lunes, 20 de agosto de 2012

No se hagan los Rulos: ¿Cristina es la Permanente?




La reforma de la constitución es un tema político por antonomasia, es decir, susceptible de un verdadero debate a la usanza republicana. Los argumentos a favor y en contra se oponen sin que ninguna de las dos clases goce de superioridad moral en absoluto, es decir, sin que la batalla esté ganada de antemano, sino que hay que encontrar argumentos convincentes sobre todo para quienes no son siempre ya del paño. No sirve predicar para el coro en política (¿cuánta gente cambió de opinión gracias a 678, o a Joaquín Morales Solá, para el caso?), y menos en estos casos. Ahora bien, los argumentos que los intelectuales K comienzan a ofrecer a favor de una reforma cuyo propósito político consiste en permitir la re-elección de Cristina difícilmente convenzan a quienes no pertenezcan al coro. Pongamos por caso el de María Pía López. Según ella (click y click), (1) Cristina es el único candidato del kirchnerismo. Este argumento pasa por alto que Cristina es quien se encarga de que no haya otros candidatos (recordemos a Cobos y a Boudou). Nos hace acordar a lo que podríamos llamar el síndrome Enrique VIII: al caso de quien se casa varias veces, y cada vez que lo hace lo hace con alguien peor, y después pide que le hagan el divorcio cada vez más fácil. Según López (2) la candidatura de Scioli pone en peligro las conquistas kirchneristas (vamos a dar por descontadas a dichas conquistas). ¿Quién puso a Scioli donde está hoy? Ante estos dos argumentos, toda la oposición podría contestar muy suelta de cuerpo que "Así es la Vida" (con Luis Sandrini y Malvina Pastorino), y que las reformas constitucionales no pueden ser usadas para remediar las deficiencias de un gobierno, deficiencias además que el gobierno se inflige a sí mismo. López tiene el buen gusto de no argumentar que (3) Scioli no tiene derecho a presentarse como candidato a presidente, quizás porque él aclaró que sólo lo haría en caso de que no haya reforma. El argumento que López no usa, pero que está a la mano, es que (4) en realidad el que debe decidir quién gobierna es el pueblo. El problema con este argumento es que podría ser una petición de principios, sobre todo teniendo en cuenta que fue el pueblo mismo el que decidió ponerse el límite de a quién elegir, o por cuánto tiempo. Tranquiliza saber que en realidad, mientras llegan mejores argumentos a favor de la reforma, todo esto no es sino un ejercicio académico ya que hoy en un diario que no puede ser considerado opositor consta que « a diferencia de otros kirchneristas, Aníbal Fernández asegura que la reforma constitucional “no está en la agenda”. ¿Y los que ya la están lanzando? “Por ahí son los que están más lejos. Nadie duda cuando yo hablo de que lo que digo es lo que piensa el Gobierno”, retruca confiado » (click).

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