jueves, 24 de noviembre de 2011

Por Amor al Arte

Lo que pasó hoy con "Waterloo" de Bondarchuk nos hizo acordar, por alguna razón, a algo que cuenta Frederick Spotts en su libro Bayreuth: A History of the Wagner Festival, p. 190. Hitler en 1940 instituyó lo que fueron llamados “Festivales de Guerra”, en los que el Teatro de Bayreuth no estuvo abierto al público en general sino a los “huéspedes del Führer”: miembros del ejército y trabajadores en la industria militar, quienes como recompensa por sus esfuerzos eran llevados a Bayreuth con todos los gastos pagos. A muy pocos de los huéspedes del Führer les gustaba la ópera y mucho menos Wagner, de tal forma que estos huéspedes conformaban una audiencia cautiva: no tenían elección, tenían que asistir o asistir: eran transportados en grupos a Bayreuth en un tren musical del Reich, llegaban a las seis de la noche y marchaban en columnas a las barracas en donde eran alojados. A la mañana siguiente se reunían en el teatro en donde recibían folletos sobre Wagner y lecciones sobre la ópera que iban a ver ese día. A la mañana siguiente volvían, siendo reemplazados por otro contingente de huéspedes del Führer. Muchos de los soldados muy probablemente habrían preferido seguir peleando antes que escuchar a Wagner.

11 comentarios:

equipo secreto dijo...

Yo pensé exactamente lo contrario. Me llamó la atención la convocatoria que tuvo la última clase pero por la razón opuesta. Creo que nadie se sintió obligado, y vale decir que la experiencia de la cursada es que varios no nos hemos sentido obligados. Creo y es una intuición personal, que si había una clase que no comportaba obligación (descontando el requisito del 75% de asistencia,etc) era esta en la que sólo de un modo algo indirecto aportaba información sobre los contenidos de la materia. Creo que tuvo un espíritu amigable la asistencia tanto como lo tuvo el maní con chocolate. Por otra parte en comparación con lo que duran las óperas de Wagner, entre 2 horas y media y 5 o mas y, la verdad, lo densas que son(aunque Tristán e Isolda tiene momentos de gran belleza), Waterloo no fue nada. Además la película estuvo buena.

Andrés Rosler dijo...

Es un muy buen punto el que hacés respecto a la asistencia y al espíritu amigable. Por otro lado, mal que mal era una película, y a los seres humanos nos gusta ser espectadores y en particular las películas. En lo que estamos totalmente de acuerdo es la analogía entre Hitler y la persona a la cual se le ocurrió que veamos la película.

Anónimo dijo...

Sin duda he disfrutado del espíritu amigable de ayer. Creo que equipo secreto dice con razón que muchos no nos hemos sentido obligados. Y no hablamos sólo de la clase de ayer. En mi caso, si me hubiera dejado llevar tan solo por el placer de ser un espectador, quizá hubiera buscado en Cuevana, o en mi videoclub amigo. Quiero decir, no hubiera caminado 20 cuadras, tomado un tren y dos subtes sólo para ello. Por eso, aprovecho para criticar que quizá varios nos hemos sentido víctimas de algún tipo de injusticia a través de los comentarios irónicos sobre la asistencia. Y quizá también, acerca de la vagudad del concepto "coloquio". Y lo digo, lieber Professor, sin ánimo beligerante, y con fines constructivos, porque a pesar de todo, al menos en mi caso, me ha gustado la materia y ha logrado captar mi simpatía. Ahora bien, me parece importante que conservemos el pie de igualdad con respecto al respeto.

Andrés Rosler dijo...

Nuevamente, absolutamente cierto. Pensándolo bien, no es un lugar tan acogedor ni siquiera para un teórico. La base de comparación era siempre entre una película y un teórico. Sobre la asistencia, habrán notado que la ironía tenía como blanco quienes aparecían en una lista y sin embargo no quedaba otra conclusión que creer que no estaban en clase. En todo caso, pido disculpas si alcanzó a los demás. Nuestras muy cortas entendederas emergen nuevamente al final: no alcanzamos a ver ni la "beligerancia", ni a qué se refieren "pie de igualdad" y "respeto". Muchísimas gracias otra vez por el comentario.

Andrés Rosler dijo...

Por otro lado, si el respeto y la igualdad se refieren a que quienes sí asistieron a clase no se confundan con quienes no lo hicieron, o al revés, se imaginarán que alguien que puede reconocer a un actor (no tanto su nombre, confesamos, cuanto su cara) que aparece unos segundos en una película (v.g. el que pregunta por un precio en una farmacia en la película "Dúplex", con Ben Stiller) por haber actuado unos segundos en otra película (como bibliotecario de "Philadelphia", cuando le pregunta al protagonista si no se sentiría más cómodo en otra sala, individual), tiene cierta capacidad de memoria que muchos suelen criticar como inútil pero que en este caso podría ser de mucha utilidad. Pero si no es esto lo que estaba en juego, sírvanse ignorar este comentario.

Anónimo dijo...

Gracias por su respuesta. Me alegro que mi comentario no resulte inadecuado para ud. Aunque entiendo que no es bienvenida la pérdida de foco de la discusión que se basaba en la comparación entre un teórico y una película. Así que seré breve. En cuanto a las disculpas, son bienvenidas, no sé si necesarias. Fue un comentario obviamente pero, fíjese que sólo otro milagro como aquel de las firmas hubiera hecho que dicho comentario alcanzara a los que no estaban presentes. En cuanto al tema del respeto me refería a que son situaciones como estas las que a veces derivan en una pérdida de respeto de ambas partes. No digo que sea el caso, quizá debí evitar la referencia al mismo. En cuanto a lo equitativo de la cuestión, confiaremos en su buena memoria cuando haga falta.

Andrés Rosler dijo...

Bueno, entonces resulta, que, como ya muy bien sabemos, somos todos peronistas, y lo éramos y lo seremos. Mejor. Mientras conversamos. Sobre la memoria, como habrás visto, recordamos en qué parte de la clase--perdón--, película, entran los personajes.

Anónimo dijo...

Gracias por su respuesta. No estoy tan seguro de que seamos todos peronistas. Quizá no sea éste el lugar correcto para expresar mis opiniones al respecto. La exposición del blog hace más difícil decir aquello que quizá sea más adecuado discutir con ud. personalmente. Mi perfil es anónimo, pero el suyo no. No es justo. Mis más cordiales saludos.

Andrés Rosler dijo...

La vida es injusta ("Así es la Vida", con...). Para desdramatizar la frase en cuestión, la usamos en el mismo sentido que una vez la usó Herminio Iglesias en el programa de TV de Bernardo Neustadt para indicar que estaban de acuerdo sobre un punto, a la sazón, sobre la importancia de la justicia social, en nuestro caso, sobre la asistencia, o en realidad sobre todo. Quizás Perón mismo la usó de manera similar, pero no lo sabemos. En cuanto a nosotros, quién sabe, Andrés Rosler también podría ser un pseudónimo.

Anónimo dijo...

Andrès, la pelìcula estuvo buena. En mi caso hoy estuve toda la mañana dandole vueltas con algunos conceptos interesantes que tiene la misma y que ayer discutimos. Màs allà del interès teòrico, la pelicula tiene buenos diàlogos y momentos muy buenos. Y la experiencia para mi es positiva. Otro si; ¿alguna recomendaciòn para una peli que ejemplifique el concepto de "Guerra Justa" tan claramente como esta hace con "Guerra Regular"? eso si, holliwodense o a lo sumo de Kurosawa, o sea, con acciòn. (un aporte:La pelìcula Watchmen ejemplifica en el final la declaraciòn shmittiana de que "la humanidad no tiene enemigos", aunque cualquier pelìcula sobre extraterrestres que invaden la Tierra es lo mismo, esta tiene el plus de unir a EEUU con URSS en el contexto de la Guerra Frìa).Saludos.

Sergio Massarotto.

Andrés Rosler dijo...

Nos confunden a veces. Cuando creíamos que los estábamos torturando, resulta que les gustaba. Bueno, podría tratarse de sado-masoquismo. Una película que representa muy bien a la guerra justa escolástica, en todo sentido, es la versión cinematográfica de Enrique V de Shakespeare por Kenneth Branagh. Tiene bastante de acción, aunque no es Rambo. En el primer acto está la discusión sobre la justicia de la guerra, en el tercer acto está la toma de Harfleur con más justicia o injusticia de la guerra, en el cuarto Agincourt y en la víspera el debate sobre la obediencia debida.