«La causa victoriosa complació a los dioses, mas la vencida a Catón» (Lucano, Farsalia, I.128-9).
lunes, 22 de julio de 2013
Al Ejército no se viene a hacer Política (al menos no en Democracia)
El General Milani, con las mejores intenciones, y justo antes de que el Senado trate el pliego de su ascenso, nos ha hecho saber: "sí, quiero ser parte de un Ejército que sea parte de un proyecto nacional, que ayude a construir obras de infraestructura, que desarrolle el país" (click), en relación a la administración kirchnerista. Sin embargo, las intenciones puede ser decisivas en moral pero no en política. Milani lamentablemente ignora que como General, y muchísimo más si llegara a ser Comandante en Jefe del Ejército, él tiene que ser parte del proyecto de todo Gobierno elegido democráticamente que transitoriamente representa al Estado. Con lo cual, sus declaraciones o bien son redundantes, o bien son contraproducentes porque trasuntan su compromiso ideológico con las personas que justo sucede están a cargo del Gobierno (la oscilación redundante-contraproducente ya la habíamos discutido en otro lugar: Redundancia o Magnanimidad).
Ciertamente, algunos insistirán en que el sentido de la frase de Milani queda aclarado al final de la misma: "que ayude a construir obras de infraestructura, que desarrolle el país". Sin embargo, aunque estamos de acuerdo con la actitud desarrollista (por así decir) de Milani, nos queda la duda de qué haría Milani entonces si el partido gobernante decidiera no construir obras de infraestructura (irónicamente, el Gobierno actual se caracteriza por su muy pobre gestión en materia de infraestructura; no hace falta, creemos, abundar al respecto). Por deseable que fueran las obras de infraestructura, también quedan supeditadas al mandato democrático. ¿Acaso Milani, o cualquiera, preferiría un gobierno no democrático que desarrollara obras de infraestructura antes que uno democrático que no lo hiciera?
Probablemente, la auto-designación del Gobierno como nacional y popular puede haber confundido al General Milani. ¿Acaso no todo Gobierno es nacional y popular por definición? ¿Y quienes se oponen al Gobierno están en contra de la Nación y del Pueblo? Creemos sin embargo que un General tiene que estar en condiciones de separar la retórica electoral de lo que se espera de un General que sirve bajo un régimen democrático. Tampoco lo ayuda al General el hecho de que la Presidenta tiene el hábito de hablar (y de actuar) en primera persona (no somos los primeros en notarlo: El Imperio del Yo), y quizás entonces el General cree, v.g., que es ella la que la paga el sueldo, o que trabaja para ella. La confusión es comprensible nuevamente, pero fácilmente superable, y por las mismas razones. Después de todo, se trata de un General especialista en Inteligencia.
El General Milani, finalmente, entenderá que sus declaraciones son especialmente preocupantes en un país como el nuestro, el cual en el pasado reciente ha sufrido la atroz intervención de los militares en política, y esperamos que sepa disculpar nuestra propia preocupación al respecto. Como decía Lucano en su inmortal verso de Farsalia (IV.579) (inscripto en las espadas de la Guardia Nacional de la Revolución Francesa convirtiéndose en un símbolo de la lucha por la libertad), a los militares "se [les] han dado las espadas para que nadie sea esclavo" [datos, ne quisquam seruiat, enses], pero para nada más.
Acerca de las denuncias sobre la intervención del General Milani en la dictadura, y acerca del sospechoso incremento de su patrimonio en democracia, a menos que el Gobierno, invocando al gran Sacha Cohen (película), creyera que se trata de un fascista pero en el buen sentido de la palabra, debería tomárselas en serio, del mismo modo que lo hizo con los demás militares que están procesados por denuncias iguales o menores que las relativas a Milani. Esperemos que no sea el Gobierno a su vez el confundido porque Milani le ha expresado su redundante o contraproducente apoyo, y lo trate igual que a los demás militares denunciados. Esperemos.
En realidad no sería el general el que cree que la presidenta le paga el sueldo, sino más bien es la presidenta la que cree que le paga con su dinero. Conforme a la concepción neopatrimonialista de este gobierno, todo lo que se recauda es propiedad del gobernante, por lo cual si parte de ese dinero no se destinara a pago de sueldos, iría a parar a sus bóvedas, como el resto. Algo tiene que distribuir.
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