sábado, 2 de enero de 2016

La Conversión republicana



Es muy curioso. A juzgar por el triunfo electoral del macrismo, aproximadamente a la mitad del país no podía haberle importado menos el republicanismo debido a que votó al kirchnerismo. En efecto, se podrá acusar al kirchnerismo de muchas cosas, pero no de ser republicano.

Para aclarar este punto, antes de seguir adelante convendría caracterizar muy brevemente qué entendemos por “republicanismo”. La republicana es una muy larga y rica historia que abarca diferentes clases de repúblicas y republicanismos,  desde sus orígenes romanos hasta la actual República de Francia, pasando por las repúblicas tardo-medievales, temprano-modernas y la norteamericana, sin dejar de lado varios autores tan diferentes como Cicerón, Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau, Jefferson, Kant, Hegel (vengan de a uno), Tocqueville, y siguen las firmas. Así y todo, creemos que los ingredientes de una receta republicana tienen, tal como suelen decir los wittgensteianianos, un aire o parecido de familia entre ellos.

Dichos ingredientes son cinco: libertad (el valor alrededor del cual gira todo el republicanismo, aunque no como inexistencia de interferencia o como auto-control sino como no dominación), virtud (v., v.g., República, corrupción y virtud), debate o conflicto, ley y patria (valga la aclaración, no en el sentido usual del nacionalismo contemporáneo, sino la patria entendida como una noción político-institucional, el espacio que defiende la libertad, la virtud, el debate y la ley).

El ingrediente que no puede aparecer jamás en una receta republicana es César, o su equivalente moderno, el cesarismo. En otras palabras, el republicanismo, debido a su rechazo del cesarismo, se opone a la dominación (política pero además social o económica) y a la corrupción, desconfía de la unanimidad, piensa que la ley está por encima incluso de los líderes más encumbrados, se preocupa por su patria mas no soporta el chauvinismo, y cree, por consiguiente, que el cesarismo es el enemigo natural de la república. Vendría bien un libro que explicara la (in)compatibilidad entre estos cinco o seis ingredientes.

Ahora bien, a raíz de las decisiones tomadas por el macrismo una vez en el poder, ha tenido lugar una inesperada y masiva conversión al republicanismo por parte de quienes hasta el triunfo del macrismo no habían mostrado gran interés que digamos por la agenda republicana. En efecto, muchos kirchneristas han hecho pública su preocupación por la falta de adecuación de algunas decisiones macristas al ideario republicano. En otras palabras, quienes hasta ahora no se interesaron por el republicanismo acusan a los macristas de ser incoherentes, para decir lo mínimo, pero sin advertir que la incoherencia, otra vez para decir lo menos, empieza por casa.

Un ejemplo claro es el de Atilio Borón. Es extraño que se considere republicano alguien que se siente tan cerca del chavismo y del kirchnerismo, dos regímenes decididamente anti-republicanos por su ultra-personalismo y su consiguiente indiferencia respecto de la virtud, el debate genuino, el Estado de Derecho y la patria entendida políticamente como un conjunto de instituciones. Sin embargo, Borón acaba de hacer pública su defensa del republicanismo y su consiguiente preocupación por la debilidad republicana del macrismo: Argentina: de la República al Régimen.

En realidad, el marxismo "de Marx", al revés que el republicanismo, cree que la libertad, particularmente como no dominación, es incompatible con la autoridad del derecho, por lo cual ningún marxista que se precie de ser tal puede ser republicano en sentido estricto. En realidad, el marxismo cree que una vez superada la explotación capitalista el conflicto político desaparecerá y con él la necesidad del Estado de Derecho. En todo caso, el marxismo solamente rescata de la más antigua tradición republicana la noción de dictadura en la forma de la "dictadura del proletariado", para dar el golpe final a la dominación capitalista y por lo tanto al conflicto político mismo. De hecho, cuando el filósofo del derecho marxista Evgeny Pashukanis le recordó al stalinismo la incompatibilidad entre el derecho y el comunismo, semejante recordatorio le costó la vida.

El republicanismo, en cambio, cree que el conflicto político sobreviviría incluso a la desaparición del capitalismo y es por eso que cree que el conflicto político y la autoridad del derecho son dos caras de la misma moneda.

Nótese que la cuestión que nos interesa aquí y ahora es conceptual. No estamos afirmando la superioridad o la inferioridad de los discursos en juego sino solamente su caracterización, qué es cada cosa. Nótese también, precisamente, que el macrismo, a su modo, y sin entrar en el análisis de sus decisiones recientes, continúa la tradición hiperpersonalista de agregar el sufijo –ismo a un apellido para designar un discurso político, por no decir nada de varias de sus recientes medidas.

Pero, y este es nuestro punto, de ahí no se sigue que quienes critican al macrismo sean eo ipso republicanos. En todo caso, quienes simpatizan por el kirchnerismo pueden acusar al macrismo de ser incoherente, pero eso no los convierte en republicanos. Por supuesto, abandonando la discusión conceptual, si resulta que no solamente se comportan estratégicamente sino que efectivamente han visto la luz como San Pablo en el camino hacia Damasco, bienvenidos sean los conversos a la Iglesia republicana. Los esperamos con los brazos abiertos.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, tiene usted razón: vendría bien un libro sobre tan complejo asunto como el republicanismo, al que tanto se invoca y del que tan poco se sabe. Según parece, Atilio Borón y Diana Conti se han puesto ya a la tarea. Esperemos que no caiga usted en argumentos ad hominem (ni ad femina) impugnando la sabiduría de los autores por sus afinidades electivas: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, como quien (¿quién?) dice.

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias por el comentario. Sin duda que vendría bien un libro sobre el republicanismo que describa sus componentes básicos. El problema es, o mejor dicho, los problemas son quién podría escribirlo y quién tendría interés en publicarlo.

Francisco J dijo...

Interesantísima la entrada don Catón. Ella me lleva a dos cuestiones -que no reflexiones, ya que faltaría para ello-.
Una cuestión importante a indagar sería el "motivo" de la conversión, un tópico fundamental, por ejemplo, en los argumentos de las memorias políticas de muchos políticos y militantes que "devinieron" socialistas en tiempos de la Segunda Internacional: uno de esos motivos solía ser el contacto con el "pueblo trabajador", en tanto los conversos solían ser jóvenes de la pequeña burguesía; otro motivo era la lectura de algún texto fundamental del socialismo, como el Manifiesto Comunista, pero también podía ser el caso de algún periódico militante de las distintas agrupaciones socialistas; finalmente, but not least, actuaba el catalizador de entrar en contacto con algún "gran hombre" del socialismo (por caso, un Liebknecht o un Juan B. Justo).
Si seguimos esta "guía", ella podría llevarnos a pensar que: a) Borón entró efectivamente en contacto con algo así como el "pueblo de clase media" (caceroleros en su lenguaje específico), que actuaría como "base social" del republicanismo criollo; b) la lectura de alguna obra fundamental del republicanismo vernáculo, por caso, alguna columna semanal de Aguinis, Kovadlof, L. A. Romero o (salvando tooooodas las distancias) Catón de Adrogué, que no algún texto clave de la tradición clásica (suponemos que conoce a Maquiavelo, porque compiló una obra sobre teoría olítica clásica, moderna y contemporánea); c) por último, Borón pudo haber entrado en contacto íntimo (no carnal suponemos) con algún adalid político del republicanismo argentino y/o latinoamericano, tal vez, un cruce con Lilita Carrió en un avión, una coincidencia con Ernesto Sanz en algún café cercano al Congreso etc. Pienso que dilucidar el motivo de la "conversión" puede resultar clave.
Por otro lado, creo discrepar con que los marxistas (o al menos algunos) siempre han negado la República: de hecho en tiempos de la Segunda Internacional, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) se declaraba expresamente "republicano" en medio de un régimen imperial-autocrático como el del káiser Wilhelm II. Que esto podía entrañar contradicciones entre su "profesión de fé" y la actividad política efectiva dentro de dicho régimen fue achacado por el socialista y no menos socialista (no así marxista) francés Jean Jaurès en especial en el Congreso de la Internacional de Amsterdam en 1904, al afirmar que los socialistas franceses habían contribuido a importantes logros.Mientras los republicanos y marxistas del SPD, por actuar en un régimen autocrático (pero con sufragio universal), podían tener un gran caudal electoral pero y también una virtual impotencia política.
La cuestión estriba, tal vez, en que Borón puede ser republicano en Argentina y marxista revolucionario en Venezuela. Una vez más, como con Jaurès, es qué tipo de régimen se tiene en Argentina y qué tipo de régimen en Venezuela. Tal vez Borón piensa que el marxismo sea la fase superior del republicanismo, como pensaban los socialdemócratas alemanes, una vez más, salvado toooodaaaas las distancias.

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias Franciso J por el muy interesante e intelectualmente rico comentario, como siempre. Voy a necesitar más tiempo para contestarlo como se merece. Quería solamente adelantar que la entrada hace referencia esencialmente a lo que denomina "el marxismo 'de marx'", i.e. el marxismo comunista. La socialdemocracia quizás se considera marxista pero es en todo caso una derivación del marxismo, o precisamente marxismo sin comunismo. Y en todo caso dudamos que la socialdemocracia, y mucho menos, v.g., la de Bernstein, se siente o se sentiría muy cómoda cerca del chavismo o del kirchnerismo.

Anónimo dijo...

Muy interesante como siempre Profesor. Su nota me lleva a pensar que si, la mitad del país que votó al kichnerismo no tiene gran preocupación por la falta de republicanismo, y la otra mitad que votó al macrismo, luego de observar su accionar en la ciudad, tanto mas antirepublicano que las medidas que se tomaron en este corto período de gobierno, tampoco la tiene, tenemos que concluir que poco mas del 1% que votó en blanco abraza el ideal republicano. O mejor dicho, a que lugares nos lleva nuestra democracia?

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias por el comentario. Para ser sinceros, no es improbable que en nuestro país el republicanismo tenga una adhesión genuina o practicante del 1 %. Por otro lado, quienes votaron a Macri, a diferencia de los que votaron a Scioli, quizás sí se consideren republicanos, o practicantes para seguir con la analogía, pero muy pocos de ellos van a la Iglesia, por así decir, o se preocupan por lo que hace la Iglesia.

Andrés Rosler dijo...

Francisco J., otra vez, muchísimas gracias por el muy interesante comentario.
(a) ciertamente, si lo que explica la conversión de Borón son las razones indicadas, dicha conversión en realidad se vuelve aún más inexplicable. Por curiosidad, ¿quién es “Catón de Adrogué”? Hablando en serio, es muy buena la pregunta por las razones por las cuales algunos se hicieron socialistas a fines del siglo XIX y por extensión republicanos hoy en día. El republicanismo hoy en día no tiene figuras comparables a las que tenía el socialismo, sean Liebknecht, J. B. Justo, Jean Jaurés (que para nosotros es en general solamente una calle, al menos en Buenos Aires), etc., que provoquen interés o atraigan a los demás. Tampoco hay textos contemporáneos que hagan otro tanto, salvo las columnas mencionadas de Aguinis et al., y los libros usuales sobre la división del poder. Encima, el republicanismo, sobre todo el vernáculo, tiene una idea muy auto-congratulatoria. Quién sabe, una discusión histórico-conceptual del republicanismo destinada a convertirse en el Harry Potter del republicanismo, está siendo escrita en este mismo momento y no lo sabemos.
(b) Estamos de acuerdo, para volver al segundo punto que mencionamos ayer, que hay marxistas democráticos, o para ser más estrictos, republicanos, como la socialdemocracia kantiana o alemana por así decir, pero no es el marxismo que denominamos “de Marx”, o en todo caso comunista. El marxismo que cree que el conflicto político no está atado a la división de la sociedad en clases es un marxismo extraño.

Francisco J dijo...

Catón de Adrogué asumimos que es un personaje republicano vernáculo que, a falta de mayores referencias, dotamos de un paradero en CABA.
Gracias a vos Andrés por el posteo, estimamos que puede ser el adelanto de cierto texto que se está escribiendo en estas tórridas latitudes sudamericanas...
Con lo del tópico de la conversión al socialismo me refería, como analogía, a que según leí muchos de los motivos para dar ese paso -vivido como una instancia trascendente por los conversos, según sus propios testimonios posteriores- tenían menos que ver con una instancia conceptual/intelectual que con un disparador mucho menos "racional", digamos.
No sé cuánto estaría influyendo en los nóveles republicanos el hecho de que tanto quienes ocupan actualmente el gobierno como los partidarios del que dejó el sillón de Rivadavia vivan esta traspaso como un cambio de régimen, cuando, stricto sensu, se manejan ayer y hoy con las mismas reglas, aunque por supuesto se vislumbran animosidades de cambiarlas, así como el kismo pretendía eventualmente reformar la Constitución. Pero como estamos hablando de republicanismo en tanto adhesión a un conjunto de valores que definirían al mismo y no a un régimen político en particular, entiendo que la hipótesis de la oración anterior queda invalidada. Tal vez en Argentina, en términos de valores, se es populista de gobierno y republicano de oposición, como dijera Gerardo Aboy Carlés en Twiter hace poco.
Por las dudas, el texto de Jaurès en Amsterdam es el siguiente: https://www.marxists.org/francais/general/jaures/works/1904/08/amsterdam2.htm.

Abrazo grande!

Eduardo Reviriego dijo...

Si en Francia aparecieron los resistentes del 25/08/1944 (liberación de París), ¿por qué no pueden por aquí irrumpir los republicanos del 22/11/2015?
Tienen todo el derecho aunque, ayer como hoy, nadie les crea.
En cuanto a textos, por ahí anda "La tradición republicana" de don Natalio Botana, que algo nos enseña, especialmente que el proyecto de la generación de Alberdi aún anda en pañales,y que no es suficiente con mentar la República para que esta se cristalice. Esperamos que el campo minado, la guerra de guerrillas y la resistencia revolucionaria de los nuevos republicanos, no frustre esta oportunidad.

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias por el comentario Eduardo, como siempre. El libro de Botana es un clásico, por supuesto, aunque no un clásico sobre la tradición clásica republicana sino sobre el republicanismo del siglo XIX sobre todo en Argentina. La receta o la agenda republicana que proponemos gira alrededor del republicanismo clásico romano, que contiene el núcleo de todo republicanismo, por lo tanto incluyendo al moderno. Vamos a ver si semejante propuesta tiene sentido.

Andrés Rosler dijo...

Francisco, tenés mucha razón en enfatizar que una cosa es la teoría política republicana y otra es cómo, cuándo o por qué la gente se hace republicana. Para lo primero hace falta la filosofía o teoría política (si es que hay diferencias), para lo segundo hace falta un Durán Barba, en un sentido muy amplio: no solamente sobre cómo se gana una elección, sino cómo se logra una cultura republicana. Esto último no va a tener lugar solamente con la teoría política. Mientras que la teoría es siempre en última instancia una batalla de primer orden o de contenido, la cultura es al revés, es fundamentalmente independiente de contenido. Por ejemplo, uno quiere participar de un ritual, o necesita de un ritual, para saber que hay varios más que piensan lo mismo que uno, con independencia de cuál es ese pensamiento. Se trata de un problema de conocimiento común, una cuestión histórico-cultural independiente del atractivo o las bondades de una teoría. Las buenas noticias son que si incluso quienes no son republicanos quieren hacerse pasar por uno eso significa que el republicanismo por alguna razón sigue teniendo poder de convocatoria. Como dijimos, sin clientes no hay republicanismo. Veremos qué pasa.

Eduardo Varela dijo...

Yo comencé a hacerme republicano cuando a los doce años leí nuestra Constitución de 1957, una de las implementaciones posibles de la República. El funcionamiento de una república es complejo, pero su complejidad no es mayor que la del átomo. Y a esa edad leí unos folletos con imágenes de la Alianza para el Progreso acerca del átomo, una tosca aproximación me sirvió hasta que ingresé al Balseiro.

Creo que no es imposible explicar con texto e imagen el funcionamiento de los controles y contrapesos de la perdida División de Poderes.

Quizá si algún pequeño grupo de expertos bien intencionados y dotados de los medios necesarios emulara la hazaña de Walt Disney, dentro de unos diez años nuestra población sería capaz de entender lo que es una República...

Anónimo dijo...

Muy buena la falacia de este post. Fuera del eslogan de que la coherencia empieza por casa (algo así como la declaración de acusar ad hominem a futuro, en este contexto), es bastante claro que uno no necesita suscribir los valores X cuando acusa a Y de haber sido incoherente en su comportamiento respecto de esos valores, si Y se preciaba de honrarlos y/o de estar dispuesto a hacerlo.
Mi vecino me dice que si hubiese una invasión, se enlistaría en el ejército.
Somos invadidos.
Mi vecino no se enlista en el ejército.
Yo lo acuso de incoherente.
Para hacer esto no necesito, yo mismo, haber pensado ni dicho que me enlistaría en el ejército en el evento de una invasión. De hecho, puedo ser un completo antibelicista o hasta creer que una (o cualquier) invasión nos vendría bien a todos, etc.

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias por el comentario. ¿Entonces la crítica del kirchnerismo es que Macri se contradice, no que el republicanismo tiene valor? Pedimos perdón por no haber entendido. Sin embargo, por ejemplo, Atilio Borón se considera republicano.

Andrés Rosler dijo...

Entonces damos por estipulado que al kirchnerismo (con la excepción de Atilio Borón), el republicanismo no podría importarle menos (en eso ha sido muy coherente). Lo único que le interesa es mostrar la incoherencia de Macri. Quedaría por discutir el valor de la coherencia. A su modo, el nazismo fue bastante coherente, por ejemplo, en términos ideológicos.