martes, 4 de noviembre de 2014

Estética, Política y Democracia



La polémica ocasionada por la reacción de José Pablo Feinmann contra el Premio recibido por Marcelo Tinelli como Personalidad Destacada de la Cultura (click), a tal punto que Feinmann está dispuesto a devolver el mismo premio obtenido por él, ha hecho emerger una curiosa incoherencia por parte de Feinmann.

No vamos a entrar en detalles acerca de por qué un programa de televisión como el de Tinelli, "Fruto de la devastación cultural del menemismo, sigue ejerciendo esa estética con las permisividades que los tiempos le abren". Quizás se deba a que el kirchnerismo no haya ganado aún la batalla cultural. O quizás se deba a que ese 50 % que puede llegar a ver a Tinelli se corresponda con ese otro 50 %, o casi, que puede llegar a votar en contra del kirchnerismo.

Sí llama la atención, en primer lugar, que, hasta donde sabemos, a Feinmann no le haya provocado malestar alguno, v.g., la obtención del mismo premio por parte de la Tota Santillán. La indiferencia de Feinmann quizás se debió a que la Tota Santillán no tiene la misma repercusión que Tinelli, o a que la Tota le parezca estéticamente superior que Tinelli.

Lo que más llama la atención, sin embargo, es la severa axiología estética de Feinmann. Según Feinmann, "A la gente termina por gustarle eso que todos los días le tiran por la cabeza. Pero si se intentara algo mejor, de a poco los gustos irían cambiando. Eso es precisamente lo que Tinelli y todo lo que gira a su alrededor quieren impedir. Que algo cambie. En tanto tengan atornillados a sus sillones a todos los mira-culos del país, todo irá bien". Podemos inferir entonces que para Feinmann, no tiene mayor sentido creer que el valor estético de un programa de televisión se puede medir democráticamente, por así decir, según el número de sus adherentes. La estética de Feinmann es esencialmente anti-democrática, por no decir platónica.

Para Feinmann, además, la televisión, o la estética quizás en general, no es autónoma respecto a la política, o al menos puede tener nocivos efectos políticos: "El programa de Tinelli... es un programa ideológico-político. Es decir, la eliminación de todo atisbo de conciencia crítica, la reducción de los espectadores a la simple condición-cosa de mira-culos". De este modo, Feinmann parece compartir la posición de quienes defendían la obtención del mismo premio por parte de Ignacio Copani ya que al menos la ideología de Copani es correcta, por más que a Feinmann no le atrajera, suponemos, su música. Esta posición, sin embargo, podría verse en problemas ya que debería negar que, v.g., Leni Riefenstahl habría sido una personalidad destacada de la cultura, o que su cine era artístico. Esto se arregla sin embargo con una leve modificación del premio, v.g.: "Premio a la Personalidad Destacada de la Cultura Democrática".

Ahora bien, dada la conexión entre estética y política que Feinmann propone, es digno de ser destacado que la tesis feinmanniana sobre la televisión se corresponde casi verbatim con la tesis antiperonista sobre la hegemonía peronista en tiempos democráticos. En efecto, y cambiando lo que hay que cambiar, ¿cuántas veces hemos oído algo como lo que sigue?: "A la gente termina por gustarle eso que todos los días le tiran por la cabeza. Pero si se intentara algo mejor, de a poco los gustos irían cambiando. Eso es precisamente lo que X [i.e. el líder peronista a la sazón] y todo lo que gira a su alrededor quieren impedir. Que algo cambie. En tanto tengan atornillados a sus clientes políticos, todo irá bien".

Sin embargo, hasta donde sabemos, Feinmann jamás mostró preocupación alguna por la pobre concepción de democracia que caracteriza al kirchnerismo desde sus comienzos, ni qué hablar cuando alcanzara el histórico 54 % en 2011. Cierto resabio de esta muy pobre concepción de democracia persiste en las declaraciones del actual Jefe de Gabinete cuando para hacer frente a las críticas opositoras responde con un "formen un partido político y ganen elecciones". Tinellli bien podría seguir la línea capitanichiana (aunque bastante anti-nietzscheana por lo demás) respondiéndole a Feinmann con los números del rating de sus respectivos programas.

La pregunta entonces es ¿por qué Feinmann es tan exigente, por no decir platónico y/o antiperonista, con la estética, pero tan peronista, por así decir, con la política? ¿Por qué no se rinde ante los números del rating en televisión (que por lo demás es el hábitat natural del rating), pero sí lo hace en política? ¿O por qué no exige que el simple gobierno de la mayoría sea complementado con instituciones fuertes y deliberativas, amén de una opinión pública crítica o implacable con esa misma mayoría? Después de todo, Feinmann mismo reconocerá que la política es más importante que la televisión, y que por lo tanto deberíamos ser mucho más exigentes en política que en televisión. Quién sabe, quizás Feinmann fue siempre un antiperonista toda su vida, tanto en estética como en política, y no nos habíamos dado cuenta, quizás porque ni él mismo se había dado cuenta, hasta ahora al menos. Y todo gracias a Tinelli.



2 comentarios:

Miguel dijo...

Buen análisis Andrés. Gracias.

Es interesante "escarbar" -no demasiado, claro- en la nota de Feinmann.
En tres párrafos dice la palabra culo treinta y dos veces. Y aclara que no es una palabra mala ni grosera dependiendo del ingenio de quien la usa.
Usar "culo" treinta y dos veces en tres párrafos denota una escasez de ingenio absoluta. Así Feinmann admite que él mismo es muy grosero y su estética nula. Además de obsesivo.

Feinmann relata con detalle los distintos personajes "usados" por Tinelli y termina afirmando sobre los bailarines que algunos son buenos y se han preparado bien.
Sin aclararlo directamente, Feinmann nos dice que es un ferviente seguidor del programa (en directo o a través de YouTube)

Si a este último punto le sumamos su obsesión, queda claro que Feinmann no es otra cosa que un mira-culos tal como él los define.

¿No será la nota de Feinmann en realidad un ruego oculto para que finalmente Tinelli haga el concurso sobre quien la tiene más larga?

Andrés Rosler dijo...

Muchas gracias Miguel. Sin duda, el psicoanálisis puede ser muy revelador, pero no puedo opinar al respecto porque no sé cómo funciona exactamente. En comparación, es más simple analizar los argumentos.