lunes, 5 de noviembre de 2012

La Corrección política, ante Todo





Clarín informa que la "intolerancia volvió a adueñarse de las gargantas de los hinchas. Ocurrió esta vez en Floresta, cuando promediaba el segundo tiempo: el árbitro Federico Beligoy suspendió por unos instantes el partido por los cantos xenófobos de hinchas de River contra los de Boca". Además, "No es la primera ocasión en lo que va del certamen que algo así sucede. Sin ir más lejos, en las dos fechas previas al Superclásico, por el mismo motivo, fueron parados los partidos del equipo que dirige Matías Almeyda. Contra Godoy cruz, en el Monumental; y frente a Quilmes, en el estadio Centenario. Y contra Boca, cuando terminaba el primer tiempo, los cánticos volvieron a retumbar en Níñez (sic), más allá de que Pablo Lunati no haya tomado medida alguna al respecto". Finalmente, "Durante la temporada pasada, en la B Nacional, Chacarita padeció la quita de un punto por una situación similar. Fue luego de un clásico contra Atlanta en San Martín, donde hubo serios incidentes. De todas formas, el motivo oficial de la sanción fueron los cánticos antisemitas de sus hinchas. La sanción que sí hubo para un equipo del ascenso, ¿podría caberle también a River? Parece difícil" (fuente).

Sin duda, el combate contra la discriminación es una lucha que merece todo nuestro apoyo. Sin embargo, nos parece al menos curioso que cuando la hinchada de River a voz en cuello expresa su declarado propósito de "vamos a matar a todos los bosteros", a nadie le molesta (y no nos extrañaría en absoluto encontrar cantos similares de otras hinchadas). ¿Se trata acaso de un retorno a la vieja época en la que la vida valía menos que la dignidad o que la lealtad, a tal punto que para Dante, como buen peronista, creía que los traidores merecían mayor pena que los violentos (incluyendo a los asesinos) y por eso estaban los primeros un círculo más abajo (de hecho, el último) que los segundos? Nos parece que no es el caso, y que al menos para nuestra época el homicidio sigue siendo mucho más disvalioso que la discriminación, en cuyo caso nos preguntamos por qué las autoridades del fútbol argentino no hacen algo para evitar esta inconsistencia. Decir que en un caso la canción va en serio y en el otro no, o que la discriminación es violencia simbólica o verbal, no parecen ser respuestas apropiadas.

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