domingo, 8 de febrero de 2015

Basta de Boios y de Golpes blandos

Por vez décimo octava, y a raíz de la muerte del fiscal Nisman, Carta Abierta ha provocado nuevamente una verdadera tormenta o tempestad de ideas para dar su parecer acerca de la realidad política de nuestro país bajo el sugestivo título “Entre el texto y la sangre” (click). Como las diecisiete veces restantes, se trata de una epístola que destila no solamente claridad conceptual sino además compromiso político crítico inclusive para con quienes dicen defender, i.e., el oficialismo kirchnerista.

Empecemos por la claridad, que no pocas veces es el obstáculo que provoca que la sofisticación intelectual se pierda entre los vericuetos de la divulgación. En efecto, hace poco Horacio González, también en relación al caso Nisman, aclaraba que “El suicidio es el momento de la voluntad final” (muerte lacónica), suponemos para excluir terminantemente la posibilidad de que el suicidado pudiera tener una voluntad posterior de escribir, por ejemplo, la carta que había olvidado dejar. Ahora, este ingenio colectivo o colectivo de ingenio llamado Carta Abierta sostiene, quizás de modo anti-wittgensteiniano, que “nadie puede morir la muerte de otro”, aunque esta afirmación está reveladoramente precedido por un condicional “si” que caracteriza a la duda y el sano escepticismo de todo emprendimiento intelectual. Nos preguntamos si esta negación experiencial se reduce a la muerte, o si, por el contrario, sí podemos sentir, v.g., las hemorroides de los demás.

La frase “textos extraídos del moralismo de sacristanes que escriben por metro cuadrado la égloga de desestabilización”, no solamente es un monumento a la claridad conceptual, sino que merecería convertirse en el ringtone de todo intelectual políticamente comprometido. Suponemos asimismo que la definición “Wikileaks, crónica dantesca de los rollos monásticos que escriben en secreto los copistas aplicados de los nuevos Imperios que redactan el estado del mundo” ya obra en Wikipedia bajo la voz correspondiente.

Por lo demás, aunque elogiamos la claridad conceptual, nos parece que la procacidad de frases tales como: “ésta, …, llevaba un indescifrado mensaje”, es a todas luces innecesaria. Y la equiparación entre el “taxista” y el “especialista en ciencias políticas”, podría convertirse en redundante para el caso de que fuera un politólogo el que condujera el taxi.

Hay una frase que nos llama poderosamente la atención, y es la siguiente:

“El relleno irresponsable de los signos directos de la culpa estaría a cargo de experimentados libretistas, quienes debían invocar con sacrosanta rutina a las mafias gubernamentales, a la pérdida de la república, al insoportable vilipendio de las instituciones, a la asfixia dictatorial que se estaba viviendo, a la indiferencia ética hacia una muerte, a comportamientos insensibles frente a un posible asesinato, a la Constitución arrojada al sumidero público, todo lo cual, sumado al desprecio insólito hacia un discurso presidencial que anunció una fundamental medida, muchas veces reclamada sobre la disolución y reemplazo democrático de los servicios de Inteligencia, remataba en el habitual anuncio de ‘descomposición’ final de las instituciones”.

Aunque se trata de la única frase cuyo significado ignoramos totalmente (quizás haya que armar al respecto un equipo de criptólogos similar al formado para descifrar el código Enigma), creemos que sería una pena accesoria ideal para complementar el castigo de todo infame traidor a la patria confeso, así como del castigo de todo criminal de lesa humanidad. Dicha lectura debería tener lugar sin permitir que el reo pudiera respirar y/o tragar saliva al menos hasta el punto y aparte, i.e., desde "El relleno" hasta "instituciones". Somos plenamente conscientes de que se trata de una violación del artículo 4to., inciso 3ro., de la Convención Americana de DD.HH., ya que implicaría el re-establecimiento implícito de la pena de muerte, ya que semejante proeza solamente podría llevarla a cabo un prodigio anaeróbico como John McCormack, tal como lo muestra su insuperable versión de 1916 del aria de Don Octavio, “Il Mio Tesoro”, de Don Giovanni. Todo otro simple mortal perecerá en el intento (quien conozca la versión puede saltear el siguiente video, aunque siempre es un placer indescriptible escuchar a McCormack):





Esta Carta Abierta no solamente es conceptualmente clara—una virtud que no abunda en nuestros días y sobre todo en nuestro medio—y hasta contiene castigos ejemplificadores para delitos aberrantes, sino que además tiene otro preciado ingrediente, la ironía. En efecto, la mismísima Carta que se abre criticando a quienes afirman el “‘cui buono’, famoso interrogante que falazmente lleva las responsabilidades hacia quienes supuestamente ‘se benefician’ de un crimen”, sostiene que en este momento “el… más lóbrego del periodismo nacional, se escriben artículos con los mil vericuetos que tiene este doloroso caso de muerte, y se analizan pequeñas incidencias con estridentes epítetos, despreciando una a una, sobre todo la más trascendental de las medidas del Gobierno –el más afectado por el hecho [el subrayado es nuestro]”. Decimos que se trata de una ironía porque no podemos creer que varios cientos de intelectuales no pudieron advertir esta contradicción, sino que por el contrario, se trata de una sabia humorada para bajar la tensión. No vamos a profundizar en que la apelación al cui bono? haría, entre otras cosas, que la designación de Boudou como candidato a vicepresidente fuera obra de Magnetto. No hay otra explicación.

Hablando de ironías, este blog presume conocer el género pero capitula incondicionalmente ante el sentido del humor que trasunta una epístola que sostiene en respuesta a los “muchos que les gusta la cortesía y el ritual” y “se entusiasman… con la crítica sobre un eludido pésame a Nisman” que “en verdad todo el discurso de la Presidenta fue un pésame bajo la forma de un reconocible lamento, que incluso se percibe en las ironías persistentes que están inscriptas en el carácter de su oratoria, y que sería bueno ver como síntomas de preocupación antes que de desdén”. Esta genialidad de Carta Abierta de inventar el concepto de “pésame irónico” no solamente  desearíamos haberla escrita nosotros (es más, a esta altura, no poca gente sospechará que el personal de La Causa tuvo algo que ver con la redacción de la Carta 18, ante lo cual solamente cabe responder que lamentablemente no podemos atribuirnos mérito alguno), sino que nos hace enrojecer de envidia y empalidecer de admiración por los autores de esta carta. Se trata de una creación que ni siquiera Monty Python podría haber imaginado (esperemos que nuestros lectores no se saturen de nuestras referencias a Monty Python, pero se trata de un país a todas luces pythonesco). “Chapeau”, o “respect”, como diría Sacha Cohen.

Una última ironía es la siguiente comparación referida a los cambios propuestos en la Secretaría de Inteligencia, comparación peligrosamente incluida sin leyenda alguna que advierta sobre los riesgos provenientes de su lectura (como no contamos con seguro ni queremos problemas legales, tenemos el deber de avisar a nuestros lectores que lo que sigue puede ser peligroso si es leído durante la ingestión de alimentos, o de cualquier otra cosa, por lo cual recomendamos suspender toda ingestión a partir de aquí, si es que ya no se han atragantado): “¿Pero hay fechas para los cambios sustanciales? Nadie señaló con el dedo el calendario y dijo ‘1789, Revolución Francesa’”. Otra vez, mal que nos pese, no tenemos nada que ver con la redacción de tal frase, sino que nos limitamos a reproducirla textualmente. Otra frase destinada a hacer historia es “golpes sintácticos en miniatura”, pero por razones de espacio no podemos detenernos más en ella.

En cuanto a la crítica implacable con el Gobierno mencionada más arriba, hay una denuncia en esta epístola que llega hasta el corazón mismo de la Casa Rosada. En efecto, Carta Abierta cree que todos los que “lanzaron la hipótesis de un asesinato” creían que el informe Nisman iba a “demostrar una verdad contundente contra el gobierno”. Como no puede ignorar que la mismísima Presidenta sostuvo que “no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas” [de que se trata de un asesinato] (2 Cristina ad Facebookenses 12: servicio internacional), Carta Abierta infiere entonces que la Presidenta misma era consciente de que el informe Nisman precisamente iba a “demostrar una verdad contundente contra el gobierno”. Para poder negar esta inferencia Carta Abierta debería reconocer que no lee las Cartas Presidenciales, una posibilidad que nos estremece con tal solo pensar en ella.

Para terminar, nos hacemos eco del valiente llamamiento de Carta Abierta a “los ciudadanos argentinos de origen judío" para que "se levanten ante este cerco arbitrario que se le tiende al gobierno argentino, invocando las grandes tradiciones humanísticas del judaísmo”. Es hora, en efecto, de que los “ciudadanos argentinos de origen judío” dejen sus reconfortantes aunque destituyentes pletzalaj de pastrón y sus pepinos agridulces, y dejen de hacerle el juego a la derecha. Si los sefaradíes quieren dejar sus boios y hacer otro tanto, serán bienvenidos. Es que, hablando de boios, y como diría el Senador Pichetto (click), ya es hora de que los argentinos y los judíos unan fuerzas contra el golpe sintáctico en miniatura de la derecha. Venceremos. Muchas gracias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es hora de implementar el Bad Writing contest http://denisdutton.com/bad_writing.htm versión español y nominar a Carta Abirta al primer premio

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias por el comentario. Justo en twitter decía que, modestamente, CA parece estar más cerca del Bullshit de Harry Frankfurt que del Academese. Cuando la realidad nos dé respiro el blog va a discutir este punto conceptual. Como viene la mano, falta bastante para darse semejante lujo.

Eduardo Reviriego dijo...

No se cómo no se han dado cuenta. Este nuevo engendro de CA, nada tiene que ver con la muerte de un fiscal, simplemente intenta -y veo que lo ha logrado- ocultar que "las gestas emancipatorias" -al decir de Forster, han quedado en el pasado, frente a la total abdicación que implican los acuerdos con China, el "nuevo consenso de Beijing", como con acierto lo considera Maristella Svampa.