miércoles, 30 de noviembre de 2016

¿La Culpa es de Fidel?



El fallecimiento de Fidel Castro provocó varias reacciones muy curiosas. Por razones de espacio nos vamos a concentrar solamente en dos.

En primer lugar, hay una nota del filósofo Darío Sztajnszrajber en Página 12 (click) que al propio Fidel, suponemos, le habría llamado la atención. El título de la nota es: "¿Por qué Fidel? ¿Por qué Cuba?". La respuesta a dichas preguntas es francamente extraordinaria: "ser de izquierda es estar abierto a lo inédito, a lo imprevisible, a lo imposible". En efecto, alguien podría decir que lo mismo se aplica, por ejemplo, al nazismo, particularmente antes de que llegara Hitler al poder. En verdad, mucha gente no pudo siquiera imaginar semejante fenómeno (y pagó con su vida por eso) debido a que fue precisamente "inédito", "imprevisible", "imposible".

En cuanto a que "lo imposible siempre es una caricia que no consuma ni violenta, sino que reguarda la distancia justa" y por lo tanto la creencia en que la Revolución cubana fue una revolución pacífica o una "revolución de las caricias", sin duda aleja considerablemente la Revolución cubana del nazismo pero tiene sus propios problemas. En efecto, o bien es una gran broma pythonesca o en realidad sugiere que el autor no entiende qué es una revolución y menos la cubana.

En segundo lugar nos llamó poderosamente la atención la opinión del Prof. Pablo Vommaro acerca del sistema político cubano, al menos a juzgar por el siguiente video (recomendamos ver a partir del minuto 30 hasta el 32):




Vommaro, con razón, sostiene que la noción de democracia ha variado con el tiempo, pero con ese criterio, también ha variado la idea de libertad, que antes no era sino la otra cara de una defensa de la esclavitud, pero no por eso hoy vamos a defender una concepción semejante. En realidad, hoy en día el uso actual de "democracia" en su sentido bastante minimalista hace referencia a una competencia entre diferentes partidos políticos en elecciones libres (en el sentido mínimo de que el resultado electoral es incierto). De ahí que la aclaración de Vommaro, "simplemente no hay un sistema de partidos", es demoledora para poder decir con un mínimo de sentido que en Cuba hay algo así como una democracia (en realidad el marxismo clásico entendía al sistema político anterior al advenimiento final del comunismo como una dictadura del proletariado).

El Prof. Vommaro además cree que "no hay partido único" en Cuba a pesar de que "el único partido habilitado es el comunista cubano". La mejor explicación caritativa de semejante frase quizás sea que (a) Vommaro comparte nuestra debilidad por Monty Python (véase infra el video de la quesería sin quesos) o (b) como rezaba una vieja historia anterior a la caída del muro de Berlín, en Cuba se puede votar por sí o por no, por sí que se queden, o por no, que no se vayan.




En cuanto a que, como bien dice el Prof. Vommaro, en Cuba hay un sistema electoral regulado por ley, la mera existencia de reglas no tiene por qué atraer nuestra aprobación con independencia de cuáles sean dichas reglas. Después de todo, hasta la mafia tiene reglas, tal como lo dice Neil Dellacroce (subjefe de la familia Gambino), interpretado por Anthony Quinn, al recordarle amenazadoramente a John Gotti, interpretado por Armand Assante, precisamente en el telefilm “John Gotti” (1996), dirigido por Robert Harmon: “tú rompes las reglas y toda esta maldita Cosa Nostra se resquebraja y se derrumba. Tú no rompes jamás las reglas. ¿Capisce?”.



Es más, tanto Hans Kelsen cuanto Carl Schmitt estaban de acuerdo en que todo Estado (capitalista, comunista, etc.) es un Estado de Derecho, i.e. no puede funcionar sin normas jurídicas. La cuestión en todo caso es cuáles son dichas normas. Por otro lado, la filosofía marxista del derecho (pensemos, por ejemplo, en Eugeny Pashukanis) suele desconfiar de las normas jurídicas (y de los derechos en general) precisamente por su conexión con los Estados.

Quizás convenga dar la batalla por Cuba en el terreno de la distribución del ingreso y otros derechos sociales, pero no precisamente en el de la democracia.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Un Cacho de Cultura



Para que no digan que La Causa de Catón le presta demasiada atención a Carl Schmitt y a Sacha Baron Cohen, compartimos ahora un par de artículos de la Revista de Cultura de la AMIA (en realidad, se trata de dos números de la revista, sugestivamente abiertos en una página en particular; dicho sea de paso, convendría abrir los artículos en pantalla completa, abajo a la derecha de la pantalla como decía Emilio Ariño).

El primero trata sobre el republicanismo hebraico, que no trata precisamente del republicanismo en el club Hebraica, sino de cómo el republicanismo se volvió revolucionario o en todo caso furiosamente antipersonalista, preocupado por la distribución del ingreso y defensor de la tolerancia religiosa (Antipersonalismo, igualitarismo y tolerancia en el republicanismo hebraico).

El segundo trata sobre los Juicios de Núremberg y el anti-positivismo jurídico. Lo que explica este artículo es cómo la forma misma del derecho, si bien permite la comisión de varios delitos bastante atroces, es incompatible con la comisión de atrocidades a gran escala como un genocidio. Fue precisamente este hecho el que motivó que los nazis decidieran llevar adelante el Holocausto por fuera del derecho (Los Juicios de Nuremberg y el Anti-positivismo jurídico).



domingo, 20 de noviembre de 2016

Acerca de Presentaciones de Libros y la Toma de Rehenes

A raíz de la presentación de Razones Públicas (click) se ha suscitado un muy interesante debate acerca de la práctica de tomar rehenes, en este caso en aras de obtener un juicio favorable por parte de los presentadores. En efecto, no han faltado quienes se han pronunciado terminantemente en contra de dicha práctica en términos claramente inequívocos.

Permítasenos entonces aclarar que es una verdadera calumnia la que sostiene que para asegurarnos de que la opinión de los presentadores fuera favorable habíamos raptado a sus otrxs significantes y a sus hijxs. Que quede absolutamente claro que solamente mantuvimos como rehenes a sus otrxs significantes. Se nos había ocurrido agregar a los hijxs pero resultó ser impracticable no solamente porque se trata de un número no menor sino que además varios de ellos viven en el exterior. Ni siquiera contamos con semejante presupuesto. Por lo demás, los rehenes fueron liberados apenas terminó la presentación.

En segundo lugar, los muchos fanáticos de “El Padrino” recuerdan que existía una familia, los Bocchicchio, que se dedicaba a ofrecerse como rehenes durante la realización de ciertos encuentros, como por ejemplo el que tuvo lugar entre Michael Corleone y el Turco Sollozo (para no decir nada del Capitán McCluskey). El negocio consistía en que quien proponía el encuentro (en este caso Sollozzo) contrataba a los Bocchicchio, quienes a su vez a cambio de una suma de dinero enviaban un rehén que quedaba en manos de quien aceptaba la invitación (en este caso, la Familia Corleone). Si algo les sucedía a los invitados, la familia de estos últimos disponía a voluntad de la vida del rehén.

En tercer lugar, el propio dictador Haffaz Aladeen tomó como rehenes familias enteras (no como nosotros que nos limitamos a otrxs significantes) para asegurarse de obtener buenas críticas para su película (aconsejamos activar CC en youtube).




Finalmente, si por alguna razón, las prácticas de la mafia y las de un dictador no hubieran convencido a nuestros lectores todavía, invocaremos el ejemplo de lo que se suele denominar como “entrega del rehén parlamentario”. En efecto, una vez finalizada la guerra civil y restaurada la monarquía, cada vez que la Corona abre el período de sesiones del Parlamento británico un miembro del Parlamento es entregado como rehén quien queda en manos de la Corona en el Palacio de Buckingham hasta que la Corona regrese sana y salva (nos permitimos aconsejar nuevamente el uso de CC en youtube).




No faltarán los lectores que sostengan que todos nuestros esfuerzos han sido en vano ya que el juicio de los presentadores no ha sido muy favorable que digamos. Precisamente, en aras de alimentar el debate invitamos ahora a nuestros lectores a escuchar nuevamente la presentación y luego participar del debate. Para estimular semejante participación hemos decidido establecer un sorteo entre los que dejen su opinión al respecto. El primer premio es una semana en Miramar con todos los gastos pagos. El segundo premio son dos semanas en Miramar con todos los gastos pagos. Con Uds., nuevamente, los intérpretes.

    

jueves, 10 de noviembre de 2016

A propósito de la Democracia y del Triunfo republicano



El resultado de las elecciones en EE.UU. nos trae a la memoria la relación controversial que suelen tener la deliberación y la decisión democráticas, por no decir la república y la democracia, expresada claramente por Rousseau en un conocido pasaje del Contrato Social:

Cuando se propone una ley en la asamblea del Pueblo, lo que se les pregunta no es precisamente si aprueban la proposición o si la rechazan, sino si ella es conforme o no a la voluntad general que es la suya; cada uno dando su sufragio dice su opinión sobre ello, y del cálculo de los votos se saca la declaración de la voluntad general. Cuando entonces la opinión contraria a la mía prevalece, eso no prueba otra cosa que yo me había equivocado, y que lo que yo estimaba ser la voluntad general no lo era. Si mi opinión particular hubiera prevalecido yo habría hecho otra cosa de lo que hubiera querido, y es entonces que yo no habría sido libre. Esto supone, es cierto, que todos los caracteres de la voluntad general están todavía en la pluralidad: cuando dejan de estarlo, cualquiera sea el partido que se tome no hay más libertad” (Jean-Jacques Rousseau, Del Contrato Social, traducción de Mauro Armiño, Madrid, Alianza, 1980, pp. 109-110, traducción modificada).

Para discutir este pasaje, como se suele decir en inglés, vamos a hacer sonar nuestra propia corneta y tomar una hoja, o tres en realidad, de nuestro propio libro Razones Públicas (pp. 174-176).

Por un lado, (A) Rousseau supone que existe una voluntad general que es anterior a la deliberación democrática y que por lo tanto debe comandar precisamente dicha deliberación; es precisamente por eso que los ciudadanos que participan de la deliberación (o de la votación para el caso) no deben preguntarse meramente si aprueban o no la moción (o cierto partido político), sino si la misma es o no conforme a la voluntad general. Como la decisión democrática es básicamente declarativa de una voluntad general preexistente, habría razones para impugnar toda decisión que se apartara de dicha voluntad general.

        Sin embargo, como es muy difícil conocer la voluntad general a menos que quienes participan de la deliberación alcancen una decisión unánime (y a veces ni siquiera si hubiera unanimidad), es por eso que Rousseau también afirma que (B) la voluntad general en realidad es el resultado de la deliberación ya que se expresa en el “cálculos de votos” de quienes participan en la deliberación en cuestión. Según esta posición, la decisión democrática no declara sino que constituye la voluntad general. Antes del pronunciamiento democrático es imposible conocer cuál es la decisión correcta.
       
        Las posiciones declarativa y constitutiva de la decisión democrática tienen sus pros y sus contras. La tesis declarativa (A) pretende asegurarse de que la decisión democrática sea correcta, lo cual supone que contamos con un estándar de corrección anterior a la democracia que nos permite juzgarla. Pero entonces, si existen estándares de corrección que son anteriores a la decisión democrática, vale preguntarse cuál es el sentido mismo de la deliberación democrática: ¿para qué deliberar (o votar para el caso) para alcanzar una verdad que conocemos de antemano, salvo quizás para expresarnos, o para pasar el tiempo quizás?

        De ahí que la tesis constitutiva (B) venga a suplir la deficiencia mayor de la tesis declarativa, en la medida en que sostiene que en lugar de ser redundante, la decisión democrática hace toda la diferencia ya que antes de que sea tomada precisamente no podemos saber lo que debemos hacer. Para emplear la terminología rousseauniana, según la tesis constitutiva la voluntad general es la de la mayoría, y la voluntad particular es la que perdió. El problema es que en tal caso es natural que surja la pregunta: ¿estamos dispuestos a hacer cualquier cosa que decida la mayoría, solamente porque lo decidió la mayoría? Después de todo, hay momentos en los cuales hasta los demócratas pueden llegar a ser una minoría, en la medida en que por democracia no entendamos solamente un conjunto de procedimientos sino además un contenido mínimo.

        Ciertamente, la discusión sobre la diferencia práctica que hace la democracia no puede ser sincronizada con el resultado de una elección o con la derrota de un partido. Eso sería hacer trampa, incluso si ganara Trump, un populista o neofascista y no en el buen sentido de la expresión como diría Sacha Cohen.

        En realidad, el triunfo de Donald Trump son buenas y malas noticias. Las buenas, ya en sus primeros discursos como presidente queda claro que no va a hacer lo que dijo. Las malas, es que todo lo que dijo fue para ganar las elecciones. Veremos qué nos depara el futuro.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Carta Abierta a Pichetto



El espacio Carta Abierta, como no podía ser de otro modo, acaba de hacer pública su indignación por la sombría xenofobia del Senador Miguel Ángel Pichetto (Página 12). Sin embargo, desde hace un tiempo los grandes medios hegemónicos han montado una campaña de desprestigio en contra de dicho espacio, campaña que a juzgar por el título del muy reciente libro de Bernard Lahire, En defensa de la sociología, y sobre todo por su subtítulo, Contra el mito de que los sociólogos son unos charlatanes, justifican a los delincuentes y distorsionan la realidad, tiene la misma estructura que la campaña de desprestigio de la cual los sociólogos han sido objeto en los últimos años, al menos en Francia. De ahí que en países como Francia debe haber pocas cosas peores que adherir a Carta Abierta y encima ser sociólogo. Nos vemos entonces obligados a salir en su defensa. Cabe aclarar que no se trata de oportunismo político ya que no es la primera vez que salimos en defensa del espacio e invitamos a nuestros lectores a recorrer nuestros archivos (Carta Abierta).

En primer lugar, muchos han criticado la longitud de los pronunciamientos de Carta Abierta por ser demasiado extensos, llegando en algunos casos a los varios miles de palabras. En cambio, el de hoy no alcanza a tener 862 palabras precisamente porque tiene 861. Es cierto que no pocos han criticado además el estilo ampuloso y enigmático de Carta Abierta. Dejamos sin embargo la defensa de este último rasgo en manos del equipo de abogados de O. J. Simpson.

En segundo lugar, algunos le critican a Carta Abierta la oportunidad de su indignación por Pichetto. Nos da la impresión de que la objeción sería la siguiente: por qué se dieron cuenta justo ahora de que Pichetto está más cerca de Roberto Rimoldi Fraga que de Peter Singer. Después de todo, bajo la égida de Cristina Kirchner él no era precisamente el Anacharsis Cloots de las pampas. Previendo esta objeción Carta Abierta hace saber al mundo que recuerda claramente aquella frase de Pichetto que inmortalizara su paso por el Senado cuando sostiene el espacio que que existen “frases xenófobas y racistas para no olvidar” del tipo “...murieron –en la AMIA– ciudadanos argentinos de religión judía y argentinos…”, en el contexto del celebrado tratado con Irán. Lo que el espacio olvidó agregar fue que en su momento creyeron que era una broma de Norman Erlich, similar a las tantas que existen sobre sefaradíes y askenazíes.

En realidad, esta objeción contra Carta Abierta es muy injusta. En efecto, es un hecho comprobado por la neurociencia hace tiempo que la genealogía y la estructura de nuestro cerebro todavía mantiene un perfil reptiliano, lo cual explica por ejemplo que cada vez que un automóvil nos acomete en la calle nuestra primera reacción sea la de paralizarnos. Ciertamente, la de inmovilizarse tratando de despistar al agresor es una estrategia que fue útil en su momento para los reptiles pero algo anticuada si pensáramos en las exiguas ventajas que podría reportarnos hoy en día en caso de tener que hacer frente a una camioneta 4 x 4 (o un Fiat 600 para el caso); sin embargo, nuestra primera reacción sigue siendo la misma. De hecho, mientras que el atraso del cerebro reptiliano humano es de cientos de millones de años, en comparación el de Carta Abierta es inconmensurablemente superior en términos evolutivos ya que es de solamente tres años y medio (nuestros lectores recordarán que la inmortal frase de Pichetto es de febrero del 2013: Senador lo que se dice Senador).

Además, mientras que bajo el kirchnerismo Pichetto hablaba por sí mismo y jamás en nombre del kirchnerismo, ahora, a pesar de que Pichetto “no pertenece al partido de gobierno”, “por su boca expele la globalización a martillazos, ofreciéndose como guardián exaltado del parque temático del macrismo”. A buen entendedor, pocas palabras.

En todo caso, y para que no queden dudas, Carta Abierta no le escapa a la auto-crítica: “El personaje del que venimos hablando fue desde Menem hasta acá el jefe de bloque de senadores del PJ primero y del FPV/PJ a continuación. Todos quienes luchamos por y apoyamos a los gobiernos populares de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner somos responsables de que esto haya sucedido y suceda. Nos comprometemos a impedir –en la medida de nuestras posibilidades, y llamamos a los compañeros a unir fuerzas en esto– que señores de esta calaña ocupen cargos en un futuro gobierno nacional, popular y democrático y que tampoco lo hagan como parlamentarios en representación de un pueblo al que reiteradamente traicionan”.

Nos imaginamos entonces cómo se deben sentir los miembros de Carta Abierta después de haber defendido a Néstor y a Cristina y ahora tener que hacer público su arrepentimiento, otro gesto que honra a este espacio, un verdadero hervidero de auto-crítica.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Katz, Strasser, Rosenkrantz, Rosler: Audio de la Presentación de Razones Públicas


Como en el cuadro de Rafael, algunos leen, otros miran hacia arriba, otros hacia abajo, y otros mantienen la vista hacia adelante



Finalmente, con muchas consonantes y pocas vocales en sus apellidos, A. Katz, C. Strasser, C. Rosenkrantz y A. Rosler (o KSRR, una sigla bastante amenazadora, con cierta reminiscencia de un Eje Rin-Danubio a punto de invadir Polonia o de las fuerzas contra las que combatía el Súper Agente 86), presentaron Razones Públicas. Seis Conceptos Básicos sobre la República, un libro de Katz Editores que a esta altura no es aventurado decir que está próximo a convertirse en algo así como el Harry Potter del republicanismo, a juzgar en todo caso por la multitud que literalmente abarrotara las instalaciones de Dain Usina Cultural el pasado 25 de octubre, a pesar de que el clima algo otoñal no acompañara precisamente al evento.

De hecho, nos preguntamos si no fue una suerte en realidad que la lluvia disuadiera a los demás y lograra persuadirlos de no concurrir. Los organizadores, en efecto, no podían ocultar su orgullo en términos de la convocatoria aunque se mostraban preocupados por los efectos colaterales de semejante repercusión. La Policía Federal merced a un operativo conjunto con la Metropolitana y el Regimiento de Patricios cuya ayuda fue solicitada en virtud de tratarse de un caso de fuerza mayor, se vio obligada no solamente a coordinar el acceso de la multitud sino además a desviar el recorrido normal de la línea 55 de transporte colectivo de pasajeros, lo cual a su vez provocó no pocos trastornos en el tránsito del barrio de Palermo en general con embotellamientos que llegaban hasta la sede misma del Regimiento mencionado a la sazón, el cual se mostró solícito de modo casi instantáneo y a quien le estaremos eternamente agradecidos.

En verdad, la asistencia fue tal que los organizadores se vieron forzados a instalar sendas pantallas gigantes (gracias Diego Herman por habernos anoticiado al respecto) para aplacar los ánimos de esa multitud transformada en una verdadera turba una vez que se hubo enterado de que las instalaciones del solar de la esquina de Thames y Nicaragua solamente podían albergar algunos cientos de personas y una decena de abogados. Gracias a los matutinos del día siguiente nos enteramos incluso de que la cola de ingreso llegó a ser de tal entidad que pingües ganancias fueron obtenidas por quienes decidieron celebrar actos de comercio a lo largo de la misma, concentrándose fundamentalmente en la venta de pilotos para la lluvia, paraguas y teléfonos celulares.

Justo cuando lamentábamos que las palabras de los presentadores iban a quedar irremediablemente sumergidas en las aguas del Leteo, una de las personas asistentes—que prefirió que su nombre permaneciera en el anonimato y se llama Graciela Soler—, verdadera Mnemósine rediviva,
nos proveyó amabilísimamente de una grabación del audio de la presentación, el cual ponemos a disposición de los escasísimos lectores que decidieron no concurrir vaya uno a saber por qué.

Si bien el audio permite que nos concentremos en el contenido de las proposiciones, lo cual son buenas noticias por cierto, por otra parte eso mismo a veces impide que entendamos el significado de las mismas. Es por eso que nos vemos obligados a aclarar que las risas que emergen aproximadamente a los 35 minutos de la presentación se deben a ciertos gestos del autor que daban a entender su intención de que la presentación fuera suspendida ipso facto debido a que el Dr. Rosenkrantz en ese momento no tuviera mejor idea que dar a conocer el hecho de que el libro adolece de ciertas contradicciones, y de hecho las risas inmediatamente subsiguientes se deben a otros tantos gestos del autor que dan a entender a su vez que la presentación debía continuar una vez que el propio Dr. Rosenkrantz indicara que en realidad dichas tensiones contribuían a incrementar la valía del libro.

A continuación, sin más aditamentos o cortapisas, las severas y polémicas críticas formuladas por los presentadores, seguidas por la respuesta algo subida de tono del autor a las mismas. Con Uds., los intérpretes: