El kirchnerismo, nobleza obliga, tiene varias cosas en su haber. Pero a veces los kirchneristas como Ricardo Forster empañan sus logros. Miremos si no, por ejemplo, su nota en Página 12 de hoy sobre "El nombre del kirchnerismo" (click).
Para empezar, según Forster Néstor Kirchner "subvirti[ó] las 'formas' institucionales... para devolverles una legitimidad perdida". A todos sus lectores le llamará la atención semejante logro. ¿Cómo subvirtiendo una institución se le puede devolver la legitimidad? ¿Acaso se puede hacer el amor en aras de la virginidad?
Asimismo, Forster denuncia "el reclamo de neutralidad o de distanciada perspectiva académica", "la supuesta objetividad interpretativa o la reclamada independencia periodística". La obvia pregunta que Forster provoca en sus lectores entonces es: si no hay objetividad ni independencia, ¿qué razones tenemos para creerle a Forster? ¿Acaso Forster no cree tener buenas razones por las cuales él mismo es kirchnerista?
Otro de los desafíos que Forster le plantea a sus lectores es su caracterización del kirchnerismo como un discurso que "a contrapelo de los vientos regresivos de la historia, como un giro de los tiempos, como la trama de lo excepcional... vino a romper la lógica de la continuidad". En efecto, si Forster reivindica al kirchnerismo por haber roto con "la lógica de la continuidad", ¿por qué en esta nota se muestra tan preocupado por la ruptura de la continuidad kirchnerista? Antes bien debería celebrar el hecho de que el kirchnerismo no continúe. ¿O acaso "la lógica de la continuidad" es inaceptable sólo si dicha continuidad no es kirchnerista?
Finalmente, según Forster, Néstor Kirchner "aireó lo asfixiante de una realidad miasmática y, por sobre todas las cosas, puso en marcha de nuevo la flecha de la historia". Sin duda, un notable logro, aunque no tan sorprendente si tenemos en cuenta que Kirchner además "desequilibró lo que permanecía equilibrado, removió lo que hacía resistencia, cuestionó lo que permanecía incuestionable".
Para decirlo de otro modo, para Forster, Kirchner pensó lo impensable, dijo lo indecible, movió lo inamovible y, al menos en el caso de Lázaro Báez, tuvo una contabilidad incontable (no es lo que parece). En una sola palabra, Néstor pudo lo imposible. Se trata de una excelente idea para un musical. Aunque, pensándolo bien, a alguien ya se le ocurrió la idea (si no hay tiempo, ver por favor a partir de 2:45):
Forster nunca se recuperó de la indigestión originada en el exceso de lecturas de Walter Benjamin.
ResponderEliminarNo es culpa de Benjamin.
ResponderEliminarEstimado Andrés,
ResponderEliminarme imagino que estarás más que contento con la nueva copa, en algún momento se nombró en el partido a Poncio y nunca puedo evitar acordarme (con una sonrisa) de la homonimia con el militar romano mentada cuando veíamos republicanismo. Estoy de acuerdo con lo que entiendo es el sentido general de la crítica a Forster, quería que muchas de las cosas que atribuye al kirchnerismo parecen al menos injustificadas. Pero más allá de esa atribución "polémica" (aún sigue conmocionado por el desvío de la palabra?) las cuestiones en sí mismas no parecen imposibles, e incluso talvez sean dignas de tenerse en cuenta.
1)¿Cómo subvirtiendo una institución se le puede devolver la legitimidad? Sí, la formulación encierra un "absurdo", como usted destaca. Pero creo que Forster apunta a que es "la misma" institución que antes, y a la vez no porque la manera de entender el problema ha cambiado (o digamos que se ha impuesto por la hegemonía k otra manera de entenderlo, etc). La institución existía a.K. y d.K., ej. Poder judicial, le llamamos igual porque se supone responde a un problema "común" que es la justicia.
Pero, sobre todo, la fuente de la legitimidad es la misma. Entonces, si la institución ha perdido legitimidad al dejar de contribuir a su finalidad principal (no acompaña la transformación que impulsa el pueblo como fuente de su legitimidad) es necesario subvertirla. Uno se puede preguntar, y preguntarle a Forster, si verdaderamente es el kirchnerismo el que aglutina ese colectivo que da legitimidad a la transformación, o incluso si hay una verdadera transformación hacia instituciones dignas de una legitimación popular. Pero lo otro creo que sigue intacto: las instituciones no son legítimas porque no hacen (porque dejaron de hacer o porque nunca hicieron) al bien de la comunidad. El problema de la justicia es el mismo, la fuente de legitimidad es la misma, debe haber una institución para resolverlo...entonces, ésta debe ser transformada, y en comparación con el estadio a.K. y en función de una lógica binaria, debemos decir que la nueva "Justicia Legítima" es la subversión de la anterior..
2) ¿acaso "la lógica de la continuidad" es inaceptable sólo si dicha continuidad no es kirchnerista? Uno puede cuestionar la tesis con la que Forster viene machacando hace años, que el kirchnerismo es realmente una ruptura en la historia, una especie de claro en el ser. Pero, si uno le concede hipotéticamente eso, es claro que la ruptura es deseable solo frente a lo "malo en sí" (heteronomía, tiranía, etc), pero que respecto de la autonomía o la libertad uno desea "la lógica de la continuidad". Repito, uno se puede cuestionar si realmente el kirchnerismo es un movimiento o al menos un momento de transformación que contribuye a una mayor autonomía, o lo que sea que pongamos como fin de la comunidad política. Pero es evidente que la cuestión de la autonomía, la libertad o incluso la legitimidad no pueden resolverse con una Carta Magna de una vez y para siempre. No creo que, en este sentido que creo el fundamental, Forster esté peor que cualquier otro.
No se si la culpa, en parte por lo menos, no sea de Benjamín. Pero como decía el General, "todo en su medida y armoniosamente."
ResponderEliminarMuchas gracias Anónimo por el comentario. Vaya nuestro recuerdo, efectivamente, para Poncio Telesino, líder de los samnitas en la guerra social contra Roma.
ResponderEliminar1) Si entiendo bien, la subversión es legítima cuando uno desobedece a una institución pero para cumplir con el mismo fin de la institución. Por ejemplo, Brünhilde desobedeció a Wotan creyendo que en realidad hacía que lo Wotan quería. El problema es que semejante manera de razonar destruye a las instituciones. Las instituciones, como toda razón autoritativa, existen para reemplazar la deliberación de quienes las componen. Por lo demás, el kirchnerismo desconfía de las instituciones no kirchneristas, pero confía en las kirchneristas (v., v.g., http://lacausadecaton.blogspot.com.ar/2013/01/constitucionalismo-inst-pop.html). Ahora bien, hay casos en los que hay que desobedecer a las instituciones (tal como sucedió en EE.UU. cuando el Gobierno Federal desobedeció un fallo de la Corte Suprema y provocó la guerra civil; y acá entre nosotros irónicamente el Gobierno también desobedeció fallos de la Corte, aunque por suerte no tuvo lugar una guerra civil por eso). O el complot contra Hitler. Queda mostrar por qué, v.g., el poder judicial impide que tengan lugar los cambios que anhela el kirchnerismo. En realidad, este mismo poder judicial podría haber hecho caer al Gobierno si hiciera cumplir la ley sin más.
2) Decir que hay romper con la malo y seguir con lo bueno es absolutamente tautológico. Su elogio de la ruptura es falso. El kirchnerismo quiere su propia continuidad, y la discontinuidad de los demás. No agrega nada.
Que sea, en cierto sentido, tautológico no implica que sea falso: acaso usted o alguien quiere lo contrario, la continuidad de lo malo?. Si la crítica se dirige hacia eso, justamente porque es algo redundante o que nadie discutiría, parece un poco mezquina. En todo caso estoy de acuerdo en decir que lo de Forster es hasta allí superficial, vacío, porque no se ha justificado que sea el kirchnerismo la manera de lograr lo que hipotéticamente queremos (creo que ese puede ser el fuerte de la crítica a Forster: parece pretender autoevidente que realmente hay una transformación relevante).
ResponderEliminarPero, en otro sentido, no es meramente tautológico o redundante. En un sentido práctico y no meramente conceptual (o histórico en sentido descriptivo), "bien" y "mal" no pre-existen de antemano de manera relevante,sino que deben ser perpetuamente justificados o deslegitimados. Entonces decir que se quiere la continuidad de algo deseable es una invitación a pensar y decidir nuevamente acerca de qué es deseable y qué no. Y éste y no el primero es el sentido más relevante para la filosofía práctica.
Con respecto a lo primero, la subversión de la institución es su destrucción, nuevamente parece una verdad a medias. La parte verdadera ya la dijo usted, de acuerdo. Lo que no dice es que, si no se pretende que la institución no se convierta en una cáscara vacía funcional al "fin supremo" y pierda su legitimidad, la institución debe poder ser cuestionada. Dicho de otro modo, la cuestión es qué sentido puede tener la legitimidad de la institución de la sociedad humana fuera de la historia de dicha sociedad. Está muy bien esa pretensión como teoría en el sentido contemplativo, pero como filosofía práctica en el sentido relevante o fuerte, es muy flojo. Si la "crítica" del kirchnerismo está siendo llevada a cabo con pericia u oportunidad, yo no emití juicio al respecto. Pero esto ya es secundario, o en todo caso es otra cuestión.
ResponderEliminar"Subvertir" no es igual a cuestionar o criticar, aunque a veces el kirchnerismo no nota la diferencia.
ResponderEliminarVoy a releer entonces la nota de Forster como una invitación a pensar qué es deseable y qué no.
ResponderEliminarEstimado Profesor Rosler, acudo a su expertiz en lo referido a monty python. Algo referido a confusiones sobre autenticidad de cartas, misivas y mensajes tiene que haber.
ResponderEliminarLe mando un abrazo
Muchas gracias Francisco. No soy experto en Monty Python, ni mucho menos. Mi especialidad en todo caso es la campaña de River Metro 75, y un poco del Nacional del mismo año. Sí, por supuesto, soy admirador de Monty Python. Quizás algo pythonesco aparezca en la próxima entrada.
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