jueves, 19 de diciembre de 2013

Al César lo que es del César: Repetición de una Entrada del Blog (24/07/13)



El ascenso del General César Milani a la jefatura del Ejército—aunque curiosamente sólo su ascenso y no la condición misma de militar en actividad—representa todo un desafío, tanto para kirchneristas como para kirchnerólogos, debido a las denuncias que lo vinculan a la última dictadura militar, las cuales han llevado a que un kirchnerista con credencial al día como Horacio Verbitsky haya aconsejado que Milani diera un paso al costado.

Nuestros lectores no sólo recordarán la entrada anterior (acá se viene a militar) sino que seguramente habrán advertido la similitud que existe entre la aporía kirchnerista actual con la teodicea o la superación del desafío que representa la existencia del mal en el mundo con la existencia misma de Dios. Si Dios es todopoderoso y bueno, entonces ¿cómo explicar la existencia del mal en el mundo? Dios puede ser solamente bueno, lo cual explicaría la existencia del mal al precio de la omnipotencia divina. Dios puede ser omnipotente y probablemente decidir no ser bueno, lo cual también explicaría la existencia del mal pero a expensas de la bondad divina. Negar la existencia del mal en el mundo a esta altura no es una opción para nadie.

En lo que atañe directamente a la Presidenta, la situación es básicamente la misma. Parece ser imposible reconciliar las tres proposiciones siguientes:

(A) Cristina es todopoderosa.
(B) Cristina es buena.
(C) Milani existe.

Cristina, sin duda, es omnipotente. Sin embargo, no parece ser fácil reconciliar su bondad con su defensa del ascenso de Milani a la jefatura del Ejército.

Es innegable que la existencia diabólica de Clarín podría explicar no sólo la existencia del mal y la de Milani, sino que además podría explicar fácilmente cómo llegó la carpeta de Milani a la Presidencia de la Nación, lo cual hizo quizás que Cristina equivocadamente lo propusiera. Pero en tal caso, si bien Cristina podría ser considerada buena, no podría obviamente conservar su omnipotencia. Si insistiéramos con su omnipotencia, no quedaría otra alternativa que suponer que Cristina sabe que Milani tiene vínculos con la dictadura militar y sin embargo lo defiende, lo cual nos lleva a fojas cero.

Una primera salida institucional para el Gobierno podría consistir en tomar el camino católico de la infalibilidad del líder espiritual, que tan buenos resultados le ha dado a la Iglesia Católica. Una segunda salida, por si quedaran dudas respecto de la primera, podría ser sostener que la defensa de Milani responde a razones estratégicas, las mismas que explican la alianza kirchnerista con el conglomerado mediático diabólico aproximadamente entre el año 1 y el 4 d.K. Dentro de unos años, Milani podría ser desplazado a las filas diabólicas, tal como le ha sucedido a antiguos socios kirchneristas, entre ellos dicho conglomerado mediático diabólico. La discusión en tal caso giraría alrededor de si entonces la Presidenta seguiría siendo tan buena como solíamos creer. Quienes creen que la alianza indicada con quienes tienen las manos manchadas de sangre fue apropiada o no hace mella a la bondad presidencial, seguramente no tendrán problema alguno en creer otro tanto respecto a la alianza con Milani, la cual es insignificante en comparación.

Finalmente, siempre le queda al kirchnerismo—y por lo tanto a la kirchnerología—lo que el Cristo de Milton respondió frente al desafío de su archirival, Satán: “quien recibe la luz desde arriba, de la fuente de la luz, no necesita de otro doctrina, aunque fuera verdadera” (Paraíso recobrado, IV.288-90). En una época de renovación espiritual como la que estamos viviendo, esta última alternativa bien puede terminar siendo la favorita de los creyentes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mirando la imagen, por un momento imaginá que el observador con quien Cristina busca brindar es Alberto Agapito Ledo. Pareciera que la actitud incomoda de Rossi, Randazo y el propio Milani, lo confirmara.

Eduardo Reviriego dijo...

Puede que para algunos kreyentes, la designación de Milani haya hecho las veces del terremoto de Lisboa (1755), un hito en la historia del mal y la pérdida de la fe en Dios. Esperemos que las consecuencias no sean las mismas.