sábado, 11 de julio de 2015

Independencia y 9 de Julio

En otra oportunidad habíamos comentado una excelente iniciativa del Secretario de Estratégica para el Pensamiento Nacional. Se trataba de aprovechar el hecho de que Néstor Kirchner "desequilibró lo que permanecía equilibrado, removió lo que hacía resistencia, cuestionó lo que permanecía incuestionable", por no decir que Néstor además pensó lo impensable, dijo lo indecible, movió lo inamovible y, al menos en el caso de Lázaro Báez, tuvo una contabilidad incontable (no es lo que parece). En otras palabras, es innegable que Néstor pudo lo imposible, lo cual es una excelente idea para un musical (Néstor Kirchner, el Musical). Lamentablemente, resultó que a alguien ya se le había ocurrido la idea (si no hubiera tiempo, convendría empezar a partir de 2:45):





Como el pensamiento nacional, al igual que la imaginación popular, no descansa nunca, el Secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional ahora propone la Declaración de una nueva Independencia. En efecto, todos los países cada tanto renuevan la fecha y el contenido de sus declaraciones de Independencia, y nosotros no podíamos ser menos. Después de todo, a nadie se le puede escapar que el kirchnerismo es mucho más que la ideología de un partido político, sino un verdadero régimen o cultura política. En realidad, se trata de una verdadera civilización, aunque en el buen sentido de la palabra, que trasciende la contingencia de un resultado electoral (vamos Scioli).

Huelga decir que apoyamos esta excelente iniciativa, aunque nos gustaría articularla con la transformación cultural ya iniciada a través de la designación de calles, avenidas del Libertador, plazas, centros culturales, represas, premios, cátedras, becas, llaveros, porta-documentos, postales, etc., que llevan el nombre "Néstor Kirchner". 

A tal efecto, nos hacemos eco de una propuesta que todavía no ha tomado estado público, según la cual es necesario cambiar el calendario gregoriano, que ya cumplió su ciclo, y empezar de cero en el 2003, de tal forma que Cristo habría nacido en el año 2003 a.K, hoy, por ejemplo, estaríamos en el año 12 d.K., y la anterior Declaración de Independencia habría tenido lugar entonces en el año 187 a.K. 

Nos atrevemos a sumar nuestro granito de arena proponiendo el cambio de al menos algunos de los nombres de los meses del año. Por ejemplo, "Julio", por obvias razones, debería convertirse en "Kirchner", y "Octubre" podría llamarse "Cristina". Dejamos los otros diez meses en manos de la imaginación de los lectores.

Finalmente, es una picardía que exista el "kirchnerismo" como un discurso político, al igual que "cesarismo", y que sin embargo el apellido "Kirchner" no se haya convertido aún en una institución, tal como sucediera, v.g., con el cognomen "César" (Caesar, Kaiser, etc.). En el futuro, en Marcos 12:17 rezará "Dad al Kirchner lo que es del Kirchner, y a Dios lo que es de Dios". Quizás, sea necesario cambiar asimismo la designación oficial del Estado, quizás algo así como "República Kirchnerista de Argentina" o directamente "Kirchnerlandia", para evitar confusiones. Claro que se trata de un proyecto a largo plazo. Esperemos que llegue a buen puerto.      

1 comentario:

Francisco J dijo...

Cuenta Emilio Gentile en la última página de "El fascismo y la marcha sobre Roma":

"El 19 de octubre de 1923, escribiendo un mensaje de salutación al nuevo director de un periódico de ex combatientes, Mussolini recordó que 'se acerca el primer aniversario de aquella que fue y siguió siendo una gran revolución'. Y al lado de la fecha agregó: 'Año I de la era fascista'. Cesare Rossi, que estaba cerca de él, notó la singular datación y de einmediato percibió su significado: '¿Qué estás escribiendo?'. Y el duce, después de repetir en voz alta la nueva fatación, explicó: 'Hay que empezar a adentrarse en el tiempo'."

Por supuesto, adentrarse en el tiempo político -y en el fututo más aún- parece una apuesta fundada en la pura voluntad. Ahora bien, adentrarse en la Historia implica, antes bien, bucear y analizar exclusivamente el pasado. Es interesante que el kirchnerismo, tal como lo conocemos, en su hora de salida apele a ese pasado inmediato que exalta con una concepción trascendente de la política nacional. Ello implicaría entonces que la suya es una mirada nostálgica y que ya no mira hacia el futuro de la "Nueva Argentina" (¿quedará esta tarea en manos de Scioli?). Se ha acabado entonces la utopía kirchnerista, ya no hay proyección hacia el destino, sólo a la historia o, para ser más precisos, a la memoria.
Pero, por otro lado, la presidenta, que aparenta saber mucho de historia, debería saber que no hay régimen más duradero que aquel que no se propone explícitamente trascender, sino el que destaca la condición siempre precaria y hasta contingente de los regímenes políticos. Pero bueno, no sólo de memoria y de voluntad vive la historia. Vive, sobre todo, de y por los historiadores y de algún filósofo que la utilice como herramienta.