jueves, 16 de julio de 2015

Más Oyarbides y menos Bonadíos


En otra decisión ejemplar, la Sala I de la Cámara Federal de la Capital decidió apartar del caso del juez Bonadío, quien demostrara en varias oportunidades su parcialidad, por no decir hostilidad, contra la familia presidencial. Para muestra, basta el botón de investigar al hijo de la Presidenta.

Nobleza obliga, a primera vista puede llamar la atención que una empresa de Lázaro Báez alquilara casi mil habitaciones en la cadena de alojamiento Hotesur, y de ahí la sensación de que se trataba de un caso de lavado de dinero.

Sin embargo, es una alegación que no resiste el menor análisis, toda vez que estemos dispuestos a ponernos "el sombrero de pensar", como dice Sheldon Cooper (no es lo que parece). Por suerte, tenemos a nuestra disposición lo que cuenta  Frederick Spotts en su libro Bayreuth: A History of the Wagner Festival, historia que ya utilizáramos en este blog.

En efecto, Hitler en 1940 instituyó los que fueron llamados “Festivales de Guerra”, en los que el Teatro de Bayreuth no estuvo abierto al público en general sino a los “huéspedes del Führer”: miembros del ejército y trabajadores en la industria militar, quienes como recompensa por sus esfuerzos eran llevados a Bayreuth con todos los gastos pagos.

A muy pocos de los huéspedes del Führer les gustaba la ópera y mucho menos Wagner, de tal forma que estos huéspedes conformaban una audiencia cautiva: no tenían elección, tenían que asistir o asistir: eran transportados en grupos a Bayreuth en un tren musical del Reich, llegaban a las seis de la noche y marchaban en columnas a las barracas en donde eran alojados. A la mañana siguiente se reunían en el teatro en donde recibían folletos sobre Wagner y lecciones sobre la ópera que iban a ver ese día. A la mañana siguiente volvían, y eran reemplazados por otro contingente de huéspedes del Führer. Muchos de los soldados muy probablemente habrían preferido seguir peleando antes que escuchar a Wagner.

¿Por qué no suponer entonces que la empresa de Lázaro Báez sigue los pasos de Hitler, i.e. le concede una recreación a sus empleados para recompensarlos por su diario esfuerzo en la empresa, y como justo la cadena Hotesur es la que brinda los mejores precios, con una ubicación inmejorable, y encima con la enorme diferencia de que mientras que a la gran mayoría de los soldados alemanes no les gustaba la ópera, particularmente Wagner, es muy probable que la gran mayoría de los empleados de Báez sí disfruten de sus días en Hotesur? ¿Vamos a perseguir penalmente a Báez y a los dueños de Hotesur, por algo que ni siquiera le objetaríamos a Hitler?

Todo esto muestra que necesitamos más jueces comprometidos con la democracia como Oyarbide, probos jurisconsultos que saben cuándo desestimar rápidamente una denuncia contra la familia presidencial (una denuncia tan infundada como la de su enriquecimiento ilícito, a pesar de que se trata de una familia que cuenta con insignes practicantes de la abogacía), y menos jueces corporativos. Ojalá que la democratización de la justicia no se detenga.

2 comentarios:

Eduardo Reviriego dijo...

Se comenta que a los sufridos empleados de Báez también se les obligaba a ver las óperas de Wagner, aunque adaptadas a nuestra realidad, entre ellas:

Las Hadas (Evita y Cristina)
El Holandés Errante (No fue necesario hacer una adaptación)
Tristán e Isolda (Néstor y Cristina)
Los Maestros Cantores de Nuremberg (Los maestros cantores de Zurich, interpretada por Burzaco y el coro estable de la FIFA.)
El Oro del Rin (del río Santa Cruz)
La Valquiria (La Cristina)
Sigfrido (Néstor)
El Crepúsculo de los Dioses (No la dieron, por las dudas)

Andrés Rosler dijo...

Es cierto, todo suena bastante wagneriano.