domingo, 10 de febrero de 2013

Agencia aristotélica y Relaciones internacionales




Según Página 12 (click) la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner replicó las declaraciones del titular de la AMIA, Guillermo Borger, quien había criticado en duros términos el acuerdo entre Argentina e Irán para interrogar en ese país a los acusados de haber participado en el atentado que voló la sede de esa asociación en 1994, debido a que Borger, entre otras cosas, y llegó a señalar que el tratado (que aún debe ser aprobado por ambas Cámaras) daría “la posibilidad de un tercer atentado”.

Quizás la posición de Borger es algo exagerada. Pero entendemos que lo que quiso decir es que el acuerdo en cuestión sólo asegura la impunidad de los implicados. Lo más interesante, sin embargo, es uno de los argumentos que usó la Presidenta para responder a la crítica de Borger. Se trata de una reducción al absurdo, creemos. Citamos otra vez a Página 12 (sic): "Si hubiera un atentado por el acuerdo con Irán ¿QUIEN SERIA EL AUTOR INTELECTUAL Y MATERIAL? —preguntó de forma retórica Fernández de Kirchner–. Está claro y es más que obvio que nunca podrían ser los países firmantes. ¿Serían quienes se oponen al acuerdo? ¿Países, personas, servicios de inteligencia? ¿Quién o quiénes?”.

Este argumento presidencial se remonta, nos parece, a la idea aristotélica de cierta clase de agencia ideal que permite unir la descripción de un hecho con una predicción, todo merced a la normatividad de una razón para actuar. Para aclarar este punto convendría releer el siguiente párrafo de David Charles, Aristotle's Philosophy of Action, p. 212: "Si un agente aristotélico es racional, seremos capaces de predecir sus acciones con exactitud porque ha integrado sus estados motivadores y valores, y se aseguró de que sus valores son estables y su capacidad de discriminación está en buena condición. Entonces, dado su mejor juicio (basado en sus valores y apoyado por su afirmación honesta), seremos capaces de decir qué tan bien actuará (dadas condiciones físicas apropiadamente especificadas); y también, dados sus valores, seremos capaces en general de predecir cuál será su mejor juicio". Ciertamente, no nos extrañaría que las ciencias sociales se hayan apropiado de esta articulación entre descripción, evaluación y predicción.

En otras palabras, el razonamiento presidencial es que si Irán es un agente aristotélico de tal forma que si firmó un acuerdo por el que suponemos se compromete a no cometer ningún atentado (siempre partiendo de la suposición que tiene que ver algo con este atentado, algo que incluso creemos supone el Gobierno) y/o por el que niega haber tenido algo que ver con un atentado anterior y/o acepta que tuvo algo que ver, entonces jamás lo va a violar y además jamás va a volver cometer semejante acto si es que lo hizo. De ahí que la Presidenta pregunte: ¿quién podría cometer semejante atentado, si Irán firmó un acuerdo?

Bueno, una primera y obvia alternativa es que semejante atentado puede ser cometido no por Irán sino por otro agente, en caso de que Irán no haya sido quien lo cometió, tal como Irán de hecho lo viene afirmando hace tiempo. En segundo lugar, y suponiendo que Irán tiene algo que ver con el atentado, habría que ver si Irán es un agente aristotélico. En tercer lugar, no hace falta ser un científico especializado en cohetes (click) para dudar del optimismo presidencial. En efecto, ¿acaso existen pruebas empíricas de que sospechosos por haber cometido un delito en el pasado jamás cometen el mismo delito en el futuro? No dudamos de que quienes cometen un delito pueden ser personas honorables que mantienen su palabra. Pero no nos extrañaría enterarnos de que quien cometió un acto ilegal lo haya cometido nuevamente y/o, Dios no lo permita, haya violado un acuerdo por el que se comprometía a no hacerlo, incluso en el plano de las relaciones internacionales.

Curiosamente, cuentan que Stalin mismo se sorprendió por la invasión alemana en 1941 luego de que él y Hitler habían firmado un tratado de no agresión (no hace falta aclarar que esto no es un chiste, sino que se trata del pacto Ribbentrop-Molotov de 1939). Seguramente Stalin debe haber dicho: "Pero cómo, si habíamos firmado un acuerdo!". De hecho, tuvo una crisis de nervios por la cual estuvo encerrado una semana sin saber qué hacer. Y si (un gran si, por diferentes razones) hubiera sido criticado por los diarios soviéticos, difícilmente habría alegado tal pacto en su defensa. En el fondo, los políticos son mucho más ingenuos de lo que se cree, y se olvidan de que, como dice el tango, la gente, a veces, es mala y murmura.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

parciera subyacer una idea un tanto Cínica o perversa del tipo: " en todo caso, si nos hacemos amigos de los terroristas y estrechamos lazos económicos convenientes para ambos, estamos más a salvo que forjando una relación hostil" En cierta forma, el argumento es bueno, pero sobre bases de puro pragmatismo, un tanto rastrero, que desconozco hasta que punto resulte coherente con los principios que en el gobierno afirman reivindicar.

Andrés Rosler dijo...

Podría ser. Eso también supone que, sean quienes fueren los que cometen esta clase de atentados, no hacen negocios con los países en los que cometen esta clase de atentados. Y a juzgar por lo que dice el Vice-presidente, no habría que descartar que la AMIA podría llegar a volarse a sí misma: http://www.infobae.com/notas/695848-Boudou-sobre-las-criticas-del-titular-de-la-AMIA-Parece-que-amenaza.html.

Anónimo dijo...

en realidad supone que la presidenta supone eso. en todo caso, no sería extraño lo haga, ya que ella misma expresa que ninguno de los dos firmantes del convenio estaría interesado en cometer otro atentado. la suposición primera, es discutible, aunque no mucho más que la expresada por la presidenta. si un convenio bilateral alcanza para garantizar la seguridad recíproca de los firmantes, una relación mutuamente ventajosa ha de hacer otro tanto. respecto a Boudou, como inquiría la presidenta respecto a Borger, quizás sepa algo, y en apoyo a sus asertos, lo absurdo no deja de representar una posibilidad cierta, tanto o más en un país donde él es vicepresidente.