martes, 4 de septiembre de 2012

Un poco de Humo pero casero




La Constitución ¿un obstáculo a la democracia?

Como era de prever, las posiciones a favor y en contra de una nueva reforma constitucional pueden ser en líneas generales fácilmente sincronizadas con las posiciones de quienes están a favor y en contra del kirchnerismo respectivamente. Sin embargo, hay dudas sobre la necesidad de la reforma que son independientes de consideraciones políticas y surgen de la idea misma de constitución.

En primer lugar, la falta de candidatos disponibles es un problema del partido político en cuestión, no de la constitución. En segundo lugar, aunque contemos con una constitución mejor que la que existe, de ahí no se sigue necesariamente que haya que cambiarla . En tercer lugar, si bien es cierto que el pueblo es el que decide si debe haber reforma o no, se trata de una consideración irrelevante, ya que o bien se trata de una tautología -el pueblo en cierto sentido decide siempre- o bien de un arma de doble filo, ya que fue el pueblo también el que decidió atarse las manos prohibiendo las re-re-elecciones.

Una alternativa no explorada por el kirchnerismo, al menos en público, sería alegar, tal como lo hacen destacados constitucionalistas, que el constitucionalismo en sí mismo es -o se ha convertido en- un obstáculo para la democracia. Precisamente, Thomas Paine, Thomas Jefferson y la nunca implementada constitución jacobina de 1793 creían que el pasado no puede gobernar al presente, que una generación no puede gobernar generaciones futuras.

A primera vista éste podría ser el camino elegido por el kirchnerismo, sobre todo si tenemos en cuenta la oposición entre institucionalismo y populismo que es constitutiva de su discurso político.

Sin embargo, el kirchnerismo muy probablemente desea que una eventual reforma constitucional en el presente impere asimismo en el futuro a pesar de que para dicho futuro la nueva constitución será el pasado. En efecto, por definición, las constituciones—que en el fondo son instituciones—tienden a ser trans-generacionales. Cada vez que una generación se da una constitución, lo hace para sí misma y por lo menos para otra generación (por eso es que la última reforma todavía está muy fresca). Por lo demás, si bien el kirchnerismo suele salir en defensa del populismo en contra del institucionalismo, lo que seguramente quiere es una institución distinta, no el fin de las instituciones . En otras palabras, el kirchnerismo en el fondo es mucho más constitucional o institucional de lo que parece.

Queda la hipótesis de una reforma que establezca un régimen político genuinamente deliberativo mediante un diseño parlamentarista. Cabe sin embargo preguntarse por la ironía de que un régimen hiper-presidencialista sea el responsable de que la democracia deliberativa tenga finalmente lugar en nuestro país.

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