Sin duda, la designación de diplomáticxs, en especial embajadorxs, muchas veces obedece a criterios puramente políticos, por así decir. Pero en este caso, la designación tendría que haber sido de una persona que no sólo comparta obviamente la política exterior del gobierno sino que además cuente con una destacada formación diplomática y sea capaz de lograr el objetivo que se propuso el gobierno, i.e. recuperar diplomáticamente lo que suele ser llamado las Malvinas. A primera vista no parece ser el caso, aunque hay apariencias que engañan.
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