Según Mauricio Macri, Cristina Kirchner "No tiene autoridad moral para hablar de YPF" (
ver acá). En este blog ya hemos tratado sobre la dificultad bíblica de tirar la primera piedra (
click). Pero en el caso de YPF es irrelevante, como lo es en general además. Ya que estamos, ¿qué queremos decir cuando señalamos que "X no tiene autoridad moral para decir Y"? ¿Que X miente? Pero para saber si X miente o no tenemos que concentrarnos en qué dice, no en que lo dice X. Ciertamente, dichos o acciones anteriores pueden poner en duda a X como una fuente confiable de proposiciones verdaderas. Pero tomarse ese hecho demasiado en serio lleva a la fábula de "Pedro y el Lobo". Y si el problema es, supongamos, la autoridad del que emite el juicio, no hay que olvidar que incluso los abogados puede emitir juicios morales correctos a pesar de que no cumplan con ellos. Hitler mismo puede emitir juicios morales correctos. ¿Queremos por el contrario decir con "X no tiene autoridad moral..." que X perdió el derecho a opinar? ¿En qué casos aceptaríamos algo semejante? Incluso si acordáramos que X debe estar preso, no se sigue de ahí que no tenga autoridad moral para opinar o hablar. Es más, ni siquiera en un país que aceptara a la pena de muerte como un castigo válido tendría sentido semejante prohibición--obviamente antes de que tuviera lugar la condena.
Por otro lado, ¿en qué ayuda ser una autoridad moral para tomar decisiones sobre YPF? Repasemos el decálogo de las prohibiciones morales: en ningún lado aparece la prohibición "no expropriarás" junto a la del homicidio, el robo, la vana invocación del nombre de Dios, etc. Dos personas igualmente morales podrían estar en desacuerdo acerca de si la expropiación es o no razonable, precisamente porque se trata de una cuestión política.
Por lo demás, suponiendo ahora que Macri tiene razón, ¿qué autoridad moral tiene él mismo, todavía procesado por un tribunal federal? (a) ¿Ser hijo de un acaudalado empresario, el cual a diferencia de él sí hizo algo de su vida a partir de la nada? (b)¿Haber sido presidente de Boca? (c) ¿Jefe de Gobierno de Buenos Aires? Descartando (a) y (b), queda (c), y si él es Jefe de Gobierno de la Ciudad, ella es Presidenta de la República, gana la banca.
Se pueden criticar muchas cosas del gobierno nacional. Pero acusarlo de falta de autoridad moral sólo puede jugarle al contra al que invoca semejante argumento. Y haber encima afirmado que en caso de llegar al gobierno mantendrá la decisión que ahora critica, sólo puede ser entendido como grouchomarxismo puro (
click). A veces resulta muy difícil resistir la impresión de que lo que dice la oposición lo dicta el gobierno mismo.
En Retórica, la frase de M.Macri sería una falacia "ad hominen", descalificar a quien enuncia un argumento y no al argumento en sí. Por ello, no creo que tenga que ver con decir mentiras, sino con que lo que se dice es inconsistente con posiciones anteriores sostenidas por el mismo dicente. Creo que a esto apunta la frase de MM, porque al final del articulo hay citas de MM que aluden a la posición de la Presidenta en 1992 y 1998, y a lo que ha sido la política energética del kirchnerismo hasta la fecha. Aquí no se trata de moral, evidentemente, sino, creo yo de política; en este sentido, MM podría haber dicho que carece de consistencia política, pero no de moral. Y aquí se pone sabrosa la discusión, porque ¿es legítimo en política modificar la propia posición en tanto varían los contextos económicos, políticos y sociales, en cualquier orden? Es verdad que quien estaría inhabilitado moralmente es el expresidente de Boca Jrs., ya que sobre él pesa un procesamiento, y aun así nada impide que opine, como vos bien señalás. Pero, teniendo en cuenta las condiciones de producción del discurso de MM, me refiero a su intención de ser presidente, más le valdría poner en orden su propio cabaret. Digo, creo, ¿no?
ResponderEliminarExacto, el término técnico es falacia ad hominem. Tenés razón al sugerir que en política la falacia ad hominem puede tener sentido e incluso estar justificada en el caso de que tuviéramos que tratar con algo o alguien que debe ser derrotadx a toda costa. En otras palabras, lo único que importaría en este caso es derrotar a este algo o alguien. ¿Existe algo o alguien así en política? ¿Y hoy en día entre nosotros?
ResponderEliminarMuy en desacuerdo con lo señalado en el post y en los comentarios. Sin ánimo de defender a Macri, creo que hay una distinción entre un recurso legítimo a la autoridad y una falacia ad hominem. No tomamos en serio las aserciones sobre ciencia que pueda sostener un eclesiástico (a pesar de que éstas puedan ser accidentalmente verdaderas), lo que muestra que no sólo evaluamos tales aserciones en términos del valor de verdad de lo expresado, sino también en función de las razones que pueda tener el hablante. Incluso, a veces, apelamos al historial de aserciones pasadas (tomando a la consistencia del hablante como un elemento más de juicio) o a los métodos a través de los cuales el hablante adquirió su creencia.
ResponderEliminarEsta dimensión normativa es la que está en juego cuando se acusa al gobierno, cuyo plantel acompañó las privatizaciones y fue cómplice en el vaciamiento de la empresa (firmando documentos que certificaban que REPSOL sacaba el 250% de las utilidades fuera del país). Sería poco caritativo decir que la jugada opositora tiene que ver con "voltearlos a toda costa" y no, más bien, con denunciar la autoexculpación oficialista de un saqueo a los recursos naturales que se consintió sistemáticamente. Pero, por supuesto, cuando se agitan las banderas nacional-populares, quienes quieren hacer un poco de historia enfrentan el peligro de que se les corte la cabeza.
Como dice el Gran Lucas: “clap, clap”, excelente comentario. Y somos todos peronistas: nadie quiere defender a Macri.
ResponderEliminarAhora bien, ¿“no tomamos en serio las aserciones sobre ciencia que pueda sostener un eclesiástico (a pesar de que éstas puedan ser accidentalmente verdaderas)”? Entonces peor para nosotros. Sí habíamos dicho que podemos darnos el lujo de desconfiar o poner en duda una opinión basándonos en el récord moral de lo que dice el hablante, pero sólo eso: poner en duda. No podemos simplemente descartarlo por eso.
La autoridad moral sigue siendo irrelevante. La actitud de Pino Solanas es reveladora: toda su vida política se ha basado en abogar por medidas como las que el gobierno acaba de tomar y en precisamente criticar al gobierno por no haberlas tomado: si bien Pino reconoce que es insuficiente y sostiene que el gobierno debería haberla tomado antes, no alega que el gobierno no puede tomarla porque carece de autoridad moral. Al contrario, Pino apoya la medida porque la medida, por insuficiente y tardía que fuera, es mejor que nada.
Otro ejemplo, reduciendo al absurdo la irrelevancia de la invocación de la autoridad moral. Supongamos que Hitler es uno de los acusados en Nürnberg y sostiene durante el juicio que el genocidio es inmoral. ¿Alguien podría negar el contenido de lo que dice basándose en su falta de autoridad moral? En realidad, no es que falten casos en los que el hablante no tiene autoridad moral. Lo que está en juego es la relevancia de su carencia de autoridad moral.
Sin duda, el gobierno antes hizo exactamente lo contrario, y la historia entendida correctamente es políticamente peligrosa (Renan, no Sergio sino Ernest, ya lo había señalado hace tiempo). ¿Pero por eso no tiene autoridad moral ahora? ¿Y/o, qué relevancia tiene la autoridad moral?
Finalmente, gracias a esta discusión podemos decir que cuando hablamos que a X le falta autoridad moral para hablar de Y lo que en el fondo queremos decir es
(a) ¿por qué X no hizo Y antes? con lo cual la autoridad moral es irrelevante
(b) X se contradice, pero así y todo no nos molesta la contradicción en sí misma sino que preferimos la última conducta contradictoria y no la primera, pero nuevamente la autoridad moral es irrelevante
o
(c) que tememos ser engañados, que X nos miente en cuyo caso así y todo la autoridad moral es sólo aparentemente relevante, ya que la mentira, nos guste o no, se juzga por su contenido, no por su fuente.
La ausencia de autoridad moral que le enrostra el Jefe del Gobierno supuestamente autónomo de la ciudad porteña no es más que el reflejo del espejo en que se mira, en términos lacanianos. Y allí es dónde deja de ser importante tal argumento pues el emisor no puede sostener una estructura digna de eludir el reflejo de la calificación que dispara. Podríamos coincidir en la dificultad de que alguíen pudiera tirar semejante piedra y no transformarse en estatua de sal, para salpimentar un poco con un mezcladito mítico; pero en el caso resulta muy claro que se anulan los contradictores en sus morales cuestionables (no me refiero al relator deportivo cuando digo morales) Lo que me parece que ocurre es que existe, en la nota, un contagio de la agenda que propone el Gobierno cuando coloca a MM como su gran rival a vencer, en términos de conveniencia mutua; desde luego. Ese destaque impide avanzar sobre el fondo de la cuestión, que no es moral, sino económica. Al haber ausencia de información sobre lo que pasó y pasa en la empresa "Y péguele fuerte", no se va al punto. No creo que importe juzgar la autoridad moral de nadie, sino hacer hincapié sobre la ausencia de investigación de lo sucedido, de la entrada del grupo Eskenazi y la pérdida de divisas para el Estado durante la gestión de éste gobierno, autorizando exportación de combustible y remesas por miles de millones de dólares. Así, anoticiados e informados, podemos como saltimbanquis de la moral, y por arte de birlibirloque, meternos de lleno en la sustancia de la mentira. En su contenido mismo, claro. Tal vez Solanas se entusiasmó porque piensa que no verá en vida la nueva fase del saqueo, mirando a la Argentina desde una óptica estructuralista en cuánto al comportamiento de su dirigencia
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