lunes, 25 de febrero de 2013

Némesis

No es ninguna novedad que el país está atravesado por un clima polémico que lo divide en kirchnerismo y antikirchnerismo. El equipo de La Causa no podía ser una excepción: era una cuestión de tiempo que la sangre llegara al río dentro del blog. En nuestro caso, fue el debate desatado por las afirmaciones de Pichetto en el Honorable Senado de la Nación (Senador, lo que se dice Senador...) lo que provocó la escisión. Claro que en el caso de La Causa, orgullosa representante de la antigua prosapia republicana, el debate quizás se deba además en el fondo a que precisamente uno de los presupuestos básicos de la distinguida tradición retórica republicana consiste en que en política siempre es posible argumentar in utramque partem, es decir, a favor de ambas partes del conflicto.

El punto es que, como nuestros lectores recordarán, uno de los miembros de La Causa, quien guarda cierta distancia frente al kirchnerismo y además reveladoramente no puede ser descripto como"argentino argentino" para seguir con la terminología pichettista, sigue preocupado por el carácter al menos indirectamente discriminatorio de la distinción pichettista entre, por así decir, argentino puro o hasta la muerte, como decía Rimoldi Fraga, y argentino de cierta clase. 

Otro de los miembros de La Causa, tampoco precisamente argentino argentino sino con suerte argentino de cierta clase, aunque kirchnerista (tampoco kirchnerista kirchnerista, sino kirchernista de cierta clase), cree sin embargo que los dichos (o en realidad el dicho) de Pichetto no son tan execrables como parecen a primera vista. En primer lugar, la distinción de Pichetto no implica que un argentino argentino o puro sea mejor que un argentino de cierta clase, o "impuro", a los fines de nuestra discusión. De hecho, debe haber mucha gente (probablemente muchos uruguayos, chilenos, brasileños, etc., e incluso argentinos) que no prefieren ser argentinos argentinos o puros, sino que, si no tuvieran alternativa, preferirían ser argentinos impuros o con soda. Dicho sea de paso, quizás no sea casualidad sino antes bien fruto de la previsión anti-pichettista que el sitio de facebook "judíos kirchneristas" no lleve la palabra "argentinos" en su nombre (judíos kirchneristas).

En segundo lugar, y nobleza obliga, no debemos olvidar que el Senador Pichetto pudo sobreponerse a sus creencias e intereses, que es exactamente lo que se espera de un funcionario público (ya hablamos de esto: Acerca de los Deberes de un Funcionario), y defender la propuesta del tratado con Irán hecha por un Canciller que no es exactamente argentino argentino. Semejante fortaleza merece cierto reconocimiento. En tercer lugar, quizás el dicho de Pichetto (lindo nombre para un blog o una cantina: "el dicho de Pichetto") es un homenaje a la festejada boutade de Sacha Cohen en su última y excelente película "El Dictador". En efecto, quienes la vieron recordarán la escena en la que el protagonista hace referencia a un policía en términos de "fascista, pero no en el buen sentido de la expresión". Quizás Pichetto se propuso simétrica o especularmente hacer referencia a los "judíos argentinos, pero no en el mal sentido de la expresión". Después de todo, no hay que tomarse tan serio lo que dice un jefe de bloque en el Senado de la Nación en el momento en que se debate un tratado internacional, el cual una vez aprobado adquiere rango constitucional. ¿No?

Así y todo, como La Causa no es abolicionistapara qué nos vamos a engañar (ningún republicano lo es)plantea sin tapujos el problema. Si la justicia determinara que Pichetto fuera penalmente responsable, habría que dilucidar qué hacer al respecto. Al decir de otra gran película, "Snatch", habría que buscar la némesis de Pichetto, es decir, un castigo justificado aplicado por un agente apropiado, y además apropiado para el sujeto en cuestión. Un castigo apropiado para Pichetto, a sabiendas de que estamos caminando sobre hielo muy delgado y al borde de violar innumerables convenciones internacionales sobre derechos humanos, sería una semana en Miramar en febrero, alimentado a base de borsch y jrein (nada de comida árabe-judía, porque es muy rica). Si se llegara a comprobar que se trató de una reincidencia, dos semanas en Miramar, la misma comida y con Rikudim dos veces por día todos los días, deberían ser suficientes. Y si hiciera falta, como ultima ratio y alejándonos del castigo como una retribución para enviar un mensaje consecuencialista a la sociedad, del tipo: esto no se hace, la colección completa de 678 y un dvd interactivo con los juegos de palabras de Sergio Bergman (quien gracias a Pichetto pudo salir de las piedras bajo las que se ocultaba, y esto también es imperdonable). Sepa Dios impedir que lleguemos a este extremo. En cuanto al agente apropiado, sería cualquiera que no fuera argentino argentino, o, en realidad, alguien como Pichetto.

    

«¿Uds. saben lo que significa "némesis"? La imposición justificada de retribución manifestada por un agente apropiado, personificado en este caso por un horrible hijo de puta... yo» 


viernes, 22 de febrero de 2013

Senador, lo que se dice Senador...



Un senador argentino, el Sr. Pichetto, jefe del bloque kirchnerista, ha hecho una distinción que hará las delicias de nuestros lectores y probablemente las de varios especialistas en análisis de la cultura (por favor, no queremos sugerir que nuestros lectores no lo sean, adelantándonos un poco, y parafraseando a Pichetto, deberíamos en realidad distinguir entre "lectores especialistas en análisis de la cultura" y "lectores lectores", o al revés). En efecto, se trata de la distinción de "argentinos de religión judía" (a partir de ahora, y con la anuencia del senador, vamos a llamarlos "argentinos judíos" para simplificar, aunque entendemos que para el senador quizás nuestra caracterización en realidad designa un conjunto vacío) y "argentinos argentinos" (la cual sugiere que puede haber algo así como "judíos judíos").

La distinción hecha por el senador Pichetto plantea al menos dos grandes cuestiones: (a) ¿qué quiso hacer? y (b) ¿qué hacer al respecto? Una interpretación caritativa sugeriría que Pichetto no quiso discriminar sino que quiso distinguir entre los judíos argentinos y los argentinos argentinos, entiendo por esto último un tipo de argentino que es en verdad argentino o más argentino que otros (argentinos, por supuesto; no tendría sentido decir que un argentino es más argentino que, v.g., un uruguayo). Pichetto no niega la argentinidad del judío argentino, sino que distingue grados de argentinidad. Es lo que haríamos nosotros si dijéramos en una frase, v.g.: "pero argentino, lo que se dice argentino, es Maradona, no Bielsa". En algunos casos, en efecto, la repetición no es redundante sino enfática. De paso, al equipo de La Causa le provoca curiosidad saber si Pichetto diría, v.g., que el Canciller Timerman es "argentino argentino", o para el caso que la senadora Rojkes de Alperovich y compañera de bloque es "tucumana de religión judía" o "tucumana tucumana".

O lisa y llanamente, con la predicación categorial o existencial Pichetto quiere dar a entender cierta valoración, tal como lo hacía Nietzsche cuando decía que Sócrates no era griego, o en ciertos tele-teatros cuando quien es obviamente el padre niega ser el padre de su hija, o este equipo no tiene defensa (cuando obviamente tiene varios jugadores ubicados en esa posición), etc. Se trata de un giro que podemos usar para dar a entender que alguien no cumple satisfactoriamente con lo que esperamos de esta persona. Que los filósofos morales se ocupen de decir si semejante interpretación es o no discriminatoria.

Uno de los miembros del equipo de La Causa, diríamos "argentino judío" según la caracterización de Pichetto antes que "argentino argentino", nos hace saber que de muy pequeño él creía que los judíos no hacen asados, ni juegan al truco, tienen acento alemán, son puntuales, etc. Y para su asombro, luego entró en contacto con quienes resultaron ser judíos y que, efectivamente, hacen asado, juegan al truco, no tienen acento alemán, son impuntuales, etc. La obvia conclusión a la que llegó, niño precoz él, fue que cometió la sinécdoque de confundir a los judíos alemanes con los demás judíos. De ahí que quizás Pichetto pudo haberse criado, v.g., en la casa de Hannah Arendt. Y no habría que descartar la hipótesis de que Pichetto mismo sea judío, y por lo tanto incurra en uno de los tantos casos de antisemitismo judío. Claro que lo que fue precoz para un niño no lo es necesariamente para un hombre que tiene sus años como Pichetto.

Una segunda interpretación es que Pichetto, quizás simpatizante del Bicho, inconscientemente influido por el rumor insistente el mismo día de la llegada de Maradona como DT a Argentinos Juniors, lisa y llanamente haya dejado fluir su simpatía por dicho equipo y de ahí el "argentinos, argentinos!" (quizás los taquígrafos se olvidaron de agregar la coma e incluso un enfático signo de admiración). Tampoco hay que olvidar en este contexto el famoso "argentinos, a las cosas" con el que Ortega y Gasset nos tratara de amonestar a no sabemos bien qué, pero de todos modos hasta ahora sin efecto.

Una tercera interpretación, y no van a faltar los que la defiendan, es que Pichetto cometió un acto de discriminación sin más, curiosamente en público, en la Cámara misma del Honorable Senado de la Nación, mientras debatía la firma de un tratado con Irán. De hecho, no sabemos si existe registro de algo semejante en los anales de nuestro Congreso. Lindo tema para investigar. Por si hiciera falta, cabe recordar que Pichetto ya había hecho referencia a dos judíos (Jesús y Judas) en la famosa sesión por la resolución 125 mientras observaba fijamente al vicepresidente Cleto, pero no había aclarado si entendía que Jesús, por ejemplo, era judío judío (lo cual, por supuesto, se debió a obvias razones teológicas ya que la controversia, digan lo que digan, continúa).

Finalmente, la pregunta leninista: ¿qué hacer? Sin duda, dado que la discriminación es un delito según la ley argentina, no faltarán quienes deseen dar parte a las autoridades para que tomen cartas en el asunto. Este blog, fiel defensor del Estado de Derecho, se pronuncia en el mismo sentido, para que la justicia misma se expida sobre el caso. Mientras tanto, sería razonable que el presidente del Senado, Amado Boudou, siguiera el camino tomado por los árbitros argentinos cuando la hinchada de River entona sus cánticos discriminatorios en relación a Boca (aunque nótese que los árbitros paran el partido cuando los hinchas de River declaran a viva voz que van a matarlos a todos, pero sí cuando incurren en xenofobia, lo cual provoca una natural curiosidad: ¿qué es peor?), de tal forma que Boudou debería detener las deliberaciones del jefe de su bloque hasta que Pichetto detuviera su discriminación. De hecho, Boudou detuvo al comienzo una intervención de Pichetto, pero por otra razón. Nosotros, como Crónica, firmes junto al pueblo y no abandonamos nuestra fe iluminista, parafraseando a Hobbes, si nos permiten: paulatim eruditur senatus.      

miércoles, 20 de febrero de 2013

ARBA o el Regreso de la Ley puramente Penal



(Fuente de la foto: https://www.facebook.com/docentefernandocarlos?ref=stream)


Este cartel de ARBA adolece de una seria confusión y es contraproducente no sólo en términos conceptuales sino además prácticos o políticos. En efecto, se trata de la reivindicación de lo que la jerga neo-escolástica solía llamar la ley puramente penal. Según esta teoría, tal como lo indica el cartel, uno puede elegir entre (A) cumplir con el derecho o (B) cumplir con la condena correspondiente por incumplimiento, como si el cumplimiento fuera equivalente al incumplimiento con castigo, como si al derecho le diera lo mismo entre ambas opciones. En otras palabras, el castigo es sólo un precio que puede ser más o menos atractivo según la psicología del consumidor.

En realidad, ni siquiera en términos económicos es completamente apropiada la equivalencia. Al dueño de un negocio no le da lo mismo si salimos del establecimiento sin llevarnos nada, o si salimos llevándonos algo pagando el precio. Obviamente, el dueño preferiría lo segundo antes que lo primero. Al derecho tampoco le da lo mismo, aunque preferiría el cumplimiento antes que el incumplimiento con su precio. No le sirve de nada tener las cárceles llenas y el fisco vacío. He aquí el problema práctico o político.

Pero además queda el problema conceptual. El castigo no es un precio ni una tasa o arancel, sino la consecuencia normativa del incumplimiento de un deber. Por si quedan dudas, podríamos imaginar el siguiente ejemplo. Supongamos que alguien incumple con el derecho porque prefiere (B: incumplimiento con condena) antes que (A: cumplimiento). Al momento de aplicarle la opción (B) sin embargo un defensor de la teoría de la ley puramente penal podría ofrecer una nueva alternativa: entre (A1) cumplir con la condena del primer incumplimiento o (B1) un nuevo incumplimiento con otra condena. Como es de imaginar, es tentador al momento de hacer cumplir (B1) es tentador ofrecer un nuevo trato, esta vez, digamos, (A2) o (B2), y así sucesivamente al infinito (N). Pero supongamos que no hay más tratos después de BN, que la cadena termina ahí. La pregunta obvia en este último caso sería :¿por qué no terminó la cadena en BN-1? y así sucesivamente hacia atrás, hasta llegar a la alternativa original entre (A) y (B). Pero si el ejemplo todavía deja dudas pensemos en este otro caso. La teoría de la ley puramente penal debería sostener que al derecho la de exactamente mismo (A) no matar (o lo que fuera) o (B) matar (o lo que fuera) con la condena correspondiente. Por alguna razón (moral) muy pocos estarán dispuestos a compartir esta creencia.

Ya Hobbes en sus Elementos Filósoficos o De Cive como se lo suele llamar, había criticado a quienes creen que «las acciones en contra de la ley civil, cuando la pena está definida por la ley misma, son expiadas» si los que las realizan «se someten a la pena voluntariamente», y por lo tanto «no son reos ante Dios por haber violado la ley natural […] los que han pagado la pena que la ley exigía», como «si por ley no se prohibiera la acción, sino que se propusiera la pena como un precio al cual se pusiera a la venta una licencia de hacer las acciones que están prohibidas por ley» (Elementos Filosóficos, Hydra, XIV.23, p. 281).

Finalmente, el cartel se contradice: da una alternativa, para luego decir que hay una "única opción". No sabemos quiénes asesoran al ARBA, si son abogados y/o publicistas, pero lo están haciendo mal.

jueves, 14 de febrero de 2013

Ronald Dworkin




Ronald Dworkin, uno de los filósofos del derecho más populares del siglo XX, y por ahora del XXI también, falleció hoy a los 81 años de leucemia en un hospital en Londres. En gran parte por iniciativa de Hart, en 1969 fue nombrado su sucesor en la cátedra de Jurisprudence en la Universidad de Oxford (con el tiempo dejó Oxford para trabajar en Londres (University College) y en Nueva York (NYU) a la vez). Como suele pasar, toda su obra iusfilosófica la dedicó a criticar a Hart (pero, a diferencia de lo que suele pasar, Hart lo supo cuando lo propuso como su sucesor). De hecho, su teoría del derecho como un fenómeno interpretativo y político es uno de los más convincentes ataques que ha recibido el positivismo hasta el momento. Asimismo, desarrolló una gran obra en teoría moral y política basada en el y a favor del concepto de igualdad. Fue un gran polemista y contribuyó regularmente hasta hace muy poco al New York Review of Books (click). Era sin duda un gran orador; en realidad, se podría decir que hablaba como escribía y escribía como hablaba. Algunos se han quejado de que usaba su escritura para camuflar sus ideas. Muchos han muerto de envidia por sus best-sellers en filosofía legal y política. En noviembre de 2011 la Universidad de Buenos Aires le concedió el Doctorado Honoris Causa. Aquí el obituario del New York Times.  

miércoles, 13 de febrero de 2013

Acerca de los Deberes (de un Funcionario público)




Hoy, en un gesto que lo ennoblece, el Canciller Timerman reconoció en público en el Senado que no confía en Irán. Sin embargo, no es un buen comienzo. ¿Tiene sentido celebrar un acuerdo con una parte en la que no confiamos, es más, que sospechamos ha cometido un delito (o varios)? Es extraño que los senadores vernáculos no le hicieron notar este hecho inmediatamente. Toda investigación criminal debe ser instruida ante un tribunal imparcial en jurisdicción imparcial. Hasta los juegos olímpicos han sido criticados por tener lugar en países bajo sospecha (todavía se habla, por ejemplo, de los juegos olímpicos de Munich). El senador Rodríguez Saá, por su parte, hizo notar algo curioso: Como Irán había pedido la captura de funcionarios argentinos que lo estaban investigando, no habría que olvidarse de pedir un salvoconducto para ellos si van a Irán a investigar el atentado a la AMIA.

Para Marco Atilio Régulo, senador y general romano, por el contrario, la situación era mucho más fácil que la de Timerman. Régulo no tuvo que tratar con delincuentes sino con enemigos legítimos de Roma en los que confiaba, a pesar de que sabía que iban a matarlo. En efecto, cuenta Cicerón en su obra Sobre los Deberes (III.99) que durante la primera guerra púnica Régulo cayó prisionero de fuerzas del ejército cartaginés. Habiéndolo obligado bajo juramento (no faltarán quienes aleguen que se trató de un juramento bajo coacción), fue enviado al Senado de Roma "con la condición de que, si no les eran enviados a los cartagineses unos prisioneros principales, volviera él a Cartago". Una vez en el senado, "expuso el encargo que le habían dado, rehusó dar su parecer porque dijo que mientras estuviera ligado por el juramento de los enemigos él no era senador". Sin embargo, Régulo negó "que fuera útil devolver los cautivos porque eran jóvenes y buenos jefes; él, en cambio, ya se encontraba en la edad provecta". El Senado le hizo caso (literalmente, dice Cicerón, "habiendo prevalecido su auctoritas"), "los cautivos quedaron en Roma y él volvió a Cartago, sin que pudieran retenerlo ni el amor a la patria ni el cariño de los suyos. Y no ignoraba que él volvía a las manos de un enemigo crudelísimo y a los suplicios más refinados, pero pensaba que había que cumplir el juramento. Así pues, mientras lo mataban, reteniéndolo en vigilia, se encontraba en más gloriosa condición que si hubiera vivido en su casa, envejeciendo como cautivo y consular perjuro".

Para Cicerón estaba fuera de toda duda que la decisión de Régulo de cumplir con su juramento era correcta, pero no elogiable en sí misma. Todo romano que se preciaba de ser tal cumplía con su palabra, en particular en el caso de la palabra dada a un "enemigo justo y legítimo", no así con un "pirata", el cual "no está considerado en el número de los enemigos de guerra, sino que es un enemigo común de todo el mundo, y con un tal no puede tenerse en común ni la fidelidad ni el juramento". Lo que sí era digno de elogio según Cicerón fue que Régulo desaconsejó que Roma firmara un tratado que sólo lo beneficiaba a él, pero no a Roma: "el hecho de que volviera [a Cartago] nos parece admirable a los hombres de hoy; pero en aquel tiempo no hubiera podido hacer otra cosa: así pues, este mérito no es del hombre, sino de la época".

Nuestro Canciller, sin embargo, no fue sometido bajo coacción a prestar un juramento para proponer un tratado sino que, decíamos, propone que firmemos un acuerdo con un Estado en el que ni él confía. Alguien podría replicar que no importa la confianza. Para eso está el tratado: si Irán no cumple con el tratado, deberá afrontar las consecuencias. Habría que recordar, no obstante, que a Irán se le atribuyen varias y muy graves violaciones de derechos humanos (los antecesores de esta clase de criminales son aquellos "piratas" mencionados por Cicerón, "enemigos comunes de todos"), sin consecuencias hasta el momento. Si no cumplió con prohibiciones mínimas sobre derechos humanos, ¿tiene sentido esperar que va a cumplir con un tratado? Sólo a quienes no le preocupan las violaciones de derechos humanos, o creen que son imposibles, pueden darse el lujo de no darle importancia a esta pregunta. Hasta ahora, nuestro gobierno se ha enorgullecido de ser un campeón imbatible de la causa de los derechos humanos.

El único argumento a favor del tratado esgrimido por el gobierno es: peor es nada. O se paraliza la causa, o vamos a Irán. Desde otro punto de vista, las alternativas parecen ser: impunidad e impotencia debido a la impunidad, o impunidad, impotencia y victoria diplomática de Irán, el Estado que se sospecha cometió el atentado (del que ya hablamos en otra oportunidad: click, click y click). ¿Qué es peor?

Quizás sea útil recordar que Cicerón usó el ejemplo de Régulo no porque haya sucedido la historia tal como Cicerón la cuenta (se sospecha que es apócrifa) sino porque quería dar un ejemplo de virtud a la república en su momento de crisis terminal. De nobis fabula narratur?

martes, 12 de febrero de 2013

A la Búsqueda del Tiempo perdido


Algunos puntillosos críticos del Gobierno le reprochan el acuerdo con Irán (click) debido a que, entre otras cosas, dicho país no sólo tiene como política de Estado la negación del Holocausto y la destrucción de Israel, sino que además castiga severamente a la homosexualidad como un delito. Entendemos que la crítica obedece las mejores intenciones, pero nos preguntamos si no es demasiado estricta. Sólo quienes compartan la idea de que los derechos humanos (en especial el combate contra la discriminación y contra el genocidio) deben ser prioritarios en términos absolutos pueden compartirla.

Por otro lado, la mención de estas tres críticas, por alguna razón, nos hace recordar el famoso sketch de Monty Python sobre el programa de TV en el que había que resumir A la búsqueda del tiempo perdido de Proust en 15 segundos, en especial desde 2:10' a 2:30' del video que sigue (y que recomendamos ver en su totalidad), en donde uno de los concursantes nos cuenta sus hobbies y el presentador en off lo critica. Quién sabe, quizás la decisión argentina de llegar al acuerdo mencionado con Irán sea ella misma en realidad un gesto pythonesco.


domingo, 10 de febrero de 2013

Agencia aristotélica y Relaciones internacionales




Según Página 12 (click) la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner replicó las declaraciones del titular de la AMIA, Guillermo Borger, quien había criticado en duros términos el acuerdo entre Argentina e Irán para interrogar en ese país a los acusados de haber participado en el atentado que voló la sede de esa asociación en 1994, debido a que Borger, entre otras cosas, y llegó a señalar que el tratado (que aún debe ser aprobado por ambas Cámaras) daría “la posibilidad de un tercer atentado”.

Quizás la posición de Borger es algo exagerada. Pero entendemos que lo que quiso decir es que el acuerdo en cuestión sólo asegura la impunidad de los implicados. Lo más interesante, sin embargo, es uno de los argumentos que usó la Presidenta para responder a la crítica de Borger. Se trata de una reducción al absurdo, creemos. Citamos otra vez a Página 12 (sic): "Si hubiera un atentado por el acuerdo con Irán ¿QUIEN SERIA EL AUTOR INTELECTUAL Y MATERIAL? —preguntó de forma retórica Fernández de Kirchner–. Está claro y es más que obvio que nunca podrían ser los países firmantes. ¿Serían quienes se oponen al acuerdo? ¿Países, personas, servicios de inteligencia? ¿Quién o quiénes?”.

Este argumento presidencial se remonta, nos parece, a la idea aristotélica de cierta clase de agencia ideal que permite unir la descripción de un hecho con una predicción, todo merced a la normatividad de una razón para actuar. Para aclarar este punto convendría releer el siguiente párrafo de David Charles, Aristotle's Philosophy of Action, p. 212: "Si un agente aristotélico es racional, seremos capaces de predecir sus acciones con exactitud porque ha integrado sus estados motivadores y valores, y se aseguró de que sus valores son estables y su capacidad de discriminación está en buena condición. Entonces, dado su mejor juicio (basado en sus valores y apoyado por su afirmación honesta), seremos capaces de decir qué tan bien actuará (dadas condiciones físicas apropiadamente especificadas); y también, dados sus valores, seremos capaces en general de predecir cuál será su mejor juicio". Ciertamente, no nos extrañaría que las ciencias sociales se hayan apropiado de esta articulación entre descripción, evaluación y predicción.

En otras palabras, el razonamiento presidencial es que si Irán es un agente aristotélico de tal forma que si firmó un acuerdo por el que suponemos se compromete a no cometer ningún atentado (siempre partiendo de la suposición que tiene que ver algo con este atentado, algo que incluso creemos supone el Gobierno) y/o por el que niega haber tenido algo que ver con un atentado anterior y/o acepta que tuvo algo que ver, entonces jamás lo va a violar y además jamás va a volver cometer semejante acto si es que lo hizo. De ahí que la Presidenta pregunte: ¿quién podría cometer semejante atentado, si Irán firmó un acuerdo?

Bueno, una primera y obvia alternativa es que semejante atentado puede ser cometido no por Irán sino por otro agente, en caso de que Irán no haya sido quien lo cometió, tal como Irán de hecho lo viene afirmando hace tiempo. En segundo lugar, y suponiendo que Irán tiene algo que ver con el atentado, habría que ver si Irán es un agente aristotélico. En tercer lugar, no hace falta ser un científico especializado en cohetes (click) para dudar del optimismo presidencial. En efecto, ¿acaso existen pruebas empíricas de que sospechosos por haber cometido un delito en el pasado jamás cometen el mismo delito en el futuro? No dudamos de que quienes cometen un delito pueden ser personas honorables que mantienen su palabra. Pero no nos extrañaría enterarnos de que quien cometió un acto ilegal lo haya cometido nuevamente y/o, Dios no lo permita, haya violado un acuerdo por el que se comprometía a no hacerlo, incluso en el plano de las relaciones internacionales.

Curiosamente, cuentan que Stalin mismo se sorprendió por la invasión alemana en 1941 luego de que él y Hitler habían firmado un tratado de no agresión (no hace falta aclarar que esto no es un chiste, sino que se trata del pacto Ribbentrop-Molotov de 1939). Seguramente Stalin debe haber dicho: "Pero cómo, si habíamos firmado un acuerdo!". De hecho, tuvo una crisis de nervios por la cual estuvo encerrado una semana sin saber qué hacer. Y si (un gran si, por diferentes razones) hubiera sido criticado por los diarios soviéticos, difícilmente habría alegado tal pacto en su defensa. En el fondo, los políticos son mucho más ingenuos de lo que se cree, y se olvidan de que, como dice el tango, la gente, a veces, es mala y murmura.



sábado, 9 de febrero de 2013

Fue Primicia de La Causa




La Nación de hoy (click) confirma lo que adelantamos ayer (click). La prensa oficial iraní señala que lo acordado en el memorándum no causa peligro alguno para los acusados de su país. Citamos: «"Gran éxito diplomático", se titula una columna publicada ayer por la agencia estatal iraní IRNA, escrita por Mohammad Hossein Mahdavi, experto en derecho internacional. Advierte que en el memorándum "no se plantean interrogatorios" por parte de la Comisión de la Verdad; que los acusados, por aplicación de la ley iraní, pueden negarse a ir a las audiencias; que hasta que no se haya emitido el informe final de la Comisión, la justicia argentina no podrá tomar ninguna medida contra ellos, y que el acuerdo promueve que Interpol levante ya las circulares rojas que habilitan a perseguir por el mundo a los acusados. En la misma línea se había pronunciado, en un editorial, el diario Tehran Times, vocero del poder religioso iraní». Y Pablo Lanusse, jurista contratado por la DAIA para que la asesore en materia de derecho penal, sostuvo que "Este memorándum es un anillo al dedo para Irán, y francamente peligroso y muy negativo para la Argentina -dijo-. Por ejemplo, porque hace jugar a la ley iraní, que no prevé la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, como es éste, y que dice que los iraníes sólo pueden ser juzgados por iraníes".

Modestia aparte, La Nación no nos da el crédito que nos merecemos por haber advertido lo que nadie podía saber. Es que sólo un científico especializado en cohetes, como dicen en las películas estadounidenses, y/o, por supuesto, La Causa de Catón, podrían haberse dado cuenta de lo que estaba pasando. Nadie más. Ni la DAIA ni la AMIA, ni tampoco el Gobierno, se habían dado cuenta. Es más, según Tiempo Argentino (click) siete de cada diez argentinos están de acuerdo con el Memorándum de Entendimiento que la Argentina firmó con la República Islámica de Irán y que permitirá que la justicia interrogue a los acusados por el atentado a la sede de la AMIA perpetrado en 1994. La fuente es la consultora Aresco, de Julio Aurelio. Sólo un 24,53% dijo estar en desacuerdo y otro 4,85% de los ciudadanos que respondieron la encuesta se mostraron muy en desacuerdo con la posibilidad de que los funcionarios judiciales argentinos viajen a Teherán para tomar declaración a los acusados.

Esperemos que ahora, que sí tienen la información necesaria, actúen en consecuencia. Es que Irán confunde a veces. Un país cuya política de Estado entre otras cosas se basa en la negación del Holocausto puede convencer a cualquiera. Adelantamos que dentro de muy poco también vamos a despejar el cono de sombra que existe sobre la política exterior estadounidense. A pesar de lo que dice Estados Unidos, sus guerras libradas supuestamente en nombre de los derechos humanos persiguen fines económicos, tales como el aprovisionamiento de petróleo. Después no digan que no avisamos.

viernes, 8 de febrero de 2013

Irán, volverán, y no pasará Nada





Si entendemos bien, la idea es que, en muy pocas palabras, merced al acuerdo con Irán que el Gobierno envió al Congreso para ser ratificado, magistrados argentinos vayan a Irán a tomar declaración a ciertos funcionarios iraníes perseguidos por Interpol y que por eso no pueden dejar su país. La declaración, obviamente, tiene que ver con la investigación de la causa AMIA.

Las preguntas son obvias. ¿Para qué servirían semejantes declaraciones? Quizás sea nuestro congénito escepticismo o por no decir nuestro espíritu supersticioso, pero abrigamos serias dudas acerca de la posibilidad de que las respuestas de los funcionarios iraníes a las preguntas de los magistrados argentinos sean muy distintas a "por supuesto que no tenemos nada que ver con semejante acto criminal". ¿Acaso servirían entonces para que luego de semejante interrogatorio cayera el pedido de captura internacional de Interpol?

La comparación que hizo la Presidenta entre semejante acuerdo y el caso Lockerbie es curiosa, ya que lo que tuvo lugar en Escocia en relación al atentado en Lockerbie fue un verdadero juicio que terminó con una condena (más allá de cuánto tiempo estuvieron en prisión los condenados). Si sucede lo que nuestra superstición anticipa, es imposible que de las declaraciones en cuestión en Irán pueda suceder otro tanto. Para que la comparación con Lockerbie fuera apropiada debería constituirse un tribunal en un país neutral que entendiera en la causa. Otra vez, será nuestra superstición o escepticismo, pero no nos parece que Irán sea un país neutral, a pesar de ser un país cuyo respeto por el derecho es proverbial. Sin duda, algunos recordarán que River salió campeón en el Metro 77 jugando de local en la cancha de Huracán durante todo el campeonato. San Lorenzo estuvo varios años sin cancha. Sin embargo, no nos parece que la comparación sea adecuada. No sólo porque River tenía un gran equipo, sino que muchos equipos así y todo prefieren seguir jugando de locales, sobre todo cuando hay mucho en juego.

El escenario más favorable para Argentina, por no decir que la única explicación racional disponible, es que a cambio de ciertas ventajas comerciales de procedencia iraní nuestro país le permite a dichos funcionarios ser exonerados de responsabilidad, o al menos aliviar su situación procesal. Esta hipótesis al menos hace inteligible el interés de Argentina en semejante acuerdo (el de Irán es obvio). Queda por discernir si semejante escenario es en verdad favorable, y, aunque lo fuera, se trata de una consideración que debe guiar la política del Estado en este caso, dado el número de víctimas de semejante atentado. El hecho de que haya otros Estados que hacen lo mismo (Estados Unidos e incluso quizás Israel) es un argumento que no merece ser dignificado con una respuesta. 

domingo, 3 de febrero de 2013

¿Qué es peor? ¿la Krítica o la Crítica?



A raíz de una nota publicada por Mario Wainfeld en Página12 el domingo 27 de enero en la que criticaba la restricción de la compra de divisas en efectivo para turismo (click), la AFIP contestó que "El sistema es transparente y se relaciona con la capacidad contributiva de los solicitantes". Es más, según la AFIP, dicha nota "en la cual se menciona que el sistema de AFIP que valida la compra de moneda extranjera con fines de viajes al exterior es torpe, de nula transparencia y sin justificación, es un ejemplo de la falta de profesionalismo al momento de comunicar cuestiones técnicas que involucran mecanismos de control y fiscalización que desarrolla la AFIP en el marco de la Ley de Procedimientos Tributarios". Según la AFIP, el sistema en cuestión es "inteligente y de actualización permanente en el cual AFIP valida los montos para adquirir moneda extranjera con fines de viajes al exterior en función de la capacidad contributiva del solicitante". Asimismo, según la AFIP, su "sistema de validación" no es, como cree Wainfeld, “una suerte de lotería de Babilonia donde son castigadas personas de a pie”, sino una aplicación "equitativa para todos los ciudadanos en función a la exteriorización de ingresos y bienes efectuadas ante el Estado nacional. Esto debería saberlo el autor de la nota o, al menos, tratar de obtener información de las propias fuentes de AFIP, como han hecho otros periodistas de otros grupos de medios". Finalmente, la AFIP exige "prudencia y responsabilidad en la opinión de aquellos actores con influencia en la opinión pública, máxime si luego pretenden capitalizar los logros de este gobierno" (click).

Wainfeld, sin embargo, replicó a la réplica de la AFIP, tanto a la defensa que hizo la AFIP del sistema de compra de divisas cuanto a la crítica que la AFIP hizo a la opinión profesional de Wainfeld. En efecto, Wainfeld insistió en que "el otorgamiento o negativa de divisas para viajar no se funda en norma escrita alguna. El Estado republicano fija sus reglas por escrito, para que los ciudadanos las conozcan y sepan a qué atenerse". Y la AFIP no explica "cuáles son los parámetros reglamentados y publicitados con antelación que utilizó. Los criterios cualitativos y las fórmulas cuantitativas que permitirían que cualquiera supiera de antemano “qué me van a dar”". La AFIP, continúa Wainfeld, no menciona cuál "es la norma escrita que establece qué es, a estos fines, “capacidad económica del contribuyente”? ¿Hay topes máximos para otorgar divisas a quienes, eventualmente, tienen esa capacidad? ¿Hay cupos máximos o promedio, por días de viaje o por año para autorizar ventas? De nuevo ¿dónde están escritos?" Y, según Wainfeld, "la negativa no se funda, es dogmática. La autorización tampoco se explica ni tampoco la razón de su cuantía cuando es menor al pedido. Un acto administrativo infundado es imperfecto e impreciso (secretista, en suma) por muy inteligente que se pretenda el sistema informático que lo anuncie. Si hay criterios generales universales y pautas matemáticas que deban traducirse simplemente en la decisión, éstos deben ser conocidos públicamente por estar escritos y publicados. Y descritos en la decisión". En la nota originaria Wainfeld había sostenido además que el sistema es "piantavotos".

Wainfeld, creemos, tiene razón, porque es indudable que las sumas que autoriza la AFIP (si es que las autoriza) responden a la capacidad contributiva de un colibrí que además es evasor impositivo. Y nos animamos a agregar, sin embargo, que la discusión está mal planteada. La Presidenta había explicado en Harvard urbi et orbe que las restricciones a la compra de divisas se deben a la evasión de divisas justo cuando el Estado tiene muchos compromisos en moneda extranjera. No tiene nada que ver con la capacidad contributiva de los solicitantes.

Sea como fuere, tal como habíamos adelantado, Wainfeld detecta que la "la respuesta de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP)... abunda en comentarios despectivos a mi labor profesional y en panegíricos al ente. También me aconseja cómo hacer mi tarea. La libertad de expresión es sagrada: no responderé en detalle ni con igual desprecio, aunque no le reconozco al organismo legitimidad para juzgar la labor periodística. Lo que no hace el comunicado es responder el núcleo de mis críticas". Y aclara que es "periodista hace muchos años. Cada cual aprende como mejor puede y tiene el prestigio que le reconocen los demás. Integro el movimiento nacional y popular desde hace décadas. Eso va referido a la pertinencia que atribuyo a los comentarios políticos de la AFIP, que son menos importantes que el resto, pero que creo justo replicar". De hecho, en la réplica a la réplica, por si hiciera falta, insiste que reitera su "adhesión a la política general que orienta esa medida". En todo caso, da toda la impresión de que Wainfeld quiere ejercer no sólo un derecho a la crítica sino fundamentalmente un ius reformandi, en aras del propio kirchnerismo, jamás un ius resistendi. Hasta donde sabemos, Wainfeld no quiere trabajar ni trabaja para el Grupo Clarín.

Lo cual nos lleva al punto que más nos interesa. La respuesta kirchnerista a las críticas puede ser entendida en términos moderados (o internos), o extremos (o externos). Según la respuesta moderada, las críticas sólo son bienvenidas o apropiadas si provienen de quienes al menos comparten parte de las políticas kirchneristas, así como el modo de implementarlas, ya que no se trata de críticas malintencionadas, "políticas" en el peor sentido de la intención, sino que son fundamentalmente internas. Sin duda, es el caso de Wainfeld, quien ocupa un muy importante cargo en un diario oficialista, así como trabaja en la Radio Pública y en un programa de TV que depende de fondos públicos. Su crítica, claramente, es interna.

Sin embargo, algunos, no sin razón, han advertido que el mensaje de la AFIP fue «vos trabajás y cobrás en un diario, Página 12 que ya casi ni vende y sólo se sostiene por la gorda publicidad estatal; vos trabajás y cobrás un sueldo en Radio Nacional, vos trabajás y cobrás en un programa de televisión, “Duro de domar”, cuyo productor da vida a las campañas del gobierno, que sale con un punto de ráting por un canal de televisión, el 9, que también se sostiene únicamente por la gigantesca y discrecional publicidad oficial…» (click). En lugar de darle la bienvenida a la crítica de un kirchnerista, el kirchnerismo la rechaza precisamente porque proviene de un kirchnerista.

Este mensaje se desprende del comunicado de la AFIP citado más arriba: ""prudencia y responsabilidad en la opinión de aquellos actores con influencia en la opinión pública, máxime si luego pretenden capitalizar los logros de este gobierno". Con lo cual, lo que surge es una segunda respuesta ante la crítica, una respuesta según la cual sólo quienes están en contra del kirchnerismo pueden hacer esta clase de críticas (nótese que la vergonzosa opinión de Del Sel sobre la Presidenta no tuvo una respuesta oficial, muy probablemente porque no merece siquiera ser dignificada de ese modo, tomándola como de quien viene; pero por las mismas razones de Darín se encargó la propia Presidenta, y, creemos, por las mismas razones que la AFIP le respondió a Wainfeld).

Según la AFIP, entonces, quienes critican al kirchnerismo no pueden querer "capitalizar los logros de este gobierno". Dicha capitalización, entendemos, no sólo se refiere a quienes literalmente reciben fondos públicos sino además a quienes se sienten parte del proyecto. La crítica sólo puede venir de afuera. Y por obvias razones: ningún proyecto político que represente al pueblo puede tener fisuras que sólo pueden ser corporativas. Uno está adentro o afuera. Mutatis mutandis, los católicos solían usar como argumento en contra del protestantismo el hecho de que mientras que en la única Iglesia la ortodoxia se imponía sin resistencia debido a que era correcta, las sectas se multiplicaban debido a los desacuerdos provocados por los errores. Respecto a los herejes se aplicaba la máxima: quot capita tot sententiae, tantas opiniones como cabezas (Hasso Höpfl, Jesuit Political Thought, pp. 70-1).

Finalmente, como la crítica viene de afuera por definición, esta segunda clase de reacción del kirchnerismo es extrema: dado que cuenta con el 54 % de los votos, quienes quieran criticar tienen que formar un partido político y ganar las elecciones. Si no, déjennos gobernar. Esta reacción, sin embargo, tiene un par de problemas ciertamente. Es extraño que en democracia (la liberal al menos, como ya hemos visto: click) no se tolere la crítica, sea de adentro, de afuera o de donde sea. En segundo lugar, no queda claro por qué la crítica impide gobernar, a menos que la crítica sea apropiada y por eso molesta, y/o a menos que la gente sea tan estúpida de creer que es apropiada (aunque por supuesto la gente no es estúpida cuando vota al kirchnerismo). Como hemos repetido hasta el cansancio, es obvio que el kirchnerismo sacó el 54 %, y que quienes desean gobernar van a tener que ganar las elecciones (otra obviedad!). Lo que es mucho menos obvio es cómo se puede hacer frente a las críticas que hizo Wainfeld mencionando tales hechos. Tal como lo sostuvo Wainfeld, la reacción de la AFIP no sólo no es republicana sino piantavotos. Aunque para confirmar esta hipótesis, por supuesto, vamos a tener que esperar a las próximas elecciones.