domingo, 18 de octubre de 2015

¿Filosofía de la Lealtad?


Tiempo Argentino publica hoy una nota de Darío Sztajnszrajber acerca de la lealtad (click). Si bien la nota fue publicada al día siguiente del 17 de octubre, y está ilustrada con una foto que hace referencia obviamente a Perón y al peronismo (tal como se puede apreciar más arriba en esta entrada), sin embargo su contenido no hace referencia alguna a la política. Con lo cual, no habría que descartar que lo que le interesa tratar al autor es la lealtad privada o individual, por así decir, y no la política. Tampoco es simple determinar si se trata de un retrato favorable o desfavorable de la lealtad, i.e. si está a favor o en contra de la misma (lo cual, a decir verdad, se puede decir de muchos retratos). En realidad, se trata de un retrato que despierta varios interrogantes.

En primer lugar, según Sztajnszrajber, la lealtad es incompatible con acuerdo alguno (“No se es leal porque así lo pautamos”). Llama la atención semejante afirmación, ya que desconoce, v.g., el caso de las relaciones feudales que imponían precisamente un deber de lealtad como resultado de un pacto. Por supuesto, existen además deberes de lealtad que provienen de una promesa o juramento (fue precisamente por eso que von Stauffenberg por ejecutado por haber traicionado no solamente a Alemania sino a Hitler). Quizás lo que Sztajnszrajber quiso decir es que habiendo varias clases de lealtades, él aconseja la lealtad en la que incurrimos (casi o por así decir) involuntariamente.

Sin embargo, aunque concediéramos esta estipulación restrictiva de lealtad, el segundo ingrediente de la receta de lealtad, “La lealtad es siempre a pesar”, o sin "ganancia", es demasiado amplio, ya que corresponde a todo requerimiento que se refiera a otra persona. Si debemos ser leales, justos, generosos, etc., semejante deber es independiente de nuestro propio interés (aunque no solamente Platón y Aristóteles, sino que hasta los psicoanalistas creen que la virtud en última instancia es constitutiva del bienestar, particularmente si nuestra identidad a su vez tiene que ver con nuestro bienestar).

Un tercer ingrediente, “no hay ninguna comprobación fáctica que asegure que el otro se va a comportar como uno espera”, otra vez, es demasiado abarcador, ya que en lo que atañe a nuestras razones para actuar, jamás son empíricamente verificables por el sencillo hecho de que siempre podemos actuar de otro modo (en otra época habríamos hecho referencia a nuestro libre albedrío), al menos si estamos bajo condiciones psíquicas normales, i.e. si no nos afecta una adicción o algo por el estilo.

Un cuarto ingrediente, el “otro” a quien le somos leales, le corresponde también a las promesas, contratos, etc., i.e. a todo aquello que precisamente necesita de otro para poder existir: no podemos contratar con nosotros mismos, ni tampoco prometernos cosas. En otras palabras, a los últimos tres ingredientes se les aplica el viejo proverbio “Así es la Vida”, con Luis Sandrini y Susana Campos.

Un quinto ingrediente, la lealtad “tiene algo de ceguera, de locura, de arbitrariedad, de confianza”, quizás sea más apropiado conceptualmente hablando, pero no parece hacerla más atractiva a la lealtad. Volviendo al psicoanálisis, los analistas no suelen recomendar acciones que tengan que ver al menos con la ceguera, la locura y la arbitrariedad.

Un sexto ingrediente es un gran avance, ya que al menos no es redundante, y de hecho es bastante provocador. En efecto, según Sztajnszrajber se “es leal al otro”, pero no a cualquier otro, sino “al otro que molesta, que irrumpe, que amenaza, al otro que necesita”. Para el caso de que la lealtad en cuestión fuera política, nos preguntamos si Sztajnszrajber cree que un peronista debería entonces ser leal, v.g., con el almirante Rojas (si viviera), o con alguna otra figura rabiosamente anti-peronista semejante, con tal de que precisamente este otro anti-peronista necesitara algo. Por lo demás, nos preguntamos si la política es un hábitat apropiado para la lealtad en absoluto, teniendo en cuenta que esta última es de naturaleza eminentemente personal.

Por otro lado, quizás la tesis de Sztajnszrajber sea tan exigente que requiere que para poder ser leales con otro, este otro debe ser, de modo concurrente o simultáneo, “extraño, …carente, …indigente, …extranjero”. En otras palabras, sería suficiente que el otro no fuera alguna de estas cosas para que no tuviéramos que ser leales con él. Semejante exigencia nos hace acordar a un capítulo de Porky en el que Pato Lucas quiere venderle un contrato de seguro contra accidentes domésticos cuyas condiciones eran tales que solamente iba a ser pagado si el accidente tenía lugar un 29 de febrero, a las 17 horas, como resultado de una embestida de una manada de elefantes y si además un tren había pasado por la puerta de la casa. Aunque, pensándolo bien, en este capítulo el pato Lucas persuade finalmente a Porky, Porky se accidenta, habiéndose cumplido todas las condiciones, con lo cual se hizo acreedor al pago del seguro. Quizás la tesis sea más atractiva de lo que parece a primera vista.


No hay comentarios:

Publicar un comentario