jueves, 16 de junio de 2022

Nuevo Deporte olímpico: la Ignorancia sobre Carl Schmitt (2da. edición corregida y aumentada)



Carl Schmitt y Ernst-Wolfgang Böckenförde en Ebrach (comienzos de la década de 1960)


Si la ignorancia sobre la obra de Carl Schmitt fuera deporte olímpico, la nota publicada ayer en El Mostrador por Renato Garín (click) habría logrado un nuevo récord, si no fuera porque en diversas latitudes nos hemos acostumbrado a usar a Carl Schmitt como la causa de todos los males políticos. 

Comencemos por el principio. Llama la atención que el autor crea que ser católico (véase, por ejemplo, el primer subtítulo de la nota: “Schmitt era católico”) implique ser fanático, autoritario o antiliberal. Por ejemplo, el texto de Schmitt Catolicismo romano y forma política (en la nota dice que es de 1922 pero en realidad la primera edición corresponde a 1923 y la segunda es de 1925) mencionado por el autor, debido al cual Schmitt es acusado de “definir la política a través de las formas políticas” y que supuestamente indica “la clave fanática de sus textos”, en realidad termina con una exhortación a la Iglesia católica de “acercarse a Mazzini antes que al socialismo ateo del anarquista ruso [Bakunin]”, es decir con una defensa del catolicismo liberal. Es difícil resistir la tentación de citar nuevamente a Donoso Cortes: “Por lo que hace a la escuela liberal, diré de ella solamente que en su soberbia ignorancia desprecia la teología, y no porque no sea teológica a su manera, sino porque, aunque lo es, no lo sabe”.

En segundo lugar, el autor de la nota ignora que si bien Schmitt trató infructuosamente de convertirse en el jurista de la corona de Hitler, en 1932 no solo había hecho pública su advertencia en la prensa y por supuesto en su ensayo Legalidad y legitimidad de que había que prohibir al partido nacionalista, sino que además junto con su discípulo Ernst-Rudolf Huber había asesorado a la presidencia de la república acerca de cómo deshacerse del nazismo. Lamento repetirme pero me veo forzado a contar esta historia otra vez. 

Huber cuenta que en septiembre de 1932 había recibido un telegrama de Carl Schmitt en el que le pedía que viajara inmediatamente a Berlín para ponerse a disposición de algunos oficiales “de la Bendlerstraße”, es decir del Ministerio de Defensa del Reich, a los efectos de darles asesoramiento constitucional. Se trataba de oficiales del Estado Mayor, los capitanes Böhme y von Carlowitz. El oficial a cargo era el teniente coronel Eugen Ott, jefe del Departamento del Ejército, “es decir la sección política del Ministerio de Defensa”, un estrecho colaborador del Ministro, que primero fuera agregado militar de la embajada alemana y luego embajador alemán en Tokio. Huber llevó a los oficiales al domicilio de Schmitt—con quien Huber se había encontrado a mitad de camino en Plettenberg y le había dado las llaves de su casa para ganar tiempo; Schmitt llegó a Berlín a inicios de septiembre—. Vale la pena citar el resto de la narración en su totalidad:

Entonces comenzó el asesoramiento constitucional más memorable en el que yo haya participado. [El canciller] Papen y [el Ministro de Defensa] Schleicher tenían el plan de prohibir al NSDAP [Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes] con la ayuda del art. 48, arrestar a todos los líderes del partido y ponerle fin con violencia a todo el fantasma. Durante la noche elaboramos los decretos requeridos y para eso una convocatoria del Presidente del Reich al pueblo alemán que debía justificar las medidas. (...). Todavía me quedé unos días en Berlín, siempre con la expectativa de que el golpe preparado iba a ser llevado a cabo. Se llegó a constantes postergaciones; luego, entretanto, tuvo lugar la disolución del Reichstag [12 de septiembre de 1932] y la nueva elección de noviembre. Finalmente, el plan fue abandonado porque el gobierno temió que los nacionalsocialistas y los comunistas se unieran en caso de la prohibición. Un juego de simulación en el Ministerio de Defensa del Reich tuvo el resultado de que el ejército del Reich no podría haber estado a la altura de un doble ataque semejante desde la derecha y la izquierda. Hace algunos años todavía hablé una vez sobre este juego de simulación con el embajador Ott. Me contó que el oficial principalmente responsable del juego, el capitán Vincent Müller, ya entonces era llamado “el rojo Müller”; como Uds. saben, durante la segunda guerra mundial, como general en cautiverio ruso él ingresó en el “comité nacional” y fue entonces el primer comandante del “ejército del pueblo” en la zona oriental. Retrospectivamente, es fácil decir que se habrían evitado muchos infortunios si el ejército del Reich se hubiera decidido entonces por la acción preparada, incluso a riesgo de una sangrienta guerra civil. En enero de 1933 Schleicher todavía tuvo abiertamente la intención de dar el golpe. Pero entonces el Presidente del Reich ya no estaba dispuesto a poner el art. 48 a su disposición. Entonces, la fatalidad tomó su curso sin impedimento alguno. Después de este fracaso, yo mismo pertenecí a los muchos que pusieron su última esperanza en Hitler y su movimiento. Como muchos, yo era de la opinión de que solo existía la alternativa nacionalsocialismo o comunismo, y hasta ahora no se ha demostrado que en la situación de inicios de 1933 existía todavía realmente una tercera posibilidad. Nada debe ser embellecido o disculpado con esto; solo debe ser aclarado cómo después del fracaso de 1932 alguien pudo haberse decidido por sacar el máximo provecho del nacionalsocialismo para evitar lo peor

Schmitt participó de este proyecto de decreto propuesto al presidente de la república debido a que la autonomía de lo político, tal como figura en las diferentes versiones de El concepto de lo político, es incompatible con la sujeción del Estado a facción o partido alguno (click). Con lo cual, es un disparate decir, como lo hace Garín, que para Schmitt “la distinción fundamental del quehacer de la política es entre amigos y enemigos, enfrentados en el campo institucional”. Garín evidentemente no leyó el ensayo de Schmitt, o si lo hizo no entendió absolutamente nada. En realidad, la distinción amigo-enemigo fue la que llevó a Schmitt a pedir la prohibición de los partidos antisistema para proteger el orden constitucional de sus enemigos. La idea de “democracia militante” de Karl Loewenstein—el jurista que volvió a Alemania después de la guerra para meter preso a Schmitt—no es sino la continuación del concepto de lo político por otros medios (Carl Schmitt y la democracia liberal: ¿amigos o enemigos?). 

Respecto a que Schmitt podía enviar gente a un campo de concentración porque era miembro del Staatsrat prusiano (Garín no lo aclara, muy probablemente porque no lo sabe, pero semejante imputación solo tiene sentido en estos términos, es decir mientras Schmitt fue miembro de esta institución), habría que recordar primero que dicho Consejo era meramente honorífico o simbólico, casi no tuvo actividad y sus funciones terminaron pronto justamente durante el nazismo. Además, fue Schmitt el que pudo haber terminado en un campo de concentración luego de los ataques de la SS una vez que fuera denunciado por oportunismo por el servicio de inteligencia en 1936, ya que su afiliación al nazismo era irreconciliable con su pasado católico, su ideología conservadora y sus varias amistades judías durante la República de Weimar. 

Por lo demás, la fuente de Garín es: “Uno de sus biógrafos, el mexicano Héctor Orestes Aguilar”. Hasta donde se sabe, Aguilar no escribió una biografía de Schmitt, sino que recopiló algunas traducciones de Schmitt (como la traducción al español de la traducción italiana de José Aricó de El concepto de lo político) y para esa recopilación escribió una introducción de diez páginas, que aparentemente es la biografía que usa Garín. Para dar una idea de la extensión de las biografías de Schmitt, la de Reinhard Mehring (Carl Schmitt: Aufstieg und Fall. Eine Biographie, 2009), es de 750 pp. (la traducción al inglés tiene casi la misma cantidad de páginas), mientras que el libro de Andreas Koenen, Der Fall Carl Schmitt. Sein Aufstieg zum “Kronjuristen des Dritten Reiches”, que trata precisamente el caso Carl Schmitt” tal como lo denominaba la SS (es decir entre 1933 y 1937), tiene 979 páginas.

En una reseña del libro de Aguilar consta que la obra: “Llama, por ejemplo, a constatar la filiación nazi de Schmitt a partir de la lectura de ‘El Führer defiende el derecho’ (un panfleto repugnante, pero que, comparado con sus textos previos al ascenso de Hitler al poder, demuestra más la volteface de Schmitt que su supuesta convicción ideológica), pero no invita a leer en ‘Legalidad y legitimidad’ una defensa dramática de la Constitución de la República de Weimar, una vehemente advertencia contra el desprecio que los extremistas alemanes, lo mismo nazis que comunistas, mostraban al principio del equal chance democrático. Lo que el compilador ofrece es, pues, un juicio parcial que se resguarda en la comodidad de lo políticamente correcto, que no hila fino aún y a pesar de la profusa evidencia que para ello han presentado trabajos como los de Joseph Bendersky o George Schwab”. La conclusión de la reseña: “es una pena que no se haya aprovechado la oportunidad para acompañarlo con otras lecturas igual de provocadoras que llevaran la compilación más allá de los lugares comunes que aún rodean a Schmitt. El fantasma de su vinculación con el nazismo ha servido ya por demasiado tiempo como coartada a la pereza mental, como pretexto para no estudiar con más rigor su pensamiento” (click). 

En tercer lugar, Garín afirma que: “Ya en su Teoría de la Constitución, de 1928, Schmitt deja en claro que el marco teológico es la arquitectura de referencia institucional más abstracta, que se refleja en la Carta Fundamental como un proyecto salvífico dirigido por un líder”. Por un lado, Garín no ofrece cita alguna en defensa de su afirmación. Por el otro lado, aunque fuera cierta, habría que tener en cuenta que la Ley Fundamental de Bonn de 1949 se basa en la teoría constitucional de Schmitt, específicamente en sus disposiciones en defensa del orden constitucional democrático-liberal. Precisamente, en febrero de 1954, durante una sesión de la comisión de jurisprudencia y derecho constitucional del parlamento alemán, Adolf Arndt—quien no solo había sido perseguido por los nazis sino que en la década de 1950 era el jurista principal de la socialdemocracia alemana—precisamente explicaba que: “el artículo 79 solamente da una potestad limitada para la reforma o ampliación de la constitución. Por lo demás, incluso si el artículo 79 no se hallara en la constitución así y todo existiría un límite material para una modificación. Este descubrimiento se lo debemos a los trabajos de Carl Schmitt. No tengo inhibición alguna en citar al Diablo; pues a veces es también la fuerza que siempre niega la que produce el bien. Gente como Carl Schmitt o Ernst Jünger u otra gente de esta clase, que se ha dedicado fuertemente a la demolición de ideas falsas, ha desempeñado una función histórica totalmente positiva”. Lo mismo se puede decir del proyecto constitucional israelí de 1948, tal como surge de un libro de Katz Editores—en prensa—sobre la relación entre Schmitt y la democracia liberal.

Hablando de la democracia liberal, en cuarto lugar, en El concepto de lo político, para ilustrar lo que a su juicio era la precoz superposición entre el Estado y la sociedad civil, Schmitt cita un pasaje de las Consideraciones histórico-mundiales (c. 1870) de Jacob Burckhardt sobre la democracia, “una cosmovisión en la que confluyen miles de fuentes distintas, altamente diferente según los estratos de sus prosélitos, y sin embargo es consecuente en una cosa: en que para ella el poder del Estado sobre el individuo jamás puede ser lo suficientemente grande, de tal modo que ella borra los límites entre el Estado y la sociedad, espera del Estado todo lo que la sociedad previsiblemente no hará, pero quiere mantener todo constantemente discutible y móvil, y finalmente para algunas castas reivindica un derecho especial al trabajo y a la subsistencia”. Además, no hay que olvidar que en su Teoría de la constitución Schmitt explica que “Tocqueville se ocupa de los peligros de la ‘tiranía igualitaria’ en un famoso capítulo de su libro sobre la Democracia en América (vol. II, 2da. parte, capítulo 6), bajo el título: ‘Qué especie de despotismo deben temer las naciones democráticas’”.

En lo que visto en su mejor luz no es sino un ataque desesperado ad hominem contra Fernando Atria, Garín saca de su galera supuestamente schmittiana un conejo muy extraño: “Tal como el autor alemán, la bancada schmittiana se halla rodeada de ayudantes, dispuestos a ejecutar cualquier genuflexión. Al igual que en Schmitt, es una estrategia que solo beneficia al líder o lideresa y no produce verdaderos discípulos intelectuales. Ni Schmitt ni la bancada schmittiana anotan en su registro algún discípulo digno de destacar…”. No conozco a fondo a la bancada schmittiana, por lo cual no voy a opinar sobre su supuesta falta de discípulos. Respecto a Schmitt, habría que decir que entre sus discípulos se cuentan, entre otros, Otto Kirchheimer, Franz Neumann, Waldemar Gurian, Reinhart Koselleck, Julien Freund, Enrique Tierno Galván y George Schwab. 

Dicho sea de paso, mientras pedía la detención de Schmitt, Karl Loewenstein afirmaba en un informe que: “Yo no hesito en calificar a Carl Schmitt como el principal politólogo alemán y uno de los escritores políticos más eminentes de nuestro tiempo. (…). Hablando en general, es un hombre cuya calificación es casi la de un genio”. Hannah Arendt, por su parte, consideraba a Schmitt “sin duda como el hombre más significativo en Alemana en el ámbito del derecho constitucional e internacional”, que “hizo el mayor de los esfuerzos para congraciarse con los nazis, pero no tuvo éxito. Los nazis muy rápidamente lo reemplazaron por talentos de segunda o tercera línea como Theodor Maunz, Werner Best, Hans Frank, Gottfried Neesse y Reinhold Hoehn, y lo dejaron de lado”.

Ernst Friesenhahn, uno de los estudiantes más destacados de Schmitt de la época de Bonn (1922-1928), llegó a ser miembro del Tribunal Constitucional Federal. Y hablando de jueces, párrafo aparte merece obviamente Ernst-Wolfgang Böckenförde, el socialdemócrata alemán que se acercó a Schmitt después de la guerra, se convirtió en su albacea intelectual (se puede decir que estuvo a cargo de la edición de El concepto de lo político de 1963) y en uno de los juristas alemanes más importantes de la posguerra, para finalmente ser elegido juez del Tribunal Federal Constitucional alemán. 

Finalmente, la ignorancia de la nota respecto a la obra de Carl Schmitt sale todavía más claramente a la superficie cuando a los efectos de asociar a Fernando Atria con Carl Schmitt, el autor se refiere a la “teología de la liberación”, “una subtradición especialmente influyente en metodistas y católicos en América Latina. Su hito fundamental se halla en el Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de Medellín en 1968”. Cualquiera que haya leído alguna vez a Carl Schmitt sabe que su teología política está en las antípodas de la del Concilio Vaticano II debido a la tendencia progresista de este último y es por eso que Schmitt escribe Teología Política II. Como dice Hans Barion: “El Concilio Vaticano II le ha quitado el fundamento al elogio de Schmitt a la Iglesia” (quien desee entender la obvia diferencia ideológica que existe entre Schmitt y Atria puede consultar este trabajo de Guillermo Jensen: click). Por lo demás, sostener que Schmitt y Atria dicen o hacen lo mismo porque se dedican a la teología política equivale a creer que Edmund Burke y Thomas Paine decían o hacían lo mismo porque ambos se dedicaban a la filosofía política. 

Como muy bien dice Renato Garín al final de su nota: “Es hora de que Chile los conozca”. 

30 comentarios:

  1. Una respuesta vulgar, de un "amigo" de Fernando Atria. Buscaré la forma de contestarle a su ignorancia porteña que indignaría al propio Bergoglio.

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  2. Le agradezco mucho por su comentario. Espero ansioso que me haga el favor de sacarme de mi porteña ignorancia.

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  3. Es muy triste ver que otro graduado de Oxford va de experto en un autor y recurre a estos ataques contra mi persona para defender a Fernando Atria. Para mi país es triste, a su vez, que Kicilof sea el vocero de Keynes, que Milei sea el vocero de Hayek y que usted sea el vocero de Schmitt. Vuestra decadencia intelectual no debiera ser un producto de exportación, puesto que acá también vamos por La Scaloneta.

    Vamos a algunos asuntos evidentemente absurdos en su cosmovisión:

    Los discípulos de Schmitt: personas con poder que editaron sus libros y fueron jueces. Wow.

    Atria: un genio amigo de Rosler, en sentido Schmittiano.

    Garin: un chileno ignorante enemigo de atria, en sentido schmittiano.

    Catolicismo: cualquier cosa.

    Teología de la liberación: no existe.

    Orestes Aguilar: un ignorante igual que Garin, además mexicano.

    ¿Logra ver su absurdo?


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  4. Resulta tan obvio que este artículo busca "ayudar" a su "amigo" Fernando Atria que es necesario que sus lectores, pocos, vean la clase de entrevista decadente que el señor Rosler con su D.Phil Ox. (!) da en Chile para defender a Atria de los supuestos ataques (pobre atria siempre atacado injustamente) de Ascanio Cavallo.

    Aquí Rosler se refiere a la persecución de sus padres en el Holocausto para -supuestamente- discernir pensamiento de emociones. Se siente, de esta manera, intelectualmente lúcido al ser judío y defensor de Schmitt, porque logra diferenciar pensamiento de emociones. Vaya chantaje sudaca, impropio de Oxford, y lo digo como graduado de Oxford. Ni Benjamin Netanyahu se atrevió a tanto.


    CITO

    "Escribí esa nota de respuesta porque me dio la impresión de que la suya era una columna dirigida, sin nombrarlo, a Fernando Atria, de quien me gusta decir que soy amigo (…) Mis padres, que sobrevivieron al Holocausto, me enseñaron a no confundir el pensamiento con las emociones, y a veces alguien que incluso colaboró con el nazismo puede llegar a tener razón, pero no porque colaboró con el nazismo, sino que antes y después hizo determinadas cosas. Entonces, hay que darse el trabajo de ir a buscar la verdad donde esté. Y si está en medio de la mierda, bueno, qué voy a hacer."



    https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/andres-rosler-jurista-el-uso-que-se-hace-de-carl-schmitt-suele-ocasionarse-en-malentendidos-graves/YP3XJSH4NVDFZCZQWN36KO7M3Y/

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  5. Resulta, además, sinceramente fascinante la mención a Israel como una democracia liberal schmittiana. En la Universidad de la Franja de Gaza se puede estudiar muy bien esta idea de Rosler. Incluso un ignorante como yo se da cuenta del tipo de autor que estamos leyendo.

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  6. En este momento Rosler consulta a Atria qué contestarle a Garin.
    Son las 16.03 en lo que queda de Chile, esperaré sus dúplicas porteñas decadentes.

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  7. Renato Garin, panfletista menor que no lee lo que critica. Sin el ad hominem no puede ni sentarse escribir.

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  8. Muchas gracias por los comentarios Renato. Hay que reconocer que si bien no sabes casi nada sobre la obra de Carl Schmitt, la historia de mi familia la tenés bastante presente.

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  9. Andrés todo este blog trata sobre tu tema psicoanalítico, crees mostrar erudición y apertura por hacerte fan de un jurista nazi. Entonces usas tú a tu familia, en entrevistas y cuando puedes. Utilizas la reductio ad hitlerum al revés, para beneficiarte de ella y pararte sobre un pulpito a explicar qué dice o qué no dice Schmitt.
    Las referencias principales de mi trabajo son de Orestes Aguilar, el tratadista mexicano que conoce muy bien a Schmitt. Tu grosería es creer que todos los demás no sabemos nada, salvo tu mismo.
    Y eludes textos clave como El Fuhrer defiende el Derecho. Omites que el propio Schmitt se ocupa de De Maistre, Bonald, Donoso, precisamente como juristas católicos, lo dice el propio autor. Precisamente porque la Teología Política supuestamente abstracta solamente puede valerse del catolicismo romano y sus discusiones internas.
    Todo esto usted lo ignora pues ignora qué es y de qué va el catolicismo y la teología de la liberación.
    Es una suerte de tecnócrata de Schmitt.

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  10. Para los lectores interesados en la verdadera discusión, recomiendo leer la reseña que escribí hace unos meses al libro fundamental de Fernando Atria (el titiritero chileno de Rosler):

    El libro es La Forma del Derecho, de Fernando Atria, Marcial Pons.

    https://laneta.cl/el-atriarcado-entre-la-teologia-y-la-politica/

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  11. Está muy bien descripta la cuestión. Yo hablo de Carl Schmitt y de Ernst-Rudolf Huber, vos seguís a Orestes Aguilar (en quien muy probablemente seas un especialista). En discusiones sobre un autor conviene estudiar al autor sobre todo, de otro modo desconocemos el tema principal.

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  12. Usted no habla de Schmitt, Andrés, seamos serios, usted habla de Fernando Atria. Usted ingresa a este asunto por Atria, para Atria y desde Atria. Insiste en que no sé nada y usted lo sabe todo, e incluso se lanza contra Orestes Aguilar que tiene bastante más mérito e influencia que usted. O sea ahora ya no soy ignorante, sino que mi fuente es errada. ¿Observa su flip flop, su panquequeo porteño con fritas? Usted defiende al Schmitt de Atria, ni siquiera sabe qué dice realmente Atria. Usted dice: el catolicismo no es tal cosa, sin saber nada sobre las discusiones del catolicismo.

    Solito en la isla schmittiana, pegándose en el pecho por su familia, hablando usted (no yo) del holaucausto y de su posición moral privilegiada, dando entrevistas en Chile, es realmente para un psicoanalista lo suyo. Una superioridad moral insólita, una soberbia intelectual impropia de Oxford y un extravío político mayúsculo.

    De hecho, Baires siempre ha tenido intensa presencia Freudiana.

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  13. Acá copio la bibliografía que usé para la entrada del blog (aproximadamente en orden de aparición y lamentablemente no puedo poner en cursiva los títulos:

    Briefwechsel Carl Schmitt-Ernst Rudolf Huber 1926-1981, ed. Ewald Grothe, Berlín, Duncker & Humblot, 2014
    Carl Schmitt, Verfassungslehre, 2da. ed., Berlín, Duncker & Humblot, 1954.
    Carl Schmitt, Legalität und Legitimität, Berlín, Duncker & Humblot, 1932.
    Carl Schmitt, Römischer Katholizismus und politische Form, 2da. ed., Stuttgart, Klett-Cotta, 1984
    Carl Schmitt, Der Begriff des Politischen. Synoptische Darstellung der Texte, ed. Marco Walter, Berlín, Duncker & Humblot, 2018.
    Juan Donoso Cortés, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, Madrid, Editora Nacional, 1978.

    La cita de Karl Loewenstein la tengo en una reproducción facsimilar del informe que escribió cuando la esposa de Schmitt le pide que le devuelvan la biblioteca incautada.

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  14. Te recomiendo leer EL FUHRER DEFIENDE EL DERECHO, de 1934. Lo tengo en mis manos, me siento emocionado, el kronjurist me está hablando sobre el Fuhrer.

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  15. Y estimado Andrés, no tengo la fortuna de hablar alemán, como usted tampoco habla inglés, según me relatan nuestros conocidos.

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  16. Está en Positionen und Begriffe im Kampf mit Weimar-Genf-Versailles 1923-1939, de Duncker & Humblot, y por supuesto hace poco, en 2021, Duncker & Humblot publicó los Gesammelte Schrifen 1933-1936, que contiene ese trabajo obviamente.

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  17. Si me pudiera dar la referencia en inglés, es un idioma que a usted le cuesta, sin embargo a mi resulta bien, incluso mejor que en español.

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  18. Yo tampoco tengo facilidad para los idiomas.

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  19. Se nota tu dificultad idiomática, estimado Andrés, pues el castellano te resulta casi imposible.
    Aguante la Scaloneta, saludos a Atria, no te excedas en las felaciones.
    Saludos
    Renato Garin

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  20. Me cuestan los idiomas pero evidentemente sé cómo usar la lengua.

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  21. Profesor Rosler, voy a dejar algunas citas que considero pertinente usted pudiera referirse en algún momento de forma seria.

    "Crecer rodeado de la animadversión de los protestantes sirvió a Schmitt para reforzar su sentido compartido de pertenencia al catolicismo de una forma más profunda. En la iglesia de los católicos él encontró mucho más que un abrigo y un templo: se percató por primera vez de la realidad de una institución y se sensibilizó para su defensa". (Orestes Aguilar, Carl Schmitt Teólogo de la Política, Fondo de Cultura Económica 2001, P9)

    "En consecuencia, su teoría es un credo, sus nociones son "dogmas". El monarca, creado a imagen y semejanza de Dios, es la causa perfecta de la soberanía, el estado de excepción es para la jusrisprudencia lo que era el milagro para la teología". (misma cita P13)


    "Con el decisionismo como uno de los ejes del orden jurídico del Estado hitleriano, se arribó al enlace entre el derecho constitucional y la propaganda política de Estado en situación de emergencia. El ideario de Carl Schmitt llegó a articularse con las proclamas de guerra y con los panfletos incendiarios, de los cuales se hizo eco y en más de una ocasión reformuló e incluyó en su discurso". (misma cita P16)

    Algunas claves:

    - El catolicismo como núcleo intelectual de Schmitt, cuál catolicismo, podemos discutirlo.
    - La analogía sistemática de Schmitt entre teología y política sustentada no sobre una teología abstracta capaz de dar cuenta de "todo lo teológico" sino de una teología en específico: el Catolicismo Romano, como ya muestra en 1923, y usted tiene razón en la fecha y nada más que en la fecha.
    -El decisionismo Schmittiano como estrategia jurídica nazi, ideada por Schmitt. No es necesario que Schmitt haya estado al lado de los jerarcas para poder ser influyente mediante esta doctrina. ¿Estamos de acuerdo en que no hay nazismo sin decisionismo y que no hay decisionismo sin Schmitt?
    - Usted, Rosler, tiene el siguiente problema de apreciación: Piensa que el Nacionalsocialismo fue una sola experiencia ininterrumpida desde el ascenso de Hitler hasta su caída. Esto es falso. A partir del "Incendio del Reichstag" hasta las tres "Noches de cuchillos largos", esto es desde febrero de 1933 hasta julio de 1934, lo que se observa es la SUPERACIÓN del nacionalsocialismo MEDIANTE la consagración de Hitler como Fuhrer, es decir, el grupito de Hitler "va por todo" y se que da con todo. Esto explica el ascenso final del grupo intelectual, donde concedo Schmitt no es activo, sin embargo su idea del decisionismo resulta clave. Es el decisionismo, radicado en El Fuhrer, lo que supera al Nacionalsocialismo, supera al partido, se hace la purga interna, y se acerca el nuevo mundo.


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  22. A mayor abundancia, para lectores atentos:

    -Al final de la sección "Una definición de soberanía" de "Teología Política Uno", Schmitt se vale de una cita de de "un teólogo protestante" que no es otro que Soren Kierkegaard. Buena parte de la supuesta o no influencia del danés sobre Shchmitt se debe al roce interno entre lo que es la teología católica Schmittiana y la teología protestante. No es menor este detalle y el propio Schmitt lo pone de relieve. Aunque la cita confunde pues Schmitt NO dice que es SK.

    -Al comienzo de la tercera sección de "Teología Política", famosamente, Schmitt abre con la notable sentencia: "Todos los conceptos significativos de la moderna teoría del Estado son teológicos securalizados". Hasta ahí todos repiten de memoria, sin embargo, tres parráfos más abajo:
    "El manejo político más interesante de tales analogías (las teológicas) se encuentra en los filósofos CATÓLICOS del Estado pertenecientes a la corriente contrarrevolucionaria, como BONALD, DE MAISTRE Y DONOSO CORTÉS".
    -Y luego, mismo párrafo Schmitt sostiene que este "método" (las analogías teológico-políticas) se hayan ejemplarmente analizadas en la gran obra de LEIBNIZ: El Nova Methodus pro Maximis et Minimis". (Imagino que Rosler es un estudioso de Leibniz, tal como yo que he debido leer intensamente varios de sus pasajes, no por gusto, sino por deber )


    Comentarios para personas atentas:

    - La clave de la analogía teología está en la teología cristiana, entendida no COMO PRACTICA (ser o no ser católico) sino como SISTEMA DOGMÁTICO DE IDEAS. Específicamente en esta tradición de occidente, que representa cada vez menos personas, se da el debate entre Católicos como Schmitt, De Maistre, Bonald y el enorme DONOSO y otros versus los protestantes.

    - El mismo Schmitt remarca que son "Católicos" y no porque hayan rezado todas las noches en la misa de 8, no porque se hayan confesado y seguido los mandamientos. NO NO. Lo remarca porque algo hay en el catolicismo de De Maistre, Bonald y el enorme DONOSO.

    (SIGUE...)

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  23. Algo hay aquí que Rosler no parece identificar.

    ¿Qué es ese algo?

    Intentemos ayudar a Rosler, un oxoniense extraviado en la bruma.

    - La lectura escatológica de las escrituras nos lleva a creer, como dogma de fé, que la metáfora de la segunda (o tercera, si somos rigurosos) venida de Cristo se asociará a un "Nuevo estadío de la humanidad". Esta segunda venida, de algún modo, será mediante las instituciones, que darán a la luz a ese hombre post-histórico: el hijo de Dios convertido en eclesia, la iglesia superada por la humanidad compartida, el mutuo reconocimiento recíproco. En esta metáfora, nosotros como sujeto político somos la nueva venida de Cristo. Suena bonito.

    Esta lectura escatológica se reproduce luego en el ideario marxista, siendo Marx un judío muy inteligente, toma el asunto basal del Judeocristianismo: la salvación. Y la salvación marxista no es otra que la revolución proletaria que dará origen, vaya novedad, a un hombre nuevo que estará más allá de la historia entendida como lucha de clases. ¿Suena conocido?

    En Schmitt se observa un "momento escatológico" en el cautivante texto "EL FUHRER DEFIENDE EL DERECHO". El Fuhrer es una figura cristológica que nos lleva hacia un nuevo estadio de la humanidad, guiado por el espiritu santo en Volkswagen, siempre Volk Volk, dispuesto a subirse en tanque para "defender el derecho".

    En Schmitt, a su vez, hay otros textos "katejónticos", es decir, la negación de la salvación. Recordemos que las Santas Escrituras de hace 5000 años y su cover de 2000 años, que Rosler NO ha leído, hablan la escathos (esjathos) versus el katejón o katechón. El texto clave del Schmitt Katejóntico es "LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD", precisamente porque está describiendo cómo el derecho nos amarra a "este mundo". Esto lleva a Rosler y otros a creer que es un "catolicismo liberal" o apegado a la liberal-democracy autoritaria.

    ¿Por qué Schmitt es paradójico, katejóntico y escatológico a la vez? Esto debiera ocupar a Rosler, que sin embargo no logra penetrar, filosóficamente hablando. La clave es más menos simple para quien conoce las Santas Escrituras: El Catolicismo es un sistema de ideas PARADOJAL.

    Entonces llegamos a la clave: la teología política schmittiana es una analogía de la paradoja teológica: el milagro.

    En Kelsen, por ejemplo, solo para ilustrar, existe una teología Katejóntica del derecho, una negación de la salvación, para aferrarnos a "este" mundo.

    En el catolicismo sudamericano, una subtradición del catolicismo romano, que a su vez es una subtradición del judeocristianismo, el asunto escatológico ha germinado intensamente en LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN, que lleva ya 60 años dando batalla contra "la iglesia institucional".

    Entonces, los TEOLOGOS DE LA LIBERACION, que buscan la salvación "política" en alianzas con el marxismo local, se mantienen como una tradición intelectual sostenida sobre la idea de la salvación.

    ¿Y A QUIÉN ENCONTRAMOS AHI, en esa sub sub sub tradición sudamericana, agazapado en Chile?

    ¡¡¡ A FERNANDO ATRIA !!!!

    Éste es el verso: Es la lectura escatológica de Schmitt, mediante el lenguaje de la teología de la liberación, lo que contiene la supuesta "genialidad" de Atria.

    Demostrado, entonces, que Atria y Schmitt comparten la lectura escatológica de la política. Ambos conciben un Dios "vacío", "impersonal" que es una analogía antes que una sustancia o sujeto. Una gran metáfora vacía para decir "no hay dioses". Qué hay entonces? Acción política para buscar el mundo por venir.

    Es una aventura intelectual fascinante, aunque algo repetida y triste para nuestros pueblos.


    ROSLER ¿Ves que podemos argumentar SIN hablar del Holocausto ni manipular al lector?

    Sin embargo, ambos sabemos que todo esto que te señalo es obvio, casi de sentido común, por lo que solo puedo inferir que operas de MALA FE para "ayudar" a Atria.

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  24. PostData:
    La tesis del liberalismo autoritario en Schmitt ya está trabajada HACE DÉCADAS por un CHILENO llamado RENATO CRISTI. Y lo hizo sin tus aspavientos blogueros que no aportan nada.

    Pregunto:
    -Acaso estos posteos después serán un paper?
    un libro?
    llevarás a una editorial estas pequeñeces?

    Obviamente NO, por ende, al menos yo prefiero citar autores reconocidos que han estudiado a Schmitt como Renato Cristi, como Orestes Aguilar, en vez de citar el blog de Rosler.

    ¿Se logra comprender todo este absurdo?

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  25. Postdata DOS: Por cierto, mi Maestro Miguel Orellana Benado (D.PHIL Oxford, Balliol College) es JUDIO PRACTICANTE y nos hemos reído mucho viendo cómo te victimizas de mi supuesto antisemitismo jajajá!!!!.
    También me rio de quienes me califican de anti-católico viniendo de una familia devota de la Virgen del Carmen en Chile.

    Ser lúcido intelectualmente no debiera estar condicionado por tu acercamiento religioso a la realidad.

    Rosler, en cambio, tiene tal ensalada en la cabeza que tiene todo mezclado Holocausto, Schmitt, judaismo, su familia, su amigo Atria.

    Por eso, amigo Rosler, desde Chile te mando el siguiente link que te puede servir para conversar sobre tus lecturas Schmittianas, estoy seguro que estos estudiosos te pondrán mucha mucha atención:

    https://t.ly/-fOc

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  26. POSTDATA 3: COMENTARIO A LA NUEVA EDICIÓN

    Rosler, tu nueva edición del artículo confirma el asunto: es una defensa de Atria, a través de la mala lectura de Jensen.
    Ahora vuelves a leer mal y crees que mi artículo asocia a Schmitt a la teología de la liberación, entonces creer refutarme sacando de tu galera una cita contra el Concilio Vaticano II. ¿Por qué Schmitt se opone a esa Iglesia? Precisamente porque observa la ESCATOLOGÍA como un problema. Y es precisamente de esa escatología de donde bebe la teología política de Atria.

    Sin embargo, usted lo confunde todo, simplemente para defender a Atria. Me imputa ignorancia sobre Schmitt y pareciera ser usted el que ignora el asunto central de cómo leer la teología política: la clave dicotómica entre el Katechon(de ahí la expresión "filosofía Katejóntica) y el Escathos (de ahí la idea de "escatología política").

    Absurdamente, me imputa que yo sería ignorante porque asociaría a Schmitt con la teología de la liberación. Aquí su ignorancia es la que queda de manifiesto. La teología de la liberación es simplemente un fruto del árbol escatológico. Esto usted NO lo comprende. Por ende cree que el asunto se trata de mostrar que Schmitt no creía en la teología de la liberación y que se alejó del Concilio Segundo.

    La intepretación del catolicismo institucional (el rol de la Iglesia) en Schmitt es Katejóntica, NO salvífica, sino más bien conservadora.

    La intepretación de la acción política católica en Schmitt, sin embargo, es paradojal, pues sigue análogamente la paradoja teológica del cristianismo: aquella que hace posible el milagro, que no es sino el estado de excepción. De esta forma, la acción política y el estado de derecho en Schmitt son Katejónticas en una parte de los textos, aquellos que se refieren a la "normalidad" donde las instituciones funcionan en el día a día. Sin embargo, el apartado Escatológico de la obra aparece, igual que en el Cristianismo, en la noción de excepción. La venida de Cristo es la excepción-parusia fundante, el milagro es el estado de excepción dentro del régimen, y el régimen apunta hacia una escatología salvífica. Esta es la idea de El Fuhrer defiende el Derecho. ¿Cómo es compatible una cosa y la otra? ¿Un catolicismo conservador de orden katejóntico y una visión escatológica del Fuhrer? Esta es exactamente la cuestión filosófica: la tensión entre orden y salvación, entre la legalidad/legitimidad y el liderazgo carismático del Fuhrer.

    Esta aparente contradicción entre un Schmitt del orden y un Schmitt de la salvación no es una contradicción, es precisamente la aplicación brillante de Schmitt de la teología política cristiana a los conceptos políticos.

    Precisamente porque el Cristianismo contiene el eskatos y el katejón, es que una Teología Política del estado moderno debe también contenerlas. Es así como El Fuhrer defiende el Derecho no es una contradicción con el resto del sistema schmittiano, es más bien el punto cúlmine, la pieza cristológica que corona el orden y abre el camino de la salvación.

    ¿Era simple "decisionismo escatológico" el nazismo? NO.

    ¿Cuál es la lectura aguda que debe hacer el liberalismo?

    Aquella sobre el Estado de Excepción. Y para comprender el estado de excepción se debe entender el marco teológico-político en el cual está inscrito.

    El autor clave es Giorgio Agamben, a quien por cierto Rosler nunca cita, como tampoco a Orestes o Cristi.

    Rosler parece encerrado en una supuesta distinción entre biografía, descripción y normatividad. No logra separar pues recurre a la biografía de Schmitt para mostrar ignorancia en sus críticos.

    Y el asunto de fondo, de nuevo, tal como en los comentarios sobre Loewenstein y otros, vuelve sobre quién persiguió a quién, si era liberal o no, si prefería la escalopa o el asado, en fin, una mezcla insalubre.

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  27. POST DATA 4

    CITO A Alain de Benoist en su texto "Una campaña contra Carl Schmitt".

    A los ataques de la SS se sumaron enseguida los del servicio de Rosenberg. En 1937, este
    último publicó un informe interno denunciando la hostilidad de Carl Schmitt hacia toda
    ideologÌa racial, así como su simpatía por los judios. El texto subraya que las teorías de
    Schmitt ´pueden servir para someter el Estado nacionalsocialista AL PODER DE LA IGLESIA CATÓLICA. En julio de 1939, el servicio de Rosenberg evacuó un nuevo informe (Ein
    Staatsrechtslehrer als Theologue der bestehenden Ordnung) insistía en las mismas acusaciones.


    Comentarios:

    - El asunto clave es: El Informe de las SS detectan rápidamente el asunto central: Los debates dentro de la IGLESIA CATOLICA. En su absurdo, la oficina de Rosenberg creyeron que el Vaticano podría someter a alguien alguna vez en este milenio. Sin embargo, DAN CON LA CLAVE INTELECTUAL de Schmitt rápidamente: el cristianismo.

    - De esta forma, es la Gran Teología Política Schmittiana, aquella fantástica arquitectura compuesta por decenas de ensayos, donde debemos inscribir su pensamiento. Y es una teología no porque beba de la moral cristiana, más bien se articula desde las paradojas de las Santas Escrituras y se vale de un sistema de analogías.

    - La clave entonces, es comprender el código morse de aquel sistema de analogías. No es exactamente el mismo sistema de analogías que tenía Donoso, tampoco el mismo sistema de De Maistre ni Leibniz. En este sentido, podemos conceder que Schmitt es novedoso en tanto su sistema de analogías teológicas está mejor construido. Y por qué está mejor construido? Precisamente porque se vale de los debates entre católicos y protestantes. Es esa la razón intelectual de por qué llega a Soren Kierkegaard, un protestante con altas dosis de angustia.

    - Dentro de ese sistema de analogías, el Estado de Excepción es la clave analítica en tanto permite comprender todo el sistema. Siguiendo a Kierkegaard, que en este sentido sigue directamente la teología cristiana tradicional, es la aparición de Cristo en el mundo lo que nos permite entender el mundo.

    - Así, textos como "El Fuhrer defiende el derecho", nos permiten entender no la parte "fanática" o la "década funesta" como dice Rosler. Más bien, ese texto y su contexto, nos permite entender la fase escatológico-cristológica de Schmitt acerca de Hitler. Al comprender ese texto mediante la clave cristiana, podemos entender toda la teología schmittiana en total coherencia como un sistema de analogías y no como "momentos" o "décadas".

    - La clave de Schmitt como un Teólogo no es nueva, pues ya Peterson y Hans Blumenberg lo miraron desde ese lado. En español, el texto de Orestes Aguilar y su recopilación son sumamente útiles para entender a Schmitt como un teólogo cristiano.

    - El nazismo no fue judeocristiano, obviamente, sabemos que fue un neopaganismo con múltiples influencias, especialmente el hurto que hace el Reich de los símbolos, mitos y leyendas de budismo tibetano. Evidentemente, en un régimen así era IMPOSIBLE que un teólogo cristiano fuera influyente en la política diaria. Sus conceptos y explicaciones, son harina de otro costal.

    - Nadie ha relacionado a Atria con el nazismo ni con una ideología schmittiana. Otro absurdo.

    - La clave es, REPITO POR SEXTA VEZ, la lectura escatológica de la política, para lo cual Atria se vale del Schmitt escatológico. Y eso coincide, dentro del catolicismo, con la teología de la liberación que Atria defiende por escrito y en publicaciones conocidas.

    - Al no comprender la relación simbiótica, dialéctica, interdependiente, entre el Katechón y el Eskathos, los teologos de la escatología creen poder tomar el Eskathos sin hacerse cargo del otro concepto. Esto es, finalmente, lo que ocurre en Atria. De ahí su foco en el lenguaje de la teología política como una explicación del déficit humano y su posible remedio mediante la salvación: el mutuo reconocimiento recíproco.

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  28. Una pelea de egos en todo su esplendor 👀

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  29. Woww! Le bastó con decir que domina el inglés para echar por tierra nuestra arrogante ignorancia porteña. Ahora ya solo nos queda nuestro sarcasmo..

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