"Habría un medio de asombrar al universo,
haciendo algo totalmente nuevo: la República, por ejemplo".
Georges Clemenceau, carta al conde de Aunay,
17 de agosto de 1898
Una teoría política clásica
La tesis central de este libro es muy simple. Un retrato fiel del republicanismo debe contener al menos cinco rasgos fundamentales: libertad, virtud, debate, ley y patria. Estos cinco rasgos, a su vez, son incompatibles por definición con el perfil aguileño y ultrapersonalista de César, o de su equivalente moderno, el cesarismo. Esta breve lista de rasgos sirve asimismo como un test infalible para detectar republicanos. En efecto, de te fabula narratur: si usted está en contra de la dominación, no tolera la corrupción, desconfía de la unanimidad y de la apatía cívicas, piensa que la ley está por encima incluso de los líderes más encumbrados, se preocupa por su patria mas no soporta el chauvinismo, y cree, por consiguiente, que el cesarismo es el enemigo natural de la república, entonces usted es republicano, aunque usted no lo sepa.
Por supuesto, una descripción de los rasgos o conceptos básicos de un discurso político no sirve solamente un propósito estético, sino que constituye a la vez una agenda, i.e. un recordatorio de cuestiones que toda persona interesada en el republicanismo se debería plantear.
Ciertamente, la idea misma de catalogar, incluso brevemente, los rasgos elementales con los que debe contar todo retrato republicano, es sumamente audaz, ya que la republicana es una muy larga y rica historia que abarca diferentes clases de repúblicas y republicanismos, desde sus orígenes romanos hasta la actual República de Francia, pasando por las repúblicas tardomedievales, temprano-modernas y la norteamericana, sin dejar de lado varios autores tan diferentes como Cicerón, Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau, Jefferson, Kant, Hegel (vengan de a uno), Tocqueville, y siguen las firmas. Así y todo, creemos que los aspectos republicanos que constituyen los capítulos de este libro dan forma, tal como suelen decir los wittgensteinianos, a un aire o parecido de familia que caracteriza a todos los miembros de la estirpe republicana.
Nuestro retrato del republicanismo es de raigambre definitivamente clásica, en más de un sentido. En primer lugar, en términos cronológicos, ya que todos los temas a discutir figuran predominantemente en la obra de Cicerón, Salustio, Tito Livio, etc. A decir verdad, para la época de este último, el republicanismo ya parecía anticuado, a juzgar por la pregunta que se hace en su prefacio a su narración sobre Los orígenes de Roma —algo así como la historia oficial republicana— si al relatar “los logros del pueblo romano” hacía algo “que valiera el esfuerzo”, puesto que le parecía que “el tema es viejo y trillado”. De hecho, para algunos el nombre mismo de republicanismo suele estar asociado con el conservadurismo o la defensa del statu quo, o en todo caso queda reducido a una teoría de la división del poder.
Sin embargo, lo que para algunos puede parecer un discurso (en el sentido más amplio de la extensión que incluye conceptos, prácticas, instituciones, etc.) vetusto, para otros se trata de una tradición política con una muy rica historia, tal como sucede con las personas entradas en años, quienes jamás son “viejas” sino “experimentadas”. De hecho, gracias a las investigaciones de, v.g., Quentin Skinner sobre el republicanismo, esa muy rica historia ha sido revitalizada a tal punto que se ha convertido en una de las opciones en boga del menú contemporáneo de teoría política, tal como lo muestra la obra de Philip Pettit.
De ahí que la obra de pensadores cronológicamente clásicos como Cicerón, Salustio o Tito Livio, puede ser clásica además en sentido valorativo, ya que en lugar de haberse vuelto obsoleta, ha devenido digna de ser leída y discutida en todas las épocas.
En cuanto a los que creen que el republicanismo no es sino una ideología de la consagración del statu quo, ellos se olvidan no solamente del énfasis republicano en el debate y en el conflicto sino además de la lucha encarnizada del republicanismo a lo largo de su historia contra la dominación. En realidad, lo que suele suceder es que para algunos revolucionarios el republicanismo parece ser conservador, y para algunos conservadores sucede exactamente lo contrario, i.e. el republicanismo parece ser revolucionario. Esto se debe a que el republicanismo trata de articular el debate político con la autoridad de la ley, el cambio radical con la continuidad jurídica, lo extraordinario y lo ordinario.
De hecho, la distinción a ultranza entre conservadurismo y revolución no tiene mucho sentido, a menos que estemos dispuestos a conservar todo o a revolucionar todo. En última instancia, la cuestión es siempre qué debemos hacer aquí y ahora.
En lo que atañe a la reducción del republicanismo a una suerte de fobia al poder, vamos a ver que el republicanismo no solamente se preocupa por controlar el poder, sino que además no tiene reparos en utilizarlo generosamente, siempre al servicio de la libertad de los ciudadanos. Como muy bien sostienen los autores de El Federalista, “el vigor del gobierno es esencial para la seguridad de la libertad”. Ciertamente, “la libertad es a la facción lo que el aire es al fuego, un alimento sin el cual expira instantáneamente”. Sin embargo, “no sería menos una locura abolir la libertad, la cual es esencial para la vida política, porque nutre a la facción, que desear la aniquilación del aire, el cual es esencial para la vida animal, porque le imparte al fuego su agencia destructiva”.
Debido a su insistencia en la necesidad de la virtud como complemento indispensable del gobierno de las instituciones, también se lo suele acusar al republicanismo de “moralizar” y de “juridificar” lo político. Sin embargo, tendremos ocasión de comprobar que la moralización republicana de lo político es o bien anodina, ya que toda discusión política gira alrededor de ciertos valores —y quienes acusan al republicanismo de moralizar lo político también lo hacen en defensa de cierto valor—, o bien la acusación misma es el resultado de un malentendido acerca del papel que debe cumplir la virtud cívica al menos dentro del discurso republicano.
De ahí que Maurizio Viroli tenga mucha razón al recordarnos que la virtud sigue siendo tan “necesaria en nuestra república como en las repúblicas del pasado”, debido a las experiencias de nuestra casa: "por efecto de la debilidad crónica de la conciencia civil en nuestro país, habíamos aceptado tranquilamente y todavía aceptamos prácticas clientelares y políticas de favores, para no hablar del sistema de corrupción política que ha imperado por décadas, y del gobierno de los delincuentes que ha tomado el puesto del gobierno de las leyes en zonas importantes del territorio del Estado". Por otro lado, cierta “juridificación” del conflicto político es inevitable si es que deseamos evitar el anarquismo.
De ahí que Maurizio Viroli tenga mucha razón al recordarnos que la virtud sigue siendo tan “necesaria en nuestra república como en las repúblicas del pasado”, debido a las experiencias de nuestra casa: "por efecto de la debilidad crónica de la conciencia civil en nuestro país, habíamos aceptado tranquilamente y todavía aceptamos prácticas clientelares y políticas de favores, para no hablar del sistema de corrupción política que ha imperado por décadas, y del gobierno de los delincuentes que ha tomado el puesto del gobierno de las leyes en zonas importantes del territorio del Estado". Por otro lado, cierta “juridificación” del conflicto político es inevitable si es que deseamos evitar el anarquismo.
¿Oxford vs. Cambridge?
Cuentan que el legendario filósofo de Oxford, Derek Parfit, dividió alguna vez a los que se dedican a la historia de la filosofía en dos grandes categorías. Por un lado, los arqueólogos, quienes tratan de entender el pasado en aras de sí mismo y además tienen que interpretar los artefactos que encuentran a raíz de sus excavaciones sobre la base de evidencia imperfecta. Para poder entender el significado de los artefactos —sean, v.g., vasijas o libros— los arqueólogos deben hacerse preguntas sobre el papel que desempeñaba el artefacto en cierta forma de vida particular. Por el otro lado, se encuentran los profanadores de tumbas, quienes no solamente cometen un acto ilegal sino que además, y fundamentalmente, toman un artefacto, sea una tumba o el Leviatán de Thomas Hobbes, y le dan un uso completamente diferente al que alguna vez tuvo.
Fuente: Bastión Digital
15 comentarios:
Excelente...casi como está escrito como por un Maquiavello entre gauchos. E
Muchas gracias! Lo tomo como un cumplido.
Por estas tierras parece que el republicanismo no es más que la ideología de los opositores.
Cuando los "republicanos"llegan al gobierno, se termina esa distinción que hace Rousseau: "Un defecto esencial e inevitable que hará siempre inferior el gobierno
monárquico al republicano, es que en éste el voto popular casi
siempre lleva a los primeros puestos a hombres esclarecidos y capaces,
que hacen honor a sus cargos, en tanto que los que surgen en las monarquías,
no son a menudo sino chismosos, bribonzuelos e intrigantes,
talentos mediocres que una vez elevados a las altas dignidades de la
corte, no sirven sino para demostrar al público su ineptitud."
Pero al menos, debemos agradecer al filósofo, cuyo análisis nos ha confirmado que hasta el 09/12/2015 (a las 24:00 hs) vivíamos en una monarquía de bribones e intrigantes.
Rogamos para que algún día el maestro ginebrino tenga razón.
Los republicanos creen que un pueblo virtuoso siempre puede elegir mejor que un monarca. Maquiavelo dice algo muy parecido a lo que dice el pasaje muy apropiado de Eduardo.
Perdon por el off topic pero conociendo la debilidad de los autores del blog por estas joyas del pensamiento político agradeceria, de ser posible algún comentario de tan esclarecedora nota..
http://www.tiempoar.com.ar/articulo/view/57369/y-si-hablamos-de-corrupcion-en-serior
Estimadx Anónimx: muchísimas gracias por el comentario. Asumimos que no es la primera vez que entra al blog, a juzgar por su muy certera referencia a "la debilidad de los autores del blog" por la obra de Brienza, en particular su muy destacada participación en la esfera pública. Hay dos grandes razones por las cuales no hemos tratado aún la nota a la cual Ud. tan amablemente se refiere. La primera es que debemos confesar que no la conocíamos. De hecho, es un gran alegría saber que Brienza continúa dando rienda suelta a su intelecto. La segunda es que a veces tememos que nuestros lectores están saturados de Brienza, por contradictoria que parezca la expresión. Pero con mucho gusto vamos a encargarle a nuestro especialista en Brienza que por favor comente esta nueva joya de Brienza. La verdad sea dicha, nuestro especialista en Brienza está más preocupado por publicitar su nuevo libro sobre el republicanismo que por el blog. Mientras tanto, valga nuestro recuerdo de la obra de Brienza: http://lacausadecaton.blogspot.com.ar/search/label/Brienzana
Lo prometido es deuda: http://lacausadecaton.blogspot.com.ar/2016/05/viva-la-corrupcion.html. Muchas gracias!
Buenas tardes. Ud. afirma que "la ley está por encima incluso de los líderes más encumbrados", lo cual es una una frase de enorme contenido poético. Pero, cualquiera que conociera de cerca el Poder Legislativo --aun de aquellas conformaciones excepcionales, como las asambleas constituyentes-- , sus circunstancias y sus hombres sentiría el crujir de sus bisagras republicanas. A menos que la ley, para sobreponerse al factor humano necesitara de un tiempo de añejamiento, como ciertos licores nobles, para despojarse de cualquier traza de falible humanidad. No entiendo por qué una ley sería mejor que el Hombre que la sancionara. Seguramente, me falta mucha información y credenciales académicas; escucho sus sugerencias para desaburrarme. Muchas gracias!
Estimadx Anónimx de las 15:41, muchas gracias por su muy interesante comentario. Da la impresión de que su comentario hace referencia a dos, por así decir, niveles distintos. Por un lado, (1) el empírico. Por ejemplo, cuando hace referencia al Poder Legislativo y cómo funciona efectivamente, i.e. bastante alejado de los ideales republicanos (por eso es que el ideal republicano de la primacía de la ley por sobre los gobernantes (en sentido amplio) es “de enorme contenido poético”). Por el otro, (2) el valorativo, como cuando afirma que “No entiendo por qué una ley sería mejor que el Hombre que la sancionara”. En otras palabras, no queda del todo claro si la objeción al republicanismo es que este último es (1) ingenuo (o incluso perverso) porque está alejado de la realidad o que en realidad (2) el republicanismo se equivoca valorativamente ya que existen seres humanos tan virtuosos (ética o intelectualmente o ambas cosas) que deben prevalecer incluso por encima de las leyes (se trata de una creencia muy común en ciertas épocas de la Humanidad en las cuales había muy poca gente virtuosa y por eso no había otro remedio que instituir fuertes gobiernos unipersonales, ya que confiar el gobierno a la comunidad política entera tal como sucede en las democracias era condenar a esa sociedad al fracaso; dichas épocas datan de varios siglos a. C.; a partir del siglo V a.C. en Atenas y probablemente antes en Roma, había resultado muy difícil defender el gobierno de un ser humano antes que el de la comunidad entera y por lo tanto el de las leyes). En todo caso, en el cap. 4 de Razones Públicas estudia la cuestión de la ley con más detalles e incluso tiene una sección dedicada a discutir la vieja cuestión sobre si es preferible el gobierno de las leyes o el de los “hombres”.
"sin dejar de lado varios autores tan diferentes como Cicerón, Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau, Jefferson, Kant, Hegel (vengan de a uno), Tocqueville, y siguen las firmas"--- el vengan de uno de Hegel es muy bueno... Saludos... te empece a leer aca como me sugeriste en Twitter...
Hola Marcelo. Muchas gracias por tu comentario. Me alegra mucho que hayas entrado al blog. Acá hay un video sobre teoría política que te puede interesar: https://www.youtube.com/watch?v=DSAknDejkTY&t=11s. Es la introducción a un curso que hubo este año en el Cabildo.
Acabo de escuchar tu disertacion de teoria politica en Youtube... realmente fantastico todo lo que explicaste... insisto en tu simpleza dentro de lo complicado de la filosofia para una persona como yo que como te dije en twitter no termine mi secundario... Un par de cosas q te quiero comentar... El ejemplo de la peluqueria me encantaria hablarlo personalmente contigo, porque soy peluquero hace 32 años..jajaja... te harias un festin con el cliente interno (empleados) y con el externo (clientes)... esto me lo explicaba un amigo que dictaba clases en La Universidad de Moron de Sociologia... Gracias por el link q me pasaste... seguiremos con tu blog para instruirnos mas... Saludos
Hola Marcelo, muchísimas gracias por tu comentario y perdón por la demora. Usé el ejemplo de la peluquería pero porque pensé que no iba a ser tan relevante o llegado el caso gracioso ya que se supone que es una actividad pacífica, pero parece que es más relevante de lo que hubiera creído a primera vista.
Excelente este blog. Por fin algo que sirve para el debate.
Excelente e interesante artículo. Es la primera vez que entro al blogg, lo compartiré con mis alumnos. Particularmente me quedé pensando en las posibles conexiones entre el pensamiento liberal político moderno y el ideal republicano clásico. ¿Podría afirmarse que el liberalismo recoge en varios aspectos el ideal republicano? (división de poderes, imperio de la ley, cargos temporales, representación, control entre facciones, etc). Pero a la vez, ¿dónde radicarían las diferencias entre ambos posicionamientos?
Genial el epílogo! me quedé con la intriga sobre cuál oficio venera Usted, si a los arqueólogos o a los profanadores de tumbas. En lo personal profeso el dogma Bobbiano de los "asuntos recurrentes".
Pablo Mandrile
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