miércoles, 25 de mayo de 2016

Viva la Corrupción!



Por increíble que parezca, habíamos pensado que nuestros lectores se habían saturado de Hernán Brienza. Es por eso que hace un tiempo habíamos decidido interrumpir nuestra veneración por su obra (brienzana).

Sin embargo, de pronto, comenzaron a sonar los teléfonos de la redacción de la Causa de Catón, llovieron los comentarios en el blog, fuimos arrobados en twitter e incluso apareció la Catón-señal en el cielo (la legendaria "LCC": valga aclarar que el juicio por plagio que tenemos al respecto con la compañía de cable de Miramar, La Capital Cable, lo estamos ganando) para hacernos saber que Hernán Brienza había escrito otra de sus magníficas obras y que debíamos decir algo sobre el tema. Nuestros lectores, como siempre, nos demostraron que tienen razón: nadie puede haber tenido suficiente Hernán Brienza. Se trata de una personalidad inagotable.

En efecto, lo hemos visto en acción muchas veces, como un verdadero Sergei Bubka del periodismo intelectual y militante (a decir verdad, tal como consta en su página de wikipedia, se trata de un periodista que a la vez es escritor, politólogo, ensayista e historiador), que cada vez que se lo propone logra romper su récord anterior. De hecho, en su foja de servicios consta que ha sido un paladín de todas las causas justas. Para muestra bastan unos pocos botones: fue miembro numerario del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego (INRHAIMD), demostró que no nos merecíamos a Cristina (lo que vos te merecés), en ocasión de su exitosísima defensa de Milani no solo incursionó no menos exitosamente en la física cuántica (Big Bang Brienza) sino que además hizo añicos la distinción entre culpabilidad e inocencia (La Ley de Brienza), etc. 

En su última nota, la que provocara la más que justificada ira de nuestros lectores para con nosotros, Brienza acomete contra la idea misma de corrupción: “Los argentinos nos debemos un debate en serio sobre la corrupción” (¿Y si hablamos de corrupción en serio?). El intelecto de Brienza no podía dejar de percibir que dado que los grandes iconos de la cultura kirchnerista eran perseguidos por el popularmente denominado crimen de corrupción, bastaba con atacar la idea de corrupción para mostrar la irracionalidad e inmoralidad de dicha persecución. Como se suele decir, muerto el perro, se acabó la rabia. 

La primera tesis que esgrime Brienza al respecto es la de la imposibilidad. En efecto, Brienza argumenta que “No se puede robar un país. No se puede robar todo”. Ahora bien, la inteligencia de Brienza a veces podría jugarle en su contra. Habría que ver cuántos kirchneristas estarán de acuerdo en que el problema con la corrupción que se le atribuye al kirchnerismo es que es imposible. Es como si los nazis hubiesen alegado que es imposible cometer un genocidio de millones de personas. 

De hecho, algunos preferirán tomar el camino tradicionalmente moral de negar la posibilidad de que estadistas como Néstor y Cristina hayan cometido tales actos. Algunos destacados kirchneristas como Julia Mengolini, de hecho, prefieren tomar un camino alternativo (click), ya que si bien todavía creen que la corrupción es moral y jurídicamente reprochable, precisamente por eso tratan de mostrar que a pesar de la corrupción el legado kirchnerista es digno de ser reivindicado (atención, esto es bloguismo verdad en tiempo real: nos está llegando en este preciso momento por la cucaracha que Mengolini hace un tiempo que no paga la cuota y que en realidad a juzgar por su decisión de trabajar en Canal 13 ha dejado de pertenecer al club; ampliaremos). 

De todos modos, a Brienza no se le escapa que la tesis de la imposibilidad puede provocar un debate al interior del kirchnerismo y por eso propone un segundo argumento, el de la necesidad: “La corrupción está íntimamente ligada al financiamiento de la política”. En otras palabras, habiendo dicho primero que la corrupción (en todo caso en el grado atribuido a Néstor y a Cristina Kirchner) es imposible, luego Brienza sostiene que es imposible no ser corrupto si uno se dedica a la política y no tiene dinero. Más abajo lo dice más claramente: “Sólo son decentes los que pueden ‘darse el lujo’ de ser decentes”. Es con un hondo pesar que nos vemos en la obligación de recordar que este argumento, a diferencia del primero, no es exactamente original ya que había sido esgrimido por Diana Conti en televisión (Derecho penal para todxs).

El tercer argumento que da Brienza, suponemos que a mayor abundamiento y no porque los dos primeros no hayan cumplido su misión, es el de la extensión de la idea de corrupción: “Corrupción, también, es evadir impuestos, girar dólares al exterior, tener cuentas en paraísos fiscales, sean funcionarios públicos o privados, porque un presidente que años anteriores defraudó al fisco”. No somos quiénes para decirle a Brienza qué debe hacer o pensar, pero nos cuesta entender cómo este tercer argumento es una defensa del matrimonio Kirchner, sobre todo si Lázaro Báez, tal como se sospecha, no hizo su fortuna mediante una herencia, lotería o un emprendimiento como los de Bill Gates o Steve Jobs (No es lo que parece). 

Por alguna extraña razón (quizás, como dice el tango, “la gente es mala y murmura”), a pesar de su comprobada integridad moral e intelectual, Brienza se ve obligado a aclarar que “No se trata de defender la corrupción en esta nota”. Por si hiciera falta Brienza agrega que “Siento una repulsa moral, heredada de cierto ascetismo cristiano, respecto de la riqueza rápidamente adquirida” e incluso que “considero con Honoré de Balzac que ‘detrás de toda gran fortuna siempre hay un crimen’”. Es más, Brienza sostiene que “No todos somos corruptos”. Otra vez, nos preguntamos cómo se sentirá, v.g., Cristina al leer semejantes líneas. 

A esta altura no podemos dejar de hacer públicas nuestras dudas acerca del registro del discurso de Brienza. Cultores que somos de la ironía, albergamos la sospecha de que Brienza de un modo muy sutil parece estar riéndose de la fortuna de Lázaro Báez y por extensión del kirchnerismo. Habiendo dicho esto, nos vemos forzados a desmentir los rumores según los cuales Brienza trabaja para La Causa de Catón. Bien quisiéramos contar con semejante egregio miembro. 

Finalmente, habiendo dicho que la corrupción era imposible, Brienza termina con un grand finale: “La corrupción… democratiza de forma espeluznante a la política”. A esta altura, y como le debe pasar a varios de los lectores de este blog, ya no sabemos si Brienza está hablando en serio o en broma.

Ahora bien, la ironía brienzana alcanza su punto máximo cuando después de haber hecho pública su denuncia de la corrupción y aclarado que él mismo, a diferencia de los demás, no es corrupto, sostiene que “De lo que se trata en este texto es de comprender no de justificar”. Es difícil resistir la inferencia según la cual, como ya lo hiciera Mempo Giardinelli (Mejor Imposible), Brienza le está rindiendo un homenaje al personaje de Jack Nicholson en “Mejor Imposible”:



- "No soy un pendejo. Ud. lo es, no estoy juzgando. Soy un gran cliente. Este día ha sido un desastre"


Quizás el mensaje de la nota de Brienza sea que, parafraseando al gran Horacio (no al inmortal González, sino a ese otro mucho menos conocido, que tuviera su cuarto de hora en el Renacimiento y por supuesto en la Roma de Augusto), Brienza podrá haber perdido las elecciones, pero ganó la batalla más importante: la cultural e intelectual. Permítasenos entonces lanzar nuestra proclama patriótica en este 25 de mayo: “Viva la Corrupción!”

12 comentarios:

alicia lopez pugliese dijo...

¿uds. se la creen eso del "self made man" que nos mete la cultura hegemónica todo el tiempo? Digo, porque mencionan a Gates y Jobs como seres emprendedores....Si lo de Brienza es confuso, miren la paja en el propio ojo.

Andrés Rosler dijo...

Hola Alicia, muchas gracias por el comentario. El punto de la comparación con Gates y Jobs no es que sean agentes precisamente morales (para ser sinceros, no conocemos su historia personal) sino que al menos pueden o pudieron invocar argumentos legales en defensa de su patrimonio. El problema de Báez es que no parece tener a su alcance siquiera un argumento legal para defenderse, para no hablar de la moralidad de sus propios actos. Una herencia, la lotería, etc., serán inmorales pero al menos permiten una defensa legal. Dicho sea de paso, no queda del todo claro, por otro lado, de quién es el "ojo" referido.

Anónimo dijo...

Durante sus ocho años como Jefe de Gobierno, durante su candidatura presidencial y durante su presidencia hasta la denuncia de los Panamá Papers, el referente político de La Causa, que ya no es la de Catón, tenía 18 millones de dólares guardados en las Bahamas.
¿Cuál sería el argumento legal mediante el cual un funcionario público (de semejante calibre) puede ejercer un cargo en la función pública ocultando una fortuna?

Aquí se puede ver la pincelada forsteriana de los intelectuales de Cambiemos cuando La Causa nos hace un trueque conceptual del kirchenrista 'significante vacío' por el macrista 'interés selectivo': Pagni titula el lunes 13 de mayo de 2013 "El blanqueo, otra señal de incongruencia", el jueves 26 de mayo "El blanqueo, un salto hacia la transparencia".

Anónimo dijo...

*fe de erratas: 26 de mayo de 2016

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias Anónimx por el comentario. No podemos ocultar nuestra curiosidad. ¿Cuál es la inferencia que muestra que el denunciado por los Panama Papers es el "referente político" del blog?

Eduardo Reviriego dijo...

A medida que la "abominación de la desolación" va quedando más en evidencia (P.E.hoy: http://www.clarin.com/politica/Viajes-contrataciones-gastos-fastuosos-funcionario_0_1583241822.html), el amigo Brienza siente que en cualquier momento le toca a él, y se estruja el cerebro intentando encontrar excusas absolutorias que lo amparen. Ni la foto con Francisco lo va a salvar.
Me queda una duda, a tenor de algunos comentarios: ¿Brienza es socio de Macri?

Anónimo dijo...

Solo agradecer el análisis y no puedo dejar de reparar como los esfuerzos intelectuales de nuestro admirado intelectual rinden sus frutos: cuando Anonimo 13:46 rinde tributo y utiliza con solvencia el tercer argumento brienzano sobre la corrupción, no creo que haya mejor homenaje!

Andrés Rosler dijo...

Si bien no nos gusta elogiarnos, nos enorgullecemos en ser muy probablemente el único blog que le dedica una etiqueta enteramente a Hernán Brienza, mucho antes de que saltara a la fama por salir en defensa de la corrupción.

@rusosnith dijo...

Me pregunto que interpretacion le dan los sabios de La Causa al "espeluznante" en “La corrupción… democratiza de forma espeluznante a la política”

espeluznante
- adj. Terrorífico, que causa miedo
- Que eriza el pelo, impactante

Será la primera?
“La corrupción… democratiza de forma terrorífica a la política” (osea, no debería hacerlo, la política no deberia ser democratizada)


Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias @rusosnith por el comentario. No somos precisamente genios, o no todavía en todo caso. Por ahora, nos consideramos militantes de la causa de Catón. Quizás Brienza haya querido hacer referencia a las dos caras de la fascinación o de aquello que impacta: algo que atrae pero que a la vez puede repeler. Es cierto, por otro lado, que Brienza podría estar sugiriendo que dado que la corrupción democratiza, un poco menos de democracia podría ser saludable. De hecho, no pocos están llamando a la resistencia contra el gobierno democrático.

Eduardo Reviriego dijo...

"Resistencia contra el gobierno democrático": claro que sí, si hasta a don Francisco -según doña Hebe- estos tiempos que vivimos le recuerdan el 55. ¡Estos muchachos peronistas!

Eduardo Reviriego dijo...

Y yo que pensaba que los historiadores eran personas educadas:
http://www.perfil.com/politica/Brienza-a-Olivan-Dios-se-va-a-encargar-de-que-sufras-lo-hija-de-putanbspque-fuiste--20160706-0034.html