sábado, 26 de julio de 2014

Boudou, Edipo y Girard



Los integrantes del equipo de La Causa nos vemos forzados a hacer un mea culpa. En efecto, hasta aquí, sobre la base no sólo de las notas de Hugo Alconada Mon, sino incluso las de Eduardo Anguita y del mismísimo Horacio Verbitsky, para qué hablar del procesamiento dictado por el juez Lijo, habíamos creído que Amado Boudou era poco menos que un Coyote (latro vulgaris), para parafrasear la excelente analogía invocada por la Presidenta de la República, la cual comparó no hace mucho al mencionado juez federal con el Corre Caminos (Bip Bip).

Todo esto debido a que suponíamos que luego del advenimiento del cristianismo (antes de que se adoptara la notación universal de a.K., o d.K., i.e. “antes o después de Kirchner”, tal como nos lo recuerda Ningún Historiador Nace Chorro, Occidente al menos aprovechaba el advenimiento y solía usar como convención literalmente secular la expresión “a.C., o d.C.”, i.e. “antes o después de Cristo”), el mecanismo del chivo expiatorio denunciado por René Girard había dejado de operar, y que las acusaciones—en este caso contra Boudou—se basaban en fundamentos genuinos.

Sin embargo, justo sucedió que en una de las típicas reuniones de los viernes, el equipo de La Causa en ocasión de una discusión sobre Edipo Tirano (para usar el título literal) dio con un texto de René Girard, El Chivo Emisario, el cual nos hizo rever nuestras creencias sobre el caso Boudou. En efecto, Girard sostiene que el mito de Edipo reúne tres “estereotipos perseguidores” (De la Violence à la Divinité, pp. 1254-1255): (1) una crisis letal que azota a Tebas (la peste); (2) un serio crimen (o varios) provoca dicha crisis, y por eso el crimen debe ser castigado, y el criminal linchado; (3) existe un individuo con ciertos “signos victimarios”: un parvenu, alguien que viene de afuera, con un pie hinchado o renguea, etc.; en una palabra, Edipo, que opera como la víctima ideal de una caza de brujas o búsqueda de un chivo emisario. Después de todo, en ningún momento en la obra queda absolutamente probado que Layo era el padre de Edipo y/o que Yocasta era su madre.

Nuestros lectores compartirán nuestro asombro ante el parecido entre la situación de Edipo y la de Boudou. (1) ¿Acaso no estamos viviendo atravesando una crisis marcada por la inflación, recesión, una profunda grieta,  inequidad redistributiva, inseguridad, amenaza de default, etc.? Además, (2) no vamos a negar que la idea—y el acto—de quedarse con la empresa que acuña la moneda es un delito muy grave, más aún si uno de los involucrados es el Vicepresidente de la República. Se trata de la violación de una prohibición constitutiva de todo orden democrático. El crimen entonces también parece existir. (3) ¿Y qué decir de los signos victimarios? ¿Qué signo victimario le falta a Boudou? ¿No es acaso un verdadero parvenu, elegido a dedo por la Presidenta, un marplatense que anda en moto, ex disc-jockey y UCeDé, a quien encima se le ocurrió la idea de re-estatizar las AFJPs? ¿Y qué decir del linchamiento mediático del que es objeto Boudou, del cual no sólo participan Clarín y La Nación, como era obvio, sino hasta Eduardo Anguita y Horacio Verbitsky? ¿Y acaso habría avanzado la investigación judicial sin la crisis en la que se encuentra el Gobierno?

Aquí no termina el parecido entre Boudou y Edipo. ¿O acaso no fue Boudou mismo quien, al igual que Edipo, fue el primero en protestar a los cuatro vientos que había que buscar a los responsables de los delitos, y que haría todo lo posible para que la Justicia investigara hasta las últimas consecuencias? ¿No fue por eso acaso que un Procurador General tuvo que dejar su cargo, y fueron apartados un juez y un fiscal federales? ¿No ha sido procesado Boudou merced a su propia disposición a colaborar con la Justicia? ¿Y es casualidad acaso que Edipo haya acusado a Tiresias y a Creonte de mentir, así como Boudou ha vuelto proverbial el Clarín Miente? Y hablando de casualidades, ¿qué probabilidades había de que Edipo hubiera matado a su padre y se hubiera casado con su madre? ¿No son las mismas probabilidades que las existen hoy en día de que Boudou haya comprado Ciccone, o haya llegado a ser Vicepresidente exclusivamente por el capricho de una ilustre mandataria? 

Como suele pasar, la conclusión es agridulce. Al haber detectado nuestro error nos sentimos mejor ya que, como buenos spinozianos que somos, creemos que cuanto más sabemos mejor estamos. Pero la contracara de la expansión del poder explicativo de nuestra comprensión es que también sabemos que Edipo no termina bien. El consuelo para Boudou quizás sea el de alcanzar estatura heroica o trágica, lo cual no es poco. Quién sabe, quizás Lijo deje a Freud y lea a Girard a tiempo. La esperanza es lo último que se pierde.

2 comentarios:

Eduardo Reviriego dijo...

Me parece que habría que seguir leyendo a Freud, por lo menos para poder entender por qué a Edipo se lo ve tan contento:
http://www.perfil.com/fotogaleria.html?filename=/contenidos/2014/07/27/noticia_0023.html

Andrés Rosler dijo...

Muy buen punto.