martes, 25 de abril de 2017

"Hay cosas peores que el fascismo" (esto no es un chiste judío)



Atilio Borón pertenece a esa clase de pensadores acostumbrados a conmover las creencias preestablecidas tanto en el reino del sentido común cuanto en el ámbito de la anquilosada academia. No hace mucho, en efecto, hizo pública su fascinante teoría según la cual la muerte de Chávez fue un asesinato cometido por la CIA mediante la inoculación de células cancerígenas (click). Dado que la CIA fue capaz de hacer algo semejante, uno no puede menos que asombrarse de la perversión de esta gente que seguramente podría haberlo resucitado pero se negó a hacerlo.

En estos días Borón continúa iluminando la opinión pública internacional en relación a las mentiras canallescamente propagadas por la prensa hegemónica mundial acerca de la realidad política de Venezuela, en particular sobre la golpista y violenta oposición venezolana, a la cual el Presidente Maduro tan certeramente suele describir como un diablo.

Para ser más precisos, en el último de sus escritos Borón arguye en primer lugar que la oposición venezolana es fascista debido a, entre otras cosas, “la absoluta inmoralidad e inescrupulosidad de sus líderes, que alimentan el fuego de la violencia, incitan a sus bandas de lúmpenes y paramilitares a atentar contra la vida y la propiedad de los venezolanos y las agencias e instituciones –hospitales, escuelas, edificios públicos, etcétera- del estado” (click).

Da la impresión de que Borón se siente algo lejos del abolicionismo penal, no solamente porque alguna vez hizo público su deseo de ser parte del pelotón de fusilamiento una vez que se encuentre a los culpables del asesinato de Chávez (click) (sabemos que fue la CIA pero todavía no conocemos los nombres y apellidos de los autores del delito), sino porque además no atribuye la violencia que predomina en Venezuela a razones socioeconómicas sino lisa y llanamente a la perversión opositora, lo que en otra época, quizás por influencia de la tradición judeocristiana, solía ser denominado “el mal” pero que por alguna razón se trata de un concepto que había salido de circulación entre los cientistas sociales, particularmente los criminólogos.

Por si hiciera falta nos gustaría aclarar que Borón, al menos hasta aquí, no parece hacer referencia al fascismo en el buen sentido de la palabra, como diría el dictador Aladeen, sino en el mal sentido de la expresión. Además, Borón no utiliza la expresión “fascismo” en el sentido restringido u originario, i.e. no tiene en mente solamente al fascismo italiano, sino que incluye al nazismo alemán, ya que habla de los "congéneres alemanes" del fascismo.

En segundo lugar, y aquí llegamos al corazón de la tesis de Borón, en realidad la oposición venezolana es “peor que el fascismo”, por lo cual Borón está mucho más cerca de Aladeen de lo que parece, en la medida en que Borón cree que hay cosas peores que el fascismo y el nazismo. En este punto no podemos resistir la tentación de recordar un chiste judío que solía contar Norman Erlich. Dos amigos judíos se encuentran en la calle. Uno dice “Mirá, qué querés que te diga, me va terrible. Mi mujer me dejó, mi hijo tiene una enfermedad terminal, mi hija es adicta, y no te cuento más”. El amigo le responde: “Hay cosas peores”. Entonces el otro le dice: “¿qué cosas?”, a lo cual su amigo le responde: “febrero”.

Volviendo a Borón, su tesis principal es que “Tratarlos de fascistas [i.e. a los opositores venezolanos] sería hacerles un favor”, ya que “Son mucho peores y más despreciables que aquellos [i.e. fascistas]”: “los opositores venezolanos son peores que los fascistas en la medida en que estos conservaban, por lo menos, un cierto sentido nacional. Sus congéneres italianos y alemanes ni remotamente se arrastraron en el fango de la política internacional para ofrendar sus países a una potencia extranjera como lo hace, hundida para siempre en eterna ignominia”.

De esta forma Borón, quizás influido por otra destacada pensadora argentina como Úrsula Vargues (quien sostuviera que Videla fue peor que los nazis ya que los nazis no entregaban niños; de hecho, es cierto: solamente los gaseaban, o aplastaban sus cráneos contra la pared o simplemente hacían experimentos científicos con ellos), le está haciendo un hercúleo favor a la ciencia política contemporánea la cual suele asumir que lo peor que nos puede suceder es ser víctimas de un genocidio.

Borón, entonces, a contrapelo de la opinión común contemporánea, reivindica la lucha nazi contra el imperialismo estadounidense, que bajo el pretexto del genocidio invadiera el suelo alemán. Para Borón, los nazis, sí, querían conquistar el mundo y además cometieron un genocidio—decimos esto suponiendo que Borón al menos hasta donde sabemos no es un negacionista—pero no se arrastraron por el fango de la política internacional y el esfuerzo humano y económico, en medio de una guerra mundial, que les representó matar a millones de no combatientes no les impidió pelear por Alemania y por Hitler hasta el último día. El punto de Borón, en otras palabras, es que la vida humana, incluso por millones, tiene menos valor que el territorio nacional: es mucho peor el menoscabo de la soberanía, por ejemplo en la forma de un protectorado estadounidense, que un genocidio.

Dada la defensa hasta el último hombre que está proponiendo Borón en apoyo de la democracia venezolana contra sus enemigos nos preguntamos si Borón tiene previsto aconsejar que la propia Venezuela se convierta en una nueva Masada y decida quitarse la vida antes de caer esclavizada en manos del imperialismo (Dios no lo permita). Quizás una propuesta de este tipo suene demasiado israelí para Borón. Será cuestión de esperar.

5 comentarios:

Federico dijo...

Bueno che, algunos tiraban gente al mar, pero no le sacaban de la boca la comida a la gente! Mucha confusión bolivariana, la patria será grande algún día? Mejor sería que desaparezca el sentido y la palabra patria.

Eduardo Reviriego dijo...

Úrsula Vargues se equivoca: los nazis entregaban niños. Los secuestraban y entregaban al programa Lebensborn, llevándose a cientos de miles de niños de la Unión Soviética, de Serbia, de la República Checa y de Polonia, para convertirlos en 'verdaderos arios', los que todavía se encuentran en proceso de búsqueda.

Andrés Rosler dijo...

Muchísimas gracias Eduardo por la precisión, es un dato del que no se suele hablar.

ADC dijo...

Esta se me había pasado por alto. Agrego que, en su ponencia vía Twitter, Ursula (la pensadora insiste e insiste con que su nombre es "Ursula" y no "Úrsula") Vargues que, pasé lo que pase, hacer experimentos científicos con niños es menos cruel que entregarlos, sin importar el dolor que estos niños sufran. Interesantemente, Vargues siempre insiste con la importancia de donar animales (es decir, entregarlos). Es algo moralmente bueno. En cambio considera moralmente reprochable experimentar con animales. Algo tan nefasto, se supone, como entregar niños, pero no como experimentar con ellos. Que orden de prioridades morales interesante ¿no?

BTW, es verdad: los nazis no solo experimentaban, gaseaban, y reventaban las cabezas de los niños. También los entregaban

Eduardo Reviriego dijo...

Ja. La conclusión sería que Hitler sigue siendo el más malo de todos. Videla deberá seguir esperando. Espero que la cuestión no la tenga que resolver la actual mayoría de nuestra Corte. Doble ja.