En Página 12 de hoy ha salido una nota muy curiosa del profesor de Teoría del Conocimiento Roberto Follari (click). En ella, Follari defiende un fárrago de tesis sobre la ideología que los lectores deben reconstruir por sí mismos. Nosotros, al menos, hemos detectado tres.
(1) "no existen las personas 'independientes', no hay quienes no respondan a ideología alguna".
(2) "Todos dependemos de nuestras ideas".
(3) "la ideología más fuerte es la de aquellos que creen no tenerla".
De esta tres tesis, la tercera quizás sea la más atractiva, pero reveladoramente tiene como blanco de su crítica "alguna veterana comensal de la TV que cree que la sociedad es igual a los rumbos de Recoleta o Barrio Norte, en Buenos Aires". Queda por demostrar, sin embargo, que todos los que creen no tener ideología no la tienen.
Respecto de las otras dos, sin embargo, no queda claro qué pretende hacer con ellas el autor.
En efecto, si del hecho que (1) "no existen las personas 'independientes'" el autor quiere inferir que no hay respuestas correctas sobre aquello a lo que se refiere la ideología, entonces sus propios alumnos de Teoría del Conocimiento se preguntarán por qué habrían de creerle en sus clases. Es más, seguramente Follari mismo supone que su teoría de la ideología, y sus clases, no son meramente ideológicas, sino correctas, porque se apoya en argumentos válidos.
Un buen ejemplo muy reciente de cómo articular las ideologías con la existencia de respuestas correctas es el de Eduardo Anguita. Su ideología, de la cual nadie puede dudar, no le impidió sostener que la fecha de la indagatoria de Boudou no fue pensada "para competir con titulares de diarios del día siguiente" sino que obedece a "una lógica procesal" y el tema "era [tan sensible] para la Casa Rosada" que iniciada la investigación "de inmediato fue destituido Esteban Righi, hasta entonces procurador general de la Nación" (click).
Vayamos ahora a la tesis (2) según la cual "todos dependemos de nuestras ideas", la cual es completamente cierta. No podemos pensar sin ideas. Pero de ahí no se sigue, otra vez, que nuestras ideas equivalgan a ideologías, o que no puedan cambiar. Follari mismo sostiene que "los que saben que... tienen [ideología]... pueden razonar sobre ella, modificarla" y por eso critica a quienes no tienen "la menor posibilidad de reaccionar frente a sus propias distorsiones, de modificar su pensamiento o de afinarlo".
Finalmente, hay un párrafo de Follari que nos llama poderosamente la atención:
"Si hubiéramos nacido en Sudáfrica y no en Argentina, pensaríamos muy diferente. Si hubiéramos nacido en tiempos de Pericles en la Grecia Antigua, hubiéramos aceptado la esclavitud como natural. Si hubiéramos nacido en Arabia Saudita, seríamos muy probablemente musulmanes".
Se trata de contrafácticos que todo defensor de criminales de lesa de humanidad que se preciara de ser tal podría invocar para protestar por el carácter ideológico de la persecución de la que sus representados son objeto. ¿Acaso durante la última dictadura cívico-militar no hubo aceptación generalizada acerca de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la misma? ¿Sólo son castigados hoy porque cambió su aceptación?
Por el contrario, no pocos creen que hay algo moralmente aberrante en tales crímenes en sí mismos que los separa de toda consideración histórico-política o ideológica, y merecen ser repudiados con independencia de quiénes y cuándo cometan dichos delitos.
La conclusión parece ser que sólo quienes piensan como Mirtha Legrand pueden aprovechar esta nota completamente.
2 comentarios:
Andrés,
Me gustaría leer una publicación tuya sobre el nombramiento de Foster.
Estoy en unas jornadas en Porto Alegre y todavía no estoy seguro de si es una broma.
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