Para ilustrar su posición al respecto, Croxatto compara la Constitución de Chile, que es una construcción cultural podríamos decir, con otras construcciones literales. En efecto, en esta nota el autor narra el dilema ético que se plantea en Chile acerca de si un puente construido por Pinochet tiene que ser dinamitado, pese a su utilidad, y/o de lo que sucede en Alemania con las autopistas de Hitler. En Austria, cuenta Croxatto, "no crean... museos de la memoria; han elegido dinamitar (tirar abajo) los edificios donde funcionaron oficinas de regímenes genocidas". Por lo demás, Croxatto agrega que "Bauman [N. de la R.: el prolífico sociólogo suponemos] entiende que los crímenes de esos regímenes son parte de su 'construcción', de su 'legado', son su 'precio'. No son "separables" el puente y los muertos. Vienen juntos. No se pueden separar".
Ahora bien, la muy desafiante tesis de Croxatto es que "si 'censuramos' los crímenes, debemos censurar lo que viene vinculado a ellos" (nuestros lectores recordarán otros desafíos semejantes de otras tantas notas de este autor: democracia y derechos y milagros kirchneristas). El desafío fascinante que representa esta tesis se debe a que oscila entre dos extremos.
Por un lado, (1) esta tesis es completamente obvia. En efecto, muy poca gente dice "X me parece moralmente valioso porque es criminal o porque tiene que ver con un crimen". En realidad, la gran mayoría desaprueba por definición cualquier cosa que tenga que ver con un crimen, o al menos, para decirlo al revés, la gran mayoría no le concede valor moral a algo por el hecho de que sea criminal. Por el otro, (2) esta tesis es un disparate difícil de superar, ya que no solamente desaprueba los actos criminales e incluso sus consecuencias (lo cual es obvio) sino que además quiere borrar todo rastro de ellos. Y éste parece ser el camino tomado por Croxatto.
Por un lado, (1) esta tesis es completamente obvia. En efecto, muy poca gente dice "X me parece moralmente valioso porque es criminal o porque tiene que ver con un crimen". En realidad, la gran mayoría desaprueba por definición cualquier cosa que tenga que ver con un crimen, o al menos, para decirlo al revés, la gran mayoría no le concede valor moral a algo por el hecho de que sea criminal. Por el otro, (2) esta tesis es un disparate difícil de superar, ya que no solamente desaprueba los actos criminales e incluso sus consecuencias (lo cual es obvio) sino que además quiere borrar todo rastro de ellos. Y éste parece ser el camino tomado por Croxatto.
Según la tesis de Croxatto, entonces, no solamente habría que destruir las pirámides de Egipto y los avances científicos logrados merced a los experimentos moralmente atroces de los nazis (v.g. acerca de la adaptación humana al frío extremo), sino además las autopistas de la Ciudad de Buenos Aires, el Monumental (o al menos las refacciones del 78), los cascos que hoy en día usan los soldados estadounidenses (el diseño es nazi), la democracia (su filiación con la esclavitud es obvia para cualquiera que conozca la historia de Grecia), la libertad (ídem), las fiestas o la cultura en general (Nietzsche, Girard), las juventudes políticas, los Estados, etc.
Y si sumáramos a la tesis genealógica (Y es criminal porque fue creado por el criminal X) la tesis del uso (Y es criminal porque fue usado por el criminal X), entonces deberíamos borrar todo rastro de la ESMA, los ferrocarriles, el gas, el chucrut, los Juegos Olímpicos, las universidades, el idioma alemán, los medios de comunicación, la publicidad oficial, etc. (en otras palabras, lo que habíamos llamado "nazismo anodino": nazis eran los de antes). Lo único quizás que seguiría en pie es la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, ya que los nazis no crearon ni usaron algo semejante.
Croxatto podría replicar que tal como lo muestra el ejemplo que usa de la Constitución de Chile, la idea no es destruirla sino reemplazarla por otra. Y otro tanto se aplicaría a las autopistas, diseños, etc. Sin embargo, (a) no conviene mezclar instituciones jurídicas con edificios, u obras en sentido metafórico con obras literales (quizás la gran moraleja de esta nota), y además (b) da la impresión de que los mismos costos que impiden la destrucción de las obras son los que explican por qué no tiene sentido construir, v.g., otra autopista. Después de todo, si bien la moral no debe estar supeditada a la economía de ahí no se sigue que toda decisión ineficiente y/o que haga caso omiso de la economía es eo ipso moral.
Y si sumáramos a la tesis genealógica (Y es criminal porque fue creado por el criminal X) la tesis del uso (Y es criminal porque fue usado por el criminal X), entonces deberíamos borrar todo rastro de la ESMA, los ferrocarriles, el gas, el chucrut, los Juegos Olímpicos, las universidades, el idioma alemán, los medios de comunicación, la publicidad oficial, etc. (en otras palabras, lo que habíamos llamado "nazismo anodino": nazis eran los de antes). Lo único quizás que seguiría en pie es la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, ya que los nazis no crearon ni usaron algo semejante.
Croxatto podría replicar que tal como lo muestra el ejemplo que usa de la Constitución de Chile, la idea no es destruirla sino reemplazarla por otra. Y otro tanto se aplicaría a las autopistas, diseños, etc. Sin embargo, (a) no conviene mezclar instituciones jurídicas con edificios, u obras en sentido metafórico con obras literales (quizás la gran moraleja de esta nota), y además (b) da la impresión de que los mismos costos que impiden la destrucción de las obras son los que explican por qué no tiene sentido construir, v.g., otra autopista. Después de todo, si bien la moral no debe estar supeditada a la economía de ahí no se sigue que toda decisión ineficiente y/o que haga caso omiso de la economía es eo ipso moral.
Louis C. K. parece haber leído esta nota, o una muy parecida: (si no hay tiempo, conviene ver desde 2:51), y la comenta mucho mejor que nosotros:
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