domingo, 27 de enero de 2013

Mil Novecientos Ochenta y Kuatro





No pocos estarán de acuerdo en que Mil Novecientos Ochenta y Cuatro es una novela que trata al menos un verdadero tópico de la discusión política argentina, es decir, el control de los medios de comunicación, con al menos una obvia diferencia: mientras que en la novela los medios están controlados por el Estado, en Argentina el Estado acusa a las corporaciones de hacer otro tanto. Sin entrar en dicha cuestión (y sin dejar de reconocer el obvio hecho de que en las últimas elecciones el kirchnerismo obtuvo el 54 % de los votos y que la oposición todavía brilla por su ausencia, y que no estamos sugiriendo que toda la novela es un calco de la realidad política argentina, al menos para evitar obvias aunque irrelevantes objeciones) quisiéramos mencionar dos pasajes de dicha novela que parecen referirse aún más directamente a la realidad política argentina, si tan sólo reemplazáramos en el primero "Clarín" (y dentro de poco otros medios, si no ya mismo, como Radio 10 muy probablemente) o "Scioli" o "Moyano" o "Cobos" o "Alberto Fernández" o "Daniel Peralta" o "Sergio Acevedo" o "Jorge Brito" o "Repsol" o "Eskenazi" por algunos de los países mencionados, y en el segundo militancia K (y en muchos casos anti-K también) por lo que Orwell llamaba "doublethink":

1) "En este momento, por ejemplo, 1984..., Oceanía estaba en guerra con Eurasia y en alianza con Estasia. En ninguna declaración pública o privada fue jamás admitido que los tres poderes se habían agrupado en momento alguno a lo largo de líneas diferentes. En realidad, como Winston bien sabía, sólo habían pasado cuatro años desde que Oceanía había estado en guerra con Estasia y en alianza con Eurasia. (...). Oceanía estaba en guerra con Eurasia: por lo tanto Oceanía había estado siempre en guerra con Eurasia. El enemigo del momento siempre representaba el mal absoluto y se seguía que cualquier acuerdo pasado o futuro con él era imposible" (George Orwell, Nineteen Eighty-Four, p. 33).

2) "Saber y no saber, ser consciente de veracidad completa mientras se dicen mentiras cuidadosamente construidas, sostener simultáneamente dos opiniones que se cancelan mutuamente, saber que son contradictorias y creer en ambas; usar la lógica contra la lógica, (...), olvidar lo que era necesario olvidar, entonces traerlo otra vez a la memoria en el momento en que fue necesario, y entonces prontamente olvidarlo otra vez: (...)" (op. cit., p. 34).

Esto pasa en verano, el momento ideal para releer novelas clásicas.

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