domingo, 30 de octubre de 2016

Es un Escándalo



En una nota de hoy en Página 12 (click) Eugenio Zaffaroni muestra su preocupación por el caso de, entre otras personas, Milagro Sala. Se trata de una preocupación más que razonable, tal como lo hemos mencionado en este mismo blog (click). Algo huele mal en Jujuy.

Lo que llama la atención sin embargo es la manera de argumentar de Zaffaroni. En primer lugar, su referencia a la excepción. En efecto, según Zaffaroni, si no entendimos mal, quienes justifican la detención de Milagro Sala lo hacen invocando algo así como un estado de excepción. De ahí que Zaffaroni sostenga que “La excepcionalidad fue el argumento legitimante de toda inquisición a lo largo de la historia, desde la caza de brujas hasta nuestros días, pasando por todos los golpes de Estado y las consiguientes dictaduras. Nadie nunca ejerció un poder represivo arbitrario en el mundo sin invocar la ‘necesidad’ y la ‘excepción’”.

Sin embargo, es una falacia creer que, v.g., dado que quienes ejercen “un poder represivo arbitrario” invocaron la excepción, entonces todos los que invocan una excepción ejercen “un poder represivo arbitrario”. De otro modo, dado que los nazis usaban trenes para transportar a las víctimas del genocidio, entonces todos los que usan trenes son nazis. Con ese criterio, además, dado que el pensamiento de Schmitt tuvo un uso nazi (tema sobre el que vamos a volver más abajo) entonces todos (entre ellos Chantal Mouffe) los que usan a Schmitt son nazis. En realidad, la culpa, por así decir, no es de la excepción, sino de los que la usan. Como se solía decir a comienzos de la década del 80, la culpa no es del chancho sino del que le da de comer y por eso habían atentado contra el cocinero de Álvaro Alsogaray.

De hecho, el mismísimo Carlos Nino decía en relación a los juicios de Nuremberg que “ningún valor moral, por más importante que sea, es absoluto y prevalece sobre todos los demás valores”. En algunas ocasiones no queda otra alternativa que buscar el “mal menor” (C. Nino, Introducción al Análisis del Derecho, p. 26). Y el propio Zaffaroni reconoce otro tanto al sostener que quienes hablan de la excepción afirman “hipócritamente que actuaban legitimados por la urgencia de salvar valores superiores ante la amenaza de males de extrema gravedad” [el subrayado es nuestro]. Con lo cual Zaffaroni no solamente comete una falacia sino que además se contradice a sí mismo, ya que si alguien actúa hipócritamente es porque tiene sentido lo que hace, aunque no en el caso en cuestión. En otras palabras, precisamente, los hipócritas se aprovechan de lo que es moralmente correcto (en nuestra discusión, se trata de la excepción). Si se aprovecharan de lo que no tiene sentido o es imposible, no existiría la hipocresía.

En segundo lugar es notorio cómo un jurista de la talla de Zaffaroni tiene serias dificultades para entender a Carl Schmitt. Sin duda, Carl Schmitt durante algunos años fue cómplice del nazismo, o en todo caso lo miró con bastante cariño. Sin embargo, hay fuertes razones para creer que el de Schmitt fue un caso de oportunismo, como el de algunos jueces que, de modo inverso, primero colaboraron con la dictadura militar argentina denegando presentaciones de habeas corpus para llenarse la boca hablando de democracia y derechos humanos en los años subsiguientes.

En efecto, así como Schmitt se convirtió en un defensor del régimen jurídico nazi, antes del advenimiento al poder del nazismo el propio Schmitt había advertido que si los nazis (o los comunistas) llegaban al poder iban a cerrar la puerta constitucional detrás de sí mismos y por eso Schmitt, v.g. en Legalidad y Legitimidad, recomendaba declararlos inconstitucionales y prohibirles competir en las elecciones.

En otras palabras, hasta 1932, Schmitt, si bien no era exactamente un admirador de la Constitución de Weimar, hizo todo lo posible por defenderla. Creer que, como lo hace Zaffaroni, la doctrina constitucional de Schmitt fue un “un razonamiento perverso para legitimar el poder ilimitado del Führer” en el mejor de los casos implica el desconocimiento de todo lo que Schmitt había pensado y escrito hasta 1932.

De hecho, hay momentos en los que da la impresión de que Zaffaroni tampoco leyó la obra de Schmitt después del nazismo, entre otras cosas, La Teoría del Partisano, en la que consta que el portador de lo político ya no es el Estado sino en realidad un enemigo del Estado como el partisano o guerrillero. En otras palabras, el pensamiento de Carl Schmitt es muchísimo más complejo de lo que parece a primera vista.

En realidad, volviendo a la excepción, la única manera de evitar el ascenso del nazismo era la de invocar precisamente la excepción que representaba semejante movimiento político para el orden republicano y las medidas excepcionales previstas por la Constitución de Weimar en defensa de la misma. No tiene mayor sentido creer que hubiese sido suficiente una cédula de notificación de un juez federal para hacer frente al nazismo.

Para concluir y volviendo a Milagro Sala, es absurdo invocar una excepción para justificar su detención arbitraria, pero no porque toda invocación de una excepción sea arbitraria sino porque hoy en día en Argentina invocar una excepción no tiene mayor sentido. En realidad, la cuestión central tampoco es la detención en sí misma, ya que si cometió algún delito es lógico que esté detenida, sobre todo si mediante su libertad pudiera interferir en los juicios en su contra, lo cual agregaría otro delito al delito originario que explicaría su detención. Pero, como se suele decir en inglés, debemos mantener el ojo en la pelota: la cuestión entonces tampoco es la detención de Milagro Sala en sí misma sino si cometió o no un delito. Hablar de la excepción y de Carl Schmitt lo único que hace es contribuir a la confusión y mantener aquello que deseamos cambiar.

8 comentarios:

Gra Soler dijo...

Clarísimo!!! y como dice Yanina (8 años), quien integra un grupo de la Casa de los Niños de Barracas, "... de un lado esta el bien, del otro esta el mal, y en el medio la normalidad." y continua "a veces manda la furia y otras veces manda la alegría. Si están muy enojados manda el mal y el odio invade a todos, si están muy alegres manda el bien y la alegría los invade, pero si se unen forman normalidad"

Anónimo dijo...

Andres como va? Justo hoy estaba leyendo unos textos de Zaffaroni de otra cosa y lo que el sienpre dice es que historicamente se abusa de supuestas excepciones o emergencias para violar las garantias del derecho penal liberal. Por ej. La caza de brujas en Europa,el comunismo,el narcotrafico, o mas cerca la inseguridad mediatica y las leyes blumberg.

Anónimo dijo...

Sigo. Me parece que en lineas generales tiene razon con su argumento. Lo que decis de Schmitt no te discuto probablenente complique demñ mas el argumento con un autor tan complejo.

Anónimo dijo...

Y parrafo aparte lo de M. Sala es grave. Sin exageracion para mi es realmente una presa politica. Y no es casual que este presa por protestar eso es un mensaje de disciplina social.
Un abrazo grande. Ramiro Dos Santos

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias Ramiro por los comentarios. Lo que pasa con Sala es grave, sin duda. El punto es si la culpa es de la excepción o de los que la usan.

Anónimo dijo...

Zaffaroni diria que la excepcion inevitablemente tiende a ser siempre mal utilizada. Leyendo un poco mas vi que a Schmitt lo relaciona con lo que llama derecho penal del enemigo. Pero bueno se me escapa el tema de Schmitt. Abrazo!

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias Anónimo por el comentario. ¿Qué diría Zaffaroni entonces sobre la moralidad que también tiende a ser mal utilizada mediante la hipocresía? ¿Propondría eliminarla también? Me parece que no. De hecho, Zaffaroni mismo habla de la hipocresía en esta nota. Y además, ¿qué hubiera hecho Zaffaroni en Weimar contra el nazismo? No me refiero a si hubiera sido juez sino a qué habría hecho para detener al nazismo. Da la impresión de que la Policía Federal no habría sido suficiente.

ignatus dijo...

Si la culpa es de la excepción o de quien la usa, no deja de ocultar una parte de la cuestión que debe ser analizada. Y pienso que esa parte es la que refiere a la existencia de dispositivos - tales como la "excepción"- funcionales a quienes los usan. O sea, creados específicamente para ser "mal" utilizados, los cuáles deben ser analizados y despojados de todo su lado oculto o impensado.
Es interesante de todas maneras que podamos discutir y analizar el tema. Sugiero un libro de Agamben "Estado de excepción". Saludos y como siempre, excelente blog.