sábado, 31 de diciembre de 2016

Como todos los Fines de Año, Catón va al Cine



Como es nuestra costumbre, hemos decidido terminar el año con una selección de todas las entradas del blog, elegidas según las escenas de películas o programas de televisión que contienen, ordenadas a su vez según su género o programa. Creemos que se trata de una excelente oportunidad para entretenerse solo o en familia, reírse (a veces) un rato y, al releer las entradas, quién sabe, hasta pensar un poco (Dios quiera). Si contara con adeptos la iniciativa, podríamos incluso votar la mejor (o peor) película (o por qué no la entrada) del blog. Por obvias razones temporales, las entradas no reflejan de modo equidistante al gobierno anterior y al actual, lo cual esperemos se corrija asimismo con el tiempo.

Que disfruten de los videos, muchas felicidades para estas fiestas y feliz año nuevo!




Comedia
Mejor Imposible
La Vida de Brian I
La Vida de Brian II
La Máscara
El Dictador

Drama
La Reina
Cesare deve morire
John Gotti

Musicales
El Hombre de la Mancha
Todos te dicen te amo

Románticas
Hechizo de Luna

Teatro
Julio César

Televisión
Bing Bang Theory No es lo que parece
Bing Bang Theory French Toast
Little Britain

El Show de Dave Letterman

Mickey Mouse (Pluto)

Monty Python La Tienda de Quesos
Monty Python Four Yorkshiremen
Monty Python La Clínica de la Discusión
Monty Python Sketch del Restaurant
Monty Python El Ministerio de los Andares Tontos
Monty Python Libro de Frases Húngaras

sábado, 24 de diciembre de 2016

¿CONICET O SINICET?



La reducción del presupuesto para el CONICET ha provocado un debate sobre el valor de la investigación en humanidades y ciencias sociales, extendiéndose en algunos casos extremos hasta la investigación científica en general—al menos aquella financiada por el Estado. Dado que no nos dedicamos a ellas, vamos a dejar de lado las así llamadas ciencias “duras”.

Se trata de un debate genuino ya que se enfrentan dos posiciones con argumentos atendibles en ambos lados del mostrador, o in utramque partem, como suele decir la tradición republicana. Por un lado, desde el punto de vista de los contribuyentes es absolutamente natural que se pregunten por cuál es el destino de los fondos públicos. No hay que olvidar que quienes trabajan en el CONICET lo hacen gracias al dinero de los contribuyentes, lo cual los ubica en una situación de cierta asimetría respecto a estos últimos.

Por el otro lado, desde el punto de vista de quienes se dedican, por ejemplo, a las humanidades, la pregunta misma acerca del valor de las mismas, por no decir acerca de su utilidad, indica que hay algo que está saliendo mal, que hay algo que quien formula la pregunta no entiende cabalmente. Encima, no es fácil explicar para qué sirven las humanidades. Después de todo, se supone que las humanidades gozan de valor inherente. Las ciencias sociales, por el contrario, deberían estar en mejores condiciones de mostrar cuál es su utilidad. En todo caso, la asimetría que deriva del origen público de los fondos no implica ciertamente una relación de esclavitud entre los contribuyentes y los investigadores.

Yendo al fondo del asunto, y para decirlo con muy pocas palabras, la razón de ser del CONICET consiste en que financia investigaciones que no de ser por el Estado no serían llevadas a cabo. Es por eso que, precisamente, quienes se oponen a la existencia misma del CONICET sostienen que dado que al sector privado (y la gran mayoría de las universidades privadas en nuestro país, por no decir casi todas, y aunque lo hagan también hay investigadores del CONICET que trabajan en ellas), v.g., no gastaría dinero en egiptología o en humanidades, el Estado entonces no debería hacerlo. Otros solamente ponen en duda algunas de las investigaciones del CONICET, lo cual también es mucho más que comprensible. El CONICET es una institución sublunar, o lo que es lo mismo, expuesta al error.

La pregunta, de todos modos, sigue siendo la del valor de esas investigaciones, que si no fuera por el CONICET, no existirían. Ciertamente, uno podría hacer referencia al CNRS francés, institución de la cual deriva el CONICET, para defender a este último, pero una indicación de autoridad no es un argumento sino una postergación de la discusión.

Hay dos grandes clases de argumentos que se pueden usar en defensa de las humanidades y las ciencias sociales. En primer lugar, su valor intrínseco. La del valor intrínseco es una noción que atrae a los filósofos, quienes a su vez proponen alguna variación del tema del argumento de la función humana, alguna vez propuesto por Aristóteles: se supone que los seres humanos se distinguen de los demás animales por su capacidad de razonar. No debería sorprendernos que semejante argumento no sea tan popular entre quienes pagan impuestos. Después de todo, hay filósofos que, v.g., ponen en duda la existencia misma de los propios árboles bajo los cuales se protegen del verano, o incluso dudan de la existencia de los dólares con los que ahorran (si tienen suerte).

Además, hasta los filósofos podrían reconocer que no es fácil explicar en qué consiste dicho valor inherente. Peor todavía, la explicación del valor de X en términos de la utilidad Y podría ser contraproducente. Si el valor de X depende de Y parecería que no tiene sentido hablar de su valor inherente.

Encima, algunos de los más grandes humanistas no fueron inmunes al nazismo y tampoco al estalinismo. Sin embargo, del hecho que haya habido humanistas de esta clase no se sigue que las humanidades no tengan valor. En realidad, es el propio humanismo el que nos ayuda a entender y criticar, v.g., la atrocidad moral de los genocidios. Dada la conexión que las ciencias sociales deberían tener con el humanismo, otro tanto se podría decir de las primeras.

En segundo lugar, se encuentra el tema del consecuencialismo y sus variaciones.

En efecto, (a) la investigación en humanidades y ciencias sociales podría afectar positivamente las políticas públicas. Como ya vimos, este argumento es el ámbito en el que deberían lucirse las ciencias sociales. Por ejemplo, las investigaciones bien hechas sobre la violencia ayudan a que el Estado pueda mantenerla a raya, siempre y cuando el Estado estuviera dispuesto a aplicar el resultado de las investigaciones en cuestión.

(b) Las humanidades y ciencias sociales son útiles para comprender mejor nuestra cultura desde un punto de vista universal para de ese modo rescatarla de sus prejuicios nacionalistas sin forzarnos a creer que el pasto del vecino, o el de otras culturas, es siempre más verde que el nuestro. Al fin y al cabo, las neurociencias, a su modo, han salido al rescate del argumento aristotélico de la función humana al sostener que aquello que nos distingue de los demás animales y explica en el fondo por qué ellos están enjaulados y nosotros somos quienes los enjaularon (y no al revés), es precisamente la cultura. Nótese que no estamos abogando por enjaular a nadie (aunque en algunos casos dan ganas de dar un debate) sino que estamos mostrando qué puede aportar la investigación sobre la cultura.

(c) Las investigaciones en humanidades y ciencias sociales son verdaderamente útiles para llevar a cabo un control de daño de lo que se suele denominar como “divulgación”, la cual, tal como suele ser hecha en nuestro país, puede ser tentadora para leer en la playa sobre todo para los adultos pero a la vez puede ser bastante nociva para las mentes de los jóvenes si llega a las escuelas indiscriminadamente.

(d) Las ciencias sociales y las humanidades pueden ser muy útiles para promover el pensamiento crítico (pace Alejandro Rozitchner: click) y la innovación.

No sería de extrañar que estos argumentos no hayan convencido a todos (si es que convencieron a alguno). Como en todo debate genuino, es muy difícil encontrar un argumento parecido a un golpe de knock-out. Algunos suelen esgrimir en defensa del CONICET el hecho de que el Estado también destina recursos a la Iglesia Católica. Sin embargo, sea que tal decisión fuera deseable o indeseable, las humanidades y las ciencias sociales deberían ser capaces de dar batalla por sí mismas. De otro modo, mostrar que los recursos se destinan para otra cosa en el fondo no es sino una forma de desviar la atención, postergando el debate.

Finalmente, quizás la comparación con la discusión sobre la administración de justicia sea útil para quienes desean plebiscitar las investigaciones del CONICET. Una sociedad genuinamente democrática, por no decir republicana, quiere tener una administración de justicia separada de las mayorías circunstanciales precisamente porque supone que los jueces cuentan con cierto conocimiento especializado del que carecen las mayorías. Parafraseando a Horacio, cambiando los nombres, bien podríamos estar hablando también del CONICET. Nótese que esta argumentación no es elitista sino todo lo contrario, ya que son las mismas mayorías las que deciden auto-limitarse, por así decir, a raíz de los beneficios que semejante decisión les reporta.

Cabe desear entonces que la muy razonable preocupación por el gasto público (sobre todo después de más de una década de redistribución récord del ingreso que terminó con por lo menos un tercio de la población en la pobreza a pesar de que los ingresos durante dicha época alcanzaron un pico histórico) no se convierta en una obsesión a menudo contraproducente por la búsqueda inmediata de la ganancia. La última palabra, como siempre en democracia, la tiene la mayoría. Esperemos que se trate de una mayoría informada.

viernes, 23 de diciembre de 2016

La Despedida de un Grande de Verdad: Hernán Brienza




Esta es una entrada que jamás siquiera imaginamos que íbamos a tener que escribir: Hernán Brienza, debido a una burda conspiración de la ultra-izquierda, los medios corporativos y el macartismo neofascista, como tantos otros (Boudou, Barone, Sandra Russo, Mariana Moyano, etc.), se vio forzado a anunciar su despedida de la esfera pública (click).

Se trata de uno de esos acontecimientos, como el 11 de septiembre de 2011 o el gol de Maradona contra los ingleses (honestamente, cualquiera de los dos), que nadie puede olvidar dónde se encontraba cuando sucedieron. Es un día que vivirá en la infamia, como muy bien dijera Francis Delano Roosevelt respecto al bombardeo de Pearl Harbor.

Vae victis! ¡Ay de los países que permiten que un pensador como Hernán Brienza abandone la palestra y se conforme con la paleta (o algún otro corte de carne más barato)!

Las únicas buenas noticias son que nuestros lectores no necesitan que les recordemos la cantidad y la calidad de la publicística de Brienza. No por nada, la entrada más vista en toda la historia del blog es precisamente sobre este gigante (La Ley de Brienza). Pero, como suele decir sabiamente Mirtha Legrand, el público se renueva—o, como decía Heráclito, no nos bañamos dos veces en el mismo río, o, no nos bañamos dos veces, o, seamos sinceros, ¿a quién queremos engañar? algunos directamente no nos bañamos—vamos a tratar de recordar su obra.

En menudo brete nos hemos metido ya que al elegir algunas de las genialidades de Brienza nos vemos obligados a descuidar otras. Un mero repaso de su obra muestra lo titánico de nuestra tarea.
Se trata de un hombre que deja un espacio tan grande que es imposible de llenar. Probablemente haya que convocar a una licitación pública solamente para conseguir las grúas necesarias para comenzar con semejante tarea. Pero, “Así es la Vida”, con Luis Sandrini y Susana Campos, y no vamos a esquivar el bulto, si se nos permite la expresión.

Queremos recordar entonces esos verdaderos picos de rendimiento que habrían hecho sonrojar al mismísimo Sergei Bubka, si alguna vez ser obsecuente llegara a ser una disciplina olímpica.

Empecemos.

(1) su celebérrima contribución sobre la responsabilidad—que se disputan tanto la teoría moral como la del derecho—mediante la cual muestra la inocencia y la culpabilidad a la vez de Milani (click), y por qué no su Big Bang Brienza.

(2) Su no menos festejada ontología en la que explica qué significa ser kirchnerista (La ontología de Brienza).

(3) Cuando se vio lastimosamente obligado a defender por qué debía ser parte de delegación argentina en el Salón del Libro de París de 2014 (Tu querida presencia), como si hubiera hecho falta justificarlo.

(4) Cuando, como pitoniso que es, probó de forma clara y distinta que no nos merecimos a Cristina (¿Y si nada tuvo sentido?).

(5) Su paso por el INRHAIMD o Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego (La Querella de los Historiadores).

Y, last but not least, en ésta que no es, insistimos, sino una somera e injusta revisión de una obra tan profusa en calidad y cantidad como la de Brienza,
(6) el verdadero cenit de su pensamiento, su acusación formidable y terminante contra la idea misma de corrupción (Viva la Corrupción!), seguida de su consabida aclaratoria (Comprensión y Justificación en las Ciencias sociales).

No puede caber duda alguna a esta altura de que Hernán Brienza debería ser estudiado en las universidades. La única duda es cuál sería la disciplina más apropiada. ¿Ciencias Sociales (ciencia política, sociología, etc.)? ¿Psicología? ¿Neurociencias? ¿Derecho Penal? ¿Un enfoque multidisciplinario quizás? De hecho, Hernán Brienza merecería tener su propio verbo, probablemente “brienzar”, cuya definición dejamos en manos de nuestros lectores.

Nada nos haría más felices que el espacio que deja Brienza sea ocupado por Alejandro Rozitchner, pero no nos hacemos muchas ilusiones. Hacen falta varios Rozitchner para llenar semejante vacío. Somos realistas y por eso, al revés que el mayo del 68, no pedimos lo imposible.

Quedará para siempre, eso sí, nuestra etiqueta en este blog, Brienzana, que esperamos eternizará su figura. Que no sea un adiós sino hasta siempre.




martes, 20 de diciembre de 2016

Acerca del "Pensamiento crítico" (y otras Redundancias)



Las afirmaciones de Alejandro Rozitchner en contra del pensamiento crítico (click) han levantado bastante revuelo, sobre todo porque se supone que un filósofo jamás puede estar en contra del pensamiento crítico o en todo caso tratar de reducirlo o contenerlo.

Semejante suposición parece ser cierta, a tal punto que la idea misma de “pensamiento crítico” en el fondo es una redundancia. ¿Cómo sería un pensamiento que no fuera crítico? Todo pensamiento tiene aspiraciones normativas en relación a cierta realidad. De hecho, el propio Rozitchner está criticando a quienes prefieren el así llamado “pensamiento crítico”.

Además, muy poca gente, o al menos muy poca gente razonable, desearía quedarse con su pensamiento una vez que este último hubiera resultado ser falso o desacertado. La gente razonable no se queda con sus pensamientos porque guarda una relación afectuosa con ellos. Los pensamientos no son como las mascotas o incluso los seres humanos: si no superan el test, son descartados.

Por supuesto, el pensamiento, como diría Tu Sam, puede fallar, pero toda vez que nos hemos dado cuenta, hacemos algo al respecto. Habrá algunos que preferirán vivir engañados antes que conocer la realidad, pero asumimos que Rozitchner no quiere defender el engaño.

Tampoco es cierto que la creatividad, que con razón defiende Rozitchner, pueda darse el lujo de no ser crítica. En realidad, quienes son creativos suelen ser muy críticos sobre todo con ellos mismos y con la realidad.

Quizás Rozitchner por “pensamiento crítico”—aunque no en el buen sentido de la expresión—haga referencia a Carta Abierta. Pero el de Carta Abierta, en su época de apogeo, no era precisamente pensamiento crítico sino una racionalización en la cual, como Sergei Bubka, Carta Abierta alcanzaba cada vez un nivel más alto, digna del oro olímpico si semejante destreza alcanzara status deportivo. De ahí que si este último era el punto de Rozitchner, tampoco tendría sentido creer que él está en contra del pensamiento crítico.

Rozitchner, sin embargo, tiene un mérito que lo distingue claramente, v.g., del otrora Secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional, con el cual se lo suele comparar. Parafraseando lo que H. L. A. Hart solía decir sobre John Austin (el jurista) y Oliver Wendell Holmes, y que Hart nos perdone por lo que estamos a punto de hacer, Rozitchner puede no convencernos y a menudo está claramente equivocado, pero al menos se equivoca claramente. Con Ricardo Forster uno a veces ni siquiera entiende lo que quiere decir y por eso puede sonar profundo, cuando ni siquiera podemos saber que se equivoca. En otras palabras, Rozitchner nos simplifica mucho las cosas, lo cual no es poca cosa.



miércoles, 14 de diciembre de 2016

Derecho Penal: una Consulta



Hay momentos en que no podemos evitar pensar que algunos portales de noticias no soportan el éxito del blog, a tal punto que quieren imitarnos, y es por eso que, v.g., informan que “Marcelo Nasif, del bloque Primero Jujuy, elevó el proyecto ante la Legislatura provincial, con el respaldo del diputado del Parlasur Alberto Asseff. El objetivo es que los ciudadanos ‘se pronuncien por el sí o el no respecto a la posibilidad de que Milagro Sala, libre, amenazará testigos, entorpecerá e impedirá que la Justicia la investigue por hechos de corrupción’” (click).

Sin embargo, hasta donde sabemos, da la impresión de que semejante noticia no tiene nada de ironía sino que refleja un hecho que ha ocurrido efectivamente, y como era de esperar, no pocos consideran semejante propuesta como “fascista”.

Ahora bien, a pesar de que se se ha vuelto moneda corriente denominar como “fascista” lo que está mal, el caso de la propuesta de la consulta popular sobre la libertad de Milagro Sala muestra claramente que semejante práctica adolece de serios defectos, siendo el primero la inexactitud, ya que ni siquiera al fascismo se le ocurrió hacer algo semejante. De hecho, ni el nazismo (algunos previsiblemente hacen un juego de palabras con el apellido “Nasif”) o el estalinismo convocaban a una consulta popular para decidir un caso judicial.

Pensándolo bien, se trata de una propuesta tan absurda desde todo punto de vista que solamente podría habérsele cruzado por la cabeza a Sacha Baron Cohen mientras redactaba el guión de “El Dictador”, pero si fue ese el caso, evidentemente la tuvo que desechar por su inverosimilitud.

Por otro lado, hace bastante tiempo tuvo lugar un muy conocido caso de consulta popular en el que el pueblo pudo elegir entre Cristo y Barrabás, pero no parece ser lo que tienen en mente los diputados mencionados más arriba. Se suele mencionar asimismo que La Inquisición Española no fue precisamente benevolente para con quienes eran sospechados de haber cometido graves pecados, pero hasta donde sabemos tampoco recurrió a una consulta popular, no al menos con estos fines.

Volviendo al fascismo, al nazismo y al estalinismo, ciertamente llevaron a cabo varios procesos judiciales que no eran sino una pantomima de justicia pero al menos rindieron un cierto homenaje a las formas. Por supuesto, el fascismo, el nazismo y el estalinismo, por no decir nada del maoísmo, tienen varios esqueletos en sus closets, sobre todo los tres últimos, a tal punto que cometieron verdaderos genocidios, a diferencia de lo que está aconteciendo en Jujuy. Sin embargo, rogamos a Dios que a nadie se le ocurra defender estas propuestas en relación a Milagro Sala indicando la diferencia, i.e. diciendo que en Jujuy todavía no se ha cometido genocidio alguno. Sería demasiado.

A esta altura, llama poderosamente la atención que no hubieran preferido solicitar un número 0800 para que toda la ciudadanía (y no solamente la jujeña) pudiera participar sin costo o incluso poner en el aire un programa de televisión para que luego la audiencia decidiera al respecto. Al menos, esta última propuesta sería mucho más digna en el sentido de que sería mucho más transparente o acorde a lo que parece estar pasando.


miércoles, 7 de diciembre de 2016

Cómo no argumentar en Materia penal o a Propósito de Milagro Sala otra Vez



Las siguientes declaraciones de Ernesto Sanz, según Clarín al menos (que esperamos, para variar, no mienta esta vez: click) no son muy reconfortantes que digamos para quienes se dedican al derecho penal (v. también: creeras en Milagro):

(1) “Frente a tanta hipocresía de gente a la que le cuesta reconocer y repudiar decenas de delitos, hay que poner una sola cosa: Justicia. No se trata de bibliotecas ni de teorías, menos de académicos; se trata de Justicia”.
(2) “Milagro Sala no puede estar libre porque obstaculizaría la investigación. Liberarla sería un canto a la injusticia y una derrota de la ley y la verdad”.
(3) “Hoy decían que Gerardo es un radical distinto porque se las aguanta”.

En primer lugar, la hipocresía de quienes defienden a Milagro Sala por mera conveniencia política es absolutamente irrelevante en lo que atañe a una cuestión penal. Hasta los hipócritas pueden tener razón si es que detectan un vicio de procedimiento. Lamentablemente, la descalificación personal no es monopolio del kirchnerismo.

En segundo lugar, Sanz se equivoca seriamente al decir que “No se trata de bibliotecas” y sobre todo “ni de teorías”. Los jueces penales en un Estado de Derecho basan sus investigaciones en lo que se suele denominar como una teoría del delito, que como tal no figura en el Código Penal (o en la Constitución para el caso), precisamente porque es una teoría. La justicia o la injusticia de un caso penal alejada de la teoría del delito es tan irrelevante como la hipocresía de los denunciantes o los defensores: lo único que importa es si los jueces penales actúan conforme a la teoría del delito, según la cual una persona puede estar detenida exclusivamente porque cometió un delito (siendo ese delito además la razón de su detención) y jamás al revés, i.e. cometió un delito porque está detenida, como parecen suponer algunos.

En tercer lugar, suponiendo que la mención a “Gerardo” haga referencia al gobernador de la provincia de Jujuy, no es exactamente tranquilizadora ya que se supone que el poder ejecutivo no puede intervenir en las decisiones de los otros poderes, particularmente el judicial y menos aún en casos penales.

En lo que sí Sanz tiene razón es que los jueces pueden decidir no concederle la libertad a Milagro Sala si consideran que eso constituiría “obstaculizar el descubrimiento de la verdad y la actuación de la Ley”, siempre y cuando la detención misma, que está precisamente en cuestión, responda a la imputación de un delito en primer lugar, tal como vimos más arriba.

Si abundara la racionalidad de nuestros funcionarios públicos podríamos suponer que la detención de Milagro Sala está bien fundada porque de otro modo sería muy estúpido convertirla en una mártir, aunque en lo que atañe a la política de su detención—la cual otra vez es irrelevante en materia penal—llama la atención que quienes se preocupan por la suerte de Sala no sean una amplia mayoría, sobre todo dentro del peronismo.

En resumen, la hipocresía de los defensores, la justicia de sus acusadores (independiente de la teoría del delito penal) o el aguante del gobernador son completamente irrelevantes o incluso contraproducentes para el Estado de Derecho. Lo único que importa es si existen evidencias que prueben los delitos de los que se la acusa a Milagro Sala y por los cuales está todavía detenida.

sábado, 3 de diciembre de 2016

Acerca de Rozitchner, Carta Abierta y Monty Python



Siendo las diez y cuarenta y dos del día sábado 3 de diciembre de 2016, una serie de eventos sucedidos a último momento han provocado una reunión de emergencia del Consejo Editorial de La Causa de Catón para evaluar qué medidas tomar en épocas tan turbulentas como las que estamos atravesando.

En efecto, a juzgar por la entrevista a Alejandro Rozitchner realizada por Diego Sehinkman y publicada hoy en La Nación (click) el plagio cometido contra Ricky Sarkany por la carnicería cordobesa “Sankarny” (click) no es un rayo en un cielo estrellado sino que se trata de una verdadera plaga que está azotando nuestro país y que no solamente es un ataque deliberado contra el ingenio popular que nunca descansa sino que además constituye un gravísimo atentado contra la seguridad jurídica.

En verdad, en dicha entrevista Rozitchner sostiene que “Carta Abierta es un fenómeno mal comprendido. Es un fenómeno humorístico como el grupo Monty Python. Es una especie de producción humorístico intelectual”. A esta altura nuestros lectores habituales no necesitan evidencia alguna para corroborar nuestra acusación (o al menos eso esperamos). Pero, tal como dice Mirtha Legrand, dado que “el público se renueva” (o al menos eso esperamos), precisamente por eso invitamos a los lectores a que echen un vistazo a las etiquetas del blog que prueban el descarado plagio cometido por el Sr. Rozitchner: Carta Abierta, Forsteriana, Horatiana, para no decir nada de verdaderos fenómenos intelectuales off-Carta Abierta como Hernán Brienza (Brienzana) y Mempo Giardinelli (Giardinelliana).

Es por estas razones que La Causa de Catón le ha encomendado a su Departamento de Legales que inicie las acciones precisamente legales correspondientes que pongan al impenitente Rozitchner en su lugar, sin perjuicio de la intervención de los fueros civil, penal y contencioso-administrativo, haciendo plena reserva del caso federal y del recurso por ante los tribunales internacionales pertinentes si por ventura la Justicia Nacional irónicamente no hiciera Justicia a nuestra querida Causa.

Hablando de acciones legales, dado que el Sr. Rozitchner confiesa tener “una visión hippie”, venir del “del rock [y de la] la marihuana” y alega tener una [sic] “formación… filosófica”, anticipando que el aludido pretenda escudarse en dichas desventuras, hacemos asimismo plena reserva del inicio de acciones legales contra el movimiento hippie internacional y en particular los hippies de Plaza Francia, el rock en general (cuyos efectos nocivos quedan confirmados por las afirmaciones en juego), la familia Escobar y los carteles mexicanos de la droga y finalmente contra la Universidad Central de Venezuela, institución que por inferencia asumimos es la responsable de las acciones del Sr. Rozitchner. Dejamos en manos del Departamento de Legales si la conducta del Sr. Sehinkman puede ser subsumida o no bajo el tipo penal de la complicidad e incluso eventualmente encubrimiento.

Quedan Uds. debidamente notificados. Se hará Justicia (o al menos eso esperamos).