La práctica constitucional venezolana sigue haciendo las delicias de los constitucionalistas. Ya habíamos discutido un par de puntos al respecto (click). Ahora lo que nos llama la atención es la decisión de hacer una auditoría o revisión de votos de las últimas elecciones presidenciales que no va a tener efecto alguno (click).
En efecto, si se nos permite la expresión, a pesar de la reticencia inicial, el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) accedió a la petición de la oposición de llevar a cabo cierta auditoría de las elecciones, pero aclaró que la misma no es un recuento en sentido estricto y además no podrá alterar el resultado de las elecciones. La pregunta es entonces ¿para qué semejante auditoría?
Se nos ocurren tres opciones por las cuales la auditoría no afecta el resultado electoral. (1) Porque están seguros de que ganó Maduro. Esta primera opción es extraña, ya que el sentido mismo de pedir y/o conceder una revisión es que no están seguros de quién ganó. (2) Una segunda opción nos hace acordar a un viejo chiste judío que solía contar Norman Erlich. Una persona le dice a otra: "Qué desgracia. Me enteré de que se quemó tu negocio. Lo lamento mucho", y la otra le responde: "No, callate, la semana que viene". Cabe aclarar que hace poco un colega peruano nos contó que en Perú cuentan un chiste estructuralmente idéntico pero protagonizado por gallegos, como se suele decir, y por lo tanto para indicar ingenuidad, por así decir. (3) Finalmente, aunque la auditoría arrojara un resultado contrario, Maduro seguiría siendo el ganador. Esta opción supone que si las elecciones no conducen a la victoria de Maduro, las que se equivocan son las elecciones (o los electores), no la manera de contar los votos. En otras palabras, el sentido de que haya elecciones es que Maduro tiene que ganar, o como habría dicho Rousseau, dado que Maduro representa a la voluntad general, si el pueblo hubiera votado mayoritariamente a Capriles, entonces se habría equivocado. Quizás sea cierto. Pero no envidiamos a quien tuviera la imposible tarea de mostrar las credenciales democráticas de semejante opción (ya las habíamos tratado aquí en relación al kirchnerismo).
Quizás haya más opciones en juego, pero francamente se nos escapan. Cualquier aporte es más que bienvenido.
No se si tendra que ver, pero con esto de que las elecciones o el pueblo se habrian equivocado, me acorde cuando mi padre me dio a leer un texto de su autoria para una clase que tenia que dar. Cuando le señale un error en el mismo, me dijo:
ResponderEliminar"Pasa que vos sabes leer"
Lo relaciono con esta idea de argumentar cualquier cosa para que sea otro el equivocado. Y al mismo tiempo hacer cualquier trapisonda (como el recuento de votos simbolico) para mostrar que uno no esta equivocado.
Hay varias cuestiones en juego. Saber leer siempre ayuda. También está la inversión psicológica que hacemos cuando nos comprometemos con una causa, y lo que cuesta darse cuenta de que no fue una buena inversión. La primera reacción es que el que se equivocó es otro. Máxime cuando el error, o el acierto, provienen del cálculo de la mayoría, tal como sucede con la democracia. Esto es algo que ya habíamos discutido: http://lacausadecaton.blogspot.com.ar/2012/11/el-kirchnerismo-y-el-tricentenario-de.html.
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