sábado, 6 de septiembre de 2014

Abajo la Restauración



En su nota de hoy en Página 12, Emir Sader nos alerta acerca de una inminente "Restauración Conservadora" en América Latina (click). Sin embargo, no hay que desesperar, ya que la nota contiene buenas y malas noticias. Empecemos por las malas, como quería Don Corleone.

Por supuesto, el sujeto que empuña las armas son "los medios de comunicación privados". Las armas en cuestión son dos y de doble filo. En primer lugar, la democracia. En efecto, los medios privados buscan "proyectar candidatos que representarían la antítesis de los gobiernos progresistas". Sader cree que "como no es posible el camino liso y llano de golpes militares al estilo de décadas atrás, la derecha se vuelca hacia los procesos electorales, con grandes maquinarias de publicidad, valiéndose además de los medios privados de comunicación como su arma esencial".

La derecha según Sader, entonces, hace lo mismo que uno de los miembros del equipo de La Causa: ambos emplean medios lícitos para obtener fines inconfesables. En el caso de la derecha, se trata de usar la democracia para ganar elecciones y de ese modo mercantilizar la vida. En el caso del miembro de La Causa, se trata de comprarle pasajes aéreos a otra miembro de La Causa con la esperanza de que se caiga el avión en el que viaja. Si Sader fuera coherente, debería echarle la culpa a la democracia por el triunfo de la derecha, e incluso exigir el reemplazo de la democracia por otro régimen político. Respecto a nuestro compañero de equipo, no sabemos qué decir.

El otro arma es el Código Penal. En efecto, la derecha ha puesto en marcha "campañas de denuncias de supuestas irregularidades de los gobiernos, que sirven para debilitar su imagen frente a la opinión pública, así como para descalificar a Estados, gobiernos, partidos, política, como forma indirecta de ensalzar al mercado y a las grandes empresas privadas". En lo que atañe al caso argentino, dormimos con la conciencia tranquila porque hemos advertido la persecución mediática que sufre nuestro amado Vicepresidente (Boudou, Edipo y Girard). Otra vez, nos preguntamos si Sader solamente sospecha del Código Penal cuando es empleado contra la izquierda (suponiendo, tal como lo sostiene nuestra Presidenta, que a su izquierda está la pared) o si Sader se opone por principios a la idea misma de un Código Penal (o al menos al título mismo sobre delitos contra la administración pública). Nos vemos en la obligación de recordarle a Sader que el Código Penal de Cuba, por ejemplo, cuenta con un frondoso título al respecto.

Las buenas noticias son que dado que la "experiencia de Sebastián Piñera en Chile fue un primer intento" de la restauración conservadora, "con un empresario de éxito en la esfera privada como supuesto mejor gobernante para el Estado", precisamente "su paso por el Ejecutivo demuestra cómo esas nuevas caras apenas reproducen los viejos programas de la derecha tradicional y terminan fracasando". En otras palabras, la derecha podrá ganar alguna elección, pero siempre termina mal, lo cual a su modo reivindica a la democracia, ya que el fracaso de la derecha le abre un camino democrático a la izquierda. Pero por otro lado, esto debilita la preocupación de Sader por la restauración ya que tarde o temprano la derecha siempre pierde.

El resto de las buenas noticias es que el "éxito que puedan tener" las restauraciones conservadoras "supone, siempre, errores de esos mismos gobiernos [progresistas]", que pueden ser corregidos por dichos Gobiernos. El primer desacierto progresista es "la no democratización de los medios de comunicación, lo cual permite a la derecha disponer de un gran arma de acción". Por suerte, entonces, en nuestro país estamos salvados, porque la así llamada Ley de Medios está siendo implementada.

El segundo desacierto progresista son los "errores en las políticas económicas, con sus efectos en las políticas sociales (...). Asimismo, cuando fallan las políticas sociales, a veces también por el efecto de la inflación, se pierde apoyo popular". Acá la situación es mucho más delicada. En primer lugar, para Sader, si gana la derecha la elección eso se debe a los errores de la izquierda, mientras que para nuestra Presidenta, todo voto que pierde se debe a una conspiración internacional en su contra.

En segundo lugar, la inflación, que para Sader es un error del progresismo, es antes bien la política pública por antonomasia del progresismo al menos en su versión populista vernácula cristinista. De ahí que para nuestro país la recomendación de Sader, "readecuaciones en las políticas económicas y sociales", sea imposible. Otra vez, es algo así como cristinismo sin demagogia, o Hamlet sin el Príncipe, como se suele decir en inglés. Encima, semejantes readecuaciones suelen implicar devaluación (o desplazamientos del punto de convergencia entre monedas de diversas nacionalidades, parafraseando a nuestro Jefe de Gabinete), pero por suerte nuestra Presidenta ha anunciado públicamente que vamos a tener que esperar otro Gobierno porque ella no va a devaluar nuestra moneda.

Sin embargo, pensándolo bien, nosotros no tenemos por qué preocuparnos ya que no tenemos inflación, o al menos no tanta como para preocuparnos por ella. Parafraseando al Jefe de Gabinete otra vez, sólo tenemos variaciones estacionales de precios debido al insaciable apetito de las corporaciones. Deberíamos preguntarle entonces, v.g., a nuestros hermanos brasileños cómo es que pudieron contener la voracidad corporativa, al menos teniendo en cuenta su tasa de inflación. Con un poco de colaboración, juntos venceremos.  

1 comentario:

Eduardo Reviriego dijo...

Los cristinistas no deberían tener miedo. Siempre a último momento puede ocurrir un milagro. Se comenta que en el bunker de Cristina, a pesar de lo que se dice, el Kici no le lee a la mandataria ni Das Kapital, ni la Teoría general.., le lee la biografía de Federico El Grande, del conservador Thomas Carlyle.