Ha llegado a nuestros oídos el rumor de que Juan Pablo Varsky expresó públicamente su deseo de que La Causa de Catón se ocupara de la aplicación del VAR à la Argentina. Huelga decir que, amén de estar agrandados como alpargata de gordo, para nosotros los deseos de Juan Pablo Varsky son órdenes.
Varsky tiene absolutamente razón cuando sostiene que la aplicación del VAR ha sucumbido al clima nietzscheano que suele predominar en estos días. Dicho clima está condensado en la tan conocida frase: “no existen los hechos sino las interpretaciones”. A pesar de que Pinola le pega una patada clarísima que impacta en la pierna del rival, lo cual debería haber sido penal y expulsión, el árbitro, por suerte para River, no actuó en consecuencia.
Por alguna razón, nos hemos acostumbrado a creer que si una acción involucra a un ser humano entonces tiene que ser interpretada, y que dicha interpretación sigue la doctrina Chavela Vargas, a saber, hacemos con ella lo que se nos da la rechingada gana. Hemos visto que lo mismo sucede en el derecho, por ejemplo en relación al 2 x 1 y al caso Chocobar.
De hecho, fue para explicar por qué el fallo Muiña es conforme al derecho válido que utilizamos el recordado caso del Colorado de Felipe, el árbitro del cuento de Dolina que aplicaba el reglamento según el carácter moral de los jugadores involucrados. Algo similar sucede ahora en el fútbol, aunque en lugar de tener en cuenta el carácter moral de los jugadores lo que cuenta es su camiseta. Por supuesto, como bien agrega Varsky, a River mismo le sucedió algo similar contra Lanús.
Lo más extraordinario es que la patada de Pinola, como todo hecho físico, no requiere interpretación, no al menos en el sentido que se le suele dar al término. En efecto, los árbitros cuando cobran una infracción no juzgan la intención del jugador sino los efectos de su acción. Hasta donde sabemos, el reglamento de fútbol no exige que para que el árbitro cobre un penal hace falta entender el mensaje que envía el jugador que comete la infracción, sino que debe comprobar la existencia de un impacto físico. Por supuesto, en algunos casos el reglamento sí habla, por ejemplo, de la mano intencional, pero no exige que toda acción sea intencional para que pueda constituir una infracción.
Claramente, si Pinola hubiera tenido sus ojos completamente vendados y le hubiera dado la patada al jugador de Independiente entonces no habría sido penal, ya que su responsabilidad habría sido casi objetiva por no decir edípica. Pinola no hubiera sabido lo que hacía. Pero en el caso en cuestión en realidad Pinola se comportó por lo menos imprudente o negligentemente, lo cual es suficiente para cometer un penal. Lo que hace falta para evaluar la responsabilidad del infractor es que no haya tomado precauciones suficientes para evitar el contacto. Ir corriendo a toda velocidad contra un jugador adversario no parece ser la mejor manera lograrlo, no al menos sin un milagro, es decir, la interrupción de la normatividad de las leyes naturales por un acto divino.
Dado que se trata de un hecho físico y no de un texto, una imagen (sea a primera vista o sobre todo la del VAR) es más que suficiente para constatar el penal. De hecho, los seres humanos están más capacitados para tratar con imágenes que con textos, debido a que evolutivamente, sobre todo en el Pleistoceno, mucho antes de whastappear o enviar mensajes de texto, los seres humanos tenían que tratar con otras fieras. Y cuando una fiera se aproximaba era suficiente percibir su imagen para reaccionar en consecuencia, sea escapando de ella o atacándola. Si alguien daba a entender que se acercaba un león, nadie empezaba a citar a Nietzsche ni a preguntarse por “¿desde dónde lo decís?”, ni espetaba “es más complejo”. Lo mismo sucede con los retratos que describen fidedignamente a sus retratados, desde el cuadro de la batalla de Waterloo de los Scots Greys hasta el autorretrato de Rembrandt.
Para someter a prueba la imparcialidad de la decisión arbitral podemos usar un test imaginado por Jonathan Wolff, inspirado en la teoría de la justicia de John Rawls. Supongamos que por alguna razón justo en la víspera de un River-Boca no hay árbitros disponibles y supongamos además que la única persona capacitada para dirigir este partido es el Muñeco Gallardo. No sería sorprendente en absoluto que los de Boca se opusieran a que Gallardo fuera el árbitro del partido, quizás porque proyectan sus propios deseos.
Ahora bien, asumamos que la AFA cuenta con una droga que logra que quien dirija un partido de fútbol se comporte perfectamente al tomarla e incluso arbitre mejor, incluso si fuera el mismísimo Gallardo. El único efecto colateral es que produce una pérdida de memoria altamente selectiva: uno no se acuerda cuál club de fútbol dirige ni de qué club uno es hincha, ni tampoco puede oír a quien intente hacérselo recordar, etc. De ahí que tal vez Gallardo sepa que es técnico de un club, pero no recuerda de cuál. Lo mismo sucede con sus simpatías futbolísticas: sabe que tiene una, pero no sabe cuál es. Si por alguna razón decidiera perjudicar al otro equipo, precisamente, no sabría entonces a cuál de los dos perjudicar. De ahí que para no correr riesgos, se esfuerza todavía más en ser lo más imparcial posible. La ignorancia es la que explica su imparcialidad.
Vale la pena preguntarse entonces: ¿si no se hubiera tratado de River, habría sido la misma la decisión del árbitro en la jugada de Pinola? O, siguiendo a Varsky, ¿la omisión del penal contra Lanús no habría tenido lugar si River no hubiera estado ganando 2 a 0?
En conclusión, algo no puede ser más complejo solamente porque somos hinchas del club en cuestión. La vida es lo suficientemente compleja como para que nos la pasemos inventando nuevas complejidades. Ojalá que nos demos cuenta a tiempo.
28 comentarios:
Gracias por la interpretación de la situación problemática.
“Dado que se trata de un hecho físico y no de un texto, una imagen (sea a primera vista o sobre todo la del VAR) es más que suficiente para constatar el penal.”
Ojalá le surgieran a todos las mismas palabras al momento de ver una imagen o secuencia de imágenes como ésta –o cualquier otra. Como eso no sucede, nos apoyamos en una cierta organización o configuración de la situación que está siendo discutida (una cierta Gestalt) que incluye acentuaciones, deseos, intereses, modos de sequitur lógico, afectos y diferencias entre la significación de los términos. La perspectiva es Gestáltica, pero las Gestalten son objetivas (En la imagen central, tanto el uso de fuerza excesiva como el choque casual son objetivos, aunque relativos a perspectivas: sólo pueden ser vistos si se asume una cierta perspectiva, pero eso no los torna subjetivos). A partir de esa perspectiva gestáltica se formulará un discurso que será interpretado según una parte del reglamento que, de existir un mínimo de consenso entre las perspectivas gestálticas participantes, podría ser el siguiente:
«Si una infracción implica un contacto físico, se penalizará con un tiro libre directo o penalti.
• “Imprudente” significa que un jugador muestra falta de atención o de consideración o actúa sin precaución al disputar un balón a un adversario. No será necesaria una sanción disciplinaria
• “Temeraria” significa que un jugador realiza una acción sin tener en cuenta el riesgo o las consecuencias para su adversario, y deberá ser amonestado
• “Con uso de fuerza excesiva” significa que el jugador se excede en la fuerza empleada, pone en peligro la integridad física del adversario, y deberá ser expulsado»
Dependerá de las Gestalten de cada cual decidir por cualquiera de las opciones - o ninguna- estipuladas por el reglamento. Quedará a consideración de la perspectiva gestáltica de cada cual definir si hubo imprudencia, o si fue un choque casual y no hubo infracción. Hasta aquí llega la parte descriptivo-epistemológica que, en definitiva, es inseparable de la normativa, ya que los individuos deben defender sus Gestalten con razonamientos morales por la necesidad de afirmarse en ellas contra los otros. Y debe procederse de esta manera, porque de lo contrario estaríamos negando nuestros intereses; lo que es equivalente a decir que nos estaríamos negando a nosotros mismos. He aquí las limitaciones de la ética: no podemos ni queremos conducirnos éticamente en todo momento a menos que queramos auto suprimirnos. No es más complejo. Una hinchada festejó. Otro se quejó.
Hola Cristian, muchas gracias por tu comentario. La jugada de Pinola no es una cuestión psicológica, sino un hecho natural cuya relevancia ha sido identificada por una convención como el reglamento de fútbol. Si hubo un contacto físico de cierta clase al menos imprudente, o que en todo caso haya sido responsabilidad del jugador, entonces el árbitro debe cobrar penal y a veces incluso amonestar o expulsar al jugador. El hecho natural es muy similar a lo que sucedía incluso en el Pleistoceno. Lo que no existía en el Pleistoceno era el Reglamento de Fútbol, pero ni siquiera el Reglamento del Fútbol puede cambiar los hechos naturales. E insisto, para poner a prueba la imparcialidad de la decisión, es suficiente con imaginar qué habría pasado si el árbitro es hincha de alguno de los dos clubes pero no sabe cuál es cuál. Es muy probable que en esos casos los sesgos de nuestro cerebro queden reducidos al máximo.
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Lo que ocurre es que el árbitro es kantiano. Y considera que Pinola no realizó una acción intencional (imprudente) derivada de su libertad, sino que su cuerpo intervino como mero objeto físico sujeto a la causalidad natural. Pinola no fue un agente racional sino un cuerpo natural. Según el SAK (Sindicato de árbitros kantianos) sólo cuentan como infracciones las entradas cometidas por agentes noumenales, no así las colisiones de cuerpos humanos sometidos a la causalidad. Esta es la postura oficial del Club River Plate respecto del affaire "Pinola".
Lo que yo veo es una secuencia de imágenes que se organizan o configuran en una red holística de experiencias que incluye afectos, intereses, modos de sequitur lógico, acentuaciones, significaciones de términos etc.; y es partir de esa perspectiva gestáltica que yo construyo –más bien formulo- el “hecho natural” que es en realidad más ficcional, parcial y sesgado de lo que se suele creer. Dos oraciones formalmente contradictorias como “El jugador hizo un uso de fuerza excesiva – hubo un choque casual entre ambos jugadores” pueden ser ambas verdaderas, en la medida en que fueron derivadas de diferentes líneas de argumentación, con diferentes presupuestos, definiciones de términos, premisas y Gestalten de la situación problemática. Si mi perspectiva determina que fue un choque casual, no hubo infracción y, por lo tanto, no fue penal, mal que le pese a los hinchas de independiente o a quienes suscriben a una teoría de la verdad por correspondencia.
En el pleistoceno no había hechos, porque nadie podía formularlos. A lo sumo existieron homo-erectus huyendo de bestias agresivas.
El experimento mental que mencionas es muy interesante. El problema es que no podemos desprendernos de nuestros intereses y preferencias en el momento decidir sobre una situación problemática. La imparcialidad solo es posible en el nivel lógico-imaginario en el que está pensado el experimento, pero no prueba nada en términos de realidad efectiva.
Pinola va directo a la pelota, cosa esperable de cualquier jugador, esto es, no va al adversario sino que su pierna lo encuentra luego.
El VAR desvirtúa la jugada, pues la muestra en camara lenta, motivo por el cual suponemos que Pinola puede sacar la pelota, mirar al adversario, disminuir su velocidad y bajar la pierna todo en milésimas de segundos.
Pinola no es un robot.
Muiña es un ser humano.
Soy de Lanus.
Gracias Andrés!!!!
Cristian, me parece que no entendiste mi punto. En primer lugar, si “no podemos desprendernos de nuestros intereses y preferencias en el momento decidir sobre una situación problemática” entonces no tengo razón alguna para creer que la teoría del Gestalt es correcta. En segundo lugar, nosotros tenemos el mismo cerebro que tenían los seres humanos durante el Pleistoceno, ya que fue ahí que el cerebro tal como lo tenemos hoy en día se ha formado. Así que también los seres humanos en aquel entonces detectaban hechos como la aproximación de un león. La patada de Pinola es un hecho, muy similar al desplazamiento de un león. Y la repetición en el VAR nos permite entenderlo todavía más “fácticamente” por así decir. En cuarto lugar, ¿cómo podés creer que el choque fue “casual”, si Pinola no es ciego y de hecho fue directo a donde estaba la pelota a sacársela al jugador de Independiente? A lo suma podrás decir que no fue intencional, pero el reglamento no exige intención sino que es suficiente que Pinola haya sido responsable por su acción, es decir, que se haya comportado de modo negligente o imprudente.
Perdón, salté del segundo lugar al cuarto sin pasar por el tercero.
Hola Andrés, muchas gracias por el comentario. Efectivamente, el árbitro entendió que Pinola es un cuerpo determinado por leyes naturales. Al SAK, por otro lado, no le debe resultar fácil arbitrar partidos disputados exclusivamente entre seres noumenales, cuyos resultados deben ser tan contrafácticos como dichos jugadores y sus partidos.
Milady, muchas gracias por el comentario. Si entiendo bien, tu punto es que Pinola no quiso derribar al jugador de Independiente. Pero ese no es el punto. La cuestión es si lo derribó y si dicha acción puede serle atribuida. Algo similar se le puede atribuir a la velocidad de Pinola. Es cierto que no es lo mismo estar corriendo a toda velocidad y luego observar lo sucedido desde una cámara. Pero la velocidad también es responsabilidad del jugador.
Andrés, creo no haberme explicado bien. En primer lugar, presuponés que los hechos nos son dados a la experiencia de forma directa, automática, sin mediación del lenguaje ni de ninguna organización o configuración de la experiencia que incluya afectos, intereses, modos de sequitur lógicos, significación de términos, etc. El significado particular que le asignas al término “hecho” difiere del de otra perspectiva gestáltica que la define como una formulación lingüística que se realiza a partir de la experiencia. Entonces, de acuerdo a cierta perspectiva gestáltica, los humanos del pleistoceno, al carecer de lengua, no experimentaban hechos sino desplazamientos, gestos, agresiones, temores, que a su vez también podrían diferir de las perspectivas gestálticas de otros seres humanos de esa época, habiendo experimentado emociones distintas o contrarias. Pero con la introducción o creación de la lengua todo cambia: pueden formularse hechos, y este punto es decisivo. Dada una igual secuencia de imágenes, La formulación del hecho “La patada ilegítima de Pinola” puede formularse a su vez como “el choque casual entre Pinola y Benitez”. El choque es casual porque Pinola despeja la pelota primero y Benitez se cruza después en la jugada de forma imprudente. En todo caso, la negligencia fue de Benitez, quien debió haber evitado intervenir en la jugada. El punto es que ambas perspectivas gestálticas son correctas y las dos tienen razón de acuerdo a su propia organización de la cuestión, Aunque las Gestalten sean objetivas. De esto se sigue que la imparcialidad es imposible, y por eso el experimento de Wolff es inútil para explicar la situación.
Responderé sin tanta pompa . Cuando pinola sale a despejar la pelota Benítez no está en el lugar donde se produce el impacto. Pinola no puede evaluar todas las posibilidades de que un jugador se ubique en el lugar de la la trayectoria de su cuerpo dos segundos después de impactar la pelota. De esta forma queda totalmente descartada la expulsión. El penal es lo más subjetivo. Les sugiero https://youtu.be/T7w65ogNDaM
Cristian, todavía no explicaste por qué tenemos razones para adoptar la teoría del Gestalt si todos los hechos ya provienen de cierta perspectiva: "si no podemos desprendernos de nuestros intereses y preferencias en el momento decidir sobre una situación problemática” entonces no tengo razón alguna para creer que la teoría del Gestalt es correcta". Si no podés responder esto, el Gestalt es para los que creen que el Gestalt es para ellos, nadie más. El Gestalt entonces sería una variante del tema de Chavela Vargas. Después están las demás objeciones, que tampoco respondiste (me parece que la más importante es la del cerebro humano, que sigue siendo básicamente el mismo que en el Pleistoceno). En fin, ya dimos toda la vuelta (y no vale la pena perder más tiempo entonces convenciendo a las máquinas que no somos robots, lo cual es cada vez más difícil).
Hola Bestiapop, muchas gracias por el comentario. Según tu teoría es casi imposible cometer un penal contra un jugador que estuviera en movimiento. Para que haya penal, el jugador tendría que estar quieto, o en todo caso sus jugadas deberían ser fácilmente previsibles. A los grandes jugadores, entonces, que se caracterizan por ser imprevisibles, sería muy difícil cometerles penal.
Por las dudas, aclaro que con "Pleistoceno" me refiero al final del período.
La perspectiva es gestáltica, pero las Gestalten son objetivas. En otras palabras, dada una secuencia objetiva de imágenes, pueden darse una pluralidad de perspectivas gestálticas determinadas por la configuración holística del individuo que incluye diversos intereses, modos de sequitur lógico, acentuaciones, significaciones de términos, etc. Las razones para aceptar la teoría es que explican mejor el desacuerdo, puesto que permite mostrar cómo dada una misma secuencia de imágenes pueden darse múltiples perspectivas gestálticas igualmente valiosas pero mutuamente incompatibles. Los criterios de valorización se dan al interior de cada perspectiva gestáltica, con lo cual es esperable que no estés de acuerdo con la teoría que propongo. Y a su vez, los criterios de corrección de las teorías se dan hacia dentro de la teoría misma, sea cual sea. Cada teoría le marca los límites a las otras.
En el mismo sentido podría preguntarte por qué la teoría del positivismo jurídico es correcta y qué razones tengo yo para aceptarla.
De más está decir que la carta Chavela Vargas aplicaría para cualquier teoría, sea el interpretativismo, el iuspositivismo, etc. Sería más un recurso de rechazo afectivo que otra cosa.
Los hechos no se presentan ante nuestros ojos. Los hechos se narran. El hecho es lo que se dice del suceso (y también es polémico sostener la existencia de los sucesos). No hay hechos por fuera del lenguaje (escrito-oral). El ser humano del pleistoceno no sabía leer ni escribir, y se limitaba a huir o enfrentar a las fieras de acuerdo a su organización gestáltica de la situación (valentía, cobardía, posibilidad de supervivencia). Si eso es un hecho natural es porque nosotros lo podemos narrar ahora, a través del lenguaje escrito.
Ya te respondí, si no te convenció, el problema es semántico, afectivo o metafísico; pero la teoría sigue siendo plausible.
O sea que según alguna Gestalt yo puedo decir que vos no escribiste comentario alguno en este blog, ya que "Los hechos no se presentan ante nuestros ojos. Los hechos se narran".
Claro que sí. Por qué no?
Es como un cuento de Borges, en el que nunca hemos comentado esta entrada del blog.
O como ese otro, en el que los comentarios eran virtualmente interminables.
Gracias por tu respuesta.no, me parece que no me interpretaste bien. yo hablaba de eso para expulsion.al ser un juego entre personas y dinámico ,el sentido común debe ser lo que debe primar. el hecho de que el impacto sea tan posterior al despeje hace pensar que queda descartada la intencionalidad y capacidad de Pinola de preveer el choque (expulsion) . cuando se habla que la imagen es clara para cobrar penal al principio de esta entrada yo me pregunto cual imagen....?..hay una foto del momento exacto del despeje, que si uno la ve, no puede nunca decir que eso termina en penal. dos o tres segundos después hay contacto. por otro lado uno ve la foto del contacto y no le queda duda que fue penal. entonces hay que usar el sentido común y ver la secuencia. no la imagen. En ningún momento digo que no fue penal como vos me adjudicas (por favor releeme ) sino que digo que el penal es subjetivo (habra que aplicar el sentido común del decisor). lo que descarto de plano es la expulsion, seria "acción temeraria".....Saludos cordiales
Si el penal es "subjetivo" entonces no existe, o solamente estamos hablando de nosotros mismos ("para mí que el mejor gusto de helado es granizado de chocolate"). Por lo tanto, no tiene sentido discutir sobre penales, así como no tiene sentido discutir sobre gustos de helado.
Lamentablemente es más complejo, porque cada uno se apoya en una configuración u organización (una cierta Gestalt) de la situación problemática que está siendo discutida. Sin embargo, esto no lleva a un “relativismo subjetivo”, sino, en todo caso, a un relativismo objetivo. La perspectiva es gestáltica, pero las Gestalten son objetivas (en la secuencia de imágenes, tanto Pinola Como Benitez y la pelota son objetivos, aunque relativos a perspectivas: sólo puede ser vista la infracción o el choque casual si se asume una cierta perspectiva, pero eso no las vuelve subjetivas).
Me pareció que ya había quedado claro que es más complejo, porque en realidad ni siquiera sabemos si estamos teniendo incluso esta conversación, como en el cuento de Borges.
Qué cuento de Borges? Quizás lo que sucede es que no estamos hablando de la misma cosa. No hay comunicación, sino tan sólo, en todo caso, una especie de interacción, en donde cada parte atiende y selecciona pedazos, sectores o recortes de lo que la otra parte dice, y vamos tejiendo así una cadena de superposiciones parciales que garantizan cierto entendimiento fragmentario, parcial y auto-centrado. O quizás Descartes se equivocó y todavía seguimos soñando.
Andres, reconozcamos que no es tan simple, por algo se han escrito toneladas de papel sobre la culpa con o sin representación, los distintos tipos de dolo, etc...O sea que definir si la acción fue imprudente (claramente no fue ni intencional ni temeraria) puede exigir cierto grado de interpretación. Pinola logró el objetivo lícito de rechazar el balón con amplio margen y recién el contacto se produjo cuando la pelota estaba llegando a la Belgrano media. Pudo representarse ese resultado en función de la posición de Benitez (que estaba inicialmente fuera de su alcance visual), el largo del pasto y la humedad??? No se, al final el derecho es lo que los árbitros (con o sin VAR) dicen que es...
Saludos
Alejandro
Hola Unknown. Muchas gracias por el comentario. Por supuesto, el derecho es lo que los árbitros dicen que es y por eso probablemente ganó River. Pero esa no es la discusión. La cuestión es si el fallo fue correcto. Pinola fue bastante imprudente y el reglamento no exige que la falta sea intencional. Para decirlo al revés, a menos que Pinola haya actuado como Edipo o como resultado de un acto reflejo, no veo cómo escapar a la conclusión de que fue penal. Además, el árbitro no quiso ni siquiera ver el VAR.
Perdón, debí haber dicho "Alejandro".
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