jueves, 4 de octubre de 2012

(Algunos) Militantes, eran los de antes




El siguiente párrafo de san Hilario, que Sarmiento usa en sus Comentarios a la Constitución de la Confederación Argentina (que junto con su debate con Alberdi Editorial Hydra acaba de editar: Constitución y Política, con prólogo de N. Botana, mééééééééé), mutatis mutandis, parece ser una descripción no sólo de la conducta de la "militancia" de la época de san Hilario, sino de una parte de la actual:

‘“Debemos gemir”, decía san Hilario, “del error de nuestro tiempo, por donde se cree que Dios necesita de la protección de los hombres y por el cual se solicita el poder del siglo para defender la Iglesia de Jesucristo. Yo os ruego, a vosotros que os creéis ser obispos, me digáis, ¿de qué apoyo se sirvieron los apóstoles para predicar el evangelio? ¿Qué potencias les ayudaron a anunciar a Jesucristo y a hacer pasar casi todas las naciones de la idolatría al culto de Dios? ¿Acaso san Pablo formaba la Iglesia de Jesucristo con edictos del emperador? ¿O los sostenían la protección de Nerón, Vespasiano o Decio, cuyo odio hizo latente el lustre de la doctrina celeste? […]. Pero ahora, ¡ah!, ventajas humanas hacen recomendable la fe divina, y tratando de autorizar el nombre de Jesucristo, se hace creer que es débil por sí mismo. La Iglesia amenaza con destierro y prisiones y quiere hacerse creer por fuerza, después de que ella se ha fortificado por los destierros y las prisiones. Ella se glorifica de verse favorecida por el mundo, después que no pudo ser de Jesucristo, sin ser del mundo aborrecida […]. He aquí la Iglesia en comparación con aquella que nos había sido confiada y que nosotros dejamos perder’ (p. 117).

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