martes, 19 de diciembre de 2017

¿El Futuro de la Corte Suprema?

Este domingo a la tarde estábamos en una librería hojeando el libro de Silvina Boschi, Los Secretos de la Corte, cuando de pronto una página del mismo, que trata sobre el fallo "Muiña" y la ley penal retroactiva (27362) sancionada para modificar la ley del 2 x 1 aplicada al caso, nos llamó poderosamente la atención: “La mayoría de la Corte espera pronunciarse sobre otro fallo de acuerdo a la nueva ley. Esta vez negaría el beneficio del 2 x 1 a detenidos por crímenes de lesa humanidad, con el voto de Maqueda, Lorenzetti, Highton y Rosatti, revirtiendo así estos dos últimos su postura en el caso Muiña. El juez Rosenkrantz, en cambio, se mantendría firme y repetiría los argumentos de su voto anterior” (p. 241, la cursiva es nuestra).

Estamos seguros de que nuestras lectoras y lectores en este preciso momento estarán pensando lo mismo que nosotros, a saber, el parecido entre lo que cuenta el libro y aquella extraordinaria historia que solía contar el gran Norman Erlich. Un judío (argentino, con perdón del Senador Pichetto) le dice al otro: “che, me enteré de que se quemó tu negocio”. Y el otro le contesta: “No, callate, la semana que viene”.

Seguramente todavía estemos en compañía de nuestros lectores al preguntarnos acerca de cómo harán los Dra. Highton y el Dr. Rosatti para convalidar una ley penal retroactiva, sobre todo teniendo en cuenta que en mayo con mucha razón salieron en defensa de las garantías penales. No podemos esperar para ver cómo lograrán semejante milagro.

En comparación, la posición de los Dres. Maqueda y Lorenzetti es mucho más simple: solamente tienen que ser coherentes y seguir negando las garantías penales, que serán derechos humanos pero no para todos los seres humanos (sobre la grosera inconstitucionalidad de las leyes penales retroactivas nos remitimos a una entrada anterior del blog, Volver al Futuro, e invitamos a los lectores  en general a consultar la etiqueta entera del 2 x 1; los especialistas, por su parte, dentro de poco podrán consultar un paper sobre el tema que aparecerá en estos días en la revista En Letra: Derecho Penal bajo el título clint-eastwoodiano: "Si quiere una garantía, compre una tostadora. Acerca del punitivismo de lesa humanidad").

Hablando del Dr. Lorenzetti, nuestros muy estimados lectoras y lectores, si creen que han leído algo, en realidad, parafraseando a Al Jolson y a la Warner Brothers, no han leído nada todavía. En efecto, henos aquí que en la p. 231 de la obra citada consta que “En el plenario del martes 9 de mayo, acordaron que Lorenzetti iba a poner manos a la obra para encontrar una solución al impacto negativo provocado por el fallo”. Si bien es revelador que en esta frase no consta quién es el sujeto del verbo “acordaron” (suponemos que son jueces de la Corte pero no sabemos cuáles), lo más extraordinario es que según la autora del libro “el propio Lorenzetti reconoció”: “Hablé con el Congreso para ver si sacaba una ley interpretativa, el lunes con Pinedo y luego con Monzó, para buscar una salida que descomprimiera la situación. La ley salió en una semana; fue un trabajo de mucha madurez” (la cursiva es nuestra).

Dado que el libro contiene una larga entrevista al Presidente de la Corte, suponemos que la publicación del libro y sobre todo del contenido del libro cuenta con la aprobación del Presidente de la Corte. Sin embargo, es inexplicable que el Presidente de la Corte haya admitido públicamente haber violado la Constitución al haberle pedido al Congreso de la Nación que sancionara una ley penal retroactiva, ya que semejante pedido, para empezar a charlar, viola el principio de la separación de los poderes para no decir nada de la prohibición constitucional en lo que atañe a la retroactividad de la ley penal (art. 18 CN).

Por otro lado, la sola creencia de que la imagen pública del Sr. Presidente de la Corte podría verse fortalecida mediante la violación del principio de la separación de los poderes (y encima para lograr una ley penal retroactiva), no solamente nos preocupa porque podría afectar la estabilidad en el cargo del Dr. Lorenzetti, sino que además nos recuerda aquella inolvidable escena de “Loco por Mary” en la que el personaje de Matt Dillon trata de impresionar al de Cameron Díaz:




o en idioma original para los puristas:




Como se puede apreciar, el personaje de Matt Dillon supone que puede vanagloriarse de lo que hizo. Eso no solamente dice mucho sobre dicho personaje, sino además de aquellos que esperan que un juez de la Corte Suprema, y particularmente su Presidente, intervenga en los asuntos del Poder Legislativo y encima para pedirle una ley penal retroactiva. Ni el mismísimo Presidente del Volksgericht alemán durante el nazismo le debe haber pedido al poder legislativo una ley semejante. En realidad, ni siquiera a Monty Python se le podría haber ocurrido un sketch de esta clase.  

Quedamos entonces a la espera para saber si lo que cuenta el libro se parece más a un chiste de Norman Erlich o si, como Aurora y Horangel, lo único que hizo fue adelantar el futuro. 

7 comentarios:

Alejandro Caudis dijo...

Clarísimo! Pero sobre todo, tristísimo! Por supuesto que no son términos antitéticos. Obvio.
El problema es que, más allá de la exposición e, incluso, de la denuncia de tal situación, la cuestión se torna trágica.
Queda latente, pues, saber si en tal derroche de incoherencia hay algo que pueda llamarse “derecho”.
Qué causa Catón!

jaime malamud goti dijo...

La Argentina se ha destacado por la regularidad con que sus jueces juegan con las leyes bajo el pretexto de interpretarlas. A lo que nunca se animó ningún tribunal hasta el momento es intentar subsanar una ley penal que no les gusta con una ley retroactiva que la interprete a pesar de ser la primera ley penal en el sentido más estricto. Sin embargo, algo me dice que son capaces de hacerlo. Más aún, que están dispuestos a hacerlo muy pronto. Esta segunda ley propone la lectura de una ley anterior pero posterior al hecho, retroactiva (muy retroactiva) con una ley posterior. Si lo hacen, admiro su sentido del humor para llegar a ser jueces del más alto tribunal sin entender el orden sucesivo de las leyes que regulan cualquier tema.

yago dijo...

Felicitaciones a Catón por la valiente nota y a Jaime Malamud por su extraordinaria reflexión. A los historiadores del futuro les será muy difícil reconstruir y comprender el sentido de esta etapa de nuestra práctica jurídica, donde los jueces dictan sentencias fundadas a partir de impresiones sociológicas caseras, sensibilidad acomodaticia para con el contexto,una gran creatividad interpretativista,un egocéntrico principismo subjetivista y un largo etc, con el fin de no dejarse atar por lo establecido en la ley y la Constitución. Muchas veces me da la impresión de que algunos jueces no están dispuestos a que la ley y la Constitución se interpongan entre ellos y los fundamentos de sus sentencias.
Esta sucediendo que todos los días que, de forma sostenida y visible, vemos a jueces que a veces en nombre de grandes principios morales y otras veces por de necesidades políticas contextuales apenas disimuladas, erosionan con sus sentencias un poco mas la dignidad de la Ley que fundamenta nuestro Estado de Derecho y nuestra Democracia.
Alguna vez tendremos que reconocer también el lamentable papel que algunos académicos han cumplido para abonar un suelo donde no crece el apego a la ley, sino el ego en nombre de la ley.
Saludos

ignatus dijo...

Mire, desde mi humilde lugar de trabajo, veo mucho éste tipo de prácticas: tratar de legitimar o validar una determinada decisión, (en la generalidad de los casos administrativa, en este puntualmente, judicial) o descomprimir una situación, mediante el dictado de una ley (por el Congreso, las legislaturas o los Concejos Deliberantes). Este proceder alberga el falso concepto de que "si lo dice la ley, se puede hacer cualquier cosa".
En algunos casos es una táctica (como en el que se analiza en el post) en otros es una estrategia.
Es fenomenal el uso de éste modo para violar las normas constitucionales; y es extraordinario como los operadores del derecho - incluidos asesores de alta jerarquía - sostienen: Si hay una ley, no nos podemos meter. Tal vez sea que meterse contra una ley implica un costo mayor.
saludos!

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias por los comentarios: sir Alexander, Lord James of Malamud, Maestre Yago. Ignatus, es un placer leerlo otra vez. Me parece que, como muy bien decía el General, en este caso al menos, somos todos peronistas.

Anónimo dijo...

Por qué tenemos la costumbre (mala?) de parafrasear al General como forma de justificación?

Unknown dijo...

Lo peor de todo es darse cuenta que tanto el Poder Legislativo como el Judicial son castas acostumbradas a hacer lo que les venga en gana. Siempre mantendrán sus privilegios. Unos hacen las leyes. Los otros las ejecutan a su arbitrio. Y en manos de ellos estamos.