sábado, 7 de marzo de 2020

Woody Allen o Réquiem para el Liberalismo



Finalmente, Hachette, la única editorial que había aceptado publicar la autobiografía de Woody Allen luego de que otras cuatro la hubieran rechazado, ha decidido rescindir su contrato luego de que muchos de sus empleados se negaran a llevar a cabo ese proyecto.

El quite de colaboración no se debe a cuestiones gremiales, sino a que los empleados no están de acuerdo con el contenido de lo que iban a publicar. Lisa y llanamente, están en contra de que Woody Allen pueda expresar sus ideas debido a las acusaciones que pesan sobre él.

Conviene tener en cuenta que para que exista discriminación o no se respete la libertad de expresión, no solo es relevante el resultado, sino que además es decisiva la razón por la cual sucede el resultado. Un bar no podría justificar su negativa a dejarnos entrar porque hay otro en el cual somos bienvenidos. Es natural preguntarse por qué no nos dejan entrar y no solo conformarse con un resultado similar en otro lugar.

Es importante destacar además que por ahora se trata de acusaciones, ya que Woody Allen no ha sido condenado penalmente todavía, y, como se solía creer en el mundo civilizado, toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

No deja de ser bastante irónico que en una época en la cual los condenados por delitos penales ganan cada vez más derechos—o en todo caso mantienen los que tenían—, Woody Allen no pueda publicar su autobiografía.

Salta a la vista que actualmente la moralización de la política es total. Es suficiente que alguien sea inmoral, o haya cometido un acto inmoral para que este alguien, a pesar de ser humano, no pueda ejercer un derecho no menos humano. ¿No podría acaso el diablo, si sucediera que fuera humano, publicar sus memorias?

Es curioso que se hable de “corrección política” para describir esta clase de actitud, ya que hay muy pocas cosas menos políticas que moralizar el espacio público. La responsable de lo que sucede es otra clase de corrección, que para no provocar equívocos convendría denominar “moralista” antes que “moral.

Se supone que la justificación de la exclusión de Woody Allen se debe a que es poderoso, en una época en la cual todo poder es sospechoso (Carl Schmitt alguna vez apuntó: “A una persona sin poder yo le diría: no creas que ya sos bueno por el solo hecho de que no tenes poder”).

Sin embargo, hay que tener poder para lograr que varias editoriales rechacen un libro y sobre todo para lograr que la editorial que finalmente había firmado un contrato para publicarlo lo rescinda. De ahí que, dependiendo de quién lo ejerza y/o contra quién se ejerza, el poder o los poderosos no sean tan antipáticos como parecen. A veces la moralización no es sino la otra cara de la hipocresía.

Alguien podría argumentar que lo que logró que Woody Allen no publique sus memorias no es poder, sino otra cosa. Pero entonces, sea cual fuera esta otra cosa, sin duda tiene más poder que el poder, o es tanto o más preocupante que el poder.

Stephen King comentó que “la decisión de Hachette de abandonar el libro de Woody Allen me pone muy intranquilo. No es él; el Sr. Allen me importa un comino. Lo que me preocupa es quién será el próximo amordazado”. Quizás King quiso decir otra cosa, pero si tomamos literalmente sus palabras, si estuviéramos seguros de que Woody Allen sería el único ya que nadie más estaría afectado, entonces la decisión de la editorial sería kosher. Pero entonces, que quede claro: Woody Allen no tiene derechos.

En realidad, habría que invertir el punto de King: si Woody Allen no logra publicar, ¿qué pueden esperar los demás?

Woody Allen debería haberse puesto en contacto con la editorial o editoriales que publican sin mayores problemas, por ejemplo, “Mein Kampf” o la obra de Mao, o por qué no, Duncker & Humblot, la editorial que ha publicado la mayor parte de la obra de Carl Schmitt, o Vittorio Klostermann, la editorial que publica las obras completas de Martin Heidegger, el maestro de Jacques Derrida, creador de la deconstrucción.

O tal vez Woody Allen debería haber intentado ser condenado, ya que a veces un condenado puede tener derechos que no tiene una persona que todavía es considerada inocente.

7 comentarios:

HB dijo...

Hola Andres, lei tu entrada sobre W. Allen.
Hay una ambigüedad con el término "derechos". Tener derecho a publicar no es equivalente a que a uno le tengan que garantizar el espacio de publicación sin más.
Es usual que se confunda, como bien conocés, libertad de expresión con inmunidad a la objeción. Análogamente, derecho a publicar (un libro de memorias!)no quiere decir que alguien debería garantizarle eso a Woody Allen. Seguramente podemos pensar un escenario extremo en que alguien debería garantizarle algún derecho a expresión. Pero no veo por qué exactamente ese derecho a expresión (publicación de memorias) .
Una cosa que creo que es importante, entre varias, es que si nos parece mal que alguien viole la libertad de expresión (que aquí no veo claramente violada) ¿por qué parece mal que una editorial o sus empleados se nieguen a publicar, en una editorial privada, algo que no les gusta? Ejemplo: si nadie va a sus films porque ahora le generan antipatía, ¿lo están vulnerando? Estamos en una situación preligrosa?
Claro que podría mostrarse que la "negativa a publicar en contra de W.A" es tan generalizada que es equivalente a la supresión de su derecho tout court. Eso sucedería si no hubiese ningún medio alternativo para hacerlo. Entonces la negativa individual de cada uno, sumada a la de todos los demás, equivaldría (por elipsis) a la supresión de su derecho. Pero estamos en el 2020. Tiene miles de vías para publicar alternativas, en copyleft y gratis. Además tiene una "posición dominante" en el mercado del habla y la expresión. Si vos o yo escribimos, poco importa e impacta (un wichi ni te cuento). Si él habla habrá oídos por doquier. ¿Qué clase de queja podría tener WA en tal contexto? No la veo. Tiene vías alternativas, tiene mayor poder de impacto que un montón de gente, y hasta que no sea cierto que en casi ningún lado puede hablar, su derecho no estará más coartado que el tuyo o el mío o el de los wichis. Si yo mando mis memorias a Hachette se rehusaránan a publicarlas, no por antipatía, sino porque son poco interesantes. Si pegara un grito de derecho a la expresión estaría exagerando. Tener el derecho a la libertad de expresión no implica la obligación de que alguien me publique, salvo que fuera cierto que es el único medio que me queda y además mi integridad, vida o algo importante corre un riesgo inminente. Caso contrario, deberíamos concluir que el derecho de WA equivale a que él está inmunizado frente a las antipatías que ha generado. Nadie tiene esa inmunidad. Por último,Stephen King, gran escritor, hombre blanco y millonario ¿tiene miedo? ¿Qué queda para el resto? Me parece que hay muchas exageraciones y grita un inconsciente que se apiada de gente que - todavía - está lejos de ser oprimida. Hernán

Andrés Rosler dijo...

Hola Hernán, muchas gracias por tu comentario. Jurídica o legalmente hablando la editorial tiene derecho a rescindir el contrato. Mi punto era sobre las razones por las cuales la editorial y sobre todo los empleados no van a publicar el libro. La editorial dice publicar libros "desafiantes". Pero no quiere publicar este libro porque es demasiado desafiante aparentemente. Por supuesto que Woody Allen puede publicar su libro en otro lugar. Pero casi siempre podemos hacer la misma acción en otro lugar. Si no me dejan a entrar a un bar puedo tomar lo mismo probablemente en mi casa, pero de ahí no se sigue que sea insignificante que no me dejen entrar al bar. Hay establecimientos con códigos de vestimenta por ejemplo y no puedo entrar en ojotas. Sin embargo, acá, no son las ojotas, sino Woody Allen mismo el que no puede entrar, con o sin ojotas (y las ojotas en realidad no existen porque no han sido probadas). Por otro lado, incluso en términos de moralidad política o pública un liberal tiene que reconocer la importancia de la propiedad privada. Cuando hablo de los defectos liberales de la editorial me refiero a su deseo de publicar libros desafiantes. En resumen, si nos atrae el liberalismo como moralidad pública, las razones invocadas a viva voz para no publicar a Woody Allen no son muy liberales que digamos, al menos si no hacemos tanto hincapié en la propiedad privada.

Unknown dijo...

Andres, las razones de la editorial son probablemente el miedo al lobby "feminista" que mas allá de su legitimidad de origen se ha vuelto puritano y punitivista. Hoy es la ideología dominante y desafiarlo supone riesgos importantes que llevan a la autocensura. Lo vemos todos los días en los medios y en la política, la indignación sobreactuada que genera el miedo a ser acusados por esta nueva inquisición.

Saludos

Alejandro

HB dijo...

Gracias Andres. No era mi intencion resaltar el valor de la propiedad privada. Mas bien la posible pretension de tener inmunidad frente a las antipatias. La libertad no es inmunidad.
Entiendo que el punto de "ud tiene otros lugares" donde ir o publicar es relativo. Pero el punto de cuantas opciones reales uno tiene de ejercer su libertad no puede ser y no es irrelevante. No lo es en cualquier discusion teorica, y menos por ejemplo para tribunales constitucionales al momento de analizar la razonabilidad de un reclamo o el grado real de vulneracion de un derecho.

Alejandro usa el termino inquisicion, supongo que como metafora o figura para indicar las posibles falacias de la composicion reinantes, las inversiones de la alguna carga de la prueba, y otras exageraciones aqui y alla. Quizas es demasiada palabra si nos atenemos a lo que hizo la inquisicion. No ha habido ni quemas, ni linchamientos ni torturas extendidas de hombres. En el acto de escritura mismo en que se queja de una exageracion, la comete y la repite. Saludos. Hernán

Unknown dijo...

Hernan, obviamente es una metáfora pero es indudable que sus efectos aunque todavía limitados han sido desde perdidas de trabajos, contactos con los hijos, incluso el exilio de supuestos culpables sin condena alguna. La libertad de expresión también se ve afectada si es el miedo y no la antipatía lo que motiva alguna conducta como la no publicación.

Unknown dijo...

tal vez un aspecto del derecho pueda ser asimilado a la moda (tal corte de pelo, barba, tal jean es mas o menos popular según pasan los años). Allen estuvo en mi familia como consumo sugerido, desde mi infancia, su filmografia y libros cómicos. En mi casa se lo señalaba como un gran intelectual, que divulgaba mucha de la cultura mas árida a las masas populares (bueno no tanto,tampoco era justo Bonanza). Adonde voy, es a que en un guion de alguna de sus películas, se hace una referencia a lo atractivo de una experiencia con adolescentes...Me parece q Allen puede ser emparentado con aquella corriente francesa, que con Foucault y otros, renombrados (alla por los 70) se oponía al juzga miento de unos mayores que mantuvieron relaciones intimas con adolecentes. Los argumentos centrales eran que la protección penal a la integridad sexual a estos menores, se basaba en una expresión legal del paternalismo y una inferencia del derecho en la esfera privada de un ser, cuya sexualidad pretendía moldearse a semejanza de preceptos religiosos. Me interesa volver a pensar si el derecho debe seguir a las costumbres, si debe cristalizarse u oponerse a algunas preguntas basicas que serian: si toda costumbre, aun las no uniformes deben poder ser autorizadas por el derecho y si el derecho tiene chance de pensar sus marcos de referencia, tal vez sus filosofías o antropologías políticas y si debe explicitarlas. Por ejemplo decirle al publico, miren tal norma se basa en tal precepto religioso y es así, le guste o no a las minorías.

diana sperling dijo...

Extraordinario análisis! el derecho y los derechos son presas devoradas por esa corrección moralista y cancelatoria de los "puros"... Siempre tan sospechosos!