domingo, 17 de febrero de 2019

La Culpa de todo la tienen los Judíos (y los Ciclistas)


A esta altura es un hecho de público conocimiento que Alain Finkielkraut, un filósofo francés (en cierto sentido al menos), aunque judío, no tuvo mejor idea que estar ayer en París en el boulevard de Montparnasse durante una jornada de protesta de los chalecos amarillos, justo cuando algunos chalecos amarillos se encontraron con él.

Cabe recordar que los chalecos amarillos solamente se manifiestan los sábados, quizás para homenajear indirectamente al shabbat pero tal vez porque comprensiblemente no desean encontrarse con judíos en la calle, mucho menos con filósofos de familia de emigrados que llegan a ser miembros de la Academia Francesa y por lo tanto son un verdadero símbolo de la República.

Los chalecos amarillos en cuestión, una vez que entraron en contacto con Finkielkraut, comenzaron a ensayar diferentes interpelaciones que maliciosamente fueron interpretadas por medios filo-sionistas como insultos, todo mediante verdaderas deformaciones: “Cerdo sionista de mierda”, “gran mierda”, “que te jodan [n. de la r.: en el sentido castizo, no sudamericano, del término]”, “volvete a Israel”, “judío”, etc. A esto se suma la aparición de esvásticas en tumbas judías y algún que otro cartel “judío” en establecimientos comerciales de panadería que por ejemplo se dedican al expendio de bagels (ver foto).

Decíamos que las interpretaciones son verdaderas deformaciones maliciosas ya que salta a la vista que hay gente que no come harinas y además existe el hecho incontestable—hasta donde sabemos el propio involucrado no lo niega—de que Finkielkraut es judío. De ahí que mucha gente en las redes sociales con razón concentrara su atención en Finkielkraut y su responsabilidad por lo acontecido. Si él tuviera la deferencia de evitar el contacto con los chalecos amarillos—y para mayor seguridad no estar en París o tal vez mejor en Francia los sábados o los días durante los que se manifiestan los chalecos amarillos—entonces no habría problema alguno.

De hecho, los chalecos amarillos deberían exigir una reforma a la Constitución de Francia de tal forma que la misma incluya su derecho constitucional a no encontrarse con filósofos judíos (al menos si son hijos de emigrados polacos y sobre todo si son miembros de la Academia Francesa).

No pocos se han preguntado en las redes sociales qué fue lo que Finkielkraut hizo como para que le recordaran que él es un “cerdo sionista de mierda”, “gran mierda” y fundamentalmente “judío”. La respuesta es obvia. El que empezó todo esto fue Finkielkraut ya que él es judío.

Claro que no todos están de acuerdo con nuestra posición, a juzgar al menos por la siguiente historia narrada por el gran escritor alemán (en cierto sentido al menos) Kurt Tucholsky en la década de 1930: “‘La culpa siempre la tienen los judíos’, dijo uno. ‘Y los ciclistas’, dije yo. ‘¿Por qué los ciclistas?’, preguntó él desconcertado. ‘¿Por qué los judíos?’, le volví a preguntar yo”.

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