lunes, 7 de diciembre de 2015

Problemas de Transmisión: la Reunión en Olivos



Mucho se ha hablado sobre la transmisión del mando. Nosotros mismos, en nuestra entrada anterior (La Reina), habíamos propuesto una interpretación de lo que está sucediendo. 

Asimismo, mucho se ha especulado en particular sobre la reunión que tuvieron en Olivos, a solas y a puerta cerrada poco después de las elecciones, la actual Presidenta y el Presidente electo de todxs lxs argentinxs. Precisamente, para arrojar un poco de luz sobre lo sucedido allí, a continuación les mostramos a nuestros lectores imágenes exclusivas de esa reunión.

Como verán, el Presidente electo primero le da unas breves indicaciones a sus asesores y luego ingresa a una habitación un poco oscura, en la cual tiene lugar un muy breve aunque intenso diálogo del electo Presidente con la Presidenta, quizás porque el primero había interrumpido la siesta de la segunda:


- Macri: voy a entrar. Tráiganme esa vela. El amor es lo único que puede salvar a esta pobre criatura, y voy a convencerla de que es amada, incluso a costa de mi propia vida. No importa lo que escuchen ahí adentro, no importa cuán cruelmente se los implore, no importa cuán terriblemente yo pueda gritar, no abran esta puerta o Uds. desharán todo por lo que he trabajado. ¿Entienden? ¡NO ABRAN ESTA PUERTA!
- Marcos Peña: fue lindo trabajar con Ud.
- Frankristina: ¡AGRRRRR!
- Macri: déjenme salir, diablos déjenme salir de acá. ¿QUÉ ES LO QUE LES PASA A UDS. GENTE? ¡ESTABA BROMEANDO! ¿NO RECONOCEN UNA BROMA CUANDO LA OYEN? ¡JESUCRISTO, DÉJENME SALIR DE ACÁ! ¡ABRAN ESTA MALDITA PUERTA O LES VOY A PATEAR SUS PODRIDAS CABEZAS! ¡MAMI!

A la luz de esta valiosa información, podemos inferir que la mejor explicación de esta telenovela sobre la transmisión del mando es que Cristina había decidido de antemano que jamás iba a ser parte de la ceremonia si ganaba Macri, a pesar de que, por otro lado, había hecho todo lo posible para que Macri ganara. Por lo tanto, de un modo algo perverso, sobre todo para la democracia, ella apostaba a que Macri no aceptara la ceremonia en el Congreso y por eso es que esgrime la existencia de una tradición para negarse a ser parte de la ceremonia, lo cual le está saliendo muy bien, al menos hasta ahora.

Decimos que es la mejor explicación, porque la otra explicación que queda es la insania de creer que existe una tradición que le da la razón a ella, cuando existen serias dudas acerca de la existencia de dicha tradición, o dónde tiene lugar semejante tradición.

En efecto, las tradiciones, por no decir las convenciones en general, dependen para su existencia de lo que Davis Lewis llamara "conocimiento común", el cual no solamente debe ser conocido por todos sino además todos tienen que saber que todos lo conocen, y así sucesivamente para cualquier nivel finito. Sin embargo, Cristina hace referencia a una convención que ni siquiera puede satisfacer el primer requisito, i.e. contar con un conocimiento común conocido por todos. Ciertamente el "todos" (o "todxs") en cuestión no tiene por qué abarcar a toda la comunidad, sino al menos a los agentes pertinentes (i.e. el Escribano General de Gobierno, demás funcionarios involucrados, etc.), que forman la comunidad nuclear de cuyo conocimiento se nutren las comunidades satélites (como las que integramos todos los que no conocemos los vericuetos constitucionales), por así decir.

En otras palabras, las tradiciones existen o no, en el medio no hay nada. El hecho mismo de que existan dudas (al interior de la comunidad nuclear mencionada) sobre tal tradición implica que la misma no existe. En última instancia, habría que recordar que el que ganó las elecciones presidenciales es Macri y por lo tanto, incluso si tuviera sentido hablar de una duda sobre la existencia de una tradición presidencial, el que resuelve la duda es precisamente Macri. Para despejar esta meta-duda o la duda sobre la duda, bastaría con preguntarse qué pasaría si fuera al revés, i.e. si fuera Cristina la que recibiera el mando de manos de Macri. La respuesta es obvia.

Como suele pasar, la única cuestión que podría subsistir es cuál de estas dos explicaciones la deja mejor (o peor) parada a Cristina: perversidad o insania. Las dos son muy tentadoras. Los lectores, como siempre, tienen la última palabra.

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