Edgardo Mocca en su nota de hoy en Página 12 propone un instructivo test para identificar a la derecha argentina, en el contexto de un "caleidoscopio argumentativo conservador" que interpreta "las actuales políticas económicas como 'ajuste ortodoxo'". La referencia de Mocca a un "caleidoscopio" así como al "discurso de la derecha" y al "de los que le prestan su solidaridad" está emparentada con la posición de Bruschtein, expresada la semana pasada en el mismo diario, según la cual existe una alianza en contra del Gobierno entre Infobae (pero sin incluir a Clarín), "la mayoría de la oposición", la UCA y "una becaria del Conicet" (quizás un guiño a los muchos fanáticos de Asterix: Pobre de Vos).
De este modo Mocca y Bruschtein parecen apelar a una verdadera astucia de la razón kirchnerista. En efecto, por un lado, según Bruschtein y Mocca, entre otros, todo aquel que se cree de izquierda y critica al kirchnerismo en realidad le está haciendo el juego a la derecha. Por el otro, el frente kirchnerista, que vendría a representar a la izquierda posible, contiene a notorios gobernadores de la derecha notoriamente posible como v.g. Scioli, Urtubey, Insfrán y Alperovich. Pero en este caso es la derecha la que le hace el juego a la izquierda (i.e. al kirchnerismo). Queda por dilucidar si estos gobernadores de derecha saben que están trabajando para la izquierda.
Esta astucia de la razón kirchnerista, por lo demás, es el complemento ideal de la nueva ontología de Brienza según la cual, recordemos, "por más que Cristina devalúe, ajuste, se endeude, designe personas acusadas de violaciones de derechos humanos, haya designado a Boudou, etc., semejantes acciones sólo son 'una etapa determinada de su existencia', y no forman parte del 'ser' kirchnerista en sentido estricto" (La Ontología de Brienza).
Veamos ahora cuáles son las tres grandes reglas (o quizás mejor características) que le permiten a Mocca identificar a la derecha al menos en su cepa vernácula.
1. "Ahistoricidad", "es decir la ausencia de referencias que ayuden a encuadrar la cuestión que se discute en una cierta sucesión histórica". Nos preguntamos qué opinaría Mocca de un partido que gobernara hace doce años y todavía hablara de la herencia recibida, como si no tuviera historia y acabara de ganar las elecciones. De paso, nos provoca cierta curiosidad conocer la posición de Mocca sobre el pasado menemista de Kirchner (Auto-Crítica).
2. (Lo que nosotros nos atrevemos a designar como) "Parroquialismo", o "el aislamiento de nuestra realidad respecto de lo que ocurre más allá de nuestras fronteras". Mocca quiere que comparemos a nuestro país con Francia, pero aparentemente no con Brasil, Chile, Uruguay, Perú, etc., cuyas economías han crecido sensiblemente, en donde en comparación casi no hay inflación y el dólar se ha depreciado notablemente en los últimos diez años. Tampoco quiere compararnos con Bolivia, un país cuyo gobierno está muy cerca se supone ideológicamente del nuestro, y que obtiene créditos casi regalados en comparación a las tasas de interés que tiene que pagar Argentina.
3. "El discurso opositor es antiideológico". Es otra vez la mencionada astucia de la razón la que explica por qué el anti-ideologismo de Scioli (miembro y pieza clave de la alianza gobernante desde su misma fundación) y de Massa (otrora a cargo de la ANSES e incluso Jefe de Gobierno de este Gobierno) no repercuten sobre el kirchnerismo. Es la misma astucia de la razón la que explica además la desafortunada historia de amor de este Gobierno con anti-ideólogos como Clarín y Moyano. Qué decir del hecho de que Macri sea el opositor elegido por este Gobierno para que este último pueda ubicarse a la izquierda del espectro y de este modo evitar que la oposición progresista se fortalezca electoralmente.
Dentro del anti-ideologismo, Mocca señala además la moralización de la política característica de la oposición. Dado que Mocca defiende la tesis de la autoridad moral (ya que critica a quienes hablan de la pobreza "borrando toda huella histórica y sobre todo la de sus propias responsabilidades en el derrumbe social argentino de principios de este siglo"), es curioso que no haya percibido asimismo que este Gobierno tiene el récord olímpico de la moralización de la política debido a su descalificación sistemática a toda clase de oposición.
De ahí que si usáramos el test de derecha de Mocca sería muy difícil para el Gobierno evitar que el resultado diera positivo, y todo esto sin tener que mencionar las consecuencias de su política económica. En efecto, tal como acabamos de ver, este Gobierno es claramente ahistórico, parroquial, ha trabajado y sigue trabajando muy cómodamente con muchos anti-ideologistas, y moraliza la política todos los días, de lunes a domingo, de 0 a 24.
Sin embargo, todo nuestro análisis queda inerte ante el influjo de la astucia de la razón kirchnerista: lo que sería de derecha en el caso de cualquier otro gobierno o partido, es de izquierda en el caso del kirchnerismo. Es la misma astucia de la razón kirchnerista la que explica por qué el progresismo kirchnerista se resiste a concederle status legislativo a la AUH (la carta de presentación del progresismo kirchnerista), status que impediría (o en todo caso haría más difícil) que un nuevo gobierno pudiera eliminarla por decreto. Quizás sea hora de releer a Hegel antes de criticar al progresismo kirchnerista.
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