Cuando a Hemingway le preguntaban por el mensaje de sus novelas, él solía contestar que si hubiese querido enviar un mensaje habría ido al correo. Fiel a Hemingway, y como cada vez que el país lo requiere ante una nueva crisis, Carta Abierta salió otra vez al ruedo con su mensaje epistolar usando como correo los diarios. Huelga decir que este mensaje viene expresado en el ya característico lenguaje accesible, nacional y popular, de cada entrega de Carta Abierta.
Se trata, por supuesto, de la Carta Abierta 17 y su sugestivo título: "Buitres y halcones: crítica de la economía política del capitalismo de la globalización". A Marx, por ejemplo, le habría llamado la atención la redundancia final en el título cuando habla de "capitalismo de la globalización". Sin embargo, no solamente las redundancias sino que también hasta a veces las tautologías encierran grandes verdades como "negocios son negocios", o "la guerra es la guerra".
No hace falta aclarar que, como en todas las 16 restantes, se trata de una Carta con la extensión apropiada, "Ni más ni menos", como la milonga de Félix Palorma que grabara Troilo. Esta vez, 4.302 palabras. Cada una de ellas es indispensable, pero quisiéramos, irónicamente por razones de espacio, detenernos en los siguientes puntos.
1. Es muy curiosa la pregunta retórica con la que Carta Abierta parece formular una crítica a la política de seguridad del Gobierno en relación al uso del concepto de "deportación": "¿Es que se habla contra las derechas utilizando los mismos conceptos de las derechas?". En efecto, Carta Abierta evidentemente no se dio cuenta de que los DD.HH., el nacionalismo, el concepto mismo de "lo político", por no decir nada del populismo, son todos conceptos burgueses por no decir de derecha, y sin embargo han sido apropiados por el discurso de un Gobierno a cuya izquierda está la pared. Nos preguntamos si la designación de Milani tampoco hizo sonar una campana, como se suele decir en inglés.
2. Es digno de ser destacado que Carta Abierta constata "necesidades y carencias de sectores de la población que son víctimas antes que agentes de actos furtivos o comercios ilegales", a pesar de que ha transcurrido una década récord en redistribución del ingreso. Quizás Carta Abierta comparta la tesis teológica de que en el fondo en nuestro país el delito es producto de la caída antropológica antes que de notorias desigualdades socio-económicas, o que en todo caso la caída se ensañó particularmente con nuestro país. Hablando de delitos, la corrupción, con razón, ni siquiera es mencionada.
3. Nos complace saber que Carta Abierta comparte nuestro diagnóstico de que el "Servilismo indigno" de la oposición interna de nuestros buitres no puede ser explicada por "ninguna ventaja económica" sino que es lisa y llanamente principista. Es muy difícil luchar contra terroristas que no buscan dinero sino lisa y llanamente morir por sus ideales.
4. Por otro lado, llama la atención la mención en la carta a la "inflación" (al decir de Carta Abierta), o desplazamientos temporarios de precios como suele decir el Jefe de Gabinete, como si dicho fenómeno fuera un problema en absoluto y no un efecto colateral muy saludable del crecimiento económico con inclusión social.
5. La preocupación por la caída de las reservas de divisas y por la desestabilización cambiaria sugiere que Carta Abierta propone asimismo un endurecimiento en la lucha contra el mercado ilegal de cambio (quizás debido a cierto ensañamiento, otra vez, de naturaleza teológica que explica por qué tenemos semejante necesidad de dólares cuando en el resto del mundo en general el dólar se deprecia día a día). Nos tomamos el atrevimiento de recordar que la Unión Soviética también sufrió el daño ocasionado por las transacciones ilegales en monedas extranjeras, a tal punto que no dudó en tomar medidas drásticas en su contra, incluyendo la pena de muerte en 1961 (no será fácil, sin embargo, articular semejante castigo con el carácter correccional que el Gobierno planea darle a esta infracción a los efectos de agilizar la detección de los delincuentes). Compartimos por supuesto el celo en la protección de la moneda nacional, pero mucho nos tememos que el resultado de estas medidas no fue el esperado ni siquiera en la Unión Soviética. El punto es, si la pena de muerte no logró impedir el mercado ilegal de divisas, ¿qué podrá hacer el Gobierno al respecto? Dicho sea de paso, nos provoca curiosidad saber si los miembros de Carta Abierta leyeron el siguiente pasaje de Keynes que solía citar el actual titular del Ministerio de Economía, antes de ser ministro ciertamente:
"Cada vez que el franco [léase peso] se deprecia, el ministro de Hacienda cree firmemente que ello se debe a cualquier cosa excepto a causas económicas y lo atribuye a la presencia de un extranjero en las inmediaciones de la Bolsa o a las misteriosas y malignas fuerzas de la 'especulación'. Intelectualmente, tal actitud no está lejos de la del hechicero africano que atribuye la enfermedad vacuna al 'mal de ojo' echado por un circunstante y el mal tiempo al apetito insatisfecho de un ídolo".
6. También compartimos la preocupación de Carta Abierta en que "Nuevas y viejas derechas encarnan este peligro de restauración de la Argentina neoliberal, de la pobreza material y espiritual, que enuncian promesas alimentadas en las esperanzas sobre las inversiones y préstamos extranjeros y alientan ilusiones sobre la magia mercantil, alienando a las subjetividades de la participación en la construcción de su propio destino, mientras reclaman por alabanzas y conductas que seduzcan a esos supuestos agentes del progreso ordenado", y la trágica ironía de que sea la democracia misma la que permita que semejante proyecto llegue al poder por las urnas. En otras palabras, nos debemos un debate sobre la democracia.
7. Bien querríamos sumarnos al deseo de que "los movimientos populares de todo el mundo se mancomunen en torno a diseñar un nuevo tipo de humanidad autorreflexiva y de naciones justas", si tan solamente supiéramos qué es la "humanidad autorreflexiva". Otra vez, ¿será una redundancia de las ilustrativas, como la que figura en el título de la Carta?
8. Va de suyo nuestro apoyo a "la necesidad de 'rediscutir' la Constitución", la cual, Dios no lo permita, no sería "para eternizar ninguna figura, sino para ligar temas centrales de la vida social con arquitecturas legales modernas".
9. Nos preocupa que Carta Abierta todavía plantee la alternativa "Diversificación productiva –atravesada por el aporte local de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación– o especialización reprimarizadora", como si, por ejemplo, la soja todavía cumpliera papel alguno significativo en nuestra economía, luego de estos diez años de desarrollo industrial inusitado.
10. Finalmente, hay un párrafo que aparece en la Carta pero entendemos que lo hace a los efectos de contribuir a la política criminal, es decir, para ser incorporado en el Código Penal como pena accesoria a toda condena por terrorismo, particularmente el económico, y a la de los infames traidores a la Patria, de tal forma que todo condenado deba leerlo de corrido sin respirar hasta encontrar el punto:
"la existencia de grandes colectividades mediáticas y empresariales, nuevas economías basadas en el avance de artificios biológicos –como la semilla transgénica– sobre la concepción del territorio fértil como granero alimentario mundial, añadiéndose a esto nuevos nódulos que posibilitaban la producción de mercancías, imágenes, enunciados sobre el vivir de 'alta gama'–según la expresión impuesta por la lengua creada por las grandes agencias mundiales que manipulan el consumo colectivo– tuvo su contrapartida social, el flujo de individuos desterritorializados, sin vivienda o con su vida precaria como campo de operaciones de las policías metropolitanas y gendarmerías, en operaciones violentas de desalojo o, por otra parte, de grupos de economías alternativas que incluyen las drogas sintéticas, el tráfico de armas o el lavado de dinero en áreas marginales al sistema económico central, pero funcionales a éste".
«La causa victoriosa complació a los dioses, mas la vencida a Catón» (Lucano, Farsalia, I.128-9).
lunes, 29 de septiembre de 2014
domingo, 21 de septiembre de 2014
Kirchnerismo de pura Cepa
En su nota de hoy publicada en Infonews bajo el ingenioso título de "Cuestiones Máximas" Hernán Brienza plantea buenas y malas, o en todo caso, preocupantes noticias. Empecemos por las segundas, como le gustaba a Don Corleone, y luego vayamos por las primeras.
Es ciertamente preocupante que, a falta de un líder, el pueblo kirchnerista (expresión probablemente redundante aunque nuestra) siga siendo "una masa desorganizada y desunida" a pesar de la existencia de agrupaciones tales como "Unidos y Organizados". Además, nos parece un arma de doble filo sostener, como lo hace Brienza, que "con todo el aparato mediático en su contra, con los principales grupos de presión, representantes de las elites dominantes, [el kirchnerismo] ha logrado, a casi 12 años de gobierno, mantener cautivado a un gran porcentaje de la población". En efecto, a la luz de semejante hecho, ¿qué sentido tiene empezar y terminar todas nuestras oraciones con una referencia al poder de los medios opositores? La respuesta, en realidad, quizás sea obvia: los medios opositores seguirán haciendo daño mientras haya gente que no sea kirchnerista.
En cuanto a las buenas noticias, es altamente loable que Brienza se esfuerce por alcanzar un punto de convergencia factible para todos los argentinos, para no decir para toda la Humanidad, o seres capaces de ser persuadidos razonablemente. Hay que reconocer que no es la primera vez que lo hace, ya que en su momento Brienza había proclamado urbi et orbi que, palabras más, palabras menos, "no nos merecemos al kirchnerismo" (Lo que vos te merecés).
En efecto, es para alcanzar este consenso superpuesto que suponemos Brienza se formula dos preguntas. La primera es: "¿Por qué los medios de comunicación de la oposición" primero maximizaron el discurso de Máximo para luego minimizarlo, "intentando de cualquier manera contrarrestar los posibles efectos positivos que pudiera haber generado el hecho político... más interesante de los últimos meses?".
Con su habitual modestia y precisión, Brienza sostiene que la "respuesta es sencilla". Se debe a que "todavía el kirchnerismo tiene la capacidad de mover el amperímetro en el mapa del poder local, hacia adentro y hacia afuera de las filas propias". En verdad, nos guste o no, seamos oficialistas u opositores, Brienza tiene razón. Seguimos hablando del kirchnerismo, el cual probablemente sea un fenómeno político inolvidable. De hecho, ya hay bastantes calles, hospitales, rutas, escuelas, becas, cátedras, centros culturales y vaya uno a saber cuántas cosas más destinadas a tal efecto.
La segunda gran pregunta que se hace Brienza en aras de obtener un consenso superpuesto es: "¿Por qué otro Kirchner?". Brienza es consciente de que hay "claramente, un problema. ¿Hasta dónde es transmisible esa confianza política depositada en Néstor y Cristina?". Y Brienza triunfa donde fracasaron insignes intelectuales. En efecto, su silogismo es arrollador:
(A) Tenemos fe en todo lo que hace Cristina.
(B) Cristina designa a Máximo como sucesor.
ergo
(C) Tenemos fe en Máximo.
Por si alguien todavía dudara de la validez de este silogismo, e incluso del valor de verdad de (A), Brienza incursiona nuevamente en la ontología kirchnerista (los lectores seguramente recordarán la incursión anterior de Brienza en este territorio: la ontología de Brienza) proponiendo una verdadera oferta que no podemos razonablemente rechazar: "Máximo viene, de alguna manera, a funcionar como 'garantía de calidad kirchnerista'. No se sabe, en términos públicos, si tiene o no condiciones para la política. (...). Pero hay algo que es indudable: es kirchnerista de pura cepa –sepa disculpar el lector la ironía del lenguaje–". Estamos tan de acuerdo con esta afirmación de Brienza que hasta hemos contemplado consultar con el Departamento de Asuntos Legales del blog (o "Legales" como lo llamamos habitualmente) para averiguar si no se trata de un plagio, o quizás de un caso de espionaje en nuestros archivos, con lo cual esta buena noticia no deja de tener cierto sabor amargo para nosotros.
En efecto, nunca estuvimos tan de acuerdo con Brienza. ¿Quién en su sano juicio podría dudar de que Máximo Kirchner sea "garantía de calidad kirchnerista", un "kirchnerista de pura cepa"? De hecho, se trata de un material destinado a convertirse en proverbio: "Ser más kirchnerista que Máximo" puede hacer empalidecer al muy actual "Ser más papista que el Papa". En cuanto a que para ser kirchnerista de pura cepa o de calidad no hace falta tener condiciones para la política, cierto kirchnerismo podría mostrarse reticente a compartir esta creencia de Brienza. Por lo demás, las mismas consideraciones sobre plagio o espionaje se aplican a la otra gran ironía de Brienza: Máximo es "como cualquier hijo de vecino".
Tranquiliza saber entonces que no predicamos en el desierto y que está lejos de ser quijotesca la búsqueda de consensos políticos basados en la razonabilidad, y quizás en la tautología. Como ya habíamos dicho alguna vez, a veces lo que más cuesta es el primer paso, tal como comentó Madame Du Deffand al escuchar la historia del santo patrón de París el cual luego de haber sido decapitado recogió su cabeza y se puso a recorrer varios kilómetros de París con la cabeza bajo el brazo (Milagros Kirchneristas).
martes, 16 de septiembre de 2014
Constituciones, Puentes y Autopistas
En su nota de hoy en Tiempo Argentino ("Chile no ha perdido la memoria") el profesor Guido Croxatto expresa su justificada preocupación por el ascendiente que todavía tiene Pinochet entre los chilenos, y en particular por la actual Constitución de Chile que fuera obra de Pinochet. Una constitución que se precie de ser democrática no debería estar emparentada con una dictadura.
Para ilustrar su posición al respecto, Croxatto compara la Constitución de Chile, que es una construcción cultural podríamos decir, con otras construcciones literales. En efecto, en esta nota el autor narra el dilema ético que se plantea en Chile acerca de si un puente construido por Pinochet tiene que ser dinamitado, pese a su utilidad, y/o de lo que sucede en Alemania con las autopistas de Hitler. En Austria, cuenta Croxatto, "no crean... museos de la memoria; han elegido dinamitar (tirar abajo) los edificios donde funcionaron oficinas de regímenes genocidas". Por lo demás, Croxatto agrega que "Bauman [N. de la R.: el prolífico sociólogo suponemos] entiende que los crímenes de esos regímenes son parte de su 'construcción', de su 'legado', son su 'precio'. No son "separables" el puente y los muertos. Vienen juntos. No se pueden separar".
Ahora bien, la muy desafiante tesis de Croxatto es que "si 'censuramos' los crímenes, debemos censurar lo que viene vinculado a ellos" (nuestros lectores recordarán otros desafíos semejantes de otras tantas notas de este autor: democracia y derechos y milagros kirchneristas). El desafío fascinante que representa esta tesis se debe a que oscila entre dos extremos.
Por un lado, (1) esta tesis es completamente obvia. En efecto, muy poca gente dice "X me parece moralmente valioso porque es criminal o porque tiene que ver con un crimen". En realidad, la gran mayoría desaprueba por definición cualquier cosa que tenga que ver con un crimen, o al menos, para decirlo al revés, la gran mayoría no le concede valor moral a algo por el hecho de que sea criminal. Por el otro, (2) esta tesis es un disparate difícil de superar, ya que no solamente desaprueba los actos criminales e incluso sus consecuencias (lo cual es obvio) sino que además quiere borrar todo rastro de ellos. Y éste parece ser el camino tomado por Croxatto.
Por un lado, (1) esta tesis es completamente obvia. En efecto, muy poca gente dice "X me parece moralmente valioso porque es criminal o porque tiene que ver con un crimen". En realidad, la gran mayoría desaprueba por definición cualquier cosa que tenga que ver con un crimen, o al menos, para decirlo al revés, la gran mayoría no le concede valor moral a algo por el hecho de que sea criminal. Por el otro, (2) esta tesis es un disparate difícil de superar, ya que no solamente desaprueba los actos criminales e incluso sus consecuencias (lo cual es obvio) sino que además quiere borrar todo rastro de ellos. Y éste parece ser el camino tomado por Croxatto.
Según la tesis de Croxatto, entonces, no solamente habría que destruir las pirámides de Egipto y los avances científicos logrados merced a los experimentos moralmente atroces de los nazis (v.g. acerca de la adaptación humana al frío extremo), sino además las autopistas de la Ciudad de Buenos Aires, el Monumental (o al menos las refacciones del 78), los cascos que hoy en día usan los soldados estadounidenses (el diseño es nazi), la democracia (su filiación con la esclavitud es obvia para cualquiera que conozca la historia de Grecia), la libertad (ídem), las fiestas o la cultura en general (Nietzsche, Girard), las juventudes políticas, los Estados, etc.
Y si sumáramos a la tesis genealógica (Y es criminal porque fue creado por el criminal X) la tesis del uso (Y es criminal porque fue usado por el criminal X), entonces deberíamos borrar todo rastro de la ESMA, los ferrocarriles, el gas, el chucrut, los Juegos Olímpicos, las universidades, el idioma alemán, los medios de comunicación, la publicidad oficial, etc. (en otras palabras, lo que habíamos llamado "nazismo anodino": nazis eran los de antes). Lo único quizás que seguiría en pie es la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, ya que los nazis no crearon ni usaron algo semejante.
Croxatto podría replicar que tal como lo muestra el ejemplo que usa de la Constitución de Chile, la idea no es destruirla sino reemplazarla por otra. Y otro tanto se aplicaría a las autopistas, diseños, etc. Sin embargo, (a) no conviene mezclar instituciones jurídicas con edificios, u obras en sentido metafórico con obras literales (quizás la gran moraleja de esta nota), y además (b) da la impresión de que los mismos costos que impiden la destrucción de las obras son los que explican por qué no tiene sentido construir, v.g., otra autopista. Después de todo, si bien la moral no debe estar supeditada a la economía de ahí no se sigue que toda decisión ineficiente y/o que haga caso omiso de la economía es eo ipso moral.
Y si sumáramos a la tesis genealógica (Y es criminal porque fue creado por el criminal X) la tesis del uso (Y es criminal porque fue usado por el criminal X), entonces deberíamos borrar todo rastro de la ESMA, los ferrocarriles, el gas, el chucrut, los Juegos Olímpicos, las universidades, el idioma alemán, los medios de comunicación, la publicidad oficial, etc. (en otras palabras, lo que habíamos llamado "nazismo anodino": nazis eran los de antes). Lo único quizás que seguiría en pie es la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, ya que los nazis no crearon ni usaron algo semejante.
Croxatto podría replicar que tal como lo muestra el ejemplo que usa de la Constitución de Chile, la idea no es destruirla sino reemplazarla por otra. Y otro tanto se aplicaría a las autopistas, diseños, etc. Sin embargo, (a) no conviene mezclar instituciones jurídicas con edificios, u obras en sentido metafórico con obras literales (quizás la gran moraleja de esta nota), y además (b) da la impresión de que los mismos costos que impiden la destrucción de las obras son los que explican por qué no tiene sentido construir, v.g., otra autopista. Después de todo, si bien la moral no debe estar supeditada a la economía de ahí no se sigue que toda decisión ineficiente y/o que haga caso omiso de la economía es eo ipso moral.
Louis C. K. parece haber leído esta nota, o una muy parecida: (si no hay tiempo, conviene ver desde 2:51), y la comenta mucho mejor que nosotros:
lunes, 8 de septiembre de 2014
¿Qué hay en un Nombre?
En Página 12 de ayer, Ricardo Forster, Secretario de Estado para la Coordinación del Pensamiento Nacional, sortea airosamente otra vez todos los escollos que la pérfida oposición ha puesto en el camino de su flamante cargo (click). En efecto, repasemos al pensador en acción.
1. Forster tiene toda la razón del mundo en que su Secretaría no es "fascista" o "totalitarista". Como hemos dicho en innumerables ocasiones, ni los nazis tuvieron una Secretaría del Pensamiento.
2. Invocando a Shakespeare, Forster parece preguntarse: ¿qué hay en un nombre?: "El nombre es algo que connota, que supone una forma de definir el orden de las cosas, pero es también algo que debe ser interpretado. La secretaría tiene un nombre que puede parecer complicado y creo que a ese nombre hay que resignificarlo". En otras palabras, el nombre de la Secretaría no tiene nada que ver con la función de la Secretaría. Hay que ser bastante estúpido para creer que quien crea una nueva Secretaría de Estado tiene tiempo para ponerse a pensar en el nombre, o el que nombre de tener alguna conexión con la misión principal de la Secretaría. Lo importante es que la Secretaría haga lo que tenga que hacer, no cómo se llama.
3. Hablando de lo que tiene que hacer la Secretaría, Forster, cuya tarea es la de coordinar el pensamiento nacional, sostiene que una de las misiones principales de su Secretaría es la de "poner en discusión incluso la idea misma de qué es el pensamiento nacional". Sólo alguien que creyera que, v.g., para poder coordinar el tránsito habría que saber primero qué es el tránsito, podría entonces dudar del éxito de esta misión estatal.
4. Preguntado acerca de si es posible o deseable que el "pensamiento nacional sea coordinado desde el Estado", Forster, habiendo aclarado miles de veces que el nombre de la Secretaría no tiene nada que ver con la Secretaría, responde que "No lo es. Pero no se trata de una coordinación en ese sentido, sino de generar los espacios, juntar a los que no se juntan, tener una mirada que reconozca el papel de la intención política y cultural, que reconozca la complejidad de las tramas". Es una pena entonces que el nombre no haya sido el de "Secretaría para la Coordinación Estratégica de la Complejidad de las Tramas".
5. Forster, siempre incisivo, sostiene que "Cuando un nombre genera tanta ofuscación es porque toca un nervio". Nos preguntamos si Forster daría semejante respuesta si le preguntaran por el oprobioso epíteto de "yegua" que algunos utilizan al hablar de política nacional.
6. Para Forster otra de las misiones de la Secretaría "es... poner a dialogar a Martínez Estrada con John William Cooke, a Sarmiento con Casullo". Es decir, la Secretaría va a hacer exactamente lo mismo que cualquier Universidad Nacional por ejemplo, o cualquier Universidad para el caso.
7. Forster no es tonto. Su Secretaría "no va a intervenir en la interna política, no es su misión y no está bien que lo haga". Ya bastantes problemas electorales tiene el kirchnerismo como para que Forster saliera a apoyarlo en las presidenciales del año que viene.
8. Finalmente, y acerca de Scioli, Forster aclara que "Tiene todo el derecho a presentarse como candidato, pero a mí me interesa que emerjan otras candidaturas". Y preguntado acerca de si existe un precandidato kirchnerista, Forster responde que "Me parece que eso sólo puede surgir en la medida en que haya una confluencia". En otras palabras, Scioli tiene derecho a presentarse y el kirchnerismo va a elegir un candidato que piense como los kirchneristas. Si la tautología fuera deporte olímpico, la medalla de oro sería argentina inexorablemente cada cuatro años.
Hay que aprovechar al máximo esta Secretaría y este Secretario mientras dure. Quién sabe lo que hará el próximo Gobierno.
sábado, 6 de septiembre de 2014
Abajo la Restauración
En su nota de hoy en Página 12, Emir Sader nos alerta acerca de una inminente "Restauración Conservadora" en América Latina (click). Sin embargo, no hay que desesperar, ya que la nota contiene buenas y malas noticias. Empecemos por las malas, como quería Don Corleone.
Por supuesto, el sujeto que empuña las armas son "los medios de comunicación privados". Las armas en cuestión son dos y de doble filo. En primer lugar, la democracia. En efecto, los medios privados buscan "proyectar candidatos que representarían la antítesis de los gobiernos progresistas". Sader cree que "como no es posible el camino liso y llano de golpes militares al estilo de décadas atrás, la derecha se vuelca hacia los procesos electorales, con grandes maquinarias de publicidad, valiéndose además de los medios privados de comunicación como su arma esencial".
La derecha según Sader, entonces, hace lo mismo que uno de los miembros del equipo de La Causa: ambos emplean medios lícitos para obtener fines inconfesables. En el caso de la derecha, se trata de usar la democracia para ganar elecciones y de ese modo mercantilizar la vida. En el caso del miembro de La Causa, se trata de comprarle pasajes aéreos a otra miembro de La Causa con la esperanza de que se caiga el avión en el que viaja. Si Sader fuera coherente, debería echarle la culpa a la democracia por el triunfo de la derecha, e incluso exigir el reemplazo de la democracia por otro régimen político. Respecto a nuestro compañero de equipo, no sabemos qué decir.
El otro arma es el Código Penal. En efecto, la derecha ha puesto en marcha "campañas de denuncias de supuestas irregularidades de los gobiernos, que sirven para debilitar su imagen frente a la opinión pública, así como para descalificar a Estados, gobiernos, partidos, política, como forma indirecta de ensalzar al mercado y a las grandes empresas privadas". En lo que atañe al caso argentino, dormimos con la conciencia tranquila porque hemos advertido la persecución mediática que sufre nuestro amado Vicepresidente (Boudou, Edipo y Girard). Otra vez, nos preguntamos si Sader solamente sospecha del Código Penal cuando es empleado contra la izquierda (suponiendo, tal como lo sostiene nuestra Presidenta, que a su izquierda está la pared) o si Sader se opone por principios a la idea misma de un Código Penal (o al menos al título mismo sobre delitos contra la administración pública). Nos vemos en la obligación de recordarle a Sader que el Código Penal de Cuba, por ejemplo, cuenta con un frondoso título al respecto.
Las buenas noticias son que dado que la "experiencia de Sebastián Piñera en Chile fue un primer intento" de la restauración conservadora, "con un empresario de éxito en la esfera privada como supuesto mejor gobernante para el Estado", precisamente "su paso por el Ejecutivo demuestra cómo esas nuevas caras apenas reproducen los viejos programas de la derecha tradicional y terminan fracasando". En otras palabras, la derecha podrá ganar alguna elección, pero siempre termina mal, lo cual a su modo reivindica a la democracia, ya que el fracaso de la derecha le abre un camino democrático a la izquierda. Pero por otro lado, esto debilita la preocupación de Sader por la restauración ya que tarde o temprano la derecha siempre pierde.
El resto de las buenas noticias es que el "éxito que puedan tener" las restauraciones conservadoras "supone, siempre, errores de esos mismos gobiernos [progresistas]", que pueden ser corregidos por dichos Gobiernos. El primer desacierto progresista es "la no democratización de los medios de comunicación, lo cual permite a la derecha disponer de un gran arma de acción". Por suerte, entonces, en nuestro país estamos salvados, porque la así llamada Ley de Medios está siendo implementada.
El segundo desacierto progresista son los "errores en las políticas económicas, con sus efectos en las políticas sociales (...). Asimismo, cuando fallan las políticas sociales, a veces también por el efecto de la inflación, se pierde apoyo popular". Acá la situación es mucho más delicada. En primer lugar, para Sader, si gana la derecha la elección eso se debe a los errores de la izquierda, mientras que para nuestra Presidenta, todo voto que pierde se debe a una conspiración internacional en su contra.
En segundo lugar, la inflación, que para Sader es un error del progresismo, es antes bien la política pública por antonomasia del progresismo al menos en su versión populista vernácula cristinista. De ahí que para nuestro país la recomendación de Sader, "readecuaciones en las políticas económicas y sociales", sea imposible. Otra vez, es algo así como cristinismo sin demagogia, o Hamlet sin el Príncipe, como se suele decir en inglés. Encima, semejantes readecuaciones suelen implicar devaluación (o desplazamientos del punto de convergencia entre monedas de diversas nacionalidades, parafraseando a nuestro Jefe de Gabinete), pero por suerte nuestra Presidenta ha anunciado públicamente que vamos a tener que esperar otro Gobierno porque ella no va a devaluar nuestra moneda.
Sin embargo, pensándolo bien, nosotros no tenemos por qué preocuparnos ya que no tenemos inflación, o al menos no tanta como para preocuparnos por ella. Parafraseando al Jefe de Gabinete otra vez, sólo tenemos variaciones estacionales de precios debido al insaciable apetito de las corporaciones. Deberíamos preguntarle entonces, v.g., a nuestros hermanos brasileños cómo es que pudieron contener la voracidad corporativa, al menos teniendo en cuenta su tasa de inflación. Con un poco de colaboración, juntos venceremos.