lunes, 19 de agosto de 2019

Asterix contra Nerón: Una explicación de las PASO



En el ámbito de la economía, todos los especialistas—y no solo ellos nos animamos a acotar—conocen el célebre dictum de Paul Samuelson: “existen cuatro clases de países: desarrollados, subdesarrollados, Japón y Argentina”. A la luz del resultado de la elección “PASO” del último domingo habría que decir algo muy parecido otra vez, al menos en relación al país del Che Guevara, Maradona, Borges y Gardel.

En efecto, agudas inteligencias vernáculas como las del escritor Mempo Giardinelli, el periodista Roberto Navarro, el matemático Adrián Paenza y el filósofo José Pablo Feinmann—entre muchos otros—no sin razón temían que, para decirlo con términos técnicos, la subjetividad de los argentinos iba a caer presa fácilmente de la colonización mediático-tecnológica del Big Data y el Grupo Clarín. Por supuesto, la vulnerabilidad del pueblo era tal que este último podía ser víctima de un fraude electoral o bien de un hackeo cerebral, o probablemente ambas cosas.

Huelga decir que el resultado de las PASO mencionado ut supra ha hecho que al menos algunas de esas inteligencias revieran en cierto sentido su posición. El filósofo Feinmann, sensiblemente aliviado, sostuvo que “el sujeto libre se adueñó de la historia” (click). En efecto, el resultado de las PASO fue “un triunfo de la subjetividad libre. El poder mediático no ha logrado esta vez colonizar las conciencias. Se votó en contra de lo previsto por el aparato macrista de propaganda y sometimiento de los sujetos”.

Roberto Navarro, por su parte, constató que “Alberto será el próximo presidente” ya que “le ganó al Big data, a los medios hegemónicos, a la manipulación” y que “lo hizo con Cristina, con Axel, con el peronismo, la militancia, los estudiantes, los sindicatos, las organizaciones sociales y unos pocos periodistas que no mintieron”.

La cuestión, entonces, es cómo explicar este resultado inesperado, el triunfo de la subjetividad libre contra la dominación mediática. Los países desarrollados, los subdesarrollados y Japón podrán haber caído presa del sometimiento mediático-global, pero Argentina no.

Una primera hipótesis es de índole genética. Hay algo en el ADN argentino que impide la colonización, e incluso la cibercolonización, de la argentinidad. Por ahora se trata solamente de una hipótesis y además no estamos en condiciones de poder pronunciarnos al respecto ya que, como es de público conocimiento, nuestro campo de estudio se limita a la teoría social por así decir.

Una segunda hipótesis puede ser geográfica. Es la particular ubicación espacial de nuestro país—e incluso por qué no su ubicación temporal ya que el espacio está íntimamente ligado con el tiempo—la que explica por qué la subjetividad nacional permanece impertérrita ante la globalización tecnológica-mediática. En el actual contexto global, Argentina es como la aldea de Asterix, el último bastión que se resiste a los embates de la dominación del César globalizante.

Una tercera hipótesis, que puede estar relacionada con las dos primeras, es de naturaleza cultural y gira alrededor del peronismo. Alguna vez Adrián Paenza, inspirado probablemente por la obra del historiador israelí Yuval Harari, nos advirtió sobre los peligros del hackeo cerebral. Sin embargo, ni Paenza ni Harari evidentemente eran conscientes de los anticuerpos que el peronismo inculca en sus adherentes. Esta hipótesis quizás sea la más poderosa, aunque corre el riesgo de postergar la explicación en lugar de proveerla, ya que todo científico a esta altura seguramente se está preguntando por la explicación del peronismo, lo cual podría redirigirnos a la primera y/o la segunda hipótesis.

Una cuarta hipótesis, ciertamente relacionada con la tercera, es la que esbozó Roberto Navarro tal como hemos visto más arriba: “Alberto será el próximo presidente. Le ganó al Big data, a los medios hegemónicos, a la manipulación. Lo hizo con Cristina, con Axel, con el peronismo, la militancia, los estudiantes, los sindicatos, las organizaciones sociales y unos pocos periodistas que no mintieron”. Esta explicación, como se puede apreciar, es de naturaleza moral. Es la clase de explicación favorita de los grandes filósofos de la Antigüedad como Platón y Aristóteles. En el fondo, la moral prevalece por sobre el interés. Cuando “el peronismo, la militancia, los estudiantes, los sindicatos, las organizaciones sociales y unos pocos periodistas que no mintieron” (nos permitimos agregar al mismísimo Roberto Navarro dentro de este último colectivo, ya que la modestia de Navarro le impidió hacerlo a él mismo) se ponen de acuerdo, no hay nada que los pueda detener, ni siquiera el Big Data, las corporaciones mediáticas o el propio genio maligno cartesiano.

Ciertamente, las explicaciones morales cobran mayor vigencia toda vez que los pueblos deben hacer frente a desafíos tales como las proverbiales tiranías. En efecto, hablando de César y tal como lo sostiene el fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero—que a juicio de Martín Granovsky es “el español que más sabe sobre América Latina”— “Macri es un nuevo Nerón” (click). En rigor de verdad, ante Nerón, la única explicación que cabe es moral, si es que nos interesa por supuesto seguir siendo libres.

Queda por ver si la libertad puede ella misma terminar siendo explicada por las ciencias humanas, probablemente con la ayuda de la psicología cognitiva, lo cual nos permitiría exportar al resto del mundo el secreto de la defensa de la soberanía nacional ante el embate corporativo de la globalización. Sin embargo, la explicación de la libertad parece ser una paradoja que solo puede ser explicada y resuelta a su vez por los filósofos, aunque a expensas obviamente del Big Data. Una verdadera antinomia de la razón.

viernes, 16 de agosto de 2019

2 x 1: de Trilogía a Tetralogía



Lo que hasta hace poco era una trilogía para En Letra: Derecho Penal (click) se acaba de convertir en una tetralogía con un análisis del fallo Batalla publicado por la Revista de Derecho Constitucional de la USAL: "El interpretativismo y la Retroactividad de la Ley Penal" (click). Muchas gracias a ambas publicaciones.