Si bien se trata de un curso de filosofía del derecho, es natural la curiosidad filosófica general, y que correspondería antes bien a un curso de metafísica, que despierta el fenómeno descripto a continuación, el cual tuvo lugar repetidamente en otras cursadas de la misma asignatura. En efecto, resulta imposible no llegar a la conclusión de que en años anteriores en los teóricos se repitió la configuración de verdaderos milagros: figuraban nombres y firmas de personas en la lista de asistencia—de un curso entre cuyos requisitos de regularidad figura la asistencia obligatoria—que sin embargo no estaban presentes en el curso, sea porque sencillamente no estaban, sea porque estaban en verdad ya que firman pero se iban luego, sea porque no estaban y firmaban luego.
La primera perplejidad consiste en la duda entre contactar a la Iglesia o al Ministerio de Ciencia y Tecnología para poder dar cuenta de este fenómeno.
Hay, sin embargo, una alternativa a la explicación milagrosa: hay quienes se hacían pasar por las personas mencionadas y por lo tanto vaya esta entrada como aviso a las mismas para que tomen las medidas pertinentes. Al menos que no vayan por la vida ignorando que hay gente que se hace pasar por ellos.
Existe una tercera posibilidad: las personas en cuestión si bien no asistían a clase pensaron que alguien estaba juntando firmas y por eso decidieron agregar generosamente las suyas literalmente a la lista. Quizás el título de la hoja: “Filosofía del Derecho, Miércoles…” les haya parecido una causa por la cual bien valía la pena dejar el anonimato de la impersonalidad y tomar partido por una causa justa. Es indudable después de todo que el mismo acto básico corresponde a ambas acciones: juntar firmas y prestar asistencia. Sería un error muy fácil de entender.
Una cuarta posibilidad es que se trataba de una instancia de lo que Carl Schmitt entendía por “representación” en sentido estricto: “no es una operación normativa, un proceso, un procedimiento, sino algo existencial. Representar significa hacer visible y actualizar [vergegenwärtigen] un ser invisible a través de un ser públicamente presente” (Verfassungslehre, p. 209). Pensar que algunos dudaban de que pudiera ser posible semejante idea, o que sólo tendría sentido en relación a la religión.
Una quinta posibilidad, que con sólo pensarla provoca escalofríos, es que efectivamente, las firmas pertenecían a personas que sólo firmaban pero no asistían, o que lisa y llanamente otros firmaban en su nombre—lo cual configuraba cierta clase de representación al fin de cuentas, tampoco hay que ser tan estrictos.
Por suerte, nada de esto se aplica al presente curso.
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