miércoles, 20 de agosto de 2014

Brieger, Weber y Kant

No hace mucho, Pedro Brieger había anunciado en la TV Pública su adhesión a la neutralidad valorativa weberiana en ocasión de la muerte de tres jóvenes israelíes al sostener que sólo le interesan los hechos o "la realidad", ya que para él "es otro [el] debate acerca de la moral, de la violencia, si es buena, o mala" (secuestros y asesinatos, y no en el buen sentido de la palabra). Dado que Brieger no hacía análisis morales sino puramente políticos, no condenó los secuestros y asesinatos en cuestión y lo único que Brieger le criticaba a Israel era que su política es irracional. En otras palabras, lo único que le interesaba a Brieger es el éxito.

En su momento, habíamos llegado a creer que Brieger se contradecía ya que por momentos emergía cierto tono moral en sus análisis, aunque fundamentalmente en relación con la política israelí. Ahora nos hemos dado cuenta de que, como suele pasar, hemos confundido una contradicción con una superación intelectual que ya se percibía en la crítica moral a la política israelí.

En efecto, el pensamiento de Brieger ha experimentado en estos días una profunda transformación, dando lugar a lo que algunos seguramente llamarán el "segundo Brieger". En otras palabras, la influencia de Max Weber en el pensamiento de Brieger parece haber sido opacada por la de Kant (o por la de cierto kantismo en todo caso). Veamos si no el siguiente video de Télam:




Lo que revela el nacimiento del segundo Brieger o Brieger tardío es su tesis central según la cual "siempre parece haber excusas para bombardear Irak". Mientras que antes Brieger se enorgullecía de ser un científico que explicaba la realidad política distanciado de toda consideración moral, desde el último bombardeo estadounidense de Irak ha cambiado de posición y denuncia la inmoralidad de dicho bombardeo.

Ahora bien, decir que EE.UU. tiene una "excusa" para hacer bombardear Irak es ambiguo: puede referirse tanto a que (a) la razón que EE.UU. invoca no existe (no hay ninguna grave violación de DD.HH. en el Norte de Irak), o a que (b) la motivación moral de dicha razón es insuficiente o incluso inexistente (EE.UU. aprovecha la ocasión de una grave violación de DD.HH. para bombardear Irak por razones auto-interesadas). Brieger podría (c) haber dudado de la racionalidad de semejante bombardeo (i.e. las graves violaciones de DD.HH. existen pero no podrían ser interrumpidas por los bombardeos), pero ni siquiera contempla la posibilidad de tal opción, al menos en este video.

A juzgar las preguntas que se hace Brieger en este video ("¿Por qué ahora? ¿Por qué la urgencia? ¿Por qué aparece la palabra genocidio?") la respuesta es que Brieger opta por (b). En efecto, no tendría sentido inclinarse por (a), como si Brieger se preguntara por la oportunidad o urgencia de una ocasión inexistente (sería como preguntarse: ¿por qué EE.UU. no bombardeó Irak hace tiempo, cuando tampoco pasaba nada?).

Semejante conclusión implica entonces que el otrora realista se ha convertido hoy en un hipermoralista tal que permitiría el bombardeo de Irak en defensa de minorías religiosas "perseguidas" (en las palabras de Brieger, aunque a juzgar por las varias decapitaciones y cientos de muertes además han sido verdaderamente "alcanzadas") si y sólo si dicho bombardeo obedeciera a razones puramente morales (si es que lo permitiría en absoluto). Cualquier otra motivación contaminaría su moralidad y por lo tanto lo descalificaría irremediablemente.

Las consecuencias de la doctrina Brieger son extraordinarias. Por ejemplo, según Brieger la declaración de guerra de los EE.UU. al Eje durante la Segunda Guerra Mundial fue inaceptable. Semejante conclusión resulta inexorablemente de repetir las preguntas que se habría hecho Brieger en 1941: "¿Por qué ahora? ¿Por qué la urgencia? ¿Por qué aparece la palabra genocidio?". En efecto, tal como lo demuestra el tiempo que demoró EE.UU. en entrar en la guerra, si bien dicha intervención permitió, v.g., la interrupción del Holocausto, en el fondo fue motivada seguramente por la defensa de su incipiente imperialismo, se demoró algunos años, etc.

De ahí que según la doctrina Brieger, las minorías aniquiladas en Irak deberán esperar a ser ayudadas hasta que, v.g., terminen los bombardeos israelíes en Gaza (Brieger sospecha que los bombardeos de EE.UU. sólo quieren tapar los de Israel en Gaza), o hasta que EE.UU. se decida a intervenir militarmente exclusivamente por razones cuya moralidad hasta un santo aprobaría.

Dicho sea de paso, Brieger no es el primero en proponer una doctrina semejante. Ya habíamos discutido la extraordinaria contribución de Guillermo Levy quien en ocasión de otro ataque de EE.UU. sostuvo que "Solo personas con limitadas capacidades mentales pueden pensar que en la cúpula de poder de los Estados Unidos reina la indignación por el supuesto ataque con armas químicas contra civiles en Siria" (click).

Sea como fuere, la doctrina Brieger quizás no sea fácilmente compartida por quienes son objeto precisamente de la auto-interesada o hipócrita ayuda de los EE.UU. En efecto, quizás las minorías perseguidas (y alcanzadas) no compartan el hipermoralismo briegeriano y se conformen con ser ayudadas por el mismísimo diablo con tal que dicha ayuda interrumpa la agresión de la que son víctimas.

Resta decidir si el punto de vista de las víctimas es más importante que el de un analista que primero se ufanaba de adoptar un punto de vista puramente explicativo o externo (a pesar de que no lo hacía) y que ahora no se conforma con menos que un punto de vista moral completamente desinteresado. No parece haber mucho opción que digamos.




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