Dada la rapidez con la que cambia la fascinante realidad política venezolana, el equipo de La Causa, gente de ciencia si la hay, de manera rotativa está las veinticuatro horas del día releyendo bibliotecas en búsqueda de claves que permitan entender los fascinantes acontecimientos que están sucediendo allí.
Por alguna razón los sucesos recientes nos han hecho recordar a Eric Voegelin y su La Nueva Ciencia de la Política, de 1952. En dicha obra, de la misma colección a la que pertenecen La Condición Humana de Hannah Arendt y Derecho Natural e Historia de Leo Strauss, Voegelin, entre otras cosas, analiza la teoría de la institución del jurista francés Maurice Hauriou. Hauriou se había abocado al estudio de la institución durante el declive de la Tercera República francesa, al borde de la desintegración de la sociedad. Según Hauriou, la primera tarea de un poder gobernante es la creación de una "nación políticamente unificada transformando una multiplicidad preexistente y desorganizada en un cuerpo organizado para la acción". La tarea del gobernante es concebir la idea directriz de la sociedad y realizarla históricamente. "La institución está perfeccionada exitosamente cuando el gobernante ha devenido subordinado a la idea y cuando al mismo tiempo el consentimiento costumbrista de los miembros es alcanzado. Ser un representante significa guiar, en una posición dominante, el trabajo de realizar la idea a través de una encarnación institucional" (The New Science of Politics, p. 48).
Hauriou, continúa Voegelin, deriva de aquí una serie de proposiciones sobre la relación entre el poder y el derecho: "(1) La autoridad de un poder representativo precede existencialmente la regulación de este poder por el derecho positivo. (2) El poder mismo es un fenómeno del derecho en virtud de su base en la institución; en la medida en que un poder tiene autoridad representativa, puede sancionar derecho positivo. (3) El origen del derecho no puede ser encontrado en regulaciones legales sino que debe ser buscado en la decisión que reemplaza una situación litigiosa por poder ordenado" (The New Science of Politics, pp. 48-49). Sin duda, nuestros lectores advertirán el eco schmittiano de estas consideraciones, sobre todo debido a que Voegelin había sido influido por e incluso, creemos, estudiado con Schmitt, pero además debido a que Hauriou, a la vez, había influido mucho en Schmitt.
Pero lo que más nos interesa es el párrafo siguiente, el cual parece haber sido escrito por un televidente asiduo de Telesur en el último mes, y que culmina la breve discusión de Voegelin sobre la teoría de Hauriou (teoría que, insistimos, había nacido en el contexto de un colapso representativo): "Para ser representativo, no es suficiente que un gobierno sea representativo en el sentido constitucional (nuestro tipo elemental de instituciones representativas); también debe ser representativo en el sentido existencial de realizar la idea de la institución. Y la advertencia implicada puede ser explicada en la tesis: si un gobierno no es nada sino representativo en el sentido constitucional, un gobernante representativo en el sentido existencial tarde o temprano lo va a destruir; y muy posiblemente el nuevo gobernante existencial no será muy representativo en el sentido constitucional" (Eric Voegelin, The New Science of Politics, p. 49).
Queda por discutir por qué el gobierno de Venezuela insiste con la farsa constitucional una vez que la representación existencial se ha apoderado de la sociedad. Vamos a seguir buscando en la biblioteca.
En román paladino, el derecho es equivalente a la fuerza, ¿no?
ResponderEliminarMuy apropiado el comentario, en especial la expresión "En román paladino" y su indirecta evaluación del estilo de Voegelin (el cual, seamos sinceros, al lado de la prosa de las ciencias sociales contemporáneas, es completamente diáfano). En realidad, antes que equiparar el derecho a la fuerza el sentido de la cita de Voegelin es que el gobierno venezolano anda flojo de papeles, para decirlo en la reciente jerga bonaerense, aunque dudamos que Maduro quiera cambiar el auto. En realidad, está desesperado por conservarlo. Vamos a seguir examinando este fascinante laboratorio político-constitucional que es Venezuela. Argentina a su lado parece Alemania (después de la guerra).
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