de Adriana Meyer con un título muy apropiado: "La eterna discusión sobre la causa Rucci" (click). Obviamente, la nota hace referencia al "asesinato en 1973 del ex secretario general de la CGT José Ignacio Rucci" y en particular a la decisión de la Cámara Federal, en particular de la sala II compuesta por Horacio Cattani y Martín Irurzun (jueces de los cuales se puede decir cualquier cosa, pero no se puede dudar de su progresismo ni de su independencia frente al Poder Ejecutivo), de "profundizar la pesquisa para intentar dar con los autores materiales e intelectuales, y establecer si tuvieron vínculos con organismos o estructuras estatales". Lo que está en discusión es si dicho asesinato fue un delito de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptible. Sin duda, estamos penetrando en un terreno resbaladizo, pero fascinante, quizás precisamente por eso.
Recordemos que según el Estatuto de Roma, artículo 7.1, "Para el propósito de esta ley, 'crimen contra la humanidad' significa cualquiera de los actos siguientes cometidos como parte de un ataque amplio o sistemático dirigido contra cualquier población civil, con conocimiento del ataque", y en el art. 7 inciso (a) aparece precisamente el asesinato como uno de esos delitos. En el inciso 2.a del artículo 7 se aclara que "Para el propósito del parágrafo 1: (a) 'Ataque dirigido contra cualquier población civil' significa un curso de conducta que envuelve la comisión múltiple de actos referidos en el parágrafo contra cualquier población civil, de acuerdo con o siguiendo una política de un Estado o de una organización de cometer tal ataque".
Hasta aquí, tanto el juez a cargo de la causa como la parte querellante creen para demostrar que el asesinato de Rucci fue un delito de lesa humanidad hay que demostrar que el Estado estuvo involucrado. Los querellantes vienen sosteniendo que “dado el despliegue logístico y de inteligencia involucrado en la comisión del hecho resulta indudable que para su ejecución se contó con la ayuda del Estado o de sus organismos y, de allí, que cuanto menos es necesario indagar en los vínculos que en este sentido pudieren haber mantenido sus presuntos autores”.
Lo más interesante de la nota, a nuestro juicio, sin embargo, es que abre una puerta que permite ir más allá del acuerdo entre el juez y los querellantes, y que puede tener un desarrollo inesperado. En efecto, las "fuentes" mencionadas por la autora conceden que los crímenes cometidos por la organización parapolicial Triple A sí pueden ser considerados delitos de lesa humanidad, a diferencia de este caso que fue, al parecer, claramente cometido por la organización Montoneros. Pero aquí se abre el interrogante. Si los delitos cometidos por la Triple A sí pueden ser considerados delitos de lesa humanidad, ¿por qué no pueden ser considerados tales los cometidos por Montoneros? Una obvia respuesta es que la Triple A era parapolicial, ya que contaba con el apoyo de y/o los recursos del Estado. Sin embargo, recordemos que el Estatuto de Roma no reduce la autoría de delitos de lesa humanidad, sino que contempla la posibilidad de autores "cuasi-estatales" ("state-like", como los llama Larry May), esto es, cree que toda organización que lleve a cabo una política de ataques contra la población civil puede ser considerada como autora de un delito de lesa humana. No tiene por qué ser estrictamente estatal, sino que su estructura debe ser de tipo estatal.
Se podría objetar que, tal como nos lo recordara Roberto Manuel Carlés en facebook, el Estatuto de Roma exige una ataque contra la población civil del cual sea parte el delito en cuestión, y la referencia a "población civil" parece indicar que el delito debe ser cometido contra un conjunto de individuos que precisamente conformaran una "población civil". Ahora bien, esta objeción debería en primer lugar indicar cuánta gente debe reunirse como para conformar una población civil. Quizás una sola persona sea insuficiente. Y sin duda, la referencia del Estatuto a una "población civil" se propone al menos hacer una diferencia entre un delito común y un delito de lesa humanidad. De otro modo, la referencia sería redundante.
Sin embargo, un ataque contra una persona con armas automáticas en la vía pública podría dar lugar a una discusión acerca de su naturaleza. En segundo lugar, si nos atuviéramos a la concepción restringida de población civil, todos los delitos cometidos por la Triple A contra una sola persona (y quizás contra dos o tres) no serían por definición de lesa humanidad. Es más, quizás ninguno de los delitos de la Triple A fueron contra la población civil en este sentido, y sólo su carácter estatal es lo que explica su naturaleza lesiva a la humanidad. Pero esta especificación permitiría que consideráramos a las acciones de Montoneros a la par con las de la Triple A, ya que al dejar de lado la población civil en sentido amplio nos concentraríamos en la estructura de quien cometió el acto (el Estatuto de Roma estructura estatal o cuasi-estatal), no tanto en la acción en sí misma.
En realidad, Montoneros siempre se entendió a sí misma no como una banda criminal sino como una organización política, capaz de y ansiosa por estar en la posición de afrontar la responsabilidad y el riesgo de lo político, un genuino competidor del gobierno incumbente a la sazón, un Estado en potencia. Sin embargo, quien quiere afrontar la responsabilidad de lo político debe a la vez hacer frente a lo que se deriva de una pretensión política, en este caso, ser susceptible de cometer delitos de lesa humanidad. Sólo los Estados, o las organizaciones similares, pueden hacer algo semejante.
En otras palabras, quien actúa como un Estado debe hacer frente a lo que implica el riesgo de la estatalidad, lo cual puede ser buenas noticias en el reconocimiento que buscó Montoneros como combatiente en tanto que agente político, pero también malas noticias ya que sólo los Estados (u organizaciones cuasi-estatales), por no decir agentes políticos, pueden cometer delitos de lesa humanidad. Para negar que Montoneros cometió delitos de lesa humanidad, habría que negarle asimismo el carácter político por el cual Montoneros tanto bregó, por no decir, literalmente, luchó. Habría que ver qué camino tomaría la organización hoy: ¿se jugaría por su naturaleza política, u optaría por un simple status criminal, con tal de evitar una condena?
lunes, 17 de diciembre de 2012
Agítese bien (a Carl Schmitt) antes de usarlo
Hubo una época en la que La Nación sacaba una nota por semana en la que se vinculaba a Carl Schmitt con Ernesto Laclau, debido sobre todo a la influencia de este último sobre la Presidenta de la República y debido al nazismo temprano de Schmitt. Por suerte, este domingo La Nación publicó una nota en la que a su modo se aparta de la tradición del diario.
En efecto, Beatriz Sarlo, en su nota del domingo en La Nación “Teoría y práctica cristinista del «vamos por todo»” (click) escribe que “Un rasgo típicamente kirchnerista es la organización de los hechos según un esquema vertical de amigo-enemigo, donde el mal está definitivamente de un lado y el bien, el valor y la virtud, del otro”, y reporta que este aspecto del discurso kirchnerista proviene en parte al menos de “la influencia de Ernesto Laclau y su teoría del populismo”. Además, Sarlo menciona cierta relación entre Laclau y Schmitt (“Los libros de Laclau demandan un entrenamiento en filosofía política y teoría psicoanalítica, de Schmitt a Lacan”). La nota de Sarlo es una buena oportunidad, de todos modos, para repasar los usos que se suelen hacer de Schmitt, uno de los tópicos favoritos de nuestros lectores, y en particular para enfatizar que Schmitt jamás habría estado de acuerdo con Laclau en lo que atañe al uso que Laclau hace de su teoría (sobre el intencionalismo como método exegético, véase Dos Extraños Amantes).
En primer lugar, para seguir con la terminología de Sarlo, para Schmitt, a diferencia de Laclau, el esquema amigo-enemigo jamás puede ser vertical sino que es esencialmente horizontal: nuestro enemigo siempre es un par, alguien igual a nosotros. Por lo tanto, si somos virtuosos, él también lo es. La tesis de la autonomía de lo político impide que la enemistad sea sincronizada con términos morales, de tal forma que nuestro enemigo sea inmoral y nosotros mismos virtuosos. Creer algo semejante equivaldría a incurrir en la moralización y/o criminalización de lo político tantas veces denunciada por Schmitt. La tesis de la autonomía de lo político implica que la distinción política es distinta a la distinción moral o estética.
En segundo lugar, Sarlo, con toda razón, menciona que la idea según la cual Schmitt identifica a la política con la guerra es sólo una “vulgata filosófica”. En efecto, Schmitt creía que existía cierta relación, pero en ningún caso identidad entre política y guerra. Ciertamente, a primera vista, estas consideraciones sobre la naturaleza de lo político en términos de la antítesis amigo-enemigo sugiere que Schmitt entiende a la política en términos bélicos, como si nuestros conciudadanos no fueran distintos de enemigos con los cuales vivimos en una muy frágil paz. Sin embargo, esta lectura extrema de la tesis de la autonomía de lo político no es tan evidente como parece. En efecto, en primer lugar Schmitt enfatiza que la “guerra no es ni la meta ni el fin o ni siquiera el contenido de la política” y por lo tanto que “lo políticamente correcto… podría residir en la evitación de la guerra” (Der Begriff des Politischen, § 3).
Ahora bien, no se puede negar que la tesis de la autonomía admite según Schmitt una versión extrema según la cual la “diferenciación de amigo y enemigo tiene el sentido de señalar el grado más extremo de intensidad de una conexión o separación, de una asociación o disociación”. Es en este sentido que Schmitt cree que, a pesar del valor moral que pueda tener un enemigo, “él es algo distinto y un extraño en un sentido especialmente intensivo, de tal forma que en el caso extremo son posibles conflictos con él”. Estos conflictos pueden llegar a ser verdaderamente dramáticos ya que “no puede ser decididos ni mediante una normativa general previamente acordada, ni mediante la sentencia de un tercero ‘imparcial’ y por lo tanto ‘no partidario’”. De ahí que según Schmitt “el caso de conflicto extremo sólo pueden resolverlo los participantes entre ellos mismos”. Sólo la “participación existencial” otorga la “posibilidad del conocimiento y la comprensión correctas y de ese modo la potestad de acordar y juzgar” el conflicto extremo (Der Begriff..., § 2). Schmitt entonces se siente más cómodo en la compañía de marxistas y de nietzscheanos que ven a la sociedad humana desde el punto de vista del conflicto antes que en la compañía de los liberales que creen que el consenso antes que el conflicto es lo que caracteriza a la sociedad. Pero junto a su preocupación por el conflicto, Schmitt está tanto o más preocupado quizás por el orden, y jamás propuso crear un conflicto político para consolidar la cohesión de un partido político.
Por si hiciera falta aclararlo, no debemos perder de vista el hecho de que el hábitat natural de la versión extrema de la tesis schmittiana de la autonomía según la cual se le otorga autonomía normativa a la violencia política está fuertemente influida por la manera en la que los Estados europeos manejaban sus conflictos aproximadamente desde comienzos del siglo diecisiete hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En el ápice de su esplendor durante el siglo diecinueve este cuadro retrataba declaraciones de guerra solemnemente proclamadas y ejércitos profesionales que se enfrentaban en completa paridad normativa. Como resultado de esta paridad, el lado victorioso tenía el derecho de imponer condiciones de paz al vencido, en cuyo caso terminaba el conflicto sin rencores, y los Estados involucrados retomaban su amistad interrumpida como si nada hubiera pasado, a pesar de que ciertamente el balance estratégico entre ellos sí había sido afectado por el resultado de la guerra. La guerra, entonces, era una opción legal completamente válida, literalmente la continuación de la política siempre internacional, jamás local, pero por otros medios y el derecho internacional básicamente tenía la tarea de proveer las reglas del juego de la guerra. Merced a estas reglas, cree Schmitt, la tasa de mortandad de toda guerra era muy inferior a la tasa de la guerra pre-estatal, el enemigo se mantenía a una considerable distancia del criminal, y los terceros gozaban del derecho a la neutralidad. El régimen se quebró luego de la irrupción de la guerra revolucionaria, cuando se invirtió el orden clásico de la guerra, compartido incluso por la tradición republicana, según el cual la guerra exterior era siempre preferible a la guerra civil.
En cuanto al “ir por todo”, Schmitt, tal como lo hemos visto (click), sentía gran admiración por los juristas franceses contemporáneos de Jean Bodin, el grupo de los cuales terminó siendo apodado “los políticos” (les politiques), primero de manera peyorativa porque estaban dispuestos a supeditar sus convicciones religiosas (hoy diríamos ideológicas) a la paz dentro del Estado. Los politiques fueron los primeros en defender cierta autonomía de la política respecto de la religión (hoy diríamos moral) atribuyéndole dicha autonomía al Estado, porque suponían que era ésa la única forma de defender la paz ante el peligro de la guerra civil religiosa o ideológica, una guerra civil que sólo podía terminar con la exterminación del enemigo. En otras palabras, Schmitt jamás habría estado de acuerdo (y cabe preguntarse si Laclau lo está) con el eslogan “vamos por todo”. En realidad, o bien de manera redundante enfatiza que uno se propone hacer lo que tiene que hacer, o hace una diferencia pero el precio de sugerir que uno al lograr quedarse con todo se va a deshacer de sus adversarios, tal como lo sostiene Sarlo casi al final de la nota.
Laclau podría satisfacer muy fácilmente nuestras demandas exegéticas si confirmara que sólo usa a Schmitt para su propia teoría, y aclarara que nunca pretendió haber hecho una interpretación de Schmitt en sentido estricto. Menos mal que no nos dedicamos a la política y al derecho, sino a la teoría política y del derecho. Es mucho más simple y, esperamos, mucho menos arriesgado.
sábado, 15 de diciembre de 2012
Kroopy y el Lobo
Al fin comienza a verse la luz al final del túnel. El camino para la declaración de la constitucionalidad ya está despejado, la democracia ha triunfado gracias al último fallo de primera instancia. El problema es que la estrategia del gobierno fue obviamente que Clarín Miente, antes que Clarín tiene un monopolio (al menos nosotros no vimos al Vicepresidente o al Secretario de Comercio vistiendo una remera o repartiendo medias con la leyenda "Clarín es un Monopolio"). El sentido de una ley antimonopólica consiste en democratizar la formación de la opinión pública, incluso en el caso de que un monopolio dijera la verdad. Que el monopolio mienta en realidad es indistinto. Ojalá que por las mismas razones no exista una concentración de medios oficialista (aunque podemos quedarnos tranquilos al respecto: canal 2, 5, 9, 11, América, 26, Tiempo Argentino, Miradas al Sur, Diario Registrado, Veintitrés, etc. (sobre la TV y la Radio Pública no tiene sentido hablar), todos juntos, no calientan ni un preso, como diría el semiólogo Jorge Corona).
Por otro lado, es de público conocimiento que Cristina sacó el 54 % de los votos a pesar de contar con todo el monopolio en su contra, por lo cual la estrategia de mostrarse como una víctima de grandes corporaciones en realidad hace quedar a Clarín como el proverbial Lobo Sureño, que mostramos más abajo, que trata de cometer acciones malvadas, o que comete dichas acciones, y sin embargo el resultado es siempre contraproducente, y al gobierno lo hace quedar como Droopy, un supuesto pequeño perrito pastor que triunfa siempre contra las malvadas corporaciones, pero que en realidad necesita de un Lobo Sureño. El Lobo Sureño, sin duda, ha hecho tambalear varios gobiernos, con unas pocas tapas de su diario. Pero ya van miles de tapas y sin embargo este gobierno, por suerte, sigue tan fuerte como antes.
En realidad, se trata de un discurso insostenible: suponiendo que el gobierno estuviera comprometido en una lucha contra las corporaciones, ¿cómo hace el gobierno, cuya acción política gira esencialmente alrededor de una sola persona, para sostenerse en semejante lucha desigual? Para tener éxito en semejante lucha, es obvio que debe apoyarse en algunas corporaciones para mantener a raya a las demás, y la cuestión es cuáles son las corporaciones en las que se apoya el gobierno. Una lucha del pueblo contra las corporaciones puede sonar atractiva y pudo haber explicado lo sucedido en Francia a fines del siglo XVIII (y en ese caso el pueblo se alzó contra la monarquía y las corporaciones), pero no en la Argentina de comienzos del siglo XXII. En todo caso, si el gobierno ahora insistiera con que "Clarín Miente", no lo podría atribuir a que Clarín tiene un monopolio, en cuyo caso se quedaría sin adversario y su discurso quedaría vacío. Sea como fuere, al menos ya no vamos a oír hablar de Clarín. No es poco.
Para quienes quieran apreciar o no quieran perderse el acento sureño del lobo:
viernes, 14 de diciembre de 2012
Schmitt y el Kirchnerismo, otra vez
Ya habíamos mencionado que el pensamiento de Carl Schmitt no tiene mucho que ver con el kirchnerismo. En particular, Schmitt no creía que la asociación negativa debería ser usada para mantener la cohesión interna de una agrupación sino en realidad en aras de la totalidad de la asociación política, tal como lo recomendaba el republicanismo clásico (Clarín miente y opina). Pero, nobleza obliga, habíamos visto que ciertos pasajes esporádicos de su obra podrían haber sido escritos por funcionarios kirchneristas (por ejemplo). Y ahora hemos dado con un pasaje schmittiano de 1941 que lisa y llanamente, aunque con un muy ligero cambio, podría haber aparecido en Tiempo Argentino o mejor aún Diario Registrado (¿Página 12?), por no decir "678": "Visto desde el punto de vista político-mundial, las corrientes liberales y constitucionales emergentes en todos los pueblos europeos son, consciente o inconscientemente, instrumentos de la política mundial inglesa. El constitucionalismo en especial encuentra su sentido político-mundial en que dentro de todo Estado constitucional tanto la economía como la prensa, i.e. la construcción de la opinión pública, son esferas desreguladas por el Estado, i.e., cosa de empresarios privados, que se encuentran más allá de las fronteras estatales en el 'libre' mercado mundial y en la 'libre' prensa mundial" (Carl Schmitt, "Staatliche Souveränität und freies Meer", en Staat, Großraum, Nomos, ed. G. Maschke, p. 421). Inmediatamente a continuación agrega Schmitt: "En nuestro actual siglo XX finalmente la Liga de las Naciones de Ginebra de 1919-1933 fue una tentativa de la organización de tales métodos indirectos del dominio mundial inglés". Podríamos reemplazar a la ONU de hoy por la Liga de las Naciones, y no estamos seguros de qué podría reemplazar al dominio mundial inglés (¿un mercado más impersonal, fondos buites?). Pero el parecido es innegable.
Es notable además que Schmitt en respuesta al proceso de desnazificación al cual fue expuesto al final de la guerra (en especial debido a su teoría del Großraum y su supuesta influencia en la política exterior nazi) invocó en su defensa no sólo el hecho de que no había siquiera conocido a Hitler personalmente y que (a diferencia de otros profesores) no obtuvo cargos oficiales, ni siquiera un instituto, ni un auto, ni un UBACYT, sino además invocó la objetividad científica en su defensa (op. cit., p. 453). Lo cual es comprensible: se dedicó, entre otras cosas, al derecho internacional, y se trata de una disciplina esencialmente controversial si las hay, pero siempre desde un punto de vista científico.
Dios no lo permita, pero el antikirchnerismo parece crecer tanto que no nos extrañaría que a alguien se le ocurriera la peregrina idea de establecer un proceso de deskirchnerización, aplicando una "justicia de los vencedores", como se la suele llamar (de hecho, algo muy parecido sucedió luego del golpe contra el Peronismo). Quizás, en este experimento mental, nos dejamos llevar por el clima destituyente que el kirchnerismo mismo invoca, pero como se trata de un experimento mental, precisamente nos dejamos llevar.
El problema para el kirchnerismo es que, a diferencia de Schmitt, el kirchnerismo en general no cree en la objetividad científica, sino en la militancia, tanto en el periodismo como en las ciencias sociales. De hecho, se jacta de su militancia en todos los ámbitos, como si nada pudiera escapar de la militancia. Esto podría volverse en su contra. De todos modos, no hay por qué preocuparse. Hay kirchnerismo para rato, a juzgar por la calamitosa situación en la que se encuentra la oposición. La constitución, sin embargo, va a ser un problema. Pero siempre queda Scioli, un kirchnerista de la primera hora.
martes, 11 de diciembre de 2012
El Cambridge Companion a la Política de Aristóteles
Es una gran satisfacción para nosotros comunicar que el libro editado por Marguerite Deslauriers y Pierre Destrée, The Cambridge Companion to Aristotle's Politics, finalmente ha sido anunciado por Cambridge University Press para el año que viene (click). Este Companion abordará temas, siguiendo aproximadamente el orden de los libros de la Política, como la relación entre la ética y la política, el oikos, propiedad privada, esclavitud, el bien común, justicia, deliberación democrática, guerra y educación. Mientras esperamos su aparición, podemos apreciar en la portada del libro los restos de un templo de Atenea en Assos, hoy Turquía, templo quizás frecuentado por Aristóteles en la época en que vivió en Assos. Fue precisamente en Assos en 2010 donde y cuando algunos de los autores leyeron el primer borrador de los capítulos del libro.
Nuestros fieles lectores de antaño (en realidad, del inicio mismo de este blog el año pasado) recordarán que Marguerite nos había visitado precisamente en el 2011, y que habíamos dado cuenta de las peripecias de su visita en este blog en numerosas ocasiones (v.g.: a marcar la agenda, mejor prevenir que curar, y aprendiz de brujo). Vayan nuestras calurosas felicitaciones para ella y para Pierre.
domingo, 9 de diciembre de 2012
Con el Enemigo (sobre Todo), Justicia
Es indudable que el control judicial de constitucionalidad adolece de un serio déficit político o representativo que suele ser llamado "dificultad contramayoritaria" (curiosamente, uno de los primeros en identificar dicho déficit fue Carl Schmitt antes de decidirse por el nazismo). Habría que modificar dicho control, sin duda. Pero mientras tanto sea parte de nuestro derecho constitucional hay que seguirlo, lo cual es otro pilar de la democracia. El Poder Ejecutivo no debería enceguecerse en su lucha contra Clarín y por extensión contra el Poder Judicial. Al proceder de este modo sólo logra que un grupo como Clarín pueda darse el lujo de victimizarse. Por si todavía quedaran dudas al respecto, hasta los jueces designados por el kirchnerismo en la Corte Suprema de Justicia han mostrado su preocupación por la interferencia del Poder Ejecutivo en el Judicial, tal como nos lo recuerda un circunspecto senador jauretchiano (click). En realidad, con un poco de paciencia y sentido común, sólo queda esperar hasta que la Corte Suprema se expida sobre la constitucionalidad de la así llamada Ley de Medios. Y después, y antes ciertamente también, habría que gobernar.
Habíamos usado este mismo video en relación a otro tópico en el que estaba involucrado el diablo mismo (click). Nuevamente, la cuestión es si el diablo, sea los mismos militares que cometieron graves violaciones de derechos humanos, o incluso Clarín, un grupo que tuvo una activa participación en los años dictatoriales, tienen derechos. La respuesta es que el diablo tiene los mismos derechos que cualquier otro ser humano, fundamentalmente porque es un ser humano, y tiene dichos derechos hasta tanto no los pierda, lo cual ocurre sólo mediante sentencia firme de un juez, al menos bajo un régimen que suele ser llamado democrático.
"A man for all seasons" (1966).
[Esposa de Tomás Moro] Arréstalo! - [Tomás Moro, excelentemente interpretado por Paul Scofield] ¿Por qué? -Es peligroso! - [Roper] Calumnias. Es un espía! - [la hija de Tomás Moro] Ese hombre es malo! -No hay una ley en contra de eso. -La ley de Dios! -Entonces Dios puede arrestarlo. -Mientras hablas, él se fue! -Debería irse, si él fuera el Diablo, hasta que viole el derecho. -¿Ahora le das al Diablo el beneficio del derecho? -Sí, ¿qué harías vos? ¿Cortar un camino por el medio del derecho para ir en búsqueda del Diablo? - Sí, cortaría cada ley en Inglaterra para hacer eso. -Y cuando la última ley estuviera cortada y el Diablo se volviera contra vos, ¿dónde te esconderías, Roper, cuando todas las leyes ya no existirían? Este país está plantado con leyes de una costa a la otra... Las leyes humanas, no las de Dios, y si vos las derribás, y vos sos justo el hombre para hacerlo... ¿realmente pensás que podrías mantenerte en pie contra el viento que soplaría entonces? Sí, le doy al Diablo el beneficio del derecho en aras de mi propia seguridad.
viernes, 7 de diciembre de 2012
El 7D según Eisenstein
"Las luchas por un nuevo orden fueron ricas en peligros en todas las épocas. Toda gran reforma y toda transformación legal significativa choca contra la resistencia de intereses muy poderosos e influyentes. Todo campeón de un derecho nuevo, naciente, tiene una ocupación de riesgo. 'La Justicia es una especie de mártir', ha dicho Bossuet". Este texto no habla de ni está escrito por los abogados kirchneristas sino por Schmitt (de 1942) y se refiere a lo que él llama la primera "época heroica" de los legistas franceses, aquellos que contribuyeron a la formación del Estado (Carl Schmitt, "Die Formung des französichen Geistes durch den Legisten", en Staat, Großraum, Nomos, p. 195). A su modo, el kirchnerismo también trata de fortalecer al Estado en contra de una corporación, no feudal en este caso ni eclesiástica sino empresarial y de medios como Clarín, pero corporación al fin. De hecho, ya habíamos tocado el tema (click).
La situación es similar a la de Felipe IV el Hermoso cuando éste se deshizo de los templarios. Jacques Vergès, un especialista en procesos políticos, lo explica muy bien y sucintamente: "La orden, extendida desde Chipre hasta España, reflejaba un ideal cristiano de unidad que se hallaba en contradicción con el incipiente nacionalismo del reino de Francia y, lo que era más importante, se estaba convirtiendo en una poderosa organización financiera. Abrumado por las dificultades que lleva consigo la creación de un Estado fuerte y centralizado, Felipe IV el Hermoso tuvo que recurrir a ella y entonces tuvo ocasión de evaluar su poder, incompatible con el suyo: la orden estaba condenada" (Estrategia judicial en los procesos políticos, p. 102). Felipe el Hermoso entonces no tuvo que enfrentar ningún 6D ó 7D, sino que contaba con un excelente abogado como Guillaume de Nogaret, no con Julio Alak o Martín Sabbatella. Así cualquiera.
martes, 4 de diciembre de 2012
Kirchnerismo y Forma política
No es infrecuente escuchar en estos tiempos y lugares que la prioridad lógica y normativa o valorativa le corresponde claramente al líder o la persona antes que a la institución. Hay otros que se oponen terminantemente a dicha prioridad, y por eso la invierten. Se trata de una discusión que lejos de ser novedosa se remonta hasta el institucionalismo eclesiástico al menos, tal como nos lo recuerda Carl Schmitt. Sin duda, el compromiso de Schmitt con el nazismo y su culto a la personalidad del líder-compromiso que si bien abarcó a varias de sus obras por lo demás alcanzó a los primeros años del régimen y de hecho luego fue investigado por dicho régimen-no es fácil de reconciliar con su admiración por la racionalidad jurídico-institucional.
Sea como fuere, casi al final de Teología Política II, de Schmitt, p. 119, leemos que: "para la imagen general de la relación entre teología y jurisprudencia es muy importante que el jurista Tertuliano, en el instante decisivo de la institucionalización [de la Iglesia], se atuvo al carisma del mártir y se opuso a la transformación total del carisma en un carisma del cargo. San Cipriano formuló en este instante de la historia el extra ecclesiam nulla salus. La obra en tres volúmenes de Arnold T. Ehrhardt titulada Politische Metaphysik von Solon bis Augustinus trata este momento en el segundo volumen (Tübingen, 1959) bajo el título La revolución cristiana. Cipriano le dio a la teoría jurídica de la Iglesia, que Tertuliano encontró, la formulación que hizo 'perfecta' a una organización jurídica (II, pp. 134-181, capítulo 'La Iglesia africana'), mientras que el jurista Tertuliano se opuso a este tipo de perfección jurídica al atenerse al carisma (no de[l] cargo) del mártir, que Cipriano negó en beneficio del carisma de[l] cargo de sacerdote" (traducción de Trotta, ligeramente modificada).
Schmitt de hecho ya había señalado en su temprano ensayo Catolicismo Romano y Forma Política, siguiendo una pista de Max Weber, que el racionalismo romano sobrevivió gracias a su "institucionalismo, el cual es esencialmente jurídico; su gran logro consiste en que hizo del sacerdocio un cargo", aunque de una manera especial. "El Papa no es un profeta, sino el representante [Stellvertreter] de Cristo. Todo salvajismo de un profetismo desenfrenado es alejado a través de esa forma [Formierung]. De este modo, que el cargo es hecho independiente del carisma, mantiene el sacerdote una dignidad, que parece abstraerse completamente de su persona concreta. A pesar de eso no es él el funcionario y comisario del pensamiento republicano y su dignidad no es impersonal como la del funcionario moderno, sino que su cargo se remonta en una cadena ininterrumpida hasta el encargo personal y la persona de Cristo" (Römischer Katholizismus und politische Form, p. 24).
Según Schmitt, la forma jurídico-política de la Iglesia proviene del hecho de contener “la más sorprendente complexio oppositorum” (RKPF, pp. 24-25), la cual designa la capacidad de contener oposiciones (11), la más importante de las cuales es la combinación de la “eterna ambigüedad” con “el más preciso dogmatismo y una voluntad hacia la decisión, tal como culmina en la doctrina de la infalibilidad papal” (14). De este modo, dentro de la Iglesia Schmitt encuentra un modelo tanto del conflicto político como de la autoridad para resolverlo, así como un modelo de la síntesis entre ambos mediante la noción de representación. Hay que reconocer que aunque se pueden decir muchas cosas de la Iglesia Católica, es innegable que sabe algo de instituciones. Ya van unos cuantos siglos, algunos dirán demasiados, que se mantiene y todo gracias a su institucionalismo.
La cuestión es que el cristianismo pudo seguir adelante sin Cristo, gracias a sus instituciones. El peronismo también lo hizo sin Perón (su Iglesia fue-y es-la Provincia de Buenos Aires). ¿Podrá el kirchnerismo, o al menos el cristinismo, lograr otro tanto con, digamos, La Cámpora?
domingo, 2 de diciembre de 2012
"Maldito sea este Anillo" (Alberich, El Oro del Rin, IV)
La Dirección General de La Causa decidió enviar a un miembro de su equipo a la reciente representación del "Colón Ring". Después de todo, no sólo de filosofía política y del derecho vive el hombre (y la mujer). Se trató del audaz intento de montar la tetralogía entera en cierto sentido, es decir, las cuatro óperas que la componen, pero en un solo día, desde las 14:30 hasta las 23:15. Teniendo en cuenta los intervalos, el tiempo neto fue de unas siete horas, casi la mitad de lo que suelen dudar las cuatro óperas juntas. Así y todo, se trató de un largo trecho, más que apropiado para llevar una generosa caja de tizas, lo cual no desanimó en nada a nuestro enviado acostumbrado a asistir eventos deportivos de extensa duración, incluso desde la apertura del estadio. De hecho, nos recuerda que una vez, más precisamente el día del gol de Rojas en La Bombonera, concurrió a la misma en el momento de su apertura, y se retiró por supuesto, en ese glorioso día de lluvia, luego de la puntillosa hora que se suele respetar luego del final del partido para evitar desmanes entre las parcialidades contrarias (expresión redundante, si las hay). También asistió temprano la última vez en el Monumental, gracias a la enorme gentileza de su amigo Omar Morete, lo cual no impidió que esa raza infame gozara de su habitual suerte, aunque durante casi todo el partido volvió a ser la grandeza de otrora. De todos modos, para nuestro enviado las nueve horas pasaron relativamente rápido, o tan rápido como cuando asiste a la cancha.
Hablando del Ring, el mismo enviado nos recuerda que Frederick Spotts en su libro Bayreuth: A History of the Wagner Festival, p. 190, cuenta que Hitler en 1940 instituyó lo que fueron llamados “Festivales de Guerra”, en los que el Teatro de Bayreuth no estuvo abierto al público en general sino a los “huéspedes del Führer”: miembros del ejército y trabajadores en la industria militar, quienes como recompensa por sus esfuerzos eran llevados a Bayreuth con todos los gastos pagos. A muy pocos de los huéspedes del Führer les gustaba la ópera y mucho menos Wagner, de tal forma que estos huéspedes conformaban una audiencia cautiva: no tenían elección, tenían que asistir o asistir: eran transportados en grupos a Bayreuth en un tren musical del Reich, llegaban a las seis de la noche y marchaban en columnas a las barracas en donde eran alojados. A la mañana siguiente se reunían en el teatro en donde recibían folletos sobre Wagner y lecciones sobre la ópera que iban a ver ese día. A la mañana siguiente volvían, siendo reemplazados por otro contingente de huéspedes del Führer. Muchos de los soldados muy probablemente habrían preferido seguir peleando antes que escuchar a Wagner. No así nuestro enviado. Tampoco sintió nuestro enviado, a diferencia de Woody Allen, ganas de invadir Polonia luego de escuchar a Wagner.
Yendo a la obra en sí misma, y muy a grandes rasgos, para dar sólo una idea de lo acontecido, el oro de El Oro del Rin eran los niños, y los nibelungos eran embarazadas torturadas de cuyos hijos se apropiaban los captores (al final de El Ocaso de los Dioses los niños se reencuentran con sus padres, justo antes de que, supuestamente, los consuma el consabido fuego del fin del mundo con el que termina la tetralogía). En Sigfrido, Mime le sirve un mate envenenado a Sigfrido (cartonero por lo demás). Además hubo un Wotan peronista, mejor dicho, un Wotan representado por Perón, y Fricka era Isabelita (pensándolo bien, los únicos privilegiados son los niños también es un eslogan peronista). Puede ser sonar una producción peronista, pero no hay que olvidar que al final a los dioses (peronistas según la producción) se les prende fuego para dar lugar a los seres humanos. Los cantantes fueron muy buenos. Mime, Sigmund, Sieglinde, Sigfrido y Brünnhilde sobresalientes. Las orquestas excelentes, salvo un problemita, creemos, al final del Ocaso (la segunda orquesta), pero como ningún crítico musical la mencionó bien pudo haberse tratado de una apreciación de nuestro enviado, que por lo demás no sabe nada de música.
Dado este panorama, era inevitable que se desatara una tormentosa polémica. Por un lado, la muy razonable crítica de Diego Fischerman en Página 12 (click). Por el otro, La Nación, que en líneas generales se indignó con lo acontecido. Es curioso. El Director de La Nación puede ventilar sus dudas sobre la democracia en público, pero sus críticos no toleran que alguien se atreva a mutilar el Ring. Es elogiosa la magnanimidad principista del diario. De algunas cosas podemos dudar, pero hay otras con las que no se juega. Es muy tentador parafrasear a Beatriz Sarlo: "Con el Ring no, García Caffi". Nos hace acordar a un sketch de Olmedo (al cual ya habíamos hecho referencia en este blog: click) en el que el personaje que él representaba era un guionista que contaba que tenía un proyecto para una película que siempre giraba alrededor de la venganza de una persona cuya familia era asesinada, violada, etc., por una banda de motociclistas, pero dicha persona sólo reaccionaba cuando le rayaban el auto. Es que todos tenemos ciertos valores respecto de los cuales trazamos una raya, y nos decimos a nosotros mismos (y a los demás): "con esto no se jode". Nietzsche mismo creía que el arte era más importante que la democracia. La Nación no está sola en su quijotada estética.
Los wagnerianos, entre los que de hecho se encontraba Nietzsche mismo, al menos por un tiempo, son gente muy especial. Para muestra, basta un botón. Winifred Wagner, esposa de Siegfried y nuera de Richard, se convirtió en directora de Bayreuth luego de la muerte de Siegfried (no es un juego de palabras). En su primera temporada de 1931 contrató a Furtwängler antes que a Toscanini para dirigir el Ring. Para hacer corta una larga historia, Furtwängler casi se mató en el viaje de avión de Berlín a Bayreuth, avión que había tomado para empezar los ensayos. Milagrosamente él y el piloto se salvaron ilesos. Cuando llegó al Festspielhaus una hora más tarde de lo convenido Furtwängler encontró a todos más preocupados "por su inaudita falta de puntualidad que por su cercano encontronazo con la muerte" (Frederic Spotts, op. cit., p. 161).
Pero volvamos a La Nación. Su tradicional crítico, Juan Carlos Montero, comentó en su análisis de la representación que "al aparecer los responsables de la puesta escénica, el público estalló en un abucheo multitudinario y a unísono de toda la sala, altas, palco y platea, como pocas veces se escuchó en el Colón", y a juzgar por lo que agregó inmediatamente él compartió dicho abucheo: "Es que fue verdad incuestionable que la puesta estuvo plagada de connotaciones y hechos desagradables: niños maltratados, bebes atesorados como oro, embarazadas tiradas en el suelo, ondinas con botas y pañuelos en la cabeza faenando pescado, Wotan vestido como militar latinoamericano, Fafner en silla de ruedas, Hunding con pistola y aspecto de pirata, más allá del boceto escenográfico parecido a una villa" (click). Es curioso que según Montero el problema haya sido que la puesta se haya referido a "cuestiones y hechos desagradables", como si el público del Colón no quiere ni enterarse de que alguna vez hubo apropiaciones de niños, dictaduras militares, gente en silla de ruedas, piratas, etc. (suponiendo además, que todos son "desagradables"). Por lo demás, cabe preguntarse por qué exactamente el "público del Colón" abucheó la puesta "peronista".¿Se debe a que dicho público es tan antiperonista que no quiere ni oír hablar de Perón, dado que lo considera "desagradable" (lo cual surge de la crítica de Montero), incluso cuando implícitamente en esta producción se le atribuye en parte el Golpe del 76? ¿O se debe a que dicho público es tan peronista que se queja de la representación de Wotan como un Perón decadente, que de hecho lleva al Golpe del 76 (amén de las desapariciones y apropiaciones de niños)?
Otro crítico de La Nación, Jorge Aráoz Badí, lisa y llanamente decidió irse luego de La Valkiria: "Ante la desazón y el aburrimiento frente a un espectáculo, lo mejor que puede hacer el espectador es irse. Así lo hice" (click). Un tercer crítico de La Nación, Pablo de Kohan, simplemente desea que esta clase de desatinos no se produzcan otra vez, nunca jamás (click), y de hecho menciona dos tipos de argumentos en contra de estas representaciones: "No se cuestiona la libertad artística de un creador para transgredir normas o expandir límites, sino sus objetivos y resultados. Este ColónRing es argumentalmente endeble y musicalmente frágil, con ese sólido e inexpugnable entramado de los leitmotiv wagnerianos mortalmente lesionado y con una extensión desmesurada que sobrepasa cualquier capacidad de concentración". En la jerga podríamos decir que si bien un creador es libre de hacerlo (argumento deontológico), las consecuencias son tales que dicha libertad no debería contar (argumento consecuencialista). En otras palabras, el Sr. Kohan se contradice. Si uno tiene un derecho de hacer algo, entonces las consecuencias no deberían jugar en su contra. Y si las consecuencias son las que mandan, decir que alguien tiene derecho a hacer algo no es sino una manera de referirse a las consecuencias del acto son deseables.
Pero al menos el Sr. Kohan nos provee las herramientas para discutir esta producción del Ring. Antes de sumergirnos en ellas, debemos aclarar que dentro de la psicología de nuestro enviado tiene lugar una verdadera batalla campal entre sus intuiciones mitristas (para designar de este modo la actitud de La Nación) según las cuales hay mucho de sacrílego en la mutilación de una obra y sus creencias informadas según las cuales en realidad un análisis de los argumentos revela que las intuiciones no son infalibles.
En efecto, una aproximación deontológica se concentraría en las intenciones de Wagner, que son sagradas para toda representación de la obra. Sin duda, Wagner jamás habría consentido a que el Ring sea montado de este modo. Pero, a pesar de que el nombre es el mismo, muy pocas personas pueden haber creído que asistieron a una representación del Ring en sentido estricto, sino a una selección de compases, por así decir. Con lo cual, las intenciones de Wagner están a cubierto. Alguien podría replicar que Wagner tampoco pudo haber querido que se ofreciera esta selección, con el nombre cambiado. Lo cual es cierto, pero entonces la cuestión es si sólo deberíamos actuar teniendo en cuenta las intenciones de Wagner in toto. ¿Habría querido Wagner de hecho que se representara el Ring, entero por supuesto, fuera de Bayreuth? ¿Habría querido Wagner que usaran aire acondicionado en una teatro de ópera, subtítulos, etc.? Él sólo quería que fueran a verlo por su obra, y nada más. Quienes no estuvieran al tanto de la misma, o no la entendieran, o no supieran alemán, no le preocupaba a Wagner. Sin embargo, y con razón, los intencionalistas no se preocupan por esto.
Finalmente, vayamos ahora a las consideraciones consecuencialistas. Un argumento en contra de la producción es la confusión de la gente entre el Anillo (14 horas) y el Anillito (7 horas). Insistimos que muy poca gente pudo haberse confundido. Quizás el argumento más fuerte sea el que teme que, si tuviera éxito, el Anillito haría desaparecer al Anillo. En realidad, a juzgar por estas críticas, el Anillito no tuvo éxito. Pero aunque lo tuviera, dudamos que los amantes de Wagner prefirieran un Anillito que la enchilada entera, como se suele decir en inglés. El Anillito en realidad es un pis aller, una manera de salir del paso en la espera del anhelado momento de redención, mientras tanto aparece la ocasión de asistir al Anillo, y si es posible en Bayreuth, algo que por obvias y muchas razones, muy pocos pueden llegar a lograr. Quien asiste al Anillito o bien decide no ir nunca más porque prefiere el Anillo, o bien percibe que su deseo por el Anillo se ve incrementado por dicha asistencia, tal como Enobarbus cuenta sobre Cleopatra: "Otras mujeres empalagan los apetitos que alimentan, pero ella [nos] hace hambriento[s] / Cuando más [nos] satisface" (William Shakespeare, Antonio y Cleopatra, II.ii.242-4). Nunca podemos tener demasiado Wagner.
martes, 27 de noviembre de 2012
Romanticismo político
El vicegobernador de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, volvió a manifestarse en duros términos en contra del proyecto presidencial del gobernador Scioli y calificó ese plan como un "capricho" en declaraciones a la radio La Red (fuente). Un primer argumento mencionado por Mariotto en defensa de su crítica a Scioli es que sus aspiraciones presidenciales perjudican "la acción y la construcción política e institucional". Algo sibilinamente, sin embargo, sostuvo además que "uno no se puede encapricharse con un lugar, y después querer forzar el destino a que si se cumple con ese capricho, el proyecto es bueno, y si no se cumple, el capricho es malo". Quizás, de este modo, mostró su desconfianza respecto de las explicaciones teleológicas de la historia, o lisa y llanamente la fuente se equivoca al transcribir su declaración.
Sea como fuere, es el segundo argumento que Mariotto invocó en contra de las aspiraciones de Scioli el que más nos llama la atención, particularmente por sus proyecciones filosófico-políticas. En efecto, según Mariotto: "Con banda o sin banda, la que conduce y conducirá el movimiento es la presidenta Cristina Fernández de Kirchner". A primera vista se trata de una manera de hacer en claro que la interna kirchnerista en el camino hacia las elecciones presidenciales será decidida por Cristina. Y como parte de este argumento, creemos, el vicegobernador aseguró que sea quien fuere el que ocupe la Presidencia de la Nación desde diciembre de 2015, "el amor del pueblo lo tiene la Presidenta" (click).
Con lo cual se abren los interrogantes. ¿Cree Mariotto que "el amor del pueblo" es independiente de los resultados electorales? Mariotto podría responder que sí, ya que por más que el pueblo amara a Cristina, sin reforma de la constitución ese amor no puede ser expresado electoralmente. Pero no van a faltar los que sostengan que el amor del pueblo, en todo caso, debe seguir a la constitución vigente. Es más, no pocos van a sostener que el amor del pueblo o bien se expresa electoralmente (en cuyo caso el segundo argumento de Mariotto es absurdo), o bien es irrelevante. De todas formas, el romanticismo político de Mariotto va de la mano con la concepción declarativa neo-rousseauniana del kirchnerismo según la cual aunque el kirchnerismo obtuviera el 1% de los votos, seguiría siendo la expresión de la voluntad general, o, por qué no decirlo, de la voluntad popular (click). Pensándolo bien, es obvio que el amor todo lo vence, y que no depende de un resultado electoral.
domingo, 25 de noviembre de 2012
Otro Ladrillo en el Muro
Nos han pedido que difundamos la información siguiente. Hagan sus reservas con anticipación, porque se agotan.
El Área de Educación de la Universidad Torcuato Di Tella invita al Panel “La educación indisciplinada”, el viernes 30 de Noviembre a las 18 en Miñones 2177. Será una oportunidad para pensar la Educación entre disciplinas con el aporte de nociones y conceptos que afectan el territorio de lo educativo, que incluye pero no se agota en lo escolar, y que provienen de lenguajes diversos: la filosofía, el derecho, el psicoanálisis, la antropología, la pedagogía. La actividad es de interés para egresados de carreras de grado del campo específico de la educación como de campos colindantes, involucrados e implícitos (psicología, antropología, derecho, trabajo social, psicopedagogía, medicina, entre otros) y también para profesionales que se desempeñan en instituciones que sostienen ofertas educativas, culturales y programas sociales.
Expositores:
Norma BARBAGELATA: Rebeldías y obediencias, ¿Cuestiones edípicas?
Gabriela DIKER: ¿Pensar entre disciplinas?
María Laura MENDEZ: Cruces entre Antropología y Educación
Graciela FRIGERIO: Lo que necesita más de una lengua para pensarse
Andres ROSLER: Los límites de la educación
Breves CV de los expositores
Graciela FRIGERIO: Doctorat en Sciences de l´ Education. Université de Paris V. Sorbonne. Directora del Doctorado en Educación de la Universidad acional de Entre Ríos.
Andres ROSLER: Doctor en Derecho (Oxford). Profesor de Filosofía del Derecho en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Investigador del CONICET.
Norma BARBAGELATA: Licenciada en Filosofía, Universidad Nacional del Rosario. Licenciada en Psicología, Universidad Central de Barcelona.
Gabriela DIKER: Doctora en Educación, (Universidad del Valle, Colombia). Estancia post-doctoral en la Universidad de Valladolid, España (Fundación Carolina). Investigadora docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento
María Laura MENDEZ: Lic. en Antropología UBA, Dra. en Educación UNER. Docente e investigadora de la Fac. de Psicología UBA hasta 2007. Docente e investigadora Fac. de Cs. de la Educación UNER.
Más información: http://www.utdt.edu/ver_evento_agenda.php?id_evento_agenda=1262&id_item_menu=5422.
viernes, 23 de noviembre de 2012
¿Hasta cuándo, Clarín, abusarás de nuestra paciencia?
Ayer habíamos leído en La Nación algo que nos había llamado la atención, y pensamos que era una exageración por no decir una mentira de ese diario. En efecto, según el diario de los Mitre "el senador del Frente para la Victoria, Marcelo Fuentes" había acusado al grupo Clarín de "cometer delito de sedición" debido a "las presentaciones judiciales contra la ley de medios". Sin embargo, según Tiempo Argentino La Nación tenía razón. De hecho, el senador kirchnerista e integrante del Consejo de la Magistratura Marcelo Fuentes calificó la conducta del Grupo Clarín como "sedición". En realidad, Alak lo avaló ya que en declaraciones televisivas, explicó que hay "sectores que se alzan contra la Constitución, que faculta al Congreso a sancionar leyes", y esos sectores obviamente tienen que ver con o son el grupo Clarín.
Es obvio que Clarín quiere demorar y si pudiera evitar que su monopolio sea alcanzado por la nueva ley. Sin embargo, no nos queda claro por qué de ahí se sigue que la interposición de una medida cautelar sea sediciosa, y mucho menos nos queda claro cómo un abogado (suponemos que Fuentes y Alak lo son) pueda pensar algo semejante. La cuestión entonces es: ¿cómo puede alguien cometer el delito de sedición mediante la interposición de un escrito judicial? La figura de la sedición está contenida en el art. 229 del Código Penal, y lo que más se aproxima a lo que estos dos funcionarios tienen en mente es "impedir, aunque sea temporalmente, el libro ejercicio de... [las] facultades legales [del gobierno nacional o de un gobierno provincial] o su formación o renovación en los términos y formas establecidas en la ley". Quizás podrían invocar asimismo el art. 230, el cual se refiere a "los que se alzaren públicamente para impedir la ejecución de las leyes nacionales o provinciales, cuando el hecho no constituya delito más severamente penado por este código". Vale aclarar que los sediciosos hoy tienen suerte. Mientras que en la era republicana en Roma, cuenta Cicerón, "Cato Graco, de padre, abuelo y antepasados ilustres, fue muerto a causa de ciertas sospechas de sedición" (Catilinaria I.4), y nos recuerda que el Senado podía ordenar por un decreto matar al instante a cualquier ciudadano (I.4), hoy nadie puede ser castigado sin condena y la pena es de uno a seis años o uno a cuatro años, respectivamente (arts. 229 y 230).
Ahora bien, una medida cautelar es tan sediciosa como lo puede ser el control judicial de constitucionalidad. Entendemos las serias dificultades contramayoritarias como se suele decir ahora de dicho control, por no decir el déficit político o representativo del mismo. Sin embargo, tanto la una como el otro son parte del derecho argentino y por lo tanto, por definición, mal pueden ser consideradas sediciosas. Suena a una broma anarquista decir que el derecho puede ser sedicioso. Y el kirchnerismo difícilmente quiera tener que ver con una broma anarquista.
Una explicación es que Fuentes y Alak hayan leído últimamente la EXCELENTE edición de Hydra de los Elementos Filosóficos de Hobbes (usualmente conocidos como De Cive) en la cual reza que del "odio y la envidia... nace[] la sedición" (p. 177), y dado que Clarín odia y quizás envidia al gobierno, por eso comete sedición. Otro tanto se aplica a la descripción que hace Hobbes de "la lengua del hombre" como "una especie de trompeta de... sedición" (p. 178). Clarín, de hecho, a su modo, es una especie de trompeta sediciosa [lindo nombre para un blog: "La Trompeta Sediciosa"], o al menos un instrumento de viento, pero de ahí tampoco se sigue que cometa sedición. Quizás sea más conveniente citar el pasaje en el que Hobbes narra que "los sediciosos... suelen disertar en contra del poder absoluto" (p. 192), y por lo tanto inferir que Clarín comete el delito de sedición por disertar en contra del poder absoluto. El problema en tal caso, obviamente, sería que hasta los miembros de la Corte Suprema incurrirían en dicha conducta criminal, ya que siguiendo a la Constitución suelen tomar decisiones que van en contra del poder absoluto.
Otro tanto sucedería si Alak y Fuentes apelaran al cap. XII que de hecho está dedicado enteramente a la sedición, ya que para dicho capítulo son sediciosas las siguientes opiniones (sin contar que para nuestro derecho penal una opinión en sí misma difícilmente pueda ser delictiva): "el juicio del bien y del mal pertenece a los individuos" (acá, nos parece, somos todos peronistas al respecto), "es un pecado obedecer al príncipe" (la desobediencia civil es reconocida por la Corte), "el tiranicidio es lícito" (los tiranicidas están libres ), "el poder soberano está sujeto a las leyes civiles" (v. supra), "el poder soberano puede [ni siquiera tiene que!] ser dividido" (sin comentarios), "la propiedad pertenece a los ciudadanos individuales" (quizás esto sea lo que más convenga al Gobierno).
Por lo demás, la descripción que Hobbes cita de Salustio sobre Catilina (de quien Cicerón estaba tan cansado como el Gobierno lo está de Clarín) podría usarla el Gobierno en contra de Clarín: "tenía suficiente elocuencia, pero poca sabiduría" (p. 252). Y Hobbes mismo advierte que "muchos de los que están bien dispuestos hacia el Estado cooperan por ignorancia en disponer los ánimos de los ciudadanos a favor de las sediciones, mientras insinúan a los adolescentes en las escuelas y a todo el pueblo desde las cátedras una doctrina conforme a las opiniones [sediciosas] mencionadas" (p. 253). La diferencia, por supuesto, es que Clarín no es sedicioso por ignorancia sino deliberadamente.
Una última, y quizás única, explicación consiste en que Alak y Fuentes entienden "alzarse" en términos muy amplios, lo cual permite de hecho que haya perros e incluso hombres adultos alzados, como se suele decir, aún más que muchos recién nacidos. Todas estas dificultades se resolverían fácilmente con una reforma del código penal que incluyera el delito de la sedición legal (con variedades quizás, cautelar, constitucional, etc.). Quizás nos debamos un debate al respecto, como diría la pluma forsteriana, un debate medular, decisivo, fundamental, nuclear, esencial, definitivo. Si vamos a reformar la constitución, quizás también sea el tiempo de un nuevo derecho penal.
martes, 20 de noviembre de 2012
La Formación de Conceptos en Ciencias sociales
Varias voces kirchneristas, incluyendo la de la Presidenta de la Nación tweet mediante, están haciendo referencia a un reciente informe del Banco Mundial para indicar la duplicación de la clase media en Argentina en el período 2003-2009. Como muestra, baste el muy reciente y siguiente botón. Hoy, Luis Bruschtein comienza su nota en contra del paro en Página 12 diciendo que "El Banco Mundial, cuyos técnicos no son muy amigables con la heterodoxia económica del Gobierno, acaba de difundir un estudio donde informa que en esta década, a pesar de la inflación y de cualquier otra penuria que se pueda alegar, la clase media se duplicó en Argentina" (click).
El kirchnerismo tiene razón, creemos, al señalar que el Banco Mundial, por así decir, no es el INDEC. Sin embargo, de ahí no se sigue que todo lo que dice el Banco Mundial sea palabra santa y mucho menos pueda ser usado en defensa del kirchnerismo. En realidad, las conclusiones que se extraen respecto del crecimiento de la clase media sobre la base del último informe del BM dependen de lo que el BM entiende por "clase media". Y aquí entramos en el pedregoso terreno de los conceptos en ciencias sociales. La boutade de Nietzsche sigue siendo relevante: sólo es definible aquello que no tiene historia, de ahí que exista una definición de triángulo pero no, por ejemplo, de Cristianismo. Sin embargo, a pesar de que no hay en sentido estricto definiciones en ciencias sociales, sí existen conceptos que pueden ser más o menos útiles. Ciertamente, estas caracterizaciones a menudo son verdaderas estipulaciones ya que no son descripciones neutrales sino que incluyen cierta valoración, tal como Max Weber lo indicara famosamente hace tiempo. Para determinar la utilidad del concepto hay que ver adónde nos conduce su uso, y el caso de la concepción de clase media empleada por el BM es un excelente ejemplo. Según el BM la clase media comienza, por así decir, con un ingreso de 10 dólares por día, y se extiende hasta los 50 dólares por día. En otras palabras, para el BM, a unos 5 pesos por dólar, alguien que gana 1500 pesos por mes es de clase media (creemos que la cuestión no cambia con un dólar a 6 pesos).
La inexorable y no menos increíble conclusión es que podemos inferir según un informe reciente de Revista XXIII que en Argentina existen cartoneros de clase media (recordemos que la actividad cartonera fue un producto de la política menemista, pero que ningún gobierno posterior ha logrado revertir). En efecto, según esta revista, "Los cartoneros formalizados tienen un incentivo laboral de 1.100 pesos a cambio de cumplir normas como no trabajar con chicos y dejar la zona de trabajo limpia. El sueldo del recuperador se conforma con ese incentivo sumado al material que vende, que semanalmente ronda los 400 pesos" (click). Además, alguien que recibiera cincuenta monedas de un peso por día en la calle delante de una Iglesia, supongamos de manera sostenida, entonces se convertiría en un miembro de la clase media según el estándar del BM, en cuyo caso en Argentina puede haber gente que vive de la limosna y es de clase media. Estamos a un paso de la extraordinaria contradicción: pordioseros de clase media. Todavía no salimos del asombro que alguien crea que hay gente de clase media que no tiene trabajo, no paga impuestos, vive de lo que el Estado puede ofrecerle. No vamos a referirnos al caso de los cuidacoches, ya que según este estándar Argentina podría llegar a tener cuidacoches ABC1 sobre todo los días de recitales en River o superclásicos.
Nótese que el problema de la caracterización del concepto de clase media es independiente de su valoración. Alguien puede ser comunista o capitalista, enemigo jurado de la clase media o su más ferviente admirador, pero ninguna de estas actitudes, puede afectar a la absurdidad de creer que la clase media comienza a los 50 pesos por día. No vamos a entrar en el detalle de qué puede hacer alguien con cincuenta pesos por día, porque eso sería ir en busca de una risa fácil.
Lo que no da risa es que haya gente que incluso ocupa cargos públicos de suma importancia pero que ha perdido, por lo menos, el sentido común. Algo habíamos mencionado sobre cómo el kirchnerismo, como las ideologías en general, funciona de manera coherentista y eso explica su permanencia (y no hay que olvidar la inexistencia de oposición a este respecto) a pesar de que sus fundamentos son endebles (click). Quizás una conclusión sea que no existen fundamentos. Sin embargo, el siguiente sketch de Monty Python ("Four Yorkshiremen"), como suele pasar, es mucho más serio sobre el uso de conceptos como el de clase social, y en contraposición al Banco Mundial, y a la alegría kirchnerista que despertó, aporta un mínimo de sentido común.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Siempre se puede estar peor
En una época en la que el país se desangra por la fuga de divisas, y en la que el gobierno se ha fijado como política pública prioritaria evitar el atesoramiento de dólares, sin embargo a plena luz del día y a pesar de la prohibición imperante, hoy pudimos advertir mientras recorríamos las calles Florida y San Martín a la mañana (merced al constante pregón "cambio" que era vociferado no exagero cada veinte metros por lo menos, es decir unas cinco veces por cuadra) que uno puede comprar dólares para atesorar (o para cualquier cosa) en todo el microcentro, incluso delante del Banco Central. ¿Hay otros países en los que se goce de una libertad igual (por no decir más) que acá?
Para poner las cosas en perspectiva, recordábamos una entrada anterior del blog en la que Lon Fuller, en el capítulo final de The Morality of Law, "Una réplica a mis críticos", agregado en la segunda edición de 1969, a los efectos de probar lo que él denominaba la moralidad interna del derecho, cuenta que a comienzos de los años sesenta del siglo pasado, "el problema de los delitos económicos (incluyendo transacciones ilegales en monedas extranjeras) había claramente alcanzado tales proporciones en Rusia que las autoridades soviéticas decidieron que drásticas medidas en su contra eran necesarias. De manera acorde, en mayo y julio de 1961 se sancionaron leyes que sometían tales delitos a la pena de muerte. Estas leyes fueron entonces aplicadas retrospectivamente y hombres condenados fueron muertos por actos que, aunque no eran legales cuando los habían cometidos, no estaban sujetos entonces a la pena de muerte" (p. 202; en la nota, Fuller refiere a un artículo de un joven Harold Berman sobre el tema, creemos el mismo que luego escribiera el celebrado: Law and Revolution. The Formation of the Western Legal Tradition). Fuller cuenta que los abogados soviéticos en general estaban en contra de esta política, entre otras cosas porque ponía en cuestión la posibilidad misma de obedecer al derecho.
A veces nos quejamos sin saber la suerte que tenemos. Podemos comprar dólares a pesar de que está prohibido hacerlo, los podemos comprar en plena calle, en la misma cuadra del Banco Central, e incluso el gobierno, a pesar de que solemos achacarle lo contrario, muestra su predisposición al diálogo con quienes están en desacuerdo al negociar con los que violan sistemáticamente la prohibición de operar con divisas al venderlas en el mercado paralelo. Siempre se puede estar peor, tal como nos lo recuerda esta famosa escena de "El Joven Frankenstein" (1974) de Mel Brooks:
- Qué trabajo asqueroso
- Podría ser peor.
- ¿Cómo?
- Podría llover.
lunes, 12 de noviembre de 2012
El Kirchnerismo y el Tricentenario de Rousseau
En 2012 se conmemora el tricentenario del nacimiento de Rousseau, y quizás por eso en los últimos días dos reconocidos kirchneristas parecen evocar, a su modo, dos creencias políticas características de Rousseau, que corresponden a lo que podríamos caracterizar como la tesis soberana de la política.
En primer lugar, el psicoanalista y consejero cultural de la embajada argentina en España, Jorge Alemán, esta semana sostuvo en Página 12 que "El pueblo transforma a la historia, la masa hace que vuelva lo de siempre. Nunca se sabe de entrada cuándo actúa el pueblo y cuándo actúa la masa, sólo a posteriori, en sus efectos y consecuencias podemos concluir cuál fue el sujeto en cuestión. De esta forma, cuando se ganó aquel día por el 54 por ciento, y cuando designamos con razón nuestra experiencia como popular, siempre recuerdo que se trata de una causa que no es susceptible de contabilidad alguna y que tendría mi apoyo aunque tuviera el uno por ciento de los números" (click).
Alemán, sutil y elegantemente, parece referirse a un conocido pasaje del Contrato Social (IV.2), y lo hace doblemente. En dicho pasaje Rousseau se pregunta cómo reconocer la voluntad general, la voluntad del pueblo. La respuesta es que "cada uno dando su sufragio dice su opinión sobre ello, y del cálculo de los votos se saca la declaración de la voluntad general. Cuando entonces la opinión contraria a la mía prevalece, eso no prueba otra cosa que yo me había equivocado, y que lo que yo estimaba ser la voluntad general no lo era. Si mi opinión particular hubiera prevalecido yo habría hecho otra cosa de lo que hubiera querido, y es entonces que yo no habría sido libre". De ahí que, como bien dice Alemán, y he aquí la primera referencia, sólo "a posteriori" puede uno enterarse de cuál era la opinión popular, y de ahí la referencia al no menos famoso 54 % con el que los kirchneristas suelen empezar o terminar sus oraciones. Pero si Alemán tiene razón en señalar el papel de la mayoría en la determinación de la voluntad del pueblo, se contradice al sostener que la causa del pueblo es tal "que no es susceptible de contabilidad alguna" y que tendría su "apoyo aunque tuviera el uno por ciento de los números". Si no son los números los que mandan, entonces el 54 % es completamente circunstancial (y de hecho hasta Menem ganó un par de elecciones, la segunda sin engañar a nadie), y es sólo a priori, para seguir la terminología de Alemán, que se debe determinar dónde está la voluntad general. Ahí, la cuestión es quién tiene razón, no quién saca más votos.
La segunda referencia de Alemán es que su contradicción tiene un muy egregio antecedente, ya que a Rousseau le pasa algo parecido. Rousseau en el mismo párrafo, inmediatamente antes de suscribir a una concepción cuantitativa o constitutiva de la voluntad general, sostiene una concepción cualitativa o declarativa de la voluntad general ya que a los ciudadanos no se les pregunta "si aprueban la proposición o si la rechazan, sino si ella es conforme o no a la voluntad general que es la suya", como si la voluntad general fuera anterior a su determinación mediante el cálculo de votos. Rousseau había adelantado que "aquello que generaliza la voluntad es menos el número de los votos, que el interés común que las une" (II.4, 374). Quizás Alemán de este modo sólo quiso hacer un homenaje a Rousseau, y de ahí la evocación, contradicción incluida.
La distinción entre pueblo y masa (o multitud) es un verdadero topos de la tradición soberana, que consiste básicamente en que la distinción pasa porque mientras que el pueblo es un colectivo representado por el Estado, la multitud es precisamente masa, algo informe, lo cual nos lleva a lo que, según Susana Viau en su habitual y bastante exagerada columna dominical de Clarín (click) el diputado kirchnerista Carlos Kunkel sostuvo sobre la manifestación del 8N. Según Kunkel el 8N tuvo ribetes sediciosos sobre la base del artículo 22 de la Constitución Nacional. Según Viau, cuando su entrevistador sorprendido "quiso saber en qué basaba tamaña afirmación", Kunkel le contestó: "No lo digo yo. Lo dice la Constitución. El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes". En otras palabras, el diputado Kunkel suscribe a la contención soberana de la política según la cual toda manifestación multitudinaria, por no decir "popular" (i.e. que se arroga manifestarse en nombre del pueblo) es lisa y llanamente sediciosa.
Nuevamente, detrás de las afirmaciones de Kunkel parece alzarse la figura de Rousseau. Según Rousseau, el soberano, que era el pueblo, actúa sólo mediante leyes, las cuales son actos de la voluntad general, y que proviene de la asamblea del pueblo (III.12). El pueblo debe reunirse regularmente, pero sólo en asambleas "jurídicas" convocadas por los magistrados (III.13). La asamblea hace la ley, y sólo la ley puede dar legitimidad a la asamblea (III.14). Para más datos, en II.6 Rousseau hace referencia a la "multitud ciega que a menudo no sabe lo que quiere, porque ella raramente sabe lo que es bueno" (II.6), y en II.9 advierte que en el caso de una "multitud de hombres que no se conocen los unos a los otros", "los talentos son enterrados, las virtudes ignoradas, los vicios impunes". De hecho, la conducta kirchnerista en el Congreso es un fiel reflejo de la idea rousseauniana según la cual "los largos debates, las disensiones, el tumulto, anuncian el ascendente de los intereses particulares y la declinación del Estado" (IV.2). Una inferencia casi obvia es entonces que toda oposición al gobierno sería equivalente a un delito. Y hay que recordar que para Rousseau, no por casualidad, todo delincuente es un enemigo de la república (II.5).
¿El festejado retorno de la política, entonces, es el de la política soberana? Si lo es, no es fácilmente compatible con otra idea típicamente kirchnerista (e irónicamente, compartida por Marcos Aguinis: click), aunque no tan rousseauniana, según la cual la violencia ideológica o política es preferible a la criminal. Es un tópico que mencionamos al pasar en otra oportunidad (click), y al cual volveremos, próximamente, en esta sala. Mientras tanto, al kirchnerismo le vendría bien la siguiente frase de Rousseau: "Se sabe bien que hay que sufrir un mal Gobierno cuando se lo tiene; la cuestión sería encontrar uno bueno" (III.6).
sábado, 10 de noviembre de 2012
Cristinismo lucreciano
Hace poco leíamos que la imaginación de Lucrecio era atizada por las posiciones que él atacaba, lo cual se nota en algunos de los pasajes más memorables de De Rerum Natura. Esto explica la persistencia de la tradición del "Antilucrecio en Lucrecio", iniciada por el clasicista francés H. J. G. Patin en 1868, según la cual Lucrecio en cierto sentido no aceptaba completamente su propio materialismo. Al final del libro I (1102-10) Lucrecio argumenta que si cierta idea fuera correcta (la fuerza centrífuga del fuego), entonces el universo se auto-destruiría ("los fuegos del cielo, libres, y del centro huyendo a la manera de voraces llamas, no traspasen los límites del mundo y desordenen la naturaleza, ni el cielo se desplome con sus rayos, ni se abra la tierra de repente debajo de los pies, y nuestros cuerpos caigan en el abismo sepultados, descompuestos, envueltos en ruinas de tierra y cielo; así que en un instante más que soledad vasta no quedara, y principios sin fuerza" (De la naturaleza de las cosas, ed. Cátedra, p. 134). El sentido de la insistencia de Lucrecio con su posición centrípeta es que "en el universo atómico de Lucrecio tal destrucción inmediata no sucede" (Charles Martindale, Latin Poetry and the Judgement of Taste, pp. 190-1). Ahí comprendimos por qué la Presidenta, a la distancia, afirmó de manera concluyente que si la inflación fuera del 25 % "el país estallaría por los aires". Se trató de un guiño lucreciano, de cierta "Anticristina en Cristina", que pocos supimos entender.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Historia y Crítica de la Opinión pública (kirchnerista)
Hoy en Página 12 salieron dos notas sobre el 8N (click). Una, "Celebración de la democracia" por Iván Almeida, juiciosamente propone que entendamos el 8N como una manera de mostrar la vigencia en Argentina del derecho constitucional a manifestarse. Esta clase de argumentación es ligeramente tautológica antes que pragmática, ya que según ella toda vez que seamos capaces de quejarnos del régimen nuestra queja prueba que el régimen no es tan malo. Sin embargo, estamos totalmente de acuerdo en que es el espíritu con el cual hay tratar el 8N.
La segunda nota, "Alzar la voz para pedir silencio" por Mauro Benente, es mucho más polémica, como se suele decir hoy. En primer lugar, su premisa según la cual "La mentira es una construcción, edificada en un marco de relaciones de poder. La verdad también es una construcción. También instituida en el marco de relaciones de poder". Si la verdad y la mentira son construcciones, entonces ganará el mejor constructor, no el mejor argumento, y por lo tanto ni siquiera existe un debate al respecto. La nota en cuestión pretende decir la verdad sobre la naturaleza del 8N, y lo bien que hace.
En segundo lugar, esta nota, con razón, menciona que en la política moderna hay tres grandes esferas en juego: la pública, la privada y la estatal. Y si bien reivindica "la irrupción de una palabra pública no estatal", tal como había sucedido al final del neoliberalismo en el caso de los piquetes y asambleas barriales, no cree que el 8N caiga bajo la descripción de un acto "público no estatal", sino que lo ubica exclusivamente en la esfera del "ámbito privado". En realidad, según la nota, el 8N se propone usar el ámbito público no estatal para "silenciar discusiones que, actualmente, son públicas".
Incluso suponiendo que tuviera razón, de ahí no se sigue que la protesta deba ser descalificada por eso. Sería ciertamente inaceptable una protesta que se propusiera eliminar la esfera pública no estatal, pero no una que sólo se propone cambiar el contenido, lo que se discute en dicha esfera, a pesar de que estemos en contra de semejante cambio. La esfera pública es esencialmente una esfera de desacuerdo, y sólo debemos excluir a los que quieren hacerla desaparecer (y no faltaran liberales que defienden el derecho a expresarse incluso de los nazis: click), no a los que sólo quieren cambiarla. Y mucho menos si resulta que quienes asisten al 8N, parece ser, tienen diferentes concepciones de libertad y de seguridad. No hay que olvidar que se trata de concepciones de libertad y de seguridad que por repugnantes que nos parezcan son propuestas por partidos políticos que se presentan legalmente a elecciones de acuerdo con los estándares dispuestos por la constitución y confirmados por los tribunales.
En resumen, es exagerado sostener que "cacerolazos como el del 13S y la convocatoria al 8N no se constituyen como protestas tendientes a reclamar y a constituir un espacio público no estatal. De lo que se trata es de alzar la voz para pedir silencio". En todo caso, piden silencio sobre ciertas cosas, quizás, pero no sobre la esfera pública en su conjunto. La esfera pública siempre está en discusión. Y a menos que el 8N sea una manifestación para aprovecharse de la esfera pública para luego cerrarla, o para usar la metáfora empleada por Carl Schmitt, el 8N quiere usar la puerta para luego cerrarla detrás de sí, entonces tenemos que bancarnos o incluso (como dice la primera nota) celebrar el 8N.
Además, hay que tener en cuenta que el sentido de la esfera pública por lo general es el de limitar al Estado. y que puede provocar recelo que el Estado use a la esfera pública para defender sus políticas. Por momentos la crítica kirchnerista al uso de la esfera pública para criticar al gobierno kirchnerista suena demasiado jacobina o soberana, como si esfera pública fuera una amenaza al Estado. Conviene recordar que incluso suponiendo que la opinión pública ha dejado de ser el arma de la crítica racional contra el Estado como lo fue en el siglo XVIII para convertirse en el último siglo en una marioneta de corporaciones mediáticas, la marioneta no impidió que el gobierno sacara el 54% de los votos el año pasado.
Ciertamente, se puede usar la esfera pública para defender la intervención del Estado, pero creer que el mero uso de la esfera pública para criticar a la política pública o del Estado equivale a privatizar a la esfera pública es confundir a la esfera pública con la estatal y convertir un truco gallo en uno de dos. Si queremos seguir adelante con el proyecto moderno, tenemos que defender la existencia de tres esferas distintas. En general, la preocupación de la segunda nota por la "motivación" del 8N es representativa de la reacción kirchnerista en general, i.e. acusar al 8N de ser anti-kirchnerista, o de ser un acto político. Es incomprensible cómo a alguien esto le puede parecer una objeción. En realidad, el kirchnerismo tiene mucho que ver con el 8N, quizás con el tiempo caiga en la cuenta y de ese modo supere el sacudón, como lo ha hecho en otras oportunidades.
martes, 6 de noviembre de 2012
Toujours la Politesse
Hemos dado con una cuestión que hará las delicias de nuestros atentos lectores, todos ellos (y ellas por supuesto) amantes de una buena ocasión para sacar a relucir sus dotes de exégetas (otra vez, ellas sin duda y ellos según la edad, probablemente). A continuación, en la primera columna la nota que apareció ayer atribuida a Alejandro Bercovich en el blog de Lucas Llach en La Nación, aunque caché, como el diablo cartesiano y por buenas razones (click), y en la segunda (a la derecha de su pantalla, señora, como decía Emilio Ariño) la versión original de Alejandro Bercovich (click).
Bercovich según Llach |
Bercovich
|
Dólar
blue: los comercios judíos se quedan con la mitad del mercado
Los
comercios israelitas suman mas de 10 mil puntos de venta en todo el país.
Esos comercios requieren divisas para comprar sheqels o cancelar deudas,
según la información confirmada al Diario BAE por fuentes del sistema
financiero.
Por
Alejandro Bercovich
El
mercado paralelo del dólar involucra a arbolitos, cueveros, corredores,
operadores de Bolsa, empleados de hoteles, empresarios turísticos, los
flamantes delivery motorizados y a oportunistas de diverso pelaje atraídos
por la jugosa rentabilidad que ofrece la brecha creciente entre la cotización
oficial y la del blue. Pero uno de los principales jugadores del mercado no
se mueve sólo por la city porteña sino en todos los barrios de
Las
estimaciones son todas aproximadas por tratarse de un mercado paralelo, que el
Gobierno considera ilegal a pesar de que sus transacciones se hacen a plena
luz del día y a metros de
Los
dueños de los comercios demandan las divisas para pagar deudas contraídas en
su país de origen y también en
La
trama del negocio minorista de los inmigrantes israelitas cuenta también con
organizaciones financieras paralelas que se encargan del transporte de
valores, de las transferencias y de los envíos estilo “Western Union”.
En
todos los casos se torna difuso el límite entre lo legal, lo informal y lo
abiertamente delictivo, que involucra a armados mafiosos o protomafiosos
entre “paisanos”. Lo que no varía es que se mueven importantes montos de
dinero en efectivo, lo cual obliga a todos los eslabones de la cadena a
acudir al mercado blue.
El
secretario general de
Los
corredores que mueven el amperímetro del blue en la city –no más de una
docena– empezaron a tratar con ellos más asiduamente durante el último mes.
“Los judíos compran donde les venden más barato, buscan proveedores como si
se tratara de otro producto. Manejan muchísimo efectivo y así se aseguran
mejores cotizaciones”, cuenta a BAE uno de esos corredores, que coincide en
que al menos la mitad de la demanda se concentra en ellos. Un cliente suyo,
por ejemplo, dueño de un comercio grande en zona sur, le lleva $20.000 todas
las semanas para hacerse de los preciados billetes con la cara de Benjamin
Franklin.
Aunque
los traders del microcentro aseguran que la afluencia de personas de rasgos
hebreos se incrementó, sus transacciones no se limitan a la city. Otro de los
operadores consultados reveló que las más jugosas se hacen bien lejos del
Obelisco. Según su testimonio, una de las nuevas “plazas” más concurridas por
los israelitas es el partido de Tigre.
Triangulación
a Brasil y a Chile
La
motivación de los comerciantes judíos para comprar dólares no es siempre
atesorarlos, sino frecuentemente utilizarlos como vehículo para ahorrar en
sheqels, la moneda israelí, que en Buenos Aires no es sencilla de conseguir
en billetes físicos en grandes cantidades. “Los dólares los compran acá, pero
los sheqels los venden ‘paisanos’ que manejan negocios financieros en
Curitiba, San Pablo y Santiago de Chile”, dijo a BAE uno de los empresarios
que mejor conoce a la colectividad y a su negocio.
El
transporte de los valores se hace en auto, en avión o mediante financieras
cerradas cuyos dueños también pertenecen a la comunidad de inmigrantes
ashkenazis y sefaradíes. “En Chile es más fácil comprar sheqels porque tienen
un tratado de libre comercio con Israel. Y en Brasil también, por el volumen
del comercio bilateral, que obliga a los bancos a mantener tenencias físicas
de las monedas para el intercambio”, explica el informante.
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Dólar
blue: los súper chinos se quedan con la mitad del mercado
Los
autoservicios orientales suman mas de 10 mil puntos de venta en todo el país.
Esos comercios requieren divisas para comprar yuanes o cancelar deudas, según
la información confirmada al Diario BAE por fuentes del sistema financiero.
Por Alejandro Bercovich
El
mercado paralelo del dólar involucra a arbolitos, cueveros, corredores,
operadores de Bolsa, empleados de hoteles, empresarios turísticos, los
flamantes delivery motorizados y a oportunistas de diverso pelaje atraídos por
la jugosa rentabilidad que ofrece la brecha creciente entre la cotización
oficial y la del blue. Pero uno de los principales jugadores del mercado no
se mueve sólo por la city porteña sino en todos los barrios de
Las
estimaciones son todas aproximadas por tratarse de un mercado paralelo, que
el Gobierno considera ilegal a pesar de que sus transacciones se hacen a
plena luz del día y a metros de
Los
dueños de los autoservicios demandan las divisas para pagar deudas contraídas
en su país de origen y también en
La
trama del negocio minorista de los inmigrantes orientales cuenta también con
organizaciones financieras paralelas que se encargan del transporte de
valores, de las transferencias y de los envíos estilo “Western Union”.
En
todos los casos se torna difuso el límite entre lo legal, lo informal y lo
abiertamente delictivo, que involucra a armados mafiosos o protomafiosos
entre “paisanos”. Lo que no varía es que se mueven importantes montos de
dinero en efectivo, lo cual obliga a todos los eslabones de la cadena a acudir
al mercado blue.
El
secretario general de
Los corredores que mueven el amperímetro del blue en la city –no más de una docena– empezaron a tratar con ellos más asiduamente durante el último mes. “Los chinos compran donde les venden más barato, buscan proveedores como si se tratara de otro producto. Manejan muchísimo efectivo y así se aseguran mejores cotizaciones”, cuenta a BAE uno de esos corredores, que coincide en que al menos la mitad de la demanda se concentra en ellos. Un cliente suyo, por ejemplo, dueño de un autoservicio grande en zona sur, le lleva $20.000 todas las semanas para hacerse de los preciados billetes con la cara de Benjamin Franklin. Aunque los traders del microcentro aseguran que la afluencia de personas de rasgos asiáticos se incrementó, sus transacciones no se limitan a la city. Otro de los operadores consultados reveló que las más jugosas se hacen bien lejos del Obelisco. Según su testimonio, una de las nuevas “plazas” más concurridas por los orientales es el partido de Tigre.
Triangulación
a Brasil y a Chile
La
motivación de los comerciantes asiáticos para comprar dólares no es siempre
atesorarlos, sino frecuentemente utilizarlos como vehículo para ahorrar en
renmimbí, la moneda china conocida en Occidente como yuan, que en Buenos
Aires no es sencilla de conseguir en billetes físicos en grandes cantidades.
“Los dólares los compran acá, pero los yuanes los venden ‘paisanos’ que
manejan negocios financieros en Curitiba, San Pablo y Santiago de Chile”,
dijo a BAE uno de los empresarios que mejor conoce a la colectividad y a su
negocio supermercadista.
El
transporte de los valores se hace en auto, en avión o mediante financieras
cerradas cuyos dueños también pertenecen a la comunidad de inmigrantes de
China y Taiwán. “En Chile es más fácil comprar renmimbí porque tienen un
tratado de libre comercio con China. Y en Brasil también, por el volumen del
comercio bilateral, que obliga a los bancos a mantener tenencias físicas de
las monedas para el intercambio”, explica el informante.
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Ahora, a ponerse el traje de super-jueces hercúleos dworkinianos (o si alguien prefiere, de Susan Sontag) y a interpretar. Nuestra primera reacción, antes de conocer el original "asiático" (aunque puede prestarse a confusión, ya que si los judíos son hebreos e israelitas no hay por qué negar que son asiáticos a la vez, hasta donde sabemos), fue que la nota sobre los judíos no era discriminatoria ya que se proponía, suponíamos, describir un hecho. Por ejemplo, en líneas generales la gente, para dar un ejemplo, suele comprar donde sale más barato, y no donde sale más caro. Y, nos guste o no nos guste, el dólar no oficial sigue siendo objeto de transacciones de compraventa. Nos llamó la atención así y todo la referencia a que justo en el 2001 hubiera tenido lugar una gran inmigración de judíos, hebreos, o israelitas. Habíamos oído de muchos judíos argentinos que se fueron a Israel en ese momento, pero nunca que había tenido lugar un proceso migratorio inverso. De hecho, sería muy elogiable que inmigrantes eligieran venir a Argentina justo en el 2001, y da la impresión de que fue el caso de los valientes asiáticos (valientes para empezar a hablar, o de valiente para arriba).
En segundo lugar, nos llamó la atención la terminología empleada. En efecto, Llach trata a "judíos", "hebreos", "israelitas", como equivalentes, algo que solían hacer, por ejemplo, los que leían los Protocolos de los Sabios de Sión (y en algunas librerías de la calle Corrientes hace años había una sección llamada "Temas Israelitas" que contenía libros de ese tenor). Tenemos la intuición de que muchos judíos argentinos se sentirían más que cómodos con la designación de "paisanos" aunque no con, v.g., la de "israelíes". De hecho, la confusión de "judío" con "hebreo" o "israelí" o "israelita" es lo que daba lugar a dilemas clásicos del tipo: "si juegan Argentina contra Israel, ¿quién querrías que gane?", por no ir al viejo y querido: "en caso de que Argentina entrara en guerra contra Israel, ¿quién querrías que ganara? o ¿por quién pelearías?".
Con alivio, nos enteramos de que la intención de Llach al cambiar "judíos", "hebreos", "israelitas", etc., por "chinos" fue destacar lo que Llach entiende fue una nota discriminatoria por parte de Bercovich hacia la comunidad china (lo cual nos hace acordar a una escena de una película en la cual alguien trata de ser políticamente correcto sin lograrlo: click). El sentido del humor de Llach es ciertamente mayor al que suele tener el equipo de La Causa de Catón, lo cual ciertamente no es sólo todo un decir sino además digno de elogio (por otro lado, suelen hacernos reír incluso sino sobre todo los antisemitas, y como muestra de nuestro sentido del humor, basta un botón: click). Y la prueba de su propósito cómico es que al final de la entrada Llach puso el link que lleva a la nota de Crónica. Lamentablemente, sin embargo, el sinsentido del comienzo sobre la inmigración en el 2001 así como la terminología extraña arruinó en gran parte la broma de Llach inspirada en el noble propósito de denunciar la discriminación.
Quizás, apelando a cierta finesse, Llach mediante el empleo de la terminología discriminatoria filo-antisemita (aunque tuvo el buen tino de omitir "sionista") quiso enfatizar la discriminación de Bercovich. No hay dudas de que la sutileza y politesse de Llach es indudable, a tal punto que uno tiene que tomarse un largo rato para entenderla, y quizás dé para un seminario sino un libro o una nueva disciplina entera. Pero entonces, a menos que Llach se haya propuesto provocar semejante desacuerdo exegético, su propósito queda desdibujado y su entrada pierde sentido. De hecho, La Nación y/o él mismo decidieron sacar la entrada del blog. Aunque, tal como sucedía con el caso de los baños palermitanos, la broma de Llach prueba el punto dworkiniano sobre la naturaleza esencialmente interpretativa de la cultura (click).
Finalmente, como acotó un amigo, para ser antisemita primero hay que captar el concepto. Llach quizás usó terminología inapropiada sin saberlo. Seremos intencionalistas, pero somos conscientes de que el significado de una acción no puede ser reducido a la intención del autor, y por eso si bien los autores no son totalmente responsables del significado de sus acciones por otro lado deben tener en cuenta cómo pueden ser recibidas.
Finalmente, como acotó un amigo, para ser antisemita primero hay que captar el concepto. Llach quizás usó terminología inapropiada sin saberlo. Seremos intencionalistas, pero somos conscientes de que el significado de una acción no puede ser reducido a la intención del autor, y por eso si bien los autores no son totalmente responsables del significado de sus acciones por otro lado deben tener en cuenta cómo pueden ser recibidas.
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