lunes, 18 de agosto de 2014

Buitres, pero Principistas


Hace muy poco, la posición presidencial acerca de los buitres era que, como su nombre lo indica, se trataba de agentes exclusivamente preocupados por satisfacer su auto-interés en perjuicio del interés nacional. Sin embargo, a juzgar por las últimas opiniones vertidas por la Presidenta, la posición presidencial ha experimentado una transformación notoria.

En efecto, en las palabras de la Presidenta, “El gran tema de los fondos buitres es que no quieren arreglar. ¿Solamente por avaricia y codicia? No, no solamente por avaricia y codicia, sino también por una decisión política y geopolítica de querer volver a endeudar a la Argentina, y tirar abajo, de cualquier modo, la reestructuración de deuda soberana” (click). Los que otrora entonces actuaran sólo por auto-interés ahora actúan además sobre la base de una decisión política. En otras palabras, nos enfrentamos a terroristas (bastante extraños por otra parte: pero Terrorista Che) que actúan por principio. Los buitres están dispuestos incluso a perder dinero si hiciera falta con tal de "tirar abajo... la reestructuración de deuda soberana".

Por un lado, nos gustaría creer que somos en parte responsables de este giro presidencial, si es que podemos tocar nuestra propia trompeta, como se suele decir en inglés. En verdad, en este blog nos habíamos al menos anticipado al sostener que no eran buitres cualesquiera sino principistas (click). Por el otro, no es ninguna novedad que los terroristas actúan por principios, al punto de estar dispuestos a sacrificar su auto-interés por su causa. Como nos lo recuerda Hannah Arendt, el genocidio cometido por los nazis no sólo llama la atención por su carácter atroz sino además debido a que fue llevado a cabo en medio de una guerra mundial contra toda lógica auto-interesada desviando recursos bélicos indispensables. A pesar de lo que cree, v.g., Marcos Aguinis (nazis eran los de antes), a veces es preferible tratar con simples criminales antes que con idealistas.

La cuestión es si el principismo juega a favor o en contra de los buitres. Claramente, la Presidenta, adhiriendo implícitamente a la tesis que podríamos llamar “soberana”, cree que la criminalidad del buitre se ve exacerbada por su aspiración política. En cambio, para quienes defienden la tesis que podríamos llamar “liberal” (en homenaje a la escuela de pensamiento que de hecho inventó la noción moderna de “delito político”), quien comete un acto criminal motivado por una decisión política es moralmente superior al simple criminal que sólo desea salirse con la suya, sin correr riesgo alguno.

Es más, la tesis liberal se cuida particularmente de confundir al delincuente político con un terrorista y enfatiza precisamente que son los Estados los que monopolizan el uso del “terrorismo” como un arma ideológica destinada a descalificar a sus adversarios, a pesar de que irónicamente haya sido un Estado como el jacobino el que se ufanó de emplear por primera vez el terror como una política pública o de Estado. Y si nos podemos permitir aquí un anacronismo, tal como famosamente lo sostuviera William Blake, Milton mismo parece tomar partido por Satán a juzgar por la caracterización principista republicana que brinda en su Paraíso Perdido de la desobediencia del ángel caído a un Dios arbitrario que le prohíbe a los seres humanos comer del árbol del conocimiento.

Ahora bien, la Presidenta no es lo que se dice una adherente inconmovible de la tesis soberana. En efecto, la Presidenta parece sentirse mucho más cómoda con la tesis liberal en el caso de quienes se alzaron en armas bajo un orden constitucional democrático durante los setenta, a pesar de su preferencia por la tesis soberana en el caso de los buitres.

Ciertamente, alguien podría sostener que la Presidenta puede oscilar sin contradecirse, ya que es liberal y tolerante para con quienes defienden principios correctos pero soberana e implacable para con quienes suscriben principios incorrectos. Claro que semejante afirmación confía ciegamente en la existencia de una teoría de las respuestas políticas correctas; dicha confianza, sin embargo, parece ser desmedida a juzgar por los profundos desacuerdos que atraviesan el campo de la filosofía política.

Sea como fuere, somos muy afortunados por vivir en una época en la cual las intervenciones presidenciales son usualmente el disparador de muy ricos debates intelectuales, a tal punto que hasta contamos con una Secretaría de Estado para el Pensamiento. ¿Cuántas épocas históricas podrán decir lo mismo?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Disiento, la acusación de la presidenta, señalando de complot a estos grupos no hace sino agitar un fantasma bastante mas serio de lo que se cree. La presidenta relacionó peligrosamente el ataque especulativo con bombas como las de Gaza. No hay que ser un experto en cohetes para leer entre lineas.

Andrés Rosler dijo...

Precisamente, si el bombardeo de Gaza fuera terrorista semejante acción sería de naturaleza principista. De todos modos, hay novedades. La Presidenta se confundió (en el fondo es solamente humana). No se trata de terrorismo sino de una quiebra fraudulenta (a menos que deseáramos comparar el bombardeo de Gaza con una quiebra fraudulenta): http://www.infobae.com/2014/08/19/1588614-el-gobierno-aclaro-que-no-aplicara-la-ley-antiterrorista-donnelley.

Anónimo dijo...

En realidad me refería a que CFK parece adherir a las teorías de complot sionista de tinte antisemita que agita D´Elia. Este punto me pareció mas grave que cualquier aplicación o no de la tristemente famosa ley.

Andrés Rosler dijo...

Justo ahora tocamos un tema relacionado en la nueva entrada del blog.